A diferencia de la primera vuelta, Lenín Moreno logró encolumnar a todo el oficialismo detrás de su figura, detalló con mayor solvencia su plan de gobierno y se focalizó en sectores menos convencidos, como los jóvenes.
Desde Quito
Luego de tres intensas semanas en la que los ciudadanos fueron testigos de la elevada tensión que se vivió, sobre todo, los últimos diez días, y del contraste entre dos proyectos antagónicos de nación, ayer finalizó la campaña electoral y el domingo los ecuatorianos decidirán en el ballottage quién será el próximo presidente. Lenín Moreno, candidato de la oficialista Alianza PAIS, llamó a votar por «un Ecuador para todos con un presidente para todos, no por un Ecuador para pocos», mientras que el derechista Guillermo Lasso, de la Alianza CREO-SUMA, pidió sufragar «por el cambio, con esperanza, para dejar atrás el país de división y odio». Moreno brindó su acto final en la capital, Quito, y Lasso optó por Guayaquil.
Alianza PAIS exhibió una imagen distinta en esta campaña y revirtió la carencia de solidez, claridad y organización que evidenció en el camino hacia la primera vuelta. Moreno logró asumir un firme liderazgo y encolumnar a todo el oficialismo detrás de su figura, detalló con mayor solvencia su plan de gobierno y se focalizó en sectores a los cuales su discurso no había penetrado lo suficiente, como los jóvenes.
Por el otro lado, Lasso, quien había realizado una campaña astuta en la cual instaló una serie de slogans y propuestas que tuvieron una importante llegada a la sociedad, estuvo desorientado, agresivo e intranquilo en considerables tramos de esta campaña.
Moreno sostuvo reuniones frecuentes con jóvenes en las cuales se comprometió a crear la Secretaría de la Juventud, construir 40 universidades técnicas en todo el país y brindar créditos de hasta 15 mil dólares para emprendedores, entre otras propuestas. «Los jóvenes serán parte fundamental del desarrollo de Ecuador», aseveró en uno de los encuentros.
El candidato del oficialismo no perdió tiempo y ya al día siguiente de la confirmación del ballottage por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE) reanudó su recorrido por el país. Relucieron las caravanas verdes -color característico de PAIS- en cada ciudad que visitaba. Por su parte, Lasso, quien tiñe de blanco todos sus actos, confió en que «el 60% que no votó por Moreno en la primera vuelta tampoco lo hará en la segunda», premisa que sostuvo gran parte de la oposición, y tardó en comenzar su camino hacia la elección del domingo. «La campaña del oficialismo mejoró respecto a la primera vuelta, me pareció que el mensaje estuvo más claro», opinó Patrick Clark, canadiense residente en Ecuador hace cinco años, licenciado en estudios internacionales y doctorando en ciencia política por la Universidad de Carleton.
«Una segunda vuelta delimita y demarca mucho más el escenario y los actores. Esto favoreció a PAIS. El gobierno ha atinado al contraste entre dos modelos. Uno sería la vuelta al pasado, al neoliberalismo. Sería estabilidad vs inestabilidad; protección social vs las privatizaciones que vendrían con el candidato opositor. Lasso quiso meter el cuco con Venezuela y PAIS metió el cuco con Argentina», manifestó Jacobo García, sociólogo, politólogo y magíster en estudios latinoamericanos por el Instituto de Iberoamérica.
La «campaña del miedo» como definieron los grandes medios de comunicación de Argentina a la postura que asumieron distintas agrupaciones, además del FpV, de advertir el verdadero programa de Macri y las consecuencias de sus políticas, acá sí fue efectiva y constituyó uno de los grandes aciertos del oficialismo. Lasso, llamado «el candidato de la banca» cada vez que un dirigente de PAIS se refería a él, tuvo una participación imposible de ocultar en la crisis de 1999, muy similar a la que sufrió Argentina en 2001. El aspirante opositor, presidente del Banco de Guayaquil entre 1994 y 2012, se enriqueció de manera notable al tiempo que la inmensa mayoría de los ciudadanos perdían todos su ahorros. Además, en el mismo 1999 ejerció como superministro de Economía en el gobierno presidido por Jamil Mahuad.
El aspirante de la Alianza CREO-SUMA mostró una actitud defensiva en casi toda la campaña y no supo contrarrestar con éxito las críticas que recibió por parte de la candidatura de Moreno y también de los sectores que se aliaron con el oficialismo en la segunda vuelta. Nervioso por momentos, Lasso adoptó una postura agresiva -que no es característica de su personalidad-, ante los cuestionamientos. Radicalizó su discurso, llamó en reiteradas oportunidades «dictadura» al gobierno y en varios actos se sumó al desaforado grito de sus partidarios, que coreaban «¡fuera, Correa, fuera!», algo que no había hecho en ninguna oportunidad en la campaña para la primera vuelta.
La coalición opositora jura poseer encuestas que les dan la victoria, aunque no especifican por cuanto margen. El miércoles 22, último día que el CNE habilitó a las empresas encuestadoras publicar sus sondeos, las cuatro que divulgaron sus proyecciones dieron ganador a Moreno. Opinión Pública y Perfiles de Opinión pronosticaron una victoria del oficialismo por más de 10 puntos, mientras que Market y Cedatos, catalogadas como opositoras por el gobierno, le dieron una ventaja al aspirante de PAIS del 4 y 5 por ciento, respectivamente.
Pabel Muñoz, presidente del Instituto Político de Alianza PAIS, aseguró que todos los sondeos que relevaron les dan la victoria y destacó que ninguna, siquiera, se encuentra por debajo del margen de error. Del mismo modo se manifestó García, quien dijo que, en base a las estadísticas que analizó, la ventaja de Moreno es de al menos cinco puntos. Clark también predijo una victoria del oficialismo, pero se diferenció al expresar que «la gente tiene temor ante la inseguridad o inestabilidad que podría representar el cambio, pero va a ser ajustada la elección, van a estar muy pegados los dos a pesar de lo que digan las encuestas».
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/28929-un-final-de-campana-con-lenin-favorito