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Una recomendación como regalo-lectura de fiestas

Fuentes: Rebelión

Un poco tarde, lo admito, pero aún están a tiempo. ¡Vale la pena! Para marxistas… y para no tan marxistas. La sugerencia: Mary Gabriel [MG], Amor y Capital. Karl y Jenny Marx y el nacimiento de una revolución. El Viejo Topo, Barcelona, 2014. No diré que sea la biografía definitiva, pero se le debe aproximar […]

Un poco tarde, lo admito, pero aún están a tiempo. ¡Vale la pena! Para marxistas… y para no tan marxistas.

La sugerencia: Mary Gabriel [MG], Amor y Capital. Karl y Jenny Marx y el nacimiento de una revolución. El Viejo Topo, Barcelona, 2014. No diré que sea la biografía definitiva, pero se le debe aproximar mucho. Platón estaría encantado con esta concreción material del eidos «biografía perfecta».

Las razones de la recomendación:

1. La magnifica traducción de Josep Sarret. No he visto el libro en inglés pero se lee magníficamente en castellano.

2. La facilidad de lectura, a pesar de las 837 páginas del libro (con 86 de referencias). ¡Unos siete libros en uno!

2.1. Breves noticias de la autora (de la solapa interior): MG se educó en Estados Unidos y en Francia. Trabajó en Washington y Londres como editora de Reuters durante casi dos décadas. Vive actualmente en Italia y es autora de otras dos biografías: Notorious Victoria: The Life of Victoria Woodhull y The Art of Acquiring: A Portrait of Etta and Claribel Cone.

3. La magnífica cronología, las referencias biográficas y los mapas europeos de la época que abren el libro. Ayudan a entender situaciones, debates y relaciones. No están para adornar.

3.1. Faltan, eso sí, algunas entradas en mi opinión.

3.2. El índice analítico, por el contrario, roza la perfección.

4. La refutación, casi sin posible apelación, de la tesis neopositivista sobre el nulo interés del contexto de descubrimiento y elaboración. En el caso de la tradición marxista, en el caso de sus tres grandes clásicos, sin atisbo para ninguna duda razonable. Lo apuntado y argumentado en el libro es una demostración irrefutable de la importancia cultural y filosófica de ese contexto.

5. ¿Tres grandes clásicos? Karl, Engels y, por supuesto, Jenny. La perspectiva fjm, feminista y jenny-marxista, desde la que el libro está pensado, sentido y escrito, muestra y demuestra no sólo la grandeza (y múltiples dimensiones) de la hermanastra mayor del político más-que-conservador prusiano Ferdinand von Westphalen, ministro del Interior desde 1850 a 1858, sino la enorme importancia, el papel decisivo jugado por Jenny Marx en la elaboración, en el desarrollo, en la defensa, en la escritura incluso, de la obra marxiana.

6. Engels debería ser conocido, además de por mil nombres más y sin olvidar en ningún momento su hermosa su relación sentimental amorosa con la trabajadora irlandesa en Machester Mary Burns (y con su hermana Lidia tras el fallecimiento de Mary), por Àngels, o por Ángel. Fue el ángel de la guarda de la familia Marx. Su presencia en Amor y Capital es esencial. A la altura de su importancia.

7. También es central la lectura del libro de MG por determinados pasajes que nos trasladan a cumbres poco accesibles. Por ejemplo, los informes de espías prusianos infiltrados en el círculo de los Marx, al probable servicio de un gobierno en el que el hermanastro de Jenny ocupó como dijimos un papel relevante.

Un ejemplo de estos informes dedicado a Marx y a su familia:

» Lleva una existencia de intelectual bohemio. Lavarse, arreglarse y cambiar las sábanas no son cosas que haga muy a menudo, y le gusta emborracharse… No tiene horas fijas para irse a dormir o para levantarse.. [como padre y esposo] es el más dulce y afable de los hombres… Marx vive en uno de los peores [Dean Street, SOHO londinense] -y por tanto más baratos- barrios de Londres. Ocupan dos habitaciones… En todo el apartamento no hay ni un solo mueble sólido y en condiciones. Todo está roto y andrajoso, con un dedo de polvo en todas partes y el mayor de los desórdenes. En medio de la sala de estar hay una mesa grande y pasada de moda, cubierta con un pedazo de hule, sobre la cual están sus manuscritos, sus libros y periódicos, y también los juguetes de los niños, y retales del costurero de su esposa, varias tazas con los bordes mellados, cuchillos, tenedores, lámparas, un tintero, vasos de whisky, pipas de cerámica, ceniza de puro, etc. En una palabra, todo patas arriba y en la misma mesa… Sentarse se convierte en una cosa peligrosa. Una de las sillas solo tiene tres patas, en otras los niños juegan a cocinas; esta última parece tener cuatro patas y es la que suele ofrecerse a las visitas pero los restos del juego de los niños no se han retirado y si uno se sienta en ella puede echar a perder sus pantalones…. De vez en cuando se produce una animada y agradable conversación que hace olvidar las carencias domésticas y hace tolerables las incomodidades. Finalmente, uno se acostumbra a aquella compañía y la acaba encontrando interesante y original. Este es un auténtico retrato de la vida familiar del comunista Marx.»

8. Por cartas como la siguiente, transitando por aguas de corazones heridos. Es Marx quien escribe, a Engels por supuesto:

» Durante la pasada semana la tensión emocional ha hecho que mi mujer esté peor que nunca. En cuanto a mí, aunque me sangra el corazón y me arde la cabeza, tengo, naturalmente, que mantener la compostura. Ni un solo momento durante su enfermedad mi hijo ha sido infiel a su carácter bondadoso y al mismo tiempo independiente… El pobre Musch nos ha dejado. Hoy [6 de abril de 1855], entre las cinco y seis se ha quedado dormido (literalmente) en mis brazos… Comprenderás cómo lamento su muerte.»

9. Por la permanente sensibilidad, documentación contrastada y perspectiva crítica con la que MG desarrolla su investigación. Sin dejar de discutir lo ya discutido y dado por bueno o establecido. Acaso descansa un poco en el caso del supuesto hijo no reconocido por Marx. En una carta de 2 de agosto de 1851, dirigida a Weydemeyer, un día después del registro de Freddy, nacido seis semanas antes (su madre Helene Demuth, «Lenchen», no dio el nombre del padre cuando lo registró), Marx se expresaba en estos términos:

«Como puedes imaginarte, mis circunstancias son muy deprimentes. Mi esposa se hundirá si las cosas continúan igual durante mucho tiempo. Las constantes preocupaciones, el más leve problema cotidiano, la dejan exhausta; y para colmo tengo que soportar las infamias de mis oponentes, que nunca han intentado siquiera atacarme por cosas importantes, que tratan de vengarse por su impotencia haciendo insinuaciones sobre mi persona y propagando las más incalificables infamias sobre mí… Yo, por supuesto, me río de toda esta porquería y ni por un momento dejo que interfiera en mi trabajo, pero, como comprenderás, mi mujer, que se encuentra mal y está atrapada de la mañana a la noche en las más desagradables tareas domésticas… no e restablece precisamente con las exhalaciones de la pestilente cloaca democrática que le administran diariamente estos estúpidos acusicas. La falta de tacto de algunos individuos en este sentido puede llegar a ser colosal».

¿Una carta propia de alguien que ha cometido un engaño no reconocido de aquellas características? En sin permiso papel se publicó un trabajo que discutía documentadamente sobre el caso.

Ni que decir tiene que Marx no fue ningún santo sin contradicciones ni debilidades. Su relación con su prima Antoinette, conocida por Nanette, es ejemplo de lo contrario (páginas 381 y ss).

10. Por si faltara algo, el impresionante relato del contagio por viruela de Jenny está entre lo mejor de este libro imprescindible (páginas 375 y ss). Es la compañera de Marx quien describe su situación a una amiga: «Hace cinco semanas mi aspecto no era muy malo comparado con el de mis radiantes hijas. Dado que por una especie de milagro todavía no tenía ni una sola cana y conservaba todos mis dientes y mi figura, era habitualmente considerada como una mujer bien conservada pero ¡cómo ha cambiado todo esto ahora! A mis ojos soy más una especie de rinoceronte, de hipopótamo, un ser que sería más lógico que estuviera en un zoológico que entre los miembros de la raza caucásica.»

Como todos los decálogos, esté puede resumirse en dos lemas básicos:

1. Por favor, no se lo pierdan.

2. Insisto de nuevo: no se lo pierdan.

A marxistas de la talla de Manuel Sacristán, Francisco Fernández Buey, Maria Rosa Borràs, Pere de la Fuente o Josep Maria Domingo les hubiera encantado. Con toda seguridad.

Gracias Mary Gabriel.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.