Con el sólido y contundente triunfo político electoral del presidente Nicolás Maduro en las votaciones del pasado 28 de julio (más del 51% de los votos depositados) en que la ultraderecha fascista fue derrotada en cabeza de su enclenque e impostor candidato Edmundo Gonzales, patrocinado por la pro imperialista y ultra neoliberal María Corina Machado, la Revolución bolivariana de Venezuela entra en una nueva fase que la amarra definitivamente a la transición pos neoliberal y socialista.
La revolución bolivariana ha sido atacada por todos los lados y hostilizada con todas las herramientas políticas, económicas y militares que suele utilizar el imperialismo norteamericano para destruir a sus adversarios del campo popular y revolucionario. Está claro que el principal contendor del pueblo venezolano (como lo es del resto de los pueblos latinoamericanos, especialmente del cubano, del sandinista y del boliviano) es la máquina infernal y expoliadora representada por el estado y el gobierno de los Estados Unidos. Para tales fines tiene sus propios testaferros y lacayos entre las distintas naciones como ocurre con María Corina Machado y todo el grupo que la acompaña en la conocida plataforma de la oposición ultraderechista, en la que se juntan golpistas, piratas y malandros de todos los pelambres de la casta petrolera de Caracas.
La histórica revolución bolivariana despegó desde 1999 con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de la República, con la Asamblea constituyente y con el paquete de reformas sociales y económicas aprobadas por Chávez y el gobierno en los primeros años del siglo XXI.
Desde aquel momento dicho proceso ha sido objeto del ataque permanente del imperialismo y de las oligarquías latinoamericanas, destacándose el papel contrarrevolucionario y anticomunista de la casta oligárquica colombiana, depositaria y continuadora de la tradición santanderista liberal reaccionaria.
Desde su gestación la Revolución bolivariana ha vivido en un tormento constante, con momentos muy críticos como el actual. Lo peor ha sido el sabotaje económico ordenado por el imperialismo gringo con graves consecuencias sociales entre la población; sabotaje que ha tenido en los operadores empresariales y criminales colombianos, ligados al narcotráfico y la corrupción, uno de sus principales soportes.
Una mirada a la teoría revolucionaria y a su contexto histórico permite entender lo que ocurre en Venezuela hoy.
Una revolución social y popular implica una radical ruptura con un régimen de dominación que favorece sectores minoritarios, los cuales ofrecen una gran resistencia provocando fuertes acciones contrarrevolucionarias, como ocurrió con la revolución francesa de 1798, con la revolución franco alemana de 1848, con la Comuna de París, con la Revolución soviética de 1917, con la revolución alemana de 1918, con la revolución China, con la revolución cubana, con la vietnamita, con la sandinista y con la Unidad Popular chilena.
Destacó lo ocurrido con la respuesta soviética a la agresión imperialista de 1922 mediante los conocidos ejércitos blancos armados por la burguesía occidental; con la revolución cultural china de 1966; y con la movilización del pueblo cubano frente a la invasión gringa y el bloqueo económico a perpetuidad que ha azotado la patria de Fidel.
Lo que se debe destacar hoy es la firmeza del presidente Nicolás Maduro que ha logrado aplastar el Golpe de estado organizado por el imperialismo y por los sectores venezolanos afines al gobierno de los gringos.
Desde luego, la presión va a continuar y los planes golpistas se afinarán, frente a lo cual es preciso profundizar la unidad y la movilización popular con el apoyo internacional de todos los movimientos sociales y democráticos.
La revolución bolivariana en su nueva fase debe contar con la solidaridad resuelta de todos los movimientos populares y de izquierda del resto del mundo, pero especialmente de las naciones latinoamericanas.
El bloque popular debe tener claro que el enemigo a vencer reúne toda la delincuencia de la ultraderecha neonazi y militarista donde figuran nefastos personajes como Iván Duque, Álvaro Uribe, Andrés Pastrana. Milei, Bolsonaro, Aznar, Katz, Musk, Boric, Almagro y toda la red fascista global concertada en la idea de impedir los avances populares contra el neoliberalismo y la defensa de los derechos fundamentales de los pueblos. Red que, igualmente, registra el esquirolaje de cierta “izquierda” que pretende ser neutral y muy científica en los análisis del proceso revolucionario bolivariano.
El bloque popular debe fortalecer sus procesos de unidad y movilización en defensa del gobierno del presidente Nicolás Maduro y del Estado popular bolivariano que ha consolidado su reciente victoria electoral.
Muy seguramente, el presidente Maduro adoptara nuevas políticas para proteger los intereses de la revolución y profundizar las acciones que fortalezcan los derechos de las grandes mayorías populares venezolanas.
Lo único cierto es que al día de hoy brilla con claridad el triunfo electoral del presidente Nicolás Maduro, no obstante, el feroz ataque mediático, comunicacional y político ordenado por Washington para cristalizar un golpe de Estado contra el gobierno popular, que, afortunadamente fue destruido de raíz con la reacción oportuna del presidente Maduro y la Fuerza Armada Bolivariana.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.