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Reseña de Política y Geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos de Augusto Zamora R.

Un recorrido por las claves del presente

Fuentes: Rebelión

El politólogo y diplomático nicaragüense Augusto Zamora pretende con este libro, publicado por Foca en la primavera de 2016 y del que acaba de aparecer su tercera edición ampliada, ofrecer al lector una introducción a las claves que explican la complejidad geopolítica de nuestro mundo. Vivimos en una época en la que el público tiene […]

El politólogo y diplomático nicaragüense Augusto Zamora pretende con este libro, publicado por Foca en la primavera de 2016 y del que acaba de aparecer su tercera edición ampliada, ofrecer al lector una introducción a las claves que explican la complejidad geopolítica de nuestro mundo. Vivimos en una época en la que el público tiene acceso a una enorme cantidad de información, pero que llega de la mano de medios que son parte interesada en los mecanismos de poder implicados. En estas condiciones, obras como esta son imprescindibles para poner el foco sobre cuestiones poco conocidas o a las que no se da importancia, pero que cuando se consideran en su contexto, terminan siendo la base de un relato diferente sobre la situación que padecemos. Estructurada en tres partes, la obra, amena sin dejar de ser rigurosa y detallada, tiene el mérito de despertar nuestro interés hacia estos elementos que aclaran el presente y dan pistas sobre el posible futuro.

Aspectos de psicología, sociología y economía

La primera parte del libro repasa cuestiones básicas de la gestión de nuestras sociedades. El poder como droga dura que el sistema mueve en grandes dosis, y el político profesional como caso típico de adicto a ella, integrado en una casta que tiene en el estado su mina de oro. Zamora nos introduce en conceptos como el de «pensamiento grupal», que explica la fascinación de someterse a la inercia del rebaño, y nos muestra los rasgos psicóticos de los gestores de la economía globalizada, siempre dispuestos a masacrar a millones de personas, y cómo estos rasgos llegan a impregnar a la mayor parte de la sociedad en su deriva capitalista. Los medios de comunicación son los «creadores de opinión» imprescindibles para que el sistema funcione, disfrazando sus mentiras más o menos hábilmente.

Un repaso del desarrollo de la ciencia geopolítica como geografía del poder muestra cómo el capitalismo lleva implícito el impulso a la consolidación de imperios, a la expansión colonial e inevitablemente a conflictos armados cada vez más catastróficos. De esta forma, el orden mundial con el que llegamos al siglo XXI no hace sino actualizar los viejos esquemas de Halford Mackinder y sus epígonos, con su batalla entre un poder que controla los mares y el eje continental en el núcleo euroasiático. En el futuro, la apuesta china para enfrentarse a este cerco es una nueva ruta de la seda ferroviaria, que comunicaría rápidamente sus puertos del Pacífico con Europa occidental, así como otras ambiciosas vías a través de Asia. El BAII (Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras), puesto en marcha en 2016, es la base financiera de estos proyectos.

La ideología impregna todo, incluso los mapas, y la proyección más utilizada magnifica la extensión de los territorios del norte frente a los del sur, pero su campo de expresión favorito es la economía, donde desde Adam Smith los profetas del liberalismo no se cansan de invocar una mano invisible que ha de equilibrar la sociedad, sin que hasta el momento haya podido demostrarse ningún atisbo de su existencia. La ofensiva neoliberal de los 80 no hizo más que insistir en un modelo que genera atroces desigualdades, con privatizaciones salvajes que son un ejemplo paradigmático de cómo la ideología feroz arruina a la mayoría para enriquecer a unos pocos.

Protagonistas regionales

La segunda parte nos acerca a los jugadores de la partida entablada. EEUU es un país en guerra desde su origen y crecido a rebufo de las que asolaron Europa, con una población convencida de materializar las esperanzas de progreso de la humanidad y unas elites medularmente volcadas en una estrategia de dominio global. Hoy mantiene un poder militar que ya no se sostiene en la supremacía económica o industrial y cumplidamente se demuestra que tampoco garantiza ganar todas las guerras, pero que sirve para ejercer de policía global, interviniendo en cualquier «estado fallido» donde el saqueo de las corporaciones encuentre dificultades. Su declive es fácil de predecir cuando se observa que la pujanza económica del planeta se concentra cada vez más en Eurasia.

Irán, país muy poblado y rico en recursos, con su república islámica se convirtió en enemigo a batir, para lo que se usó a Sadam Husein; aún siguen en ello, pero con tal torpeza que la influencia regional de los proscritos no hace más que crecer. Turquía emerge de la Gran Guerra laica y con pretensiones de europeidad, que tienen poco éxito; armenios, chipriotas y kurdos son testigos de su escaso respeto de los derechos humanos en estos nuevos tiempos; tras el suicidio de la URSS, intenta relanzar un proyecto neo-otomano en Asia central, que naufraga con la resurrección de Rusia; su apoyo a los fundamentalistas en Siria tampoco le ha resultado muy halagüeño y ha debido renunciar a él para alinearse con Moscú.

Oriente Medio es despiezado y torturado tras el declive otomano para servir a los intereses coloniales, y esto es evidente en Iraq, convertido en recurrente campo de batalla, con la irrupción del Dáesh como el más delirante avatar de los manejos occidentales; no obstante, cuando la criatura escapa de su control, todo el mundo puede ver que son realmente Irán y Rusia los que combaten el terrorismo en la región. Siria ha pagado un precio desmesurado, pero ha mostrado que es posible resistir la acometida del integrismo auspiciado por Occidente; Libia, desmembrada y fanatizada tras la intervención de 2011, ejemplifica bien lo que se jugaba allí y muestra también la creciente influencia de Rusia en la región. Yemen es otro escenario de guerra interminable, con masacres patrocinadas por los saudíes y de las que Europa se lucra suministrando las armas imprescindibles a los asesinos.

Ucrania es un territorio cuya historia se confunde con la de Rusia, y surge como nación independiente sólo en 1991 con el fin de ser utilizada contra ella. El precio de esta dinámica ha sido la ruina económica del país y un conflicto entre sus regiones que es una bomba de relojería. Repasar la historia de la URSS obliga a reconocer, a través de sus sombras, la irrupción de una alternativa al capitalismo que no fue capaz de sostenerse, pero sirvió para frenar durante unos decenios su atroz deriva imperialista; su colapso en 1991 supuso una debacle de la que el país no comenzó a recuperarse hasta el ascenso al poder de Vladímir Putin en 1999. China, por su parte, emerge lentamente de la pesadilla colonial de siglo y medio que la arrasó, para regresar con paso firme a su papel de primera economía del planeta, y lo hace sin recurrir a la depredación brutal que marca la relación de Occidente con el resto del mundo. Sus faraónicas inversiones por todos los continentes no van acompañadas de pretensiones de dominio militar más allá de la defensa de su territorio.

Zamora nos ilustra sobre otros aspectos de interés, como el significado de las recurrentes guerras en Afganistán o de la desintegración de Yugoslavia, movimientos en el ajedrez global saldados con miles de muertes, o las últimas apuestas económicas y estratégicas de Rusia y China para forjar alianzas y blindar el eje eurasiático frente al acoso de las potencias marítimas. La política conjunta de los emergentes BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), consolidada en sus cumbres anuales desde 2009, es la de un mundo multipolar, en el extremo opuesto de lo que significa la OTAN, publicitada como alianza defensiva, pero que mostró su carácter tras la implosión de la URSS, desencadenando guerras en Yugoslavia, Afganistán, Iraq y Libia y expandiéndose por Europa oriental para consolidar el dominio americano y arrinconar a Rusia. Es así como el proyecto de una Europa cohesionada políticamente e independiente de los EEUU fracasa estrepitosamente.

Temarios recurrentes en la historia, o no tanto…

La sección final de la obra repasa una serie de cuestiones imprescindibles para comprender lo que está ocurriendo. El resurgir en Europa de un nacionalismo con rasgos chovinistas que exacerban el odio y su absoluta incompatibilidad con una perspectiva de izquierdas. La democracia como deseo nunca alcanzado en su dimensión auténtica que considera la economía, y dictaduras, plutocracia o el binomio oligarquía-imperialismo como facetas de la triste realidad que vivimos. Las catástrofes humanitarias y la degradación irreparable del medio ambiente son el terrible pan cotidiano en este mundo del desastre global, donde nuevas formas políticas acuden al mercado de los votos con fórmulas ecologistas o que son acusadas de populismo. Conceptos como racismo, genocidio o terrorismo, definidos con rigor, permiten desbrozar algunas claves del presente. Un «Glosario básico para la autoprotección» completa la obra.

El mundo actual resulta de la implosión de la URSS, caso sin precedentes en la historia de un imperio que cae sin una agresión exterior. Sin embargo, las torpezas de los que trataron de aprovechar la coyuntura en una ofensiva brutal han acabado dando lugar a un escenario caótico, con amplias zonas bajo conflictos de mayor o menor intensidad y poderosos elementos emergentes que piden paso con contundencia. Un aspecto esencial es que la potencia imperial es ahora una isla rodeada por vastos océanos de las zonas en pugna, lo que hace que el papel de Europa como aliado estratégico suyo sea enormemente peligroso. En este momento, a ella corresponde la decisión clave para evitar la guerra que se planifica cuidadosamente con el cerco a Rusia y China, conflicto en el que, por otra parte, sería la principal perjudicada.

Enriqueciéndonos continuamente con referencias a textos imprescindibles, pero poco conocidos, la obra ofrece una valiosa ayuda para progresar en el análisis crítico del capitalismo realmente existente, un sistema apocalíptico en el que«los psicópatas más peligrosos no están en las cárceles, están en los sectores económicos y en la política.»

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/

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