La obra de Roberto Regalado, América Latina entre siglos: dominación, crisis, lucha social y alternativas de la izquierda (Melbourne-Nueva York-La Habana: Ocean Press, 2006), constituye un instrumento teórico indispensable para entender los actuales procesos de resistencia latinoamericanos y las alternativas emancipadoras de los pueblos frente al capitalismo neoliberal; es un referente obligado para el debate […]
La obra de Roberto Regalado, América Latina entre siglos: dominación, crisis, lucha social y alternativas de la izquierda (Melbourne-Nueva York-La Habana: Ocean Press, 2006), constituye un instrumento teórico indispensable para entender los actuales procesos de resistencia latinoamericanos y las alternativas emancipadoras de los pueblos frente al capitalismo neoliberal; es un referente obligado para el debate de la polémica central de las izquierdas contemporáneas y para el análisis de las políticas del imperialismo estadounidense en la región; representa una perspectiva vivificante del marxismo y de su capacidad para responder interrogantes de fenómenos de largo aliento histórico y compleja composición regional.
El libro divide su contenido en dos partes: en la primera, Regalado desarrolla las nuevas condiciones de un viejo debate: ¿Reforma o revolución?; en la segunda, escudriña en torno a dominación, crisis y lucha popular en nuestra América. No se trata de un recuento historiográfico, más bien es una escogencia de elementos pasados y presentes significativos para dar cuerpo a las hipótesis e interpretaciones.
Se observa la excepcionalidad de América Latina como pieza clave del análisis de las transformaciones, luchas sociales y enfrentamientos de la humanidad en el transito entre los siglos XX y XXI y en los actuales procesos que caracterizan la mundialización o globalización, en que las contradicciones del capitalismo se expresan, más que nunca, a escala mundial.
Pese a la poca atención que en una buena parte de la academia estadounidense y europea tiene por los científicos sociales y pensadores latinoamericanos, que les lleva frecuentemente a una endogamia en la que sólo se citan entre sí, Regalado destaca que América Latina es hoy un laboratorio de las ciencias sociales y la política. Recordemos las dificultades de José Carlos Mariátegui para que sus contribuciones analíticas fueran reconocidas por los socialistas europeos de la época. También en el propio marxismo y en el movimiento revolucionario mundial se ha sufrido una suerte de colonialismo mental que se ha expresado en las visiones eurocéntricas que se formularon en el obrerismo, el menosprecio de los movimientos campesinos e indígenas, juzgados como atrasados, y los juicios reprobatorios de procesos que no se ajustaran a las normas de las metrópolis revolucionarias. También, hay que reconocer, existe una especie de «pecado original» en los propios fundadores del socialismo científico, sobre todo en sus perspectivas sobre los llamados «pueblos sin historia» y en sus opiniones sobre la Guerra entre México y Estados Unidos que apuntaban a como el devenir del impetuoso capitalismo estadounidense dirimiría a «los atrasados y perezosos mexicanos», los «últimos de los hombres».
De entrada, Regalado expone la litis del trabajo: en América Latina se plantea una vez más la polémica histórica que motivo a Rosa Luxemburgo a publicar en 1899 ¿Reforma social o revolución?, no de manera exclusiva pero si con mayor frecuencia e intensidad que en otras regiones del planeta, como Europa, donde se considera la discusión superada, o en otras áreas del Sur, en las que sus pueblos están concentrados en la sobrevivencia misma ante la magnitud de los problemas y las amenazas a su subsistencia.
Coincido plenamente con Regalado cuando expresa que la vía socialdemócrata está agotada. Esto tiene un significado claro: sólo se puede ser de izquierda hoy en día si no se hace de los espacios institucionales y las luchas electorales un fin en sí mismo, y si no se conciben estos espacios y otros propios de la lucha social medios de acumulación política con miras a la transformación revolucionaria de la sociedad.
Inmersos como estamos los mexicanos en el debate suscitado por la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la obra de Regalado expresa la perspectiva de que la democracia tutelada o democracia neoliberal, en la que participa la izquierda institucionalizada, en los términos de Regalado conduce a «administrar la crisis» capitalista; mientras el camino revolucionario, rupturista, lleva al enfrentamiento con el imperialismo y sus aliados. La primera posición parte de la idea de que no hay alternativa al capitalismo, de que es eterno y la única opción posible. La segunda se fundamenta en la tesis de que el socialismo, como futuro de la humanidad, no sólo es deseable sino posible y necesario, y la única vía para superar las contradicciones insalvables del capitalismo.
En la segunda parte de la obra, se hace un resumen evaluativo de la política de Estados Unidos en América Latina y de los acontecimientos políticos entre los años de 1989 y 2005; asimismo, se analiza la relación existente entre cuatro procesos que caracterizan la actual situación de la región: la sujeción a un esquema de dominación mundial, el agravamiento de la crisis integral del capitalismo por la incapacidad del Estado de cumplir con las funciones de la propia dominación, el auge de los movimientos sociales y las alternativas que en este conjunto de hechos y procesos presentan a la izquierda.
Veamos algunos aspectos del conjunto de la obra que nos gustaría resaltar con mayor detalle. Es interesante el planteamiento de Regalado en el sentido de la trasnacionalización del Estado capitalista en el ámbito mundial para sus fines de reproducción, particularmente en el caso de los Estados subdesarrollados y dependientes. Esto es, la concentración trasnacional del poder político responde a que el imperialismo necesita contar con un Estado mundial que rija los destinos de la Humanidad. En ese sentido, habíamos utilizado el término de «Estados de traición nacional» en algunos trabajos [2] , dada la renuncia expresa de las burguesías a representar y mucho menos defender el interés nacional de las mayorías populares de sus países, optando por una subordinación sin condiciones a la dominación imperialista.
Coincido con el autor en que es imposible la existencia de un Estado mundial capitalista no sólo por las contradicciones ínter imperialistas, las resistencias populares propias del patriotismo revolucionario y de movimientos como el de antiglobalización, sino también por que las naciones y sus respectivos Estados nacionales en el capitalismo obedecen a dos tendencias insalvables y contradictorias que hacen difícil, sino imposible, su desaparición: una es a la particularización, y la otra a la universalización. Se trata de destacar la doble determinación inscrita en el concepto simple de capital. El espacio capitalista se compone de fragmentos cerrados y, al mismo tiempo, tiende a abarcar el mundo entero. [3]
Me interesa mucho el tratamiento que se da en el libro a la democracia burguesa como forma indirecta del dominio del capital, ligada sobre todo a la estrategia de reforma social progresista que procura la transformación de uno u otro aspecto del orden social imperante sin destruir o revolucionar sus fundamentos. Dentro de estas estrategias sorprende lo antiguo de posiciones como el posibilismo que puede uno encontrar hoy en las corrientes reformistas y que consiste -según Regalado- «en aprovechar los espacios existentes en el sistema democrático burgués, sobre todo en los gobiernos locales, para luchar por mejoras en las condiciones laborales y el nivel de vida de los obreros». Si a esta definición cambiamos de «condiciones laborales» por vecinales y a «obreros» por ciudadanos, me doy cuenta que en la delegación de Tlalpan estuvimos experimentando el posibilismo durante mi periodo de gobierno en esa delegación (200-2003). Esto es, administrando la crisis, e incluso, logrando un mayor grado de «gobernabilidad democrática» dentro del capitalismo y la democracia burguesa.
Regalado demuestra que la perspectiva de «cambiar el sistema desde adentro» y la idea de que la socialdemocracia podía reformar el capitalismo, en realidad en lo que resultan es que lo que cambia y se reforma es la socialdemocracia misma: se convierte en un instrumento de reproducción del sistema, esto es, se vuelve sistémica, instrumental al capitalismo.
Es muy significativo el esfuerzo de hacer una revisión crítica de la revolución rusa y la experiencia soviética, partiendo incluso del análisis de la vigencia y obsolescencia de la teoría leninista sobre la construcción socialista. Coincido en la crítica a las crasas violaciones a la democracia socialista por Stalin y la dirección unipersonal. Aquí cito textualmente: «Hoy impera en la izquierda la convicción de que, en más de ocho décadas de socialismo soviético, la elite dirigente del partido y el Estado «de los obreros y campesinos» nunca llego a confiar en esos obreros y campesinos como para dejarlos ejercer los derechos democráticos que Marx, Engels y Lenín soñaron para ellos» (p. 71).
Se observa a las revoluciones en China, Corea, Vietnam y obviamente Cuba como importantes rupturas del sistema de dominación imperialista, así como las numerosas luchas anticoloniales en África y Asia. La derrota del imperialismo en Vietnam en 1975, en particular, es vista como una de las máximas demostraciones de la erosión del poderío estadounidense. A todos estos hechos y procesos sobreviene una contraofensiva del imperialismo que se manifiesta a lo largo de varias décadas y que tiene como objetivos: disciplinar a sus socios europeos, inclinar la correlación de fuerzas hacia el capitalismo en lo que fue la guerra fría, reforzar la dominación del mundo del subdesarrollo, neutralizando las luchas por la descolonización y liberación nacional
El capitulo sobre el neoliberalismo es especialmente interesante. Incluso su concepción en 1944 como una doctrina legitimadora de la desigualdad social extrema y que se aplico dedadas más tarde, muestra de inicio que la lucha contra esta variante del capitalismo sólo puede ser efectiva si se asume, como una lucha anti-capitalista.
El neoliberalismo desarrolla su propio concepto de democracia que según Regalado se caracteriza «por el culto a los elementos formales de la democracia burguesa, tales como el pluripartidismo, las elecciones periódicas, el voto secreto, el rechazo al fraude la alternancia en el gobierno y otros, pero con un Estado desprovisto de la capacidad de ejercer el poder político real y, por consiguiente, ubicado fuera del «espacio de la confrontación» gramsciano, en el que la izquierda y el movimiento popular pudieran arrancarle concesiones en materia política social y redistribución de riqueza». (p. 77)
En otro capitulo se critica la tercera vía seguida por Blair y otros socialdemócratas como una supuesta posición intermedia entre capitalismo y socialismo soviético. Los ideólogos de la tercera vía, en particular, utilizan el término de globalización como un proceso fuera de control de los seres humanos que sustrae poderes a los Estados nación. Según Regalado, la perspectiva de la «globalización», en realidad, encubre la acción depredadora de los monopolios trasnacionales y el papel que juega el Estado a favor de dicha acción.
En esta primera parte se concluye que al imperialismo le resulta imposible mantener el control sobre el mundo ya que no puede evitar la agudización de las contradicciones antagónicas inherentes, por lo que «por numerosos y graves que sean los errores cometidos en nombre de la revolución y el socialismo, esos conceptos adquieren renovada vigencia» -afirma Regalado-lo mismo que el dilema plateado por Rosa Luxemburgo en términos de «socialismo o barbarie».
De la revisión histórica con la que se inicia la segunda parte sólo deseo hacer algunas acotaciones puntuales. Se requiere un análisis más acucioso de la guerra entre México y Estados Unidos pues en esta contienda se desarrollan muchos de los contenidos ideológicos y políticos del imperialismo estadounidense [4] . En la pagina 113 deben incluirse la invasión y ocupación del puerto Veracruz en 1914 y la invasión del norte del país en 1916 en persecución de Villa.
Haría una distinción entre «patriotismo revolucionario» y «nacionalismo revolucionario», ya que en particular en México, el segundo término esta relacionado con la ideología de la burguesía mexicana posrevolucionaria. No es el momento de discurrir sobre la llamada cuestión nacional, a la cual he dedicado algunos trabajos. Sólo deseo diferenciar ese tipo de nacionalismo del sentimiento nacional que correctamente identifica Regalado como parte del pensamiento martiano, que unido al antiimperialismo, da como resultado una corriente que no tiene su asidero en la burguesía y que Martí conceptualiza poéticamente de la siguiente manera:
El amor madre, a la patria,
No es amor ridículo a la tierra
Ni a la hierba que pisan nuestras plantas;
Es el odio implacable a quien la oprime
Es el rencor eterno a quien la explota.
En esta misma dirección, Lenín afirmaba que los obreros no podían defender a la patria, «de otro modo que luchando con todos los medios revolucionarios contra la monarquía, los terratenientes y los capitalistas de la propia patria; es decir, contra los peores enemigos de nuestra patria». [5]
En el capitulo dedicado a revolución y contrarrevolución en los años sesenta falta señalar a México en cuanto la existencia de movimientos guerrilleros, mismos que si se mencionan para los años setenta, aunque no se nombra a la Liga 23 de Septiembre y los que operaron en Guerrero, como los dirigidos por Genaro Vásquez y Lucio Cabañas, entre otros.
Correctamente se identifica la guerra de baja intensidad y los errores de la dirección sandinista como causas de la derrota electoral de la Revolución, aunque a mi juicio dentro de esos errores, uno de ellos, muy importante, es el paulatino deterioro y alejamiento de la dirección revolucionaria con respecto al pueblo, al grado de llevar la campaña electoral con métodos mediáticos y efectivistas, en lugar de comprender y asumir el enorme desgaste de la guerra, el papel del servicio militar obligatorio y lo que esto representaba para las madres, hermanas y esposas de los jóvenes reclutas, la inconclusa reforma agraria y el inicio de una doble moral, burocratización, relación de ordeno y mando en las filas de la dirigencia y la militancia partidarias.
Una vez lograda la pacificación a sangre y fuego de América Latina que incluyó las derrotas políticas y militares en Nicaragua, Granada, la invasión a Panamá, los Acuerdos de paz en Guatemala y El Salvador, entre otras, se inició la institucionalización del nuevo sistema de dominación que dura hasta nuestros días y que se caracteriza en tres factores que cubren lo político, económico y militar: 1. Democracia tutelada. 2. Tratados de Libre Comercio y 3. Aumento de la presencia militar de Estados Unidos a nivel continental y que en el caso mexicano se expresa en Tratado TLC- plus o ASPAN. Todo ello, acompañado de una permanente política de agresión, bloqueo y aislamiento contra Cuba y su revolución.
Cabalmente se identifica la rebelión zapatista del 1 de enero de 1994 y la crisis económica mexicana de este año como la expresión del agravamiento de la crisis del sistema imperialista de dominación regional., aunque la rebelión del EZLN interroga sobre los limites del reflujo de las luchas armadas en América Latina, mismas que todavía subsisten no sólo en Colombia sino, aunque larvadas, en México y otros países latinoamericanos, aunque predominando la lucha electoral bajo el esquema de la democracia neoliberal.
Durante los últimos cinco años se da un recrudecimiento de la agresividad imperialista, en particular después del ataque del 11 de septiembre y la puesta en marcha de la estrategia de «guerra preventiva». Sin embargo, son muchas las derrotas de Estados Unidos, la principal, la resistencia después de 47 años de la revolución cubana; el triunfo y la consolidación de los procesos revolucionarios en marcha en Venezuela y Bolivia, no exentos de dificultades y graves problemas y agresiones internas y externas. En palabras de Regalado estamos ante un estancamiento o agotamiento de la reestructuración del sistema de dominación continental como resultado del auge de la resistencia y la lucha popular en América Latina. Aunque se resalta la importancia de la elección de Lula y Tabare Vásquez, se señalan los limites de ambos casos dentro del marco de la democracia tutelada.
Llegamos así al capitulo que cierra el libro de Roberto y que es en sí mismo la síntesis interpretativa de lo planteado a lo largo de la investigación y que plantea los cuatro procesos interrelacionados que mencione y que es importante recordar: 1.- implantación del nuevo esquema imperialista de dominación continental que no exento de contradicciones y resistencia cumple con su función de apropiación de la independencia, la soberanía y la autodeterminación de América Latina. 2.- La crisis integral del Estado ocasionada por su incapacidad para cumplir con las tareas propias de la dominación, relacionada con los costos sociales, económicos y políticas que esta conlleva. 3,- El auge alcanzado por los movimientos sociales de sujetos políticos de larga presencia pero en movimientos nuevos, como los pueblos indios, así como nuevos movimientos como el ecologismo o la lucha por los derechos humanos. 4.- La reformulación estratégica y táctica de los partidos y movimientos de izquierda.
En este punto la coincidencia con Roberto es total: «No se trata de negar la importancia de los espacios institucionalizados conquistados por la izquierda, sino de comprender que esos triunfos no son en si mismos la «alternativa». De ello se desprende -sigue Regalado-que la prioridad de la izquierda no puede ser el ejercicio del gobierno y la búsqueda de un espacio permanente dentro de alternabilidad neoliberal burguesa, sino acumular políticamente con vistas a la futura transformación revolucionaria de la sociedad.» (pp. 213-14)
Las conclusiones de la obra no dejan espacio para la pasividad y el conformismo: Esta en riesgo la supervivencia de la especie humana por la acción depredadora del imperialismo, esto agudiza sus contradicciones antagónicas e insolubles; las alternativas políticas de la izquierda tendrán que inscribirse en las paginas de la revolución y será inevitable ejercer algún tipo de violencia revolucionaria.
No cabe duda, América Latina entre Siglos tendrá que ser leído y discutido por quienes pretendan realizar cambios de fondo en nuestra América, y aún por aquellos que se aferran a los imperativos de la democracia tutelada.
[1] Texto presentado en el lanzamiento del libro en la Casa Lamm, ciudad de México, el viernes 9 de julio de 2006.
[2] Ver: Ver Gilberto López y Rivas. Nación y pueblos indios en el neoliberalismo. México: Universidad Iberoamericana-Plaza y Valdés, 1995.
[3] Ver: Leopoldo Mármora. El concepto socialista de nación. México: Cuadernos de Pasado y Presente, 1986
[4] Ver. Gilberto López y Rivas. La Guerra del 47 y la resistencia popular a la ocupación. México: Editorial Nuestro Tiempo, 1976.
[5] Vladimiro Lenín. «El orgullo nacional de los rusos». En Acerca de la emancipación social y nacional. Moscú: Editorial Progreso, S7f.