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Indios guaraníes

Un pueblo de 225.000 habitantes en busca de una tierra

Fuentes: Carta Maior

Un encuentro internacional realizado en Porto Alegre reunió a representantes de la etnia guaraní que hoy viven en el sur de Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia. Ya son cinco siglos de una historia de exclusión, discriminación y violencia practicadas contra este y otros pueblos indígenas. Traducido por Àlex Tarradellas y revisado por Juan Vivanco

 

PORTO ALEGRE – Habitantes del continente sudamericano antes de la llegada de los colonizadores españoles y portugueses, los indios guaraníes viven hoy un drama común a otras etnias indígenas: la falta de tierra, la exclusión social, cultural y económica.

Representantes de los cerca de 225.000 indios guaraníes que viven hoy en el sur de Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, estuvieron reunidos en Porto Alegre, del 11 al 14 de abril, en el 2º Encuentro Continental Sepé Tiaraju y el Pueblo Guaraní.

El informe final del encuentro, divulgado el sábado 14, sintetiza los problemas a los que los guaraníes se enfrentan para conseguir tierras donde vivir y trabajar y también para preservar su cultura, cada vez más amenazada. Ya son cinco siglos de una historia de violencia, exclusión y discriminación practicada por las poblaciones blancas contra los pueblos indígenas. Una historia que parece estar lejos de acabarse.

En este contexto, los guaraníes han buscado resistir y sobrevivir. «A pesar de toda la violencia practicada a lo largo de los últimos 500 años, nosotros resistimos», afirma el documento final del encuentro. «Hoy somos más de 225.000 personas, uno de los mayores pueblos de América. A través de nuestros encuentros continentales cultivamos la memoria de la lucha de nuestros antepasados y anunciamos la esperanza en el futuro que construiremos con nuestras propias manos. La falta de tierra es el principal problema con el que se encuentra nuestro pueblo. No podemos vivir sin la tierra y la tierra no puede vivir sin nuestro pueblo, formamos un único cuerpo. La falta de tierra no nos permite vivir de acuerdo con nuestra cultura. Nuestros jóvenes están obligados a buscar trabajo en otras zonas y no les queda tiempo para aprender con nuestros viejos».

Lucha por la tierra y conservación ambiental

Los guaraníes destacan aún el estrecho vínculo entre la lucha por la tierra y la cuestión de la conservación ambiental. «Nuestro pueblo siempre ha vivido con mucho respeto a la naturaleza. El campo verdadero es el sitio principal para construir nuestras aldeas y vivir con nuestra cultura. Sin el campo, el agua, los ríos y todos los seres que allí habitan, no podemos vivir. Durante miles de años hemos vivido en esta naturaleza, respetando y viviendo con ella. Hoy entendemos, con profunda tristeza, que quedan pocos campos verdaderos, que los ríos están contaminados y los animales se han extinguido. Además, lo que queda de estos campos se ha transformado en reservas y parques ambientales; para nosotros son lugares sagrados, pero los no indígenas nos impiden ocuparlos. Esto se debe al afán de lucro del no indígena, que necesita destruirlo todo para decir que está trayendo progreso».

Los guaraníes también hacen hincapié en el hecho de que «hasta los no indígenas están entendiendo que la propia tierra se está calentando y puede desaparecer». «Nuestros ancianos siempre han alertado de que podría suceder eso si no se respeta la naturaleza. Por eso afirmamos que la demarcación de nuestras tierras es un bien para toda la humanidad, porque jamás la destruiremos», dice el documento de Porto Alegre.

La reivindicación de los guaraníes vuelve a plantear un asunto que había caído en el olvido. Ellos tenían un territorio que les fue arrebatado por los colonizadores europeos. Llamado Ywy Rupá, este territorio, recuerdan, «fue cortado, varias veces, por fronteras entre países y estados». Hicieron guerras para robar nuestras tierras. Por eso, hoy, nuestro pueblo ha quedado dividido entre Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia».

Los indios no reconocen esas fronteras, pero no es fácil poner en práctica ese desconocimiento. «Seguimos visitando a nuestros parientes e intentado circular libremente, como hacíamos en tiempos pasados. No obstante, estos países desarrollan políticas que cada vez nos ponen más trabas. En algunos países nos llaman extranjeros, forasteros, y dicen que no pueden reconocer el derecho a nuestras tierras porque no nos pertenecen. Incluso así, seguimos luchando por nuestro territorio y por la supresión de cualquier frontera que nos impida vivir libremente».

El problema no es sólo territorial. La exclusión cultural no es menor y en los últimos años ha ido en aumento. El documento sintetiza:

» Siempre desarrollamos nuestra educación de acuerdo a los valores y enseñanzas transmitidos por nuestros ancianos, nuestro lugar de educación es la casa de rezo. Hoy tenemos escuelas en casi todas las aldeas y muchas escuelas no respetan nuestra forma de enseñar a los niños, quieren que aprendamos igual que los no indígenas. A pesar de haber conquistado leyes que garanticen una escuela diferenciada, entendemos que algunos países y estados no están capacitados para desarrollar la educación diferenciada. Tiene que ser una escuela adaptada a nuestro modo de vida, con profesores y programas desarrollados por nuestro pueblo, que colabore con nuestras comunidades y no sea una forma más de destruir nuestra cultura. Exigimos de los países y estados secretarías especiales, así como profesionales competentes para atender las escuelas guaraníes. Asimismo queremos que la atención sanitaria respete nuestros conocimientos tradicionales».

Unificación de luchas con movimientos sociales

Además de los guaraníes, también participaron en el encuentro representantes de las etnias caingang y charrúa, y organizaciones de trabajadores urbanos y rurales. El Movimiento de los Trabajadores Desocupados (MTD) promovió un debate sobre la situación del desempleo en Brasil y presentó alternativas en otros estados. Movimientos ligados a la Vía Campesina de Rio Grande do Sul debatieron sobre la producción de energía en las pequeñas propiedades familiares. Recolectores de material reciclable y representantes de comunidades quilombolas [1] del Estado también intervinieron en el encuentro.

La idea de reunir organizaciones indígenas y movimientos sociales surgió ante la necesidad de construir pautas conjuntas de movilización. El acceso a la tierra, la educación, la salud y la soberanía alimentaria son algunas de esas pautas, en torno de las cuales los movimientos presentes en el encuentro pretenden unificar sus luchas.

[1] N.T. Quilombola: cimarrón. Llamados así porque se refugiaban en sitios escondidos, generalmente en el campo, los quilombos.

* Periodista brasileño.

Àlex Tarradellas y Juan Vivanco son miembros de Rebelión, Tlaxcala, y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.

Noticia en portugués:

http://www.cartamaior.com.br/templates/materiaMostrar.cfm?materia_id=13872