La siguiente historia podría ser un drama de ficción ideal para una novela o una teleserie. Pero es real, es el resultado de la pobreza en Africa y de la falta de escrúpulos de nuestras leyes y de algunos funcionarios. En octubre llegaron a España Sony Benedu, de 28 años, y su esposa Esther, de […]
La siguiente historia podría ser un drama de ficción ideal para una novela o una teleserie. Pero es real, es el resultado de la pobreza en Africa y de la falta de escrúpulos de nuestras leyes y de algunos funcionarios.
En octubre llegaron a España Sony Benedu, de 28 años, y su esposa Esther, de 24, acompañados de su hija Gift, de cuatro años. Eran de Sierra Leona e intentaron entrar en nuestro país en una patera que fue interceptada por las fuerzas de seguridad españolas. El juez les envió a un centro de internamiento de extranjeros en Málaga donde estuvieron 20 días privados de libertad, para posteriormente decretar su expulsión. Al no tener España acuerdo de repatriación con Sierra Leona, el 20 de noviembre son repatriadas en vuelo regular a Nigeria la mujer y la niña, pero no el padre. A éste lo deportan al día siguiente, también a Nigeria, ahora en un vuelo fletado con más inmigrantes. Al llegar al aeropuerto nigeriano de Lagos, Sony no encuentra ni a su esposa ni a su hija, no sabe ni si están en esa ciudad. El hombre lleva desde entonces en el aeropuerto sin dinero, sin documentos y con su familia desaparecida. Probablemente la madre y la niña tampoco tengan dinero ni documentación.
Sony y Esther eran sólo una pareja en plena juventud que huía de la pobreza y buscaban lo mejor para su hija, ahora ellas están desaparecidas y la familia separada en un país desconocido e igual de pobre que el suyo.
Esta noticia ocupó apenas un faldón en la página del diario Público el 26 de noviembre, con toda seguridad no nos llegarán más noticias de Sony, Esther y su hija Gift. No sabremos si estas dos últimas aparecerán o no, si se encontrará toda la familia o ya nunca se verán. Habrán sido solo tres inmigrantes «rescatados» por nuestras patrulleras de fronteras y a los que se les aplicaron nuestras democráticas leyes. Y yo me preguntó qué pensarán de esta historia el legislador que aprobó las normas para la repatriación, el policía que los capturó en su patera y el juez que decretó el internamiento y la expulsión. ¿Y los que la han leído ahora y siguen aceptando que eso suceda?