Nos encontramos inmersos en, devorados diría yo, por una sociedad con trastorno bipolar. Absolutamente todos los órdenes de la vida han de contar con su polo positivo y su polo negativo, con su «nosotros o ellos», con su «tú o yo». Tal vez en parte por la dependencia casi absoluta que tiene el ser humano […]
Nos encontramos inmersos en, devorados diría yo, por una sociedad con trastorno bipolar. Absolutamente todos los órdenes de la vida han de contar con su polo positivo y su polo negativo, con su «nosotros o ellos», con su «tú o yo». Tal vez en parte por la dependencia casi absoluta que tiene el ser humano de contar con un referente al que medirse, un contrincante con el que competir, o un bando que elegir. Pero también debido en parte a la inestimable colaboración de los medios de comunicación.
Los medios nos muestran con meridiana claridad los dos polos entre los que debemos elegir. Por ejemplo, el 100% del escenario político estadounidense se lo reparten Demócratas y Republicanos, el resto de opciones políticas son despreciadas por los medios y desconocidas por la gran mayoría. En España, aunque tiene cierto protagonismo el resto de partidos, el tiempo y el espacio en los medios lo ocupan mayoritariamente el PSOE y el PP. En otros ámbitos alejados de esta política de cartón piedra, en el fútbol, por ejemplo, se produce la bipolaridad Barcelona-Real Madrid, Guardiola-Mourinho. ¿Cuántos de ustedes son capaces nombrar a tres entrenadores que no sea ninguno de estos dos? Es demasiado frecuente escuchar en la sección de deporte de los informativos frases como «la liga es cosa de dos» o «¿Qué ha dicho hoy Guardiola/Mourinho?»
La parrilla televisiva, en su más bajo estrato, también se ha especializado en poner al telespectador en la tesitura de elegir entre un bando y otro. Programas con formato de juicio, programas de sillas enfrentadas, programas de estrellas vilipendiadas mutuamente que se baten en letal duelo ante las cámaras.
Con todo, lo más grave para quien sepa mirar a la realidad, sin verse deslumbrado por quienes la gestionan y manipulan, es la facilidad que dan las personas más maleables para convertirse en víctimas apropiadas y necesarias de ese complejo sistema de manipulación de los ciudadanos.
Llevado a su extremo, este modelo de manipulación conductual es más visible y, por tanto, más detectable en situaciones denominadas «graves» o «extremas», que son aquellas en las que interviene el factor miedo en grandes dosis. Tenemos un buen ejemplo en el tratamiento que se está dando en los medios sobre los sucesos que están teniendo lugar en Libia. Sin excepción y sin matices, cualquier medio de difusión masiva utiliza exactamente los mismos términos y fórmulas. Los ataques realizados por las tropas fieles a Gadafi, son denominados invariablemente «ataques», los de las fuerzas rebeldes son «avances», «despliegues», «toma de posiciones». Las fuerzas de Gadafi «bombardean a los opositores», mientras que los rebeldes (no olvidemos que están armados) «se defienden contra los ataques de los soldados», se defienden sí, pero avanzan mientras parece que los únicos que portan armas y las usan son los fieles a Gadafi.
De la noche a la mañana, Gadafi pasó del blanco de las recepciones y apoyos de la UE y de Estados Unidos, al negro de «bombardear a su propia población», por más que ningún medio ha mostrado imágenes de tales sucesos. De la noche a la mañana el público ha conocido el cambio de opinión oficial sobre el líder libio. El ciudadano debe adherirse a la nueva corriente de opinión ya que, de no hacerlo, corre serio riesgo de enfrentarse al sistema y por tanto quedar al margen del mismo. Los medios repiten incansables el mensaje «Gadafi bombardea a su pueblo», así como la advertencia de Obama (autonombrado una vez más Comisario Internacional) «Sopesamos la intervención armada en Libia». El ciudadano no tiene más remedio que pronunciarse, y normalmente lo hará en favor de tal intervención por más que esté basada en informaciones no contrastadas suficientemente, al igual que ocurrió con las inexistentes armas de destrucción masiva iraquíes, o la cada vez más difuminada imagen de Bin Laden. La finalidad de esta estrategia es repetir la misma que llevó a justificar Irak o Afganistán…, el miedo en la superficie y en el fondo los recursos estratégicos, en este caso el petróleo. Los medios de comunicación justifican el fin de los imperios económicos.
Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que una sociedad bipolar es una sociedad enferma, una sociedad manipulable y manipulada, vivimos en una sociedad con un trastorno bipolar grave e irreversible.
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