Un triunfo del banquero Guillermo Lasso en las elecciones presidenciales ecuatorianas el próximo 2 de abril significaría la financiarización del Estado ecuatoriano. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir la captura del Estado ecuatoriano por el capital financiero, tanto nacional como internacional, sobre todo en su versión depredadora y explotadora: los bancos y banqueros, los especuladores, […]
Un triunfo del banquero Guillermo Lasso en las elecciones presidenciales ecuatorianas el próximo 2 de abril significaría la financiarización del Estado ecuatoriano. ¿Qué quiere decir eso?
Quiere decir la captura del Estado ecuatoriano por el capital financiero, tanto nacional como internacional, sobre todo en su versión depredadora y explotadora: los bancos y banqueros, los especuladores, y las corporaciones de seguros.
Quiere decir que las principales ganancias acumuladas en Ecuador serán las ganancias financieras, y no las ganancias industriales, ni las ganancias agrícolas, ni las ganancias comerciales.
También quiere decir que los salarios de los trabajadores se verán seriamente disminuídos; los subsidios para los más vulnerables van a desaparecer; los gastos públicos en educación (incluyendo las becas para estudiar en el exterior), salud, infraestructura, y cultura se irán a pique; y que el poder de consumo del pueblo, el dinero disponible para el consumo, va a desvanecerse, porque el pueblo tendrá que pagar una porción cada vez más grande de sus ingresos a los bancos y especuladores en forma de servicio de sus deudas (intereses) y alquileres. Así se debilitará la economía real (la deuda-deflación).
Es decir que la economía real: o sea, la gente trabajando, produciendo y distribuyendo bienes y servicios, y consumiendo los productos de su trabajo, va a verse drásticamente subordinada a la economía financiarizada: a los bancos y banqueros, al capital financiero, especulativo, no productivo.
La única manera de evitar este nefasto y anti-democrático proceso de financiarización es tener un fuerte Estado Regulador, que controle al mundo financiero, que guíe los préstamos y las inversiónes en direcciones productivas (en la formación de capital industrial y social, y no en especulaciónes y burbujas), a la vez que fortalezca y complemente esta inversión productiva con el gasto público: en infraestructura (carreteras, transporte, puertos, electricidad, agua, telefonía, etc.); en educación (escuelas, colegios, universidades, becas, talleres, guarderías, etc.); en salud (hospitales, clínicas, medicamentos de bajo costo, formación de médicos y enfermeras, etc.).
Un triunfo de Guillermo Lasso significaría la captura del Estado Regulador justamente por el máximo representante de los que deben ser regulados. Para evitar este infeliz desenlace, y poder seguir adelante con un Estado ecuatoriano regulador del mundo financiero, en las elecciones del 2 de abril será imperativo derrotar a la candidatura del banquero Guillermo Lasso.
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