Recomiendo:
0

Un diálogo (de sordos) a grito pelado

Fuentes: Rebelión

Todos hablan del diálogo necesario en Venezuela como única vía para una pacificación permanente, indispensable en un momento en que se temen estallidos en muchos países de la región -ante la ofensiva neoliberal, los golpes blandos, el retroceso en los procesos de inclusión social- que, además, vuelvan imposible efectivizar la casi firmada paz en Colombia, […]

Todos hablan del diálogo necesario en Venezuela como única vía para una pacificación permanente, indispensable en un momento en que se temen estallidos en muchos países de la región -ante la ofensiva neoliberal, los golpes blandos, el retroceso en los procesos de inclusión social- que, además, vuelvan imposible efectivizar la casi firmada paz en Colombia, para lo cual es indispensable una conciliación en un país que comparte más de 2.200 kilómetros de frontera terrestre común.

Instancias sudamericanas y panamericanas, vociferantes actores internacionales y factores de poder como el Vaticano y la Unión Europea, están abocados al tema, pero varios escollos hacen difícil el diálogo entre el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro y la oposición: el referendo revocatorio del mandato presidencial, los llamados presos políticos, la convivencia entre los poderes públicos, la grave crisis economía y la presencia y pertinencia misma de los facilitadores.

Hoy el gobierno bolivariano expone un triunfo y la «normalidad» con que ha asumido las presidencias pro-témpore tanto de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) como del Mercado Común del Sur (Mercosur), pese a la revanchista opinión del gobierno paraguayo emanado del golpe blando a Fernando Lugo.

Sorprende el cambio de actores protagonistas en la oposición: desaparecieron de las primeras planas el preso Leopoldo López y su viajante esposa Lilian Tintori, para dar paso al «renacer» del dos veces frustrado candidato presidencial Henrique Capriles Radonsky al frente de la campaña por el revocatorio y el verborrágico Henry Ramos Allup, preferido por los medios por su discurso provocador y permanentemente contradictorio.

Mientras ambos bandos -gobierno y oposición desunida- esgrimen permanentemente sus respectivos «puntos de honor», en una insoportable guerra de micrófonos que los medios hegemónicos insuflan, pareciera que para la facilitación del diálogo es necesaria la involucración de la sociedad venezolana, de forma de alcanzar una negociación política con compromisos concretos que beneficen a la población.

El representante de Washington Thomas Shannon -experto en crear expectativas y no llegar a soluciones- señala que «es un país muy polarizado y la narrativa que ofrecen el gobierno y la oposición son muy diferentes. Uno se pregunta si está en el mismo país», tras aclarar que el diálogo no reemplaza otros canales políticos.

Y en un tono marcadamente injerencista insiste en que la facilitación internacional «no solo se se debe usar para dirimir diferencias políticas, sino para crear una plataforma desde la que el gobierno y la oposición puedan pedir ayuda a la comunidad internacional para afrontar la crisis significativa que enfrenta Venezuela».

El Foro de Sao Paulo dio un espaldarazo unánime al diálogo en Venezuela y rechazó cualquier injerencia extranjera. Ernesto Samper, el secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas invitó a ambas partes a poner en práctica un cese bilateral del fuego mediático.

En un tono poco democrático, Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional y uno de los líderes actuales de la oposición declara que no asistirá más a los encuentros mediadores que se realizan en República Dominicana -aupado por Unasur- porque «las agendas para el diálogo con el gobierno las pondrá la oposición», intentando llevar el diálogo a su terreno, la sede de la OEA. Nadie puede saber si su mediático globo de ensayo se lanza para cerrar un diálogo o forzar la injerencia foránea.

Lo cierto es que las estrategias comunicativas consagran la desconfianza, el miedo colectivo, la criminalización y la confrontación -partte de la desestabilización permanente- en una retórica bélica y discursos legitimadores de la inminente e inevitable confrontación, el tan temido «choque de trenes».

Para la socióloga Maryclén Stelling, se demuestra que en el discurso dominante en las elites políticas, sociales y mediáticas del país domina el tono guerrero confrontacional y descalificador del «otro». Impera la injusta generalización del adversario, el enemigo, el culpable; «predominan el recelo y la desconfianza, el ataque en desmedro de la ponderación y la prevención, recursos que propenden a la incomunicación política».

¿Por qué la OEA no votó para activar la Carta Democrática a Venezuela? Cada cual tiene su propia interpretación. Para el gobierno, la OEA engavetó informe injerencista de Luis Almagro y, tanto éste como Ramos Allup (que no pudo imponer su presencia en la reunión), «se quedaron…con los crespos hechos». Sectores de la oposición señalan que se trata de un proceso» y afirman que la Carta Democrática Interamericana ya está activada para Venezuela.

El analista opositor Luis Vicente León, señala que la historia demuestra que las crisis económicas severas suelen ser desastrosas para los gobiernos en las elecciones, pero no son los disparadores clásicos de las rebeliones populares que tumban gobiernos, y dice que la tesis de que el gobierno está totalmente debilitado y la oposición fortalecida es una afirmación atrevida.

«Una situación en la cual el gobierno defenestra diputados adversarios, se vuela la supermayoría calificada en su contra, bloquea todas las decisiones de la Asamblea Nacional y los pone a hacer maromas inventadas para bloquear el ejercicio de un evidente derecho constitucional como el Referendo Revocatorio, mientras la oposición no puede hacer absolutamente nada más allá que jugarle el juego, no proporciona argumentos muy sólidos para demostrar la hipótesis de reversión en las fuerzas del país», añade el habitual guionista de la oposición.

León reconoce que la relación entre el gobierno y el sector militar, «que participa activamente en una especie de cogobierno» es, por ahora, fuerte y señala que las organizaciones internacionales regionales, que intentan presionar cambios o negociaciones, tienen algunas limitaciones vinculadas al hecho de que los poderes ejecutivos que monopolizan la representación en ellos no pueden hacerle a otro lo que no les gustaría que les hagan a ellos…

El PSUV y la MUD en crisis

Y lo cierto es que la oposición sigue dividida frente a la forma de lucha contra el gobierno: algunos creen en el referendo revocatorio, otros preferirían socavarlo con una elección de gobernadores previstas para fin de este año, y otros sueñan en salidas violentas con o sin participación extranjera. Y esto pareciera ser parte de una desesperación ante la manifiesta incapacidad de salir de este gobierno. Esta consuetudinaria tendencia al fracaso desmoraliza permanentemente a su base social.

Desde el gobierno se trabaja en la remoralización de las fuerzas propias, con marchas permanentes y presencia multitudinaria en las calles, con disposición combativa. Par el analista Néstor Francia, el oficialismo comienza a distanciarse hacia adelante en la batalla simbólica.

El ambiente político es cada vez más crispado, y ambas partes apuestan a exterminarse. Pese a ello la aparición de nuevo actor sociopolítico que crece al calor del descontento no ha culminado con la conformación de una tercera fuerza, en la que insisten el actual gobernador del estado Lara, integrante de la oposición, y el mayor general Miguel Rodríguez Torres, ex Ministro de Interior y Justicia.

En el chavismo, el general retirado Clíver Alcalá aboga por la renuncia de Nicolás Maduro a la Presidencia (lo que significaría su sustitución por el vicepresidente Aristóbulo Istúriz, experimentado político a quien se le atribuyen mayores posibilidades para manejar la crisis económica, política y social), y que no entorpezca el referendo revocatorio: «El pueblo perdió la confianza en Maduro, hay descontento; la gente pasa hambre. La única salida es que salga del poder», alegó Alcalá.

Alcalá afirmó que el fallecido ex presidente Hugo Chávez «se equivocó» al elegir a Maduro como su sucesor y se declaró a favor del revocatorio: «Hay muchos venezolanos que no están de acuerdo con lo que está pasando y las Fuerzas Armadas son parte del pueblo venezolano. Nosotros estamos ahora rozando una crisis humanitaria», cuestionó.

Pero ante una eventual renuncia de Maduro, se generaría una grave crisis que pondría al borde de la división tanto a la MUD como al PSUV, ninguno de los cuales ha escogido quien sería su candidato en una inminente elección presidencial. En la MUD, Leopoldo López, Manuel Rosales y Antonio Ledezma, si fueran indultados o amnistiados, saldrían de la cárcel a disputar la candidatura a Henrique Capriles, María Corina Machado, Henry Falcón y Henry Ramos Allup, entre otros muchos.

Otros, dentro del llamado chavismo crítico exigen rectificación al gobierno y se preguntan qué acuerdo sellaron Maduro y Shannon en su apretón de manos. Dentro del arco bolivariano se concretan deslindes del gobierno a través de una Plataforma del Pueblo en Lucha y del Chavismo Crítico, donde convergen sindicatos, colectivos, Marea Socialista y el Partido Socialismo y Libertad.

En su plataforma exponen nueve puntos: plan de emergencia alimentaria y de salud; aumento general de salarios; cese de despidos en empresas públicas y privadas; derogación de leyes y reglas que restringen el derecho a huelga y manifestar, auditoría pública a empresas importadoras, reforma agraria democrática; anulación del Decreto del Arco Minero; rescisión de los contratos en el sector petrolero; y moratoria al pago de la deuda externa.

El director del diario Últimas Noticias se sorprendió al saber que en el seno del Psuv están de verdad estudiando la posibilidad de disolver la Asamblea Nacional, que es una materia de absoluta facultad del Presidente de la República. «¿Habrán pensado en los efectos que tendría en el exterior? Ya no es la época para que un fujimorazo sea aplaudido», señaló

Se hace evidente en la población venezolana un complejo mapa-rompecabezas retórico en torno a la complejidad de la crisis y también sobre el aspecto ético de la misma. La ciudadanía suma ansiedad, inseguridad y miedo ante los saqueos y muerte; desamparo y desesperanza ante el desabastecimiento y el costo de la vida. La cotidianidad ha devenido en una suerte de debate global de temas polémicos que convocan diferentes grados de racionalidad y una gama inmensa de emociones tanto positivas como negativas, señala Stelling.

Mientras el gobierno no logra dar con soluciones, la oposición sigue sin aportar ni una sola idea, un proyecto de futuro que permita salir del laberinto. La guerra de micrófonos, la verborragia descalificadora ha impedido, por ahora, el diálogo que conduzca al diálogo. Cada vez se hace más difícil construir.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.