La consulta popular del 4-02-2018 se originó en una transgresión ética: la ruptura de Lenin Moreno del mandato de continuidad de la Revolución Ciudadana (RC) dado por sus votantes el 2-04-2017 y sus pactos tras bastidores con la oposición a la RC. Legitimar dicho viraje se imponía, y qué mejor que utilizar un mecanismo hegemónico […]
La consulta popular del 4-02-2018 se originó en una transgresión ética: la ruptura de Lenin Moreno del mandato de continuidad de la Revolución Ciudadana (RC) dado por sus votantes el 2-04-2017 y sus pactos tras bastidores con la oposición a la RC. Legitimar dicho viraje se imponía, y qué mejor que utilizar un mecanismo hegemónico recogido nada menos que del programa derechista de su contrincante en 2017: el banquero Lasso.
Piedra angular de dicha iniciativa, la legitimidad debía basarse en su legalización vía aprobación de la Corte Constitucional, dado el contenido de ciertas preguntas. Sin embargo, ante la imposibilidad de cambiar la correlación de fuerzas a su favor en ese escenario, Moreno no esperó la finalización del trámite y convocó a la consulta vía decreto presidencial el 29-11-2018, generando cuestionamientos en torno a su inconstitucionalidad no solo entre sus opositores, sino también entre altos funcionarios del Estado como el Procurador, que habría renunciado el 31-01-2018 para no comprometerse con esta ilegalidad, y, en el momento actual, de organismos internacionales como la OEA y la CIDH que han señalado la gravedad de este vacío en su convocatoria, exigiendo el pronunciamiento post-consulta de la Corte, e incluso oponiéndose a su ejecución en el caso de la pregunta 3.
Pero, además, este ejercicio ha sido discriminatorio al tener como objetivo la exclusión política de Rafael Correa por el simple hecho de ser quien es: un ex presidente con un arrastre de masas que le ha permitido ganar 14 procesos electorales en diez años. Discriminación disimulada, enmascarada en el discurso de la democracia y la «alternabilidad», pero palmariamente develada en los titulares de periódicos de varios países sobre los resultados de la consulta registrados el 5-02-2018: «Ecuador entierra la pretensión reeleccionista de Rafael Correa»; «Lenin Moreno bloquea a Rafael Correa»; «Ecuador prohíbe la reelección indefinida y acaba con la aspiración de Rafael Correa»; «Ecuador cierra el paso a Correa que mantiene una amplia base política».
En realidad, todo el proceso tuvo una orientación discriminatoria contra la campaña del NO evidenciada en el informe electoral de la OEA: trato negativo diferenciado en la acreditación del Foro Nacional Permanente de la Mujer Ecuatoriana (FNPME), única organización que hizo campaña por el NO; inequidad en su financiamiento pues, según denuncia recogida por la OEA, otras tres organizaciones inscritas para la campaña del NO -nunca contactadas por ésta- «no realizaban campaña o apoyaban al SI», pero recibieron fondos para la campaña por el NO; distinción excluyente en la difusión de la publicidad electoral expresada en la negativa de los medios de comunicación a difundir las cuñas, lo que, según dicho informe, puede considerarse como «censura previa y conllevar a la inequidad en la contienda». Punto aparte fue el cerco mediático sin precedentes en torno a campaña del NO que puso en total desigualdad de oportunidades de comunicación de sus tesis, frente a la ilegal participación de funcionarios públicos y representaciones consulares en la campaña por el SI, constatada por la OEA, que se añadía a los ingentes recursos utilizados por nada menos que 36 organizaciones involucradas en su promoción.
Transgresión ética, ilegalidad y discriminación como sellos de esta consulta evidenciarían su fracaso como mecanismo hegemónico orientado a legitimar su divorcio de la RC y su pacto con la derecha oligárquica y sus aliados, lo que le restará autoridad a todo lo que derive de ella. Nos encontramos, entonces, a las puertas del mismo patrón de ejercicio político de fines de siglo XX e inicios del siglo XXI y, probablemente, a las mismas consecuencias.
Mientras tanto, el coraje con que enfrentó la adversidad la campaña del NO y su triunfo pese a haber perdido al alcanzar el 36% de los votos en las tres preguntas que promocionó, evidencian el poderío contrahegemónico de la RC, hoy más viva que nunca y dispuesta a seguir batallando para la transformación de la patria.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.