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Una lección de lealtad y solidaridad

Fuentes: Rebelión

Era el día marcado para que Hugo Chávez asumiera un nuevo mandato. Pero en lugar de él, miles y miles de venezolanos y venezolanas, con bandas presidenciales cruzando su pecho, se juramentaban ante el soberano, porque «Chávez, chico, somos todos». Junto al pueblo, estaban representantes de más de una veintena de países latinoamericanos, en un […]


Era el día marcado para que Hugo Chávez asumiera un nuevo mandato. Pero en lugar de él, miles y miles de venezolanos y venezolanas, con bandas presidenciales cruzando su pecho, se juramentaban ante el soberano, porque «Chávez, chico, somos todos». Junto al pueblo, estaban representantes de más de una veintena de países latinoamericanos, en un abrazo solidario.

La espera había sido larga: el presidente re-re-reelecto con más de ocho millones de votos tres meses atrás, está en Cuba, donde hace un mes fue sometido a una cuarta cirugía debido al cáncer. Y, mientras los grandes medios comerciales del mundo, cartelizadamente, intentan crear la imagen de un vacío de poder y desorden en el país, la tranquilidad, la atenta, triste, esperanzada tranquilidad de ojos bien abiertos (y rodilla en tierra, dijera Chávez) reina en Venezuela.

Desde El País y ABC de Madrid, La Nación de Buenos Aires, El Tiempo de Bogotá, el Nuevo Herald de Miami se trataba de crear confusión en el mundo sobre la situación en Venezuela. La meta, dividir a los bolivarianos, dirigentes y pueblo, en busca del pretexto de lograr una intervención militar gringa para apoderarse del petróleo.

En Venezuela, controlar el gobierno implica controlar la industria petrolera y la capacidad para dictaminar si con la explotación de esos recursos naturales se beneficia a la sociedad en su conjunto o a pequeños sectores privilegiados, como se hacía en el pasado

La oposición está consciente de su incapacidad de vencer electoralmente al chavismo (y no solo a Chávez) y algunos sectores siguen mostrando los pelos gorilas de su permanente inclinación golpista e injerencista.

Y al día siguiente, otro balde agua fría para la oposición, que amenazaba -primero con un paro frustrado y frustrante para ellos- y con irse a quejar a todos los foros internacionales. Se los dio el secretario general de la OEA, el guatón osé Miguel Insulza, quien aseguró que el organismo hemisférico «respeta cabalmente, como no podía ser de otra forma, la decisión tomada por los poderes constitucionales de Venezuela con respecto a la toma de posesión del Presidente de ese país».

La derecha local y sus patrocinadores y financistas externos todavía intentan aprovechar el cáncer de Chávez para liquidar políticamente – con un golpe «blando»- al arquitecto de los nuevos aires de unidad latinoamericano-caribeña, la locomotora de la integración de nuestros pueblos, desconociendo la voluntad de los más de ocho millones que reeligieron a Chávez y apoyaron su propuesta política hacia el socialismo.

Pepe Mujica, quien viajó especialmente para dar su aliento a Chávez y al chavismo, resumió el hoy y lo que podría venir: «Hay un hombre que está dando la batalla por la vida y está en el corazón de ustedes, eso es lo que tiene sentido. Pero si mañana no está: unidad, paz y trabajo, queridos compañeros».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.