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Un militar en la presidencia de Brasil

Fuentes: Rebelión [Imagen: Bolsonaro y el diputado Daniel Silveira, aliados ideológicos contra la democracia. Créditos: Facebook del diputado]

En este artículo el autor se refiere a las actitudes militar-dictatoriales del presidente Bolsonaro y, concretamente, al affaire Silveira, que supone un duro ataque a las instituciones democráticas.

Nunca hizo política. Fue promovido por la derecha a la presidencia como antídoto contra el PT, como instrumento del antipetismo.

La política es el arte de unir, de sumar, a través de la persuasión. Requiere diálogo, argumentación, compartir.

Un militar no actúa así. Él manda. Sus correligionarios no necesitan ser convencidos. Ellos obedecen.

Actúa en la presidencia como jefe militar. ¿Qué pasa? Que no hace falta que discuta. Que tiene adeptos que obedecen y actúan a sus órdenes.

La derecha apoyaría a cualquier candidato que pudiera impedir que el PT volviera al gobierno. En las encuestas, él estaba en la mejor posición, mientras que los demás, incluido Alckmin, estaban en el rango del 5%.

Asumió la presidencia y nombró a los subalternos, incluido el personal militar que estaba dispuesto a estar en el gobierno. Además de compartir responsabilidades con sus hijos. Montando una cúpula militar en la presidencia de la república de Brasil.

Cuando uno de los diputados vinculados directamente al presidente de la República es acusado y condenado por amenazas proferidas al mismo Tribunal Supremo Electoral, el mandatario decreta un indulto para suspender la condena, en una acción arbitraria y autoritaria, inédita y sorpresiva [1].

Lo primero a destacar es la barbaridad que supone que una institución democrática permita algo así, incluso a pesar de que ña persona en cuestión llegue a ser detenida por el poder judicial. Pero los presidentes de la Cámara y del Senado ya se han pronunciado a favor del decreto, preocupados por proteger a los parlamentarios que puedan ser víctimas de procesos y condenas similares.

Intensifica los conflictos con el Supremo Tribunal Federal, en vísperas de la campaña electoral, en los que reitera las acusaciones contra las urnas electrónicas, insistiendo en la posibilidad de no reconocer los resultados electorales. La situación de crisis institucional abierta está en marcha debido a la voluntad del presidente de enfrentarse abiertamente con el STJ y las instituciones democráticas.

Si una vez que se difundan los resultados electorales afirma que en tal o cual lugar se produjeron irregularidades -siempre ha mentido con total impunidad-, dirá que no vale la pena aceptar el resultado y se negará a ceder la presidencia. Retomará la actitud de Donald Trump, llamando a sus seguidores a resistir y eventualmente a apoyarlo para que no abandone el Palacio presidencial de Planalto.

Cuenta con militares golpistas en el gobierno, con los presidentes de la Cámara y del Senado, eventualmente con el centrao –aunque hoy se muestran molestos con el decreto-, y no está muy claro en qué medida las FFAA aceptarían esas posturas golpistas.

Es evidente que los militares en el gobierno están de acuerdo con el decreto, molestos con las decisiones del STF que llevaron a la liberación de Lula y a su postulación como candidato –principal preocupación de los militares golpistas y, eventualmente, de las FFAA como institución-.

La situación está dada[2]. Es el diseño del golpe. Si sale victorioso, a parte de salvar al congresista condenado por el STF, saldrá fortalecido y dejará de encontrar resistencia institucional para dar el golpe y seguir en el gobierno.

Si, por el contrario, le invalidan su decreto y no puede salvar a su parlamentario, demuestra las dificultades que enfrentará el golpe. Pero, a partir de ahora, se advierte al país que tiene la voluntad de romper con el sistema institucional, de no acatar las decisiones del poder judicial, de tomar medidas que contradicen y chocan con las normas de derecho.

No sería suficiente evitar que este decreto entrara en vigor. Habrá que amenazarlo con persecuciones y riesgos de condena, para que quienes resistan tomen la iniciativa y no se queden esperando la siguiente amenaza.

La recomposición del frente democrático, que puede contar no solo con los partidos políticos, sino también obtener la mayoría en el Senado y la Cámara, logrando movilizaciones populares, manifestaciones de muchos sectores del poder judicial, es condición indispensable para tratar de aislar y cercar al presidente.

El enfrentamiento actual confirma que no se trata solo de derrotarlo en las elecciones, sino también de imponer a los militares brasileños la derrota que no tuvieron al final de la dictadura militar.

Bolsonaro logró colocar los términos del debate, ya no entre Lula y él, sino entre el autoritarismo y la arbitrariedad del militar en la presidencia y la resistencia institucional, en la que trata de aislar al STF. Tenemos que colocar los términos de la verdadera alternativa: dictadura o democracia.

Nota del editor

[1] El autor se está refiriendo al abuso de poder que supuso la aprobación de un decreto presidencial para indultar al congresista Daniel Silveira, frecuentemente asociado al presidente Bolsonaro, quien había sido condenado por el STF por delitos de odio.

[2] Se refiere a la votación promovida en la Cámara para anular el decreto presidencial.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.