Harald Martenstein propone en Zeit magazin que «teatralizar» sea declarado palabro (Unwort) del año. En Alemania todo se teatraliza, y supuestamente es algo muy malo. Los ministros y señores del gobierno teatralizan y el campamento en la jungla resulta ser mera escenificación. He gogleado «reproche de la autoteatralización» y he encontrado 2920 entradas acusando a […]
Harald Martenstein propone en Zeit magazin que «teatralizar» sea declarado palabro (Unwort) del año. En Alemania todo se teatraliza, y supuestamente es algo muy malo. Los ministros y señores del gobierno teatralizan y el campamento en la jungla resulta ser mera escenificación. He gogleado «reproche de la autoteatralización» y he encontrado 2920 entradas acusando a unas 80 personas de teatralizar en su vida. Alemania campo de teatro de director. ¡Quien no teatraliza que levante la mano!
No sé cómo se puede escribir, ir a comer, a misa, al parlamento o al fútbol sin escenificar o hacer teatro. Imposible. ¡Hay que aderezar la vida de lo contrario será aburrida!
A veces uno llega a espantarse de sí mismo, que es lo que a mí me ocurre. Según los estándares que veo en el periódico soy un monstruo moralmente depravado. Y yo al menos me siento orgulloso de darme cuenta. ¡No soy tan santo como toda esa gente!
En las últimas semanas, al leer las noticias sobre el nuevo capitán del Gorch Focki, es decir del sucesor del capitán relevado -a causa de la muerte de una alumna y de algunas prácticas-: un tipo que desde el principio me pareció limpio, de no tener nada que esconder. Pero se destapó que hace un tiempo hizo esquí acuático. Hacía calor, se encontraban en el trópico, mandó echar el ancla y durante veinte minutos hizo esquí acuático tras la motora, que portaban. Los reclutas, a pesar de la prohibición, le fotografiaron y, claro, la escandalosa foto terminó en la prensa. Ya he dicho que a mí eso no me revuelve las tripas. No me produce ni el mínimo encono. ¿Carezco de norte ético? Pensé: tres litros de gasolina sin tributar impuesto es una bagatela, igual que aquel bono de garantía que sustrajo la cajera del supermercado porque fue despedida. ¡Demasiado ruido para tan pocas nueces!, se cierra un poco el ojo y punto. Y es que, ¿saben?, el hombre suele meter la pata. ¿Soy acaso por ello un hombre sin principios?
Pensé: es normal que los jefes tengan algún privilegio, qué sé yo, un mayor despacho, un coche a su disposición…, tampoco me parece mal hacer esquí acuático aun cuando no esté en el contrato. ¿Entonces para qué una carrera? Me acordé de mi servicio civil. Fui conductor de bus escolar. Hacíamos algunos kilómetros de más por motivos privados, para echar un vistazo al mercado de materiales de construcción o para pasar por el panadero, dejábamos subir a amigas al bus, alguna vez pasé en rojo, fui a más velocidad de la permitida, aparqué mal y en el último examen de conducción tampoco fue todo absolutamente correcto. Así que probablemente tampoco tenía derecho a enfadarme por ver esquiar al capitán por el agua. Hubiera sido un hipócrita. Más, si yo hubiera sido capitán de un barco, en el trópico y a 40 grados, casi con toda seguridad que también habría practicado esquí acuático. Con ello no se hace mal ni a personas ni a animales.
Leo comentarios refunfuñones y me doy cuenta lo perfectos y rígidos que son los demás. ¿Han leído El extranjero de Albert Camus? Así me siento. Y esta columna es asimismo teatro de la A a la Z
i Buque escuela de la marina germana. Una recluta murió en enero de este año al caerse del mástil al que, al parecer, sus superiores le obligaron a subir como a toda la dotación, de hecho, bajo la amenaza de ser expulsados del cuerpo si no lo conseguían. Tras el incidente con la joven Sarah, de 25 años, hubo un motín a bordo.