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¡Un mundo perfecto!

Fuentes: Mi retablo de las maravillas

Leo esta mañana una maravillosa conversación en Rebelión entre Salvador López-Arnal y Gorka Larrabeiti: Tiki-taka: sobre el Mundial de fútbol. Éste es el mundo perfecto para los mandamases de la FIFA y sus 207 afiliados en todo el orbe, grandes estados y pequeños principados y estadillos, lo mismo cuentan para sus corruptos fines; multinacionales asociadas […]

Leo esta mañana una maravillosa conversación en Rebelión entre Salvador López-Arnal y Gorka Larrabeiti: Tiki-taka: sobre el Mundial de fútbol.

Éste es el mundo perfecto para los mandamases de la FIFA y sus 207 afiliados en todo el orbe, grandes estados y pequeños principados y estadillos, lo mismo cuentan para sus corruptos fines; multinacionales asociadas y políticos de toda calaña… ¡Viva la neutralidad religiosa y política que pregonan!

No cabe mayor expresión de negocio redondo que todos los que mueve el fútbol: no sólo la pelota es completamente redonda. El mundo con la crisis podrá hundirse, pero ellos no conocerán los recortes, sino la multiplicación de los panes y de los pulpos con sus múltiples tentáculos.

No se ha inventado nada más perfecto que el fútbol para unir a los pocos que siempre ganan con todos los demás que al mismo tiempo perdemos. Compartimos todos juntos -nunca revueltos- parecidas emociones, pero las ganancias no se tocan, como la copa de oro de más de 6 kilos que todo el mundo verá, aunque sólo unos elegidos podrán besarla.

Negocios privados ayudados por intereses públicos, ¡nacionales! (¿quiénes son los nacionalistas cuando chirría y rebuzna lo más granado de la caverna mediática?). Nunca se ha rodado una película con mayor número de extras, tan necesarios como invitados de pega a un convite que no es el suyo. Sin nuestra inestimable colaboración nada sería lo mismo. Ni el oro relumbraría tanto como la gloria de los campeones. Ellos lo saben y ganan sin jugar, que es la forma más tramposa y contraria a los principios tan aparentes proclamados por la muy conservadora Iglesia del siglo XX y XXI, la International FA Board, y las reglas de fair play aprobadas por el Comité ejecutivo de la FIFA, a saber: los principios de lealtad, integridad y deportividad.

Gustaba a Javier Ortiz, a menudo tan puntilloso, recordar que la ahora llamada Roja, no es España ni siquiera una selección nacional; a lo más: representa a una Federación, que no es un organismo público, que se rige por unos estatutos privados, y de los clubs federados saldrán los jugadores que un cuerpo técnico a su servicio elegirá para toda clase de partidos.

Efectivamente, esta es su anatomía fria y racional. En cambio, todo lo que la rodea es irracional, incluidos los figurones aprovechados del fenómeno y los figurantes, es decir, el resto, los extras de los que hablaba antes, imprescindibles para el éxito redondo en el espectáculo del balón.

Los estatutos de la RFEF aprobados el pasado año ratifican la visión propia de un jurista aburrido, alguien que sin embargo no era Javier Ortiz. En su primer artículo se autodefine la Real Federación española de Fútbol como una «entidad asociativa privada, si bien de utilidad pública», tiene personalidad jurídica propia, patrimonio propio y carece de ánimo de lucro.

Si España gana el Mundial, esta asociación benefactora se llevará sólo en premios tropecientos millones, supongo que de francos suizos ingresados en alguna cuenta de Suiza, sede, por cierto, de la FIFA.

Hablando de cuentas y más cuentos les recomiendo estas-cuentas-oscuras-de-la-fifa. Si de verdad la Real Federación Española de Fútbol es un ente de utilidad pública rezaremos porque la selección que en estos días los medios llaman la Roja, se traiga para los españoles que quieren serlo y para los que lo son aunque no quieran, según la conocida fórmula de Cánovas, la Copa del Mundo y se produzca como en los buenos cuentos el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces.

Fuente: http://sakurambotsumamu.blogspot.com/2010/07/un-mundo-perfecto.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR