Según los medios hegemónicos, cartelizados y trasnacionales, Venezuela tiene un presidente virtual, que dirige un país desde su cuenta de Twitter desde la cual retransmite las órdenes del poder real en Washington, quien es un desconocido para sus connacionales y que llegó a presidir la Asamblea Nacional en desacato por rotación de los partidos: nadie […]
Según los medios hegemónicos, cartelizados y trasnacionales, Venezuela tiene un presidente virtual, que dirige un país desde su cuenta de Twitter desde la cual retransmite las órdenes del poder real en Washington, quien es un desconocido para sus connacionales y que llegó a presidir la Asamblea Nacional en desacato por rotación de los partidos: nadie lo eligió, nadie votó por él, nadie acata sus órdenes, pero representa, para sus mandantes, a la democracia.
En la época de la posverdad, el problema mayor es que aquellos que inventaron una verdad virtual y tratan de imponer imaginarios colectivos a tuitazos o por las redes digitales, se tropezaron con la realidad-real. Y la única verdad es la realidad, decía Aristóteles.
En un delicado contexto donde la política comienza a ser pensada como campo de batalla, el presidente Nicolás Maduro llama al diálogo y desde la oposición se levantan voces que promueven la sensatez, la necesidad de dialogar y de procurar salidas consensuadas. En este trancado juego geopolítico mundial, los gobiernos de México y Uruguay invitan a una Conferencia Internacional sobre la situación en Venezuela.
La oposición venezolana y sus financistas y guionistas de Washington y Bogotá, trataron de imponer en el imaginario colectivo la emergencia de una resistencia popular al «dictador», al «usurpador», o la necesaria «ayuda humanitaria» para solventar una crisis coproducida por los embargos económicos y financieros no solo de EEUU sino también de la Unión Europea. Crean la crisis y ahora pretenden «solucionarla» por medio de una invasión.
En un delicado contexto donde la política comienza a ser pensada como campo de batalla, Maduro llama al diálogo y desde la oposición se levantan voces que promueven la sensatez, la necesidad de dialogar y de procurar salidas consensuadas. En este trancado juego geopolítico mundial, los gobiernos de México y Uruguay invitan a una Conferencia Internacional sobre la situación en Venezuela.
Han sido semanas de mentiras, presiones,. Y ahora, en épocas de Carnaval, de quitarse las caretas. Nadie cree que Guaidó gobierne o pueda hacerlo: la realidad le quitó la mascarita de prócer. El mundo ve como repite lo que dicen los halcones del gobierno de Donald Trump, desesperados por apoderarse del mayor reservorio de petróleo del mundo y las riquezas minerales de la Amazonia venezolana.
Obviamente, tras la cadena de fake-news, no hubo ningún desmentido, rectificación o disculpas. Y, como dice la analista Victoria Korn, lo que ha logrado Trump es atornillar a Maduro y revivir a la aletargada «marea roja» chavista.
La cadena de mando está clara y en ella Guaidó sólo es quien acata y, junto al Grupo o cartel de Lima, son los comunicadores de lo que los halcones de Washington mandan, con un ataque despiadado por redes sociales y medios hegemónicos que conrolan desde Washington, para crear el imaginario colectivo de que se está liberando a un pueblo sometido.
A ellos se suman mercenarios (mano de obra ociosa de ocupaciones anteriores tan fracasadas como genocidas), paramilitares colombianos y venezolanos alistados en territorio del vecino del sur, «asesores» israelíes para la ocupación de territorios y desestabilización interna.
Y la «ayuda humanitaria» que la oposición dice que hará entrar al país -con apoyo de diplomáticos y ONGs, cámaras de televisión en vivo-, y el resguardo de paramilitares y bandas criminales alentadas por los sucesivos gobierno de Bogotá, sufrió un revés grande cuando la Cruz Roja y La Media Luna internacionales anunció que de acuerdo a los principios de neutralidad e independencia no puede participar en la entrega de asistencia planteada para Venezuela desde Colombia, sin que exista un acuerdo previo.
Mientras, Craig Faller, Jefe del Comando Sur, visitó Cúcuta, ciudad colombiana cercana a la frontera con Venezuela, quizá para evaluar la llegada de los 5.000 soldados estadounidenses que se dice que traen de Afganistan y llevan a Colombia.
Obviamente, quienes están al mando de la Operación son Donald Trump, John Bolton, Mike Pence, Mike Pompeo, Elliot Abrams, Marco Rubio, los jefes militares del Comando Sur, o sea los vectores del neoconservadurismo norteamericano vinculados a las tramas más oscuras de las intervenciones directas o por debajo de la mesa en el mundo. Basta rcordsar el escándalo Irán-contras, n el que Abrams fue uno de los responsables junto a Oliver North.
Es difícil exagerar lo totalmente ofensivo que es un personaje como Elliott Abrams para los latinoamericanos que recuerdan la sangrienta debacle de EEUU en Nicaragua. Pareciera que los «estados vasallos» ahora tienen que renunciar a cualquier tipo de dignidad frente a su propia gente y actuar como si Abrams fuera un ser respetable.
Es un tipo de condicionamiento de la obediencia mediante la humillación, una táctica deliberada que terminará lastimando a los títeres de EEUU en todo el mundo. Las metas de EEUU son retomar el control de los inmensos recursos naturales de Venezuela y también demostrar al mundo que todavía puede, atacar un pequeño país y demostrar al mundo que EEUU habla en serio.
Pero pocos toman en serio a los militares estadounidenses: desde hace décadas no han sido capaces de derrotar (salvo en las películas o en las series de televisión, claro) a ning´pun país decidido a resistir su agresión.
Las diversas fuerzas especiales de EEUU, que normalmente encabezan cualquier invasión, tienen un registro especialmente espantoso de fallas cada vez que dejan de posar para las cámaras y tienen que participar en un combate real. Quizás los fracasos humillantes de otras sangrientas invasiones logren convencer a algunas personas responsables en el Pentágono y consigan evitar que EEUU se involucre en otra guerra estúpida e inmoral orquestada por los neoconservadores y su máquina de guerra.
Se hunde la OEA
El desprestigio y la falta de credibilidad volvió a la ya desacreditada OEA. Los gobiernos de los 15 países que integran la Comunidad del Caribe (Caricom) exigieron al actual Secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, a no hablar por ellos ni por ningún otro Estado que integra al organismo en su ilegal reconocimiento al autoproclamado diputado en desacato Juan Guaidó.
Con mucha prepotencia y carente de autoridad per se, Almagro, rechazó la posición de la ONU respecto a las sanciones económicas contra varios dirigentes venezolanos, a quienes calificó de «corruptos y violadores de los derechos humanos» al tiempo que aseguró que la ONU comete «un grave error» al no expulsar al presidente Maduro del país. «La secretaría general discrepa tajantemente con la postura de los expertos de la ONU (que) guardan silencio ante la crisis generada por el régimen» de Maduro, señaló en Twitter.
Ante los sucesivos fracasos diplomáticos, el brazo proestadounidense de la OEA, el llamado Grupo o Cartel de Lima prohibió la entrada a sus territorios a altos representantes del gobierno de Maduro , tal como se lo ordenaran desde Washington.
El presidente boliviano Evo Morales, aseguró que Estados Unidos, al retirarse del tratado para eliminar misiles nucleares y convencionales apunta a América del Sur para una intervención militar como lo hizo en Medio Oriente, pero que los países del Sur no lo permitirán. «América Latina es una región de países independientes, soberanos y solidarios entre sí. Todos unidos desde la CELAC, Mercosur y ALBA, vamos a trabajar por garantizar la paz en Venezuela», dijo.
Siguen anunciando golpes sobre la economía, que se convirtieron en actos de piratería, robo, con John Bolton y Steve Mnuchin en primera fila: congelaron siete mil millones de dólares de los fondos de la estatal petrolera Pdvsa en EEUU y anunciaron que el monto de las compras de petróleo venezolano irán a Guaidó. Ya no se trata sólo de bloqueo, ahora es atraco, robo, piratería televisada en vivo y en directo, difundida por las redes sociales, con daños que superan los 23 mil millones de dólares.
Siguiendo su larga tradición, los piratas británicos retucieron mil 200 millones de oro venezolano, siete mil millones sobre la estatal petrolera Pdvsa, a los que hay que agregar los 11 mil millones que se generarán a partir de estos nuevos ataques, según Bolton.
La «comunidad internacional»
Se ha creado un imaginario colectivo de que la llamada «comunidad internacional» ha desconocido el gobierno constitucional de Maduro. Pero como dijera Aristóteles, la única verdad es la realidad:
16 países de América (son 35), 15 países de Europa (son 50), uno del Medio Oriente (son 16), uno de Africa (son 54) y uno de Oceania (son 15), reconocieron al presidente fantasma Juan Guaidó. En total 34 países de 198 (el 17%) de la «comunidad internacional» lo reconociron. Estos países representan unos 1.088 millones de habitantes de un planeta de 7.350 millones.
Es cierto que los países que reconocen a Guaidó también representan el 55% de PIB mundial. De los 34 al menos 15 están entre las 20 economías más grandes del mundo, enfervorizadas por adueñarse de los recursos naturales venezolanos.
El conflicto, producto de exportación
Con la anuencia y complicidad interna de sectores políticos de oposición, entraron en juego fuerzas externas y el futuro del país se decide en función de intereses geopolíticos ajenos a la realidad venezolana. Dos años atrás, Washington ordenó a los representantes de la oposición venezolana a romper el dialogo en República Dominicana, lo que se tradujo en la exacerbación de las polaridades y decreta el fin de la coexistencia.
Este quiebre marcó una nueva etapa en la relación gobierno-oposición y en el juego geopolítico global, cuando -intencionalmente- se inició una fase dirigida abiertamente desde el exterior. La disputa interna se trasladó entonces a un amplio escenario internacional y la oposición vernácula quedó reducida a una mera peonada, no por ello exenta de responsabilidad.
Cansados ya de esperar a que la oposición derrocara al gobierno bolivariano, tras 20 años de financiamiento y apoyo, Washington decidió asumir la responsabilidad total de las acciones. Y no por eso le ha ido mejor.
«Pérfida coalición geopolítica con altísimos costos sociales, políticos, económicos y humanos. Tras una justificación política doméstica, se abren las puertas al control y usufructo de la mayor reserva mundial de petróleo, lo que constituye, además, una clara invitación a la militarización del conflicto», señala la socióloga Maryclén Stelling, coordinadora del Observatorio de Medios.
Para sectores radicales de oposición, señala la analista, la anhelada invasión se interpreta como triunfo político, como estrategia legítima de exclusión y eliminación del demonizado adversario. Sorprende el salto que se ha dado de la violencia a la guerra naturalizada, y de ello dan cuenta narrativas y relatos transmedias, campo de disputa y expresión de la dañina polarización radical devenida en producto de exportación.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la )
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.