Desde 1999 el Ecuador vive una burbuja financiera que el gobierno no se atreve a eliminar. La dolarización, el lavado de activos ilícitos y el crecimiento obsceno del sistema financiero, gracias a la invasión de narcodólares, es la burbuja que perjudica al país. La «histórica» inversión social del Estado -de los últimos seis años- permite […]
Desde 1999 el Ecuador vive una burbuja financiera que el gobierno no se atreve a eliminar. La dolarización, el lavado de activos ilícitos y el crecimiento obsceno del sistema financiero, gracias a la invasión de narcodólares, es la burbuja que perjudica al país.
La «histórica» inversión social del Estado -de los últimos seis años- permite el adecuado camuflaje del lavado de activos ilícitos. La entrega de «bonos de desarrollo humano» a de 2.000.000 de personas; la entrega de sueldos a cerca de 500.000 burócratas; de pensiones a 325.000 jubilados, a través de la banca privada, no solo permite la obtención de pingues ganancias para esa banca, sino realizar transacciones «fantasmas» de narcotraficantes, inmobiliarias, concesionarias de automóviles y «anónimos» hacendados.
El Estado es el principal auspiciante de la actividad ilícita y generador de la inseguridad ciudadana, al permitir la libertad de movimiento de activos ilícitos en la banca nacional. Existe una perversa colusión.
El Estado comete estafa social: al crear más UPCs, más cuarteles, más burocracia policial, más compra de armas, y permitir la «libertad de empresa» ilícita de los bancos privados.
El Estado ecuatoriano con una inversión de 2.700 millones de dólares, que es el patrimonio de la banca privada, podría adquirir los 25 bancos privados existentes y reducirlos a tres, semejantes al «Banco del Pacífico» (necesitamos bancos para trabajar y no para lavar activos ilícitos). Con esa inversión podría ahorrar la compra de armas, la construcción de cárceles, el aumento de burocracia policial y sobre todo proporcionaría seguridad a la sociedad ecuatoriana.
Hay que ser inteligentes decía el Presidente de la República a los alemanes e italianos: «no privilegiar el capital por sobre el ser humano»; las ganancias de la banca no pueden ser sostenidas con una crisis social; no podemos seguir haciendo lo mismo que ya hemos hecho. El Ecuador necesita más escuelas, hospitales, universalizar la seguridad social para las amas de casa, más carreteras para la zona rural, más tecnología y conocimientos aplicables a nuestra realidad, eliminar una institución corrupta como la Superintendencia de Bancos.
La nueva matriz productiva no puede estar financiada con más dinero del narcotráfico; con más activos ilícitos.
El sistema financiero es un servicio público, es decir debe privilegiar el interés de la sociedad y no de un grupo de delincuentes de cuello blanco. La mayoría de banqueros privados no desarrollan una actividad económica, sino una actividad ilegal y criminal. No necesitamos bancos dedicados a la usura y al lavado de activos ilícitos, que promueven la inseguridad y el narcotráfico. Necesitamos una inversión inteligente y sana en los próximos 4 años de gobierno.
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