Como sabemos, en el estadio final de la rebelión Lope de Aguirre escribió en 1561 tres cartas, una en agosto dirigida a Francisco Montesinos, provincial de los dominicos en Santo Domingo, y a cuyo lado se había pasado una parte de la tropa. Aguirre denuncia a los desertores y muestra hasta qué punto estos están […]
Como sabemos, en el estadio final de la rebelión Lope de Aguirre escribió en 1561 tres cartas, una en agosto dirigida a Francisco Montesinos, provincial de los dominicos en Santo Domingo, y a cuyo lado se había pasado una parte de la tropa. Aguirre denuncia a los desertores y muestra hasta qué punto estos están comprometidos con la rebelión; una segunda, dirigida al rey Felipe II:
«Rey Felipe, natural español, hijo de Carlos, invencible:
Lope de Aguirre, tu mínimo vasallo, cristiano viejo, de medianos padres, hijo-dalgo, natural vascongado, en el reino de España, en la villa de Oñate vecino…»;
y una tercera destinada a Pablo Collado, gobernador por entonces de Venezuela, rechazando su ofrecimiento de amnistía.
El 16 de septiembre del 2011 en Oñati, en el marco incomparable del II Congreso de historiadores vascos organizado por Nabarralde, la catedrática alemana Ingrid Galster presentó, ante un numeroso público entendido, su tesis a cátedra hecha libro castellano: Lope de Aguirre o La posteridad arbitraria.
El libro, que sin duda es la mejor y más completa aportación sobre Lope de Aguirre hasta nuestros días, plantea entre otras la cuestión del vascuence en Lope, recogiendo afirmaciones de José de Arteche hechas en su libro:Lope de Aguirre, traidor: La tragedia del Fuerte Caudillo de los Invencible Marañones, San Sebastián 1951, pag. 210, donde dice: «Hay en esta carta (a Montesinos), así como en las otras dos de él conservadas, giros literalmente traducidos del vascuence«.
E Ignacio Zumalde sugiere en Batiburrillo oñatiarra, (Oñate 1951, pág. 45-53) que un buen conocedor del vascuence y del castellano del siglo XVI debiera analizar sistemáticamente las cartas de Aguirre a la búsqueda de patrones sintácticos comunes, para determinar hasta qué punto la redacción procede del mismo Aguirre.
Las cartas presentan un estilo peculiar e inconfundible debido, entre otras cosas, al hecho de que la lengua materna de Aguirre no era el castellano sino el vasco.
Y ésta es la cuestión, como indica Ingrid Galster en su libro, pag. 25: «Hasta donde sabemos, esto no ha ocurrido todavía».
Con motivo de la Feria del Libro de Durango, acontecimiento que reúne a gentes amantes de libros e investigadores sagaces de temas inconclusos, y puesto que el libro de Ingrid Galster estará presente en el estand cuando menos de GITE-IPES, no sería malo que alguien tomara en serio la propuesta y nos ofreciera en la Feria de Durango del 2012, hecha libro, tan interesante sugerencia.
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