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Antisemitismo y antisionismo

Una reflexión necesaria

Fuentes: Rebelión

Introducción Tiempo atrás critiqué duramente la política sionista en perjuicio del pueblo palestino. El contexto resulta importante. Eran días en los que el ejército de Israel realizaba «incursiones» en territorio palestino. Me refiero al brutal ataque iniciado en diciembre de 2008 sobre la Franja de Gaza, y con el término mediático «incursiones» hago referencia a […]

Introducción

Tiempo atrás critiqué duramente la política sionista en perjuicio del pueblo palestino. El contexto resulta importante. Eran días en los que el ejército de Israel realizaba «incursiones» en territorio palestino. Me refiero al brutal ataque iniciado en diciembre de 2008 sobre la Franja de Gaza, y con el término mediático «incursiones» hago referencia a los criminales ataques perpetrados por el ejército de ocupación hebreo. En aquella ocasión fui tildado de antisemita. ¿Por qué motivo? Ese interrogante intentaré responder a continuación.

Desde hace ya muchas décadas el aparato mediático sionista, ante sus injustificables actos, ha logrado instalar una forma de defensa basada en lo que llamaré la «seudo-victimización sionista», es decir, la asimilación intencional entre la condición semita y sionista. Asimilación que, como se intentará demostrar, no se corresponde con lo que ocurre realmente en los hechos. Sucede que en la actualidad todas aquellas personas que actúan conforme los lineamientos políticos del movimiento sionista, asemejan esta condición política con una determinada creencia religiosa, el judaísmo.

De esta forma pretenden convertir en dogma la siguiente idea: todo judío es sionista, ergo, todo antisionista es antijudío, o como se suele expresar, todo antisionista es antisemita.

Analizaré diversas cuestiones para rebatir el sofisma señalado y dar respuesta a la pregunta planteada.

En primer lugar, es necesario realizar una breve reseña orientadora.

– Semitismo y judaísmo

Según el relato bíblico, Noé (hijo de Lámek, descendiente de Adán en décima generación) fue salvado por su piedad cuando Dios encolerizado por la corrupción reinante en el mundo lo destruyó con un diluvio que duró cuarenta días y cuarenta noches. Dios ordenó a Noé que construyera un arca y que subiera a ella con su esposa, sus tres hijos ( Sem , Cam y Jafet) sus nueras y una pareja de todo ser viviente existente sobre la tierra.

En relación con la descendencia, Sem, dos años después del diluvio, engendró a Arfaxad. Y vivió Sem, después que engendró a Arfaxad, quinientos años, y engendró hijos e hijas. Arfaxad vivió treinta y cinco años y engendró a Sala. Y vivió Arfaxad, después que engendró a Sala, cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas. Sala vivió treinta años, y engendró a Heber. Y vivió Sala, después que engendró a Heber, cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas. Heber vivió treinta y cuatro años, y engendró a Peleg. Y vivió Heber, después que engendró a Peleg, cuatrocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. Peleg vivió treinta años, y engendró a Reu. Y vivió Peleg, después que engendró a Reu, doscientos nueve años, y engendró hijos e hijas. Reu vivió treinta y dos años, y engendró a Serug. Y vivió Reu, después que engendró a Serug, doscientos siete años, y engendró hijos e hijas. Serug vivió treinta años, y engendró a Nacor. Y vivió Serug, después que engendró a Nacor, doscientos años, y engendró hijos e hijas. Nacor vivió veintinueve años, y engendró a Taré. Y vivió Nacor, después que engendró a Taré, ciento diecinueve años, y engendró hijos e hijas. Taré vivió setenta años, y engendró a Abram, a Nacor y a Harán [I] .

Ello así, la condición «semita» proviene del hijo de Noé, Sem.

Esta hermenéutica nos permite afirmar que son semitas todos aquellos que por descendencia provienen de la familia que forjó Sem. Entonces, resulta necesario considerar el tronco lingüístico. Idiomas semíticos son el árabe, el hebreo, el arameo, el cananeo o fenicio, el asirio y el babilónico, y por esta razón se denomina a todos estos pueblos como semitas.

Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, el término semitismo, en su concepción negativa, es decir, antisemitismo, se reservó sólo para el pueblo hebreo. La Real Academia Española reconoce el término antisemita y lo define como «enemigo de la raza hebrea, de su cultura o de su influencia». Así las cosas, la expresión se utilizará en este entendimiento.

Ahora bien, resulta necesario explicar -como ya se mencionó- que Abram fue descendiente de Sem e hijo carnal de Taré. Abram (luego renombrado por Jehová como Abraham) es considerado el padre del pueblo judío, el Patriarca. Según enseña el Antiguo Testamento, Jehová le prometió a Abraham la tierra de Canaán [II] .

El puesto que Abraham ocupa en la historia bíblica es único. Jehová se reveló a Moisés como «el Díos de Abraham» [III] , y esta expresión se usa en las Escrituras desde Isaac en adelante.

– Sionismo

La Real Academia Española define al sionismo como: «aspiración de los judíos a recobrar Palestina como patria». Y en su segunda acepción: «movimiento internacional de los judíos para lograr esta aspiración».

Pero, ¿qué es realmente el sionismo?

El sionismo tuvo su origen como movimiento político organizado en el siglo XIX. El filósofo judío de nacionalidad austriaca Nathan Birnbaum fue quien aplicó por primera vez el término sionismo a este movimiento en 1890. En 1896 Theodor Herzl, periodista judío austriaco, publicó un pequeño libro llamado Der Judenstaat (El Estado judío), en el que analizaba y proponía la creación de un Estado judío.

En 1897, Herzl organizó en Basilea (Suiza) el I Congreso Sionista, al que asistieron casi 200 delegados. El Congreso formuló el Programa de Basilea, que se convirtió en la plataforma programática del movimiento sionista, al determinar que el objetivo del sionismo era la creación para el pueblo judío de un hogar en Palestina garantizado por el derecho público.

– Theodor Herzl y «El Estado judío»

Ahora bien, para entender completamente qué es el sionismo, resulta necesario analizar brevemente la obra mencionada, «El Estado judío».

«El presente proyecto, al contrario, contiene la aplicación de una fuerza propulsora que ya existe en la realidad… Fuerza propulsora, decía. ¿Y cuál es esa fuerza? La condición de necesidad de los judíos». [IV]

«El Estado judío es necesidad mundial: por tanto se erigirá». [V]

Estas afirmaciones dogmáticas, expresadas por Herzl en su libro, son complementadas posteriormente. Expresa el autor, «Désenos soberanía sobre un trozo de la superficie terrestre suficiente para cubrir nuestras necesidades como pueblo; de lo demás ya nos encargaremos nosotros». [VI]

A partir de esa afirmación se empieza a desentrañar y comprender el contenido político y económico de esta organización. Pareciera que ya no es conditio sine qua non instaurar un Estado judío en la Tierra Prometida. Herzl abiertamente reclama sólo «un trozo de superficie».

Esta idea se termina de complementar con lo establecido bajo el sugestivo título «Palestina o Argentina».

De hecho, aunque parezca irreal, el autor se plantea esta dicotomía; reafirmando sin lugar a dudas el carácter netamente político del sionismo.

Expresa Herzl «¿Qué preferir, Palestina o Argentina? La Society tomará lo que se le dé, pero no sin prestar oídos a la pública opinión del pueblo judío… Argentina es, en cuanto a recursos naturales, uno de los países más ricos de la tierra, posee vastísimas llanuras, poca población y un clima templado… Palestina es nuestra inolvidable patria histórica. Su solo nombre ejercería un poder de convocatoria fuertemente evocador para nuestro pueblo…» [VII]

A partir de la lectura se puede apreciar claramente la diferencia entre la concepción religiosa consagrada en la Torah y los intereses políticos de la organización sionista. La Tierra Prometida es la mejor opción, pero sólo por una cuestión de «convocatoria», según expresa Herzl. Argentina nunca se mencionó en las Santas Escrituras, pero para la organización sionista también constituye una opción. En este caso, por las características territoriales.

De esta forma, la llamada «Biblia del Sionismo» plasma en su texto una reveladora y notable diferencia entre sionismo y judaísmo.

– Una reflexión necesaria

La explicación vertida hasta aquí nos permite diferenciar meridianamente ambos extremos y refutar con argumentos claros la idea de asimilar conceptos tan disímiles como antisemitismo y antisionismo.

Resulta necesario hacer hincapié en la siguiente cuestión: el judaísmo es una religión monoteísta, quienes la profesan son denominados judíos. Su patriarca, Abraham, fue descendiente de Sem.

El sionismo es un movimiento político, con las particularidades ya señaladas.

Esta distinción resulta fundamental para refutar el sofisma pergeñado por el sionismo europeo. Para sostener esta idea bastaría solamente con investigar y descubrir que alrededor del mundo existen diversos movimientos de judíos antisionistas. [VIII]

Durante décadas la organización sionista explotó -y aún continúa explotando- esas creencias religiosas. En la actualidad el renovado movimiento sionista lucra con el judaísmo y, especialmente, lucra con el judaísmo en su concepción posterior a la segunda Guerra Mundial, es decir, la condición de judío perseguido y masacrado por la barbarie nazi.

Como explica Ralph Schoenman: «El cuarto mito es que el sionismo es el heredero moral de las víctimas del Holocausto. Es el más extendido y el más insidioso de los mitos sobre el sionismo. Los ideólogos de este movimiento se han envuelto en el sudario colectivo de los seis millones de judíos que cayeron víctimas del asesinato masivo nazi». [IX]

Básicamente, el sionismo moderno pretende proteger sus doctrinas políticas lucrando con la sangre judía derramada por el nazismo.

Por eso resulta imperativo remarcar que el antisionista no es antisemita. No se puede permitir esa disparatada asimilación. El antisionista, como el término lo indica, es enemigo del movimiento político sionista, y por lo tanto, sin importar su condición, nacionalidad o religión, es un defensor de los derechos humanos y de la vida. El antisionista defiende a un pueblo que desde hace casi una centuria es pauperizado, expoliado y masacrado. Ése es el pueblo palestino.

No corresponde sostener una postura ecléctica en este tema. No se debe sentir temor ni vergüenza en reivindicarse públicamente como antisionista, antes, debe sentirse honor de tal reivindicación. Es la lucha que se debe dar contra los dispositivos mediáticos de esta organización.

Aquellos sionistas que lean estas líneas sabrán qué decir. Seguramente su fatuidad los llevará a acusarme de antisemita. No se puede esperar otra cosa. Sin perjuicio de que no encuentren forma alguna de fundamentar esa aserción, y sin atender tampoco a todos los argumentos expuestos. Es que afirmar lo contrario implicaría dejar de lado su principal arma de justificación.

– Por último

Llegando al final resulta necesario dar respuesta al interrogante planteado en un inicio, ¿por qué motivo? La pregunta, llegada esta instancia, resulta de fácil respuesta. Ahora entiendo que fui -valga la redundancia- víctima de la seudo-victimización sionista.



[I] Véase: Génesis 10:21.

[II] Véase: Génesis 12:1; 12:2; 12:3; 12:4 y 12:5

[III] Véase: Éxodo 3:6.

[IV] El Estado judío. Theodor Herzl. Editorial Prometeo. 2005. Pag.52.

[V] Ob. Cit. Pág. 53.

[VI] Ob. Cit. Pág. 71.

[VII] Ob. Cit. Pág. 73.

[VIII] Véase: http://www.judiosantisionistas.org

[IX] La historia oculta del sionismo. Ralph Schoenman. Ediciones digitales Izquierda Revolucionaria. www.marxismo.org

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.