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Breve clarificación sobre la situación actual en Venezuela

Utopías, crudo y plomo

Fuentes: mouvements.info

Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino

Tras el aparente triunfo del chavismo en las elecciones municipales del 9 de diciembre, la guerra política intermitente que ha marcado el ritmo de 15 años de «Revolución Bolivariana» (a continuación de una década de guerra social) vuelve a ocupar el centro del escenario. Decenas de miles de manifestantes y agitadores piden desde hace mas de dos meses la «salida» del presidente Nicolás Maduro. La marcha de Caracas del 12 de febrero, en la que convergieron las movilizaciones estudiantiles «contra la inseguridad» iniciadas en San Cristóbal y los llamados a «incendiar la calle» lanzadas por la franja más reaccionaria de la oposición el 23 de enero (fecha simbólica del nacimiento de la democracia en 1958)ii, inauguró un ciclo de asesinatos y represalias que desembocó en el arresto de uno de los líderes y de dos alcaldes de la coalición de la oposición (MUD)iii, además de la ocupación militar de dos regiones fronterizas con Colombia. ¿Qué hay detrás de los cruzados estereotipos de una oposición «fascista» contra un poder estatal «castro-comunista»? ¿Quiénes son los manifestantes? ¿Qué hace el gobierno? En el contexto de una crisis económica, de violencias políticas y sociales que parecen colmar a los cronistas presurosos por enterrar una enésima «revolución fracasada», y mientras se inicia una mediación internacional (con UNASUR y el Vaticano), he aquí un panorama de la situación relatado en tres tiempos, a contrapelo de los principales clichés que circulan en uno y otro lado.

«Golpe suave» / «Represión autoritaria»

La oposición venezolana es heterogénea y esta dividida en cuanto a la estrategia a seguir ante un movimiento disperso y centrífugo. Por un lado el dirigente del partido Voluntad Popular, Leopoldo López; la diputada por Caracas María Corina Machado y el alcalde del Gran Caracas Antonio Ledezma se han convertido en las figuras políticas más mediatizadas de las protestas que piden desde el principio «la salida» de Maduro. Por el otro el candidato único de la MUD a las presidenciales de octubre de 2012 y de abril 2013, Henrique Capriles Radonsky, ha repetido que creer que Nicolás Maduro podía dejar la presidencia bajo la presión de los manifestantes era «un gran error» y que cualquier cambio institucional debía pasar por la vía electoral. Pues bien la Constitución impone esperar a 2016 para la celebración de un referéndum revocatorio, siempre que la oposición lograse reunir las firmas de un quinto de los electores.

La tentación del enfrentamiento sigue estando latente, por ello las veleidades insurreccionales de la oposición no deben subestimarse, sino apreciarse en su justo valor. La violencia de las acciones callejeras realizadas al margen y en lugar de las manifestaciones (las guarimbas, barricadas en los barrios esencialmente residenciales administrados por alcaldes opositores), hace claramente eco a las declaraciones belicosas de varios «halcones», en EE.UU. o en Colombia (en torno al expresidente Álvaro Uribe). Aunque se distancia de éstas, Capriles, debilitado por el fracaso de la MUD en las municipales, también rechazó en un primer momento la invitación a participar en la Conferencia por la Paz convocada por Maduro para poner fin a la espiral de violencia. Reclama la liberación incondicional de sus homólogos así como la de Iván Simonovis, excomisario implicado en el golpe de Estado (abortado) de abril de 2002 contra Chávez iv .

El Gobierno aprovecha estas ambigüedades para calificar de «fascista» a la oposición que se presta al juego de la desestabilización y del «golpe de Estado continuo». Así que asume plenamente el arresto de López, la destitución de Machado de sus funciones parlamentarias o la detención de un centenar de manifestantes y agitadores. Pero los riesgos de un golpe están más controlados desde 2002, gracias a la depuración de los elementos potencialmente sediciosos dentro del ejército (al menos de la oposición) y a la recuperación del control de la petrolera nacional PDVSA luego de una huelga en la que participaron empresarios privados y ejecutivos entre diciembre de 2002 y febrero de 2003 v . El chavismo ya no es una ciudadela asediada por todas partes, sino una corriente política potente estructurada alrededor del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que no duda en modificar las leyes electorales para asegurarse la mayoría parlamentaria neta y compensar la erosión de su popularidad. Aunque la libertad de expresión se mantiene íntegramente, como testimonian los diarios El Nacional y El Universal, el Gobierno dispone de instrumentos mediáticos importantes con nuevos canales de televisión como TVes (que reemplazó a la privada RCTV cuando se trasladó al cablevisión vi ) o Telesur (internacional) y periódicos gratuitos como Ciudad Caracas. Además el magnate de la prensa Gustavo Cisneros ha reequilibrado en los últimos años el contenido de su canal Venevisión.

Al mismo tiempo se trata de un Estado frágil, con fuerzas policiales a la vez múltiples, descentralizadas y en algunos casos al margen del gobierno federal. Las reformas de los cuerpos represivos han sido tardías, las tasas de homicidios y la impunidad alcanzan cifras récord. De los 41 asesinatos contabilizados (a finales de abril), se encuentran una treintena civiles (chavistas y opositores casi al 50%) y una decena de militares y policías. Algunos son imputables de facto a los cuerpos de seguridad, otros a los manifestantes y/o guarimberos y algunos más a eventuales grupos chavistas armados. La administración declinó toda responsabilidad hasta que un reportaje del diario Ultimas Noticias (más bien favorable a Maduro) desvelo el papel desempeñado por miembros de inteligencia -el SEBIN- y que unos 20 de sus funcionarios fueran arrestados a raíz de los dos muertos el primer día de protesta en Caracas (12 de febrero).

Sucede que si bien hasta el 2005 el gobierno bolivariano parecía haber abandonado definitivamente la política de represión sistemática de las manifestaciones pacíficas practicada por sus predecesores (apenas el 1% frente a un promedio del 20% entre 1989 y 1999), este logro no resistió ante el reanudo de las manifestaciones (de todos lados) aunque los niveles de violencia estén por debajo de los de la Cuarta República. Por ende los acontecimientos sucedidos desde el 12 de febrero van desacreditando un poco más la idea de un punto de ruptura incuestionable, en materia policial, entre los gobiernos de inspiración neoliberal y los que han surgido de la «Revolución».

«Guerra económica» / «No hay papel tualé»

Monoexportadora de petróleo (proveedora de EE.UU. y primera reserva mundial), la Venezuela bolivariana ha conocido una acumulación de dólares sin precedentes al haberse decuplicado el precio del barril entre la elección de Chávez y su deceso. vii El Comandante , elegido y luego apoyado durante el golpe de 2002 por el movimiento popular heredero del motín del hambre (y anti FMI) del Caracazo (1989, más de 2.000 muertos), se había empeñado en alcanzar los «objetivos del milenio» del PNUD. Una vez puesto bajo tutela el Banco Central y adoptado un control de cambios (contra la fuga de capitales durante el bloqueo económico de la oposición a principios de 2003), PDVSA financió una decena de misiones: salud y educación (con la ayuda de Cuba), alimentación, vivienda, etc. Y ello en el ceno de los barrios (populares y auto-construidos), primeras víctimas de las deficiencias de los servicios públicos y de sucesivos ajustes estructurales tras la caída del precio del crudo luego de 1983. La pobreza se redujo a la mitad (30%), se triplicó el número de beneficiarios de jubilaciones o de pensiones por invalidez, casi se eliminaron la desnutrición y el analfabetismo, la tasa de escolaridad se llevó al 70% (desde el preescolar hasta la universidad) y la brecha tecnológica (Internet) se redujo de manera significativa.

Pero el país, urbanizado en un 90%, sigue siendo sometido a cortes de agua y electricidad viii , así como a penurias, las cuales afectaron una tercera parte de las mercancías en el mes de enero: tanto provisiones (alimentos, medicinas, papel) como equipamientos (domésticos e industriales) y materias primas (aparte de los hidrocarburos). Se importa casi los dos tercios de los insumos básicos ix ; el litro de leche sale más caro que el de Coca-cola, y hasta más del triple que los 40 litros de gasolina (subvencionada y casi gratuita) correspondiendo al tanque de un carro promedio. Con una inflación acumulada del 56% en 2013 (la más alta del mundo), llenar un carrito de compras a precios razonables (regulados en los comercios privados y subvencionados en los públicos) pue de implicar recorrer varios kilómetros entre múltiples puntos de venta x .

En realidad, Chávez y el gobierno bolivariano no lograron «sembrar» con alguna permanencia los petrodólares «de todos los venezolanos»; al menos no más que sus predecesores. Las expropiaciones de latifundio s y/o de las tierras ociosas, los subsidios otorgados a centenares de miles de cooperativas (bajo el modelo de microempresas) y las nacionalizaciones sucesivas (generosamente indemnizadas) no han reducido la dependencia de las importaciones. Inversamente al ganancioso sector terciario (bancos, telecomunicaciones, transporte, grandes distribuidores), la agricultura, la metalurgia, el papel o el cemento se mantienen a medio gas. Las empresas nacionalizadas son regularmente sujetas a huelgas, al haber caducado ampliamente los convenios colectivos. En cuanto a los hidrocarburos, pese a una ingeniería jurídica que asocia la propiedad pública de los subsuelos y de sus productos con la participación de las transnacionales hasta en un 49% (sujetas a más impuestos pero también más numerosas: occidentales, chinas, rusas, brasileñas) xi , la producción se estanca en el mismo momento en q ue el petróleo representa el 95% de las exportaciones (contra el 75% de 1998); y cuando alrededor de un tercio se paga a menos de la mitad de su valor, con precios solidarios en la región (notablemente en el ALBA-TCP) y a China (a cuenta de la deuda). Finalmente varias minas de oro y de carbón malvendidas al «imperialismo» o a grupos armados colombianos (paramilitares o FARC), violando los derechos de los pueblos indígenas, escapan notoriamente a todo control tributario. xii

Aunque boicoteada por la oposición, la Conferencia por la Paz reunió a empresarios tanto favorables como hostiles a Maduro: Abad (Fedeindustria, industrias pequeñas y medianas) y Cudemus (Federación Porcina Venezolana) así como Mendoza (Polar, agroalimentaria) y Roig (Fedecámaras, el sindicato empresarial). Poco respetuosa de la legislación social bolivariana xiii , la patronal obtuvo un enésimo ordenamiento del control de precios – en alza – y otros cambios: ya sea la cuarta devaluación en 4 años, con un mayor control estatal sobre el acceso individual a las divisas. Se ha tratado de regular la distancia entre las tasas oficial (sobrevalorada) y oficiosa (subvalorada) del bolívar xiv , base de unas ganancias colosales para la burguesía importadora (antigua o nueva). Ya que la fuga de capitales a través de las transnacionales y de las empresas ficticias de importación («de maletín») se acentuó desde finales de 2008 ; mientras que en los primeros años de la «Revolución», el Estado sí había recuperado pagos pendientes de las petroleras extranjeras y aumentado exitosamente sus impuestos. Pues bien hasta hace poco esos dólares subvencionados aseguraron también a las clases medias y populares un complemento significativo de ingreso, gracias a su reventa (ilegal pero ampliamente tolerada ) en el «mercado negro». Sin embargo, su capacidad de ahorro queda hoy en día casi nula xv .

«Huevonadas pequeñas-burguesas» / «Insurrección popular»

Se señala a «la clase media» como principal protagonista de esta crisis política. Si todo parte de una movilización de estudiantes contra la falta de horizonte profesional y la inseguridad, los problemas de abastecimiento, la inflación y la devaluación de los salarios han alimentado la intransigencia de los movilizados estas últimas semanas. Así, mientras una amplia mayoría de venezolanos rechaza la fórmula insurreccional, porque supone costos demasiado altos y resultados contra-productivos en lo que significa un correlato entre delincuencia y protesta, la guarimba se ha transformado durante varias semanas en el lugar de convergencia de toda clase de opositores que no creen en la posibilidad de una alternancia, adolescentes «desubicados», estudiantes «sin futuro» o privilegiados propensos al racismo social xvi .

El movimiento no se reivindica ni de derecha ni de izquierda, es defensivo y reaccionario (en el sentido literal del término): no se trata, o solo raramente, de exigencias sociales (aumento de sueldos, acceso a los servicios públicos) o políticos («otro mundo es posible») sino de la única salida válida: la renuncia del Gobierno a menos de un año de la elección presidencial. Lo que nos conduce invariablemente a la naturaleza providencial de las representaciones dominantes en relación con el Estado o la política en Venezuela, que se actualiza con la competencia por el acces o a la renta petrolera: todo se resolvería gracias al Estado de emergencia cualesquiera que fueran los recursos institucionales disponibles. Aquí «el rentismo» no es tanto una disposición estructuradora de la cultura política como una manera de encarar las categorías de la dominación en una sociedad fragmentada y aprisionada entre la espada del «desarrollo» y la pared de la «emancipación». También la propaganda anticubana instila da desde hace mucho tiempo po r la oposición se ha convertido en el principio activo de una insurrección calificada de «apolítica» ya que otorga la razón a un difuso sentimiento de soberanía confiscada y de meritocracia delicuescente xvii .

Ahora bien, aunque innegablemente debilitada, la «clase media» está lejos de ser políticamente uniforme. La dimensión clasista del proyecto chavista, al generar una ampliación de las posibilidades de las clases populares, también ha creado una nueva clase media cuyas oportunidades se hallan actualmente limitadas por el estrangulamiento económico. Precarizadas, estas clases medias del chavismo (empleados pequeños y medianos, contratistas, maestros, trabajadores de la cultura y del conocimiento) también han sido objeto de escasa atención por parte del Gobierno durante estos últimos diez años, a diferencia de las clases más vulnerables.

Por otra parte, la idea de que los barrios, terreno «natural» del chavismo, se hallarían sometidos a una lealtad impuesta o amordazados por grupos armados que los medios llaman colectivos (por el nombre de algunas organizaciones de los barrios emblemáticos de la capital) no se sostiene. En Venezuela cohabitan una violencia armada e interpersonal permanente y una cultura policial modelada por un siglo de expansión petrolera y de mutaciones a marchas forzadas de las formas de producción, en un Estado históricamente percibido como un botín de guerra por líderes locales (caciques o caudillos). Algunos colectivos están ciertamente armados pero los civiles de muy distintas obediencias políticas también lo están. Lo que sí cabe resaltar es la débil penetración de la oposición en los barrios populares.

Además, la nueva clase de privilegiados (llámese «boliburguesía» xviii para el chavismo popular que reclama una «revolución dentro de la revolución» o «enchufada» para la oposición) no constituye un «enemigo» sistemáticamente atacado, salvo por parte de una izquierda independiente (libertarios, anarquistas, trotskistas) xix que se ocupa de publicitar las luchas en las grandes empresas públicas (CORPOELEC, SIDOR, CVG, MetroCaracas); siendo ésas asfixiadas en nombre de una unanimidad «patriótica» deletérea, por un Gobierno que hace oídos sordos y reprime en lugar de movilizar a sus bases. De hecho la identidad revolucionaria de las clases populares parece mantenerse soluble en el mayoritario apoyo al proceso, debido a la perennidad de muc has propuestas del movimiento social del tiempo de la «democracia inconclusa» y al reconocimiento institucional (o cooptación) de sus actores. Como las que la precedieron en el decenio pasado, esta crisis política adopta la forma de una disputa entre dos criterios de legitimidad: uno basado en la «igualdad» y la «integración social» del lado del chavismo (dignidad más que resultados), el otro en la «libertad» y las «expectativas» individuales del lado de la oposición (nivel de vida).

Por lo tanto, la asignación identitaria elaborada por cada uno de los campos con respecto al otro viene consolidando una insoluble alteridad, mejor ilustrada por esta declaración: «si Maduro dice que soy fascista, entonces lo soy» xx ; o a la inversa, cuando el chavismo cierra filas en detrimento del reconocimiento del otro, requisito fundamental de cualquier transformación social radical. Pero se trata tanto de un factor de disciplina como de erosión electoral (de ambos lados) que invita a afinar los análisis de las lógicas de representación y de identificación, de los sistemas de redistribución simbólica dentro de los dos principales bloques políticos, de los vínculos entre entre chavismo «popular» y «cultural» precario o aún más de estrategias de profesionalización (y democratización) universitarias impulsadas por el Estado, procediendo a menudo a la inversa de las capacidades de absorción del mercado de trabajo.

¡»Chávez vive, la lucha sigue!» / «¡El que se cansa pierde!»

El «caso» venezolano caricaturiza las posibles lecturas de las políticas de transformación social: la autocracia y el sectarismo apuntalados por la oculta influencia de Cuba por un lado y por el otro los negocios imperialistas de EE.UU. obsesionados por la reconquista de su patio trasero de antaño. Estos dos marcos narrativos ponen espalda contra espalda al pasado y al presente, simplifican los antagonismos sociales, reforzándolos a la vez en función de las necesidades del momento. En la izquierda, la mayor parte de las opiniones sobre este proceso han oscilado entre la cáustica denuncia del «régimen» en nombre de la autonomía no negociable de los movimientos sociales, pasando paradójicamente por un institucionalismo liberal (re)conciliador; y el apoyo incondicional en el que se activarían como por arte de magia todas las utopías cualesquiera que fueran «los daños colaterales» (represión y hermetismo de los discursos), tan denunciados en otros contextos.

Sobre el terreno, no se puede eludir la necesaria comprensión socio-histórica y exhaustiva de las formas de Estado y de política que se pretende transformar, o acaso subvertir. Uno de los mayores escollos para la interpretación de los años de Chávez es la invocación a una polarización «primitiva», incluso «infantil». Muchos estudios muestran por el contrario que la caída continua y sostenida de la abstención ha innegablemente fortalecido la vitalidad democrática y la politización de las mayorías. La polarización existe bajo cualquier forma política como expresión de antagonismos y de identidades. Decididamente globalizada, Venezuela se ha convertido ante todo en el espejo de luchas existentes en todas partes del planeta, entorno a las legítimas fronteras de la razón de Estado y de la subversión (agrandándolas y deformándolas al mismo tiempo); luchas en las que las divisiones del mundo social toman los rasgos de profesiones de fe. De modo que dos encuestas sobre la «juventud» presentan en el mismo momento resultados diametralmente opuestos xxi .

En cuanto a las políticas socioeconómicas asociadas al «Socialismo del siglo XXI», hay que tomar en serio el hecho de que han coexistido con el predominio, en términos de creación de valor, de prácticas económicas típicas del capitalismo realmente existente: sobreexplotación de los recursos naturales, competencia globalizada del acceso a las asociaciones públicas-privadas (empresas del Sur incluidas), fuga de capitales, devaluaciones «competitivas». Agregado el hecho de que el despilfarro (tan desprestigiado) de los «petrodólares» trascendió por lejos los juramentos partidistas -con total impunidad-, las alternativas formuladas «desde arriba» y también «desde bajo» (autogestión, cooperativas, «socio-productivismo» comunitario) no han garantizado de forma estable ninguna clase de contra-hegemonía. En fin, si existe un giro autoritario en la gestión de la conflictividad social y partidista, debe comprenderse en función de ese contex to (y combatirse gracias a una crítica más aguzada de las formas de reproducción de las élites) , más que enviarlo al pasado como el producto de una antigua utopía ilusoria, contra la cual la Vieja Europa estaría definitivamente inmunizada.

Notas

i Fabrice Andréani, Mila Ivanovic y Thomas Posado. Respectivamente; Politólogo (IEP Paris / Ceraps), miembro de la revista Mouvements; Politóloga (CELARG, Caracas), miembro del Grupo de Estudios Interdisciplinario sobre Venezuela (Geiven); Politólogo (Univ. Paris 8), miembro del Geiven. Este texto es el resultado de la puesta en común de las observaciones in situ, entrevistas y testimonios, notas de prensa e investigaciones de campo sobre diferentes aspectos de la «revolución bolivariana».

ii Mediante el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez, y con la ayuda luego de un «pacto» anti-communista.

iii Mesa de la Unidad Democrática

iv Del mismo modo que los líderes de la oposición citados, pero que no fueron objeto de persecuciones sistemáticas.

v Reemplazando cerca de 20.000 opositores con obreros y técnicos chavistas.

vi Desencadenando un primer «movimiento estudiantil» antichavista. RCTV, cuya licencia expiraba en 2007, transmitía regularmente llamados a la ruptura extra-institucional desde abril de 2002…

vii De 10 a 140 $ entre 1999-2008: y alrededor de 100$ desde fines del 2009, luego de una breve caída en 2008 (30$).

viii A pesar de las inmensas reservas las infraestructuras quedan vetustas.

ix Maíz, arroz, frijoles negros, pollos, carne vacuna, de cerdo, aceite…El país vio declinar rápidamente su sector agrícola a partir de la regularización de la explotación del petróleo, en el período de entreguerras.

x Práctica a la cual se hallan más dispuestas las familias modestas (además de un mejor acceso al mercado negro).

xi PDVSA fue nacionalizada en 1976: la «apertura petrolera» introdujo «sociedades mixtas» a partir de 1989.

xii Del mismo modo que el tráfico de cocaína y de armas, muy importantes en relación al conflicto colombiano y a las rutas atlánticas.

xiii Contestada en el sector privado y poco respetada por el Estado-patrón: despidos restringidos, reducción de la semana de trabajo de 44 a 40 horas, nueva licencia por paternidad de quince días y prolongada a 26 semanas por maternidad…

xiv Frente a un dólar cuya demanda supera con creces la oferta estatal para los negocios de importación/exportación, lícitos o no (armas y drogas). Brecha del orden de 1 a 2 hasta mediados de 2012 (a pesar de algunos sobresaltos) que no dejó luego de profundizarse, 1 a 10 a fines de 2013.

xv De acuerdo con las cifras de la OIT, mientras que la producción creció más del 45% entre el 2000 y el 2012 el promedio de los salarios reales se redujo un 9% entre 2007 y 2012.

xvi Y en el transcurso de los días, también «guarimberos» improvisados asimilados por los chavistas a potenciales «paramilitares». Según una encuesta el 45% de la gente quiere que Maduro termine su mandato, el 15,8% considera que es necesaria una asamblea constituyente y el 26% quiere que se realice un referéndum revocatorio. http://puzkas.com/wp-content/uploads/2014/02/Venebarometro-Febrero-2014-DEFINITIVA.pdf

xvii Especialmente entre las profesiones liberales. Maduro ha anunciado por otra parte la instalación de una tarjeta biométrica de racionamiento para poner freno al contrabando de productos subvencionados, alimentando el mito del Estado «Cubazuela».

xviii Altos funcionarios y el empresariado «bolivariano» ocupando puestos claves en el circuito de acceso a las rentas.

xix Tildados indistintamente unos y otros como «ultra izquierda» por Maduro en enero de 2014 (y «anarquistas» por Chávez desde 2010)…

xx Testimonio en CNN de una manifestante en San Cristóbal, una de las ciudades más duramente golpeada por el conflicto.

xxihttp://www.gisxxi.org/articulos/la-juventud-del-cambio-de-epoca-en-venezuela-gis-xxi/ ; http://w2.ucab.edu.ve/noticias-ucab/items/ucab-presento-encuesta-de-juventud.html

Anexo bibliográfico:

Análisis al calor de la crisis (febrero-marzo 2014)

Marino Alvarado – www.mediapart.fr/journal/international/090314/au-venezuela-des-manifestations-quasi-insurrectionnelles

Élodie Brun – www.sciencespo.fr/opalc/content/le-venezuela-un-pays-violent

Gustavo Borges – http://misionverdad.com/pais-adentro/los-colectivos-y-los-territorios-de-fuerza-de-la-revolucion

George Ciccariello-Maher – http://www.contretemps.eu/interventions/lasalida%C2%A0-venezuela-crois%C3%A9e-chemins

Javier Corrales – www.infolatam.com/2014/03/19/javier-corrales-por-primera-vez-el-chavismo-siente-que-tienen-un-costo-su-politica-sectaria/

Roland Denis, «Izquierda, situación y precios» www.aporrea.org/actualidad/a181871.html

Franck Gaudichaud, «El debate hoy es cómo frenar la violenta ofensiva de la derecha neoliberal» www.rebelion.org/noticia.php?id=181839

Margarita López-Maya – http://prodavinci.com/2014/02/27/actualidad/que-paso-el-27f-y-que-pasa-ahora-en-venezuela-entrevista-a-margarita-lopez-maya-por-franz-von-bergen/

Suren Moodliar – www.counterpunch.org/2014/03/14/no-middle-road-on-venezuela/

Felipe Pérez Martí – www.2001.com.ve/con-la-gente/ex-ministro-felipe-perez-marti—si-no-hay-un-cambio-radical–el-pueblo-chavista-va-a-tumbar-a-este-gobierno-.html

Oscar Ratito – http://cqfd-journal.org/Crise-au-pays-du-petro-chavisme

Eduardo Rios – http://www.sciencespo.fr/opalc/content/venezuela-la-crise-saisie-par-ses-acteurs

Susan Spronk & Jefferey R. Webber – New Politics – http://newpol.org/content/february-traumas-third-insurrectionary-moment-venezuelan-right

Rafael Uzcátegui – www.derechos.org.ve/2014/02/21/rafael-uzcategui-resumen-express-de-la-situacion-venezolana-para-curiosoas-y-poco-informadoas/

Comunicados políticos (febrero-marzo 2014)

Consejo Popular Revolucionario – www.aporrea.org/poderpopular/n247258.html

C-CURA – http://laclase.info/nacionales/es-necesaria-una-respuesta-obrera-y-popular-la-crisis

[Marea Socialista vs. Partido Socialismo y Libertad] – http://alencontre.org/ameriques/amelat/venezuela/venezuela-quand-la-crise-sociale-explose-deux-points-de-vue.html#more-20329

Encuestas periodísticas (febrero-marzo 2014)

Rodrigo Blanco Calderón – http://prodavinci.com/2014/03/08/actualidad/febrero-los-pumas-tiemblan-de-colera-por-rodrigo-blanco-calderon/

Laura Weffe – http://www.lapatilla.com/site/2014/03/17/lo-que-hay-detras-de-las-guarimbas-trabajo-censurado-por-la-direccion-de-ultimas-noticias-elperiodismoprimero/

El Libertario, n°72 [dossier dédié] – http://www.mediafire.com/download/3k7z8rbkvqx56qo/Libertario72.pdf

The Guardian [cf. témoignages] – www.theguardian.com/world/guardianwitness-blog/2014/feb/21/venezuela-protests-demonstrators-tell-us-why-theyre-taking-part &

http://www.theguardian.com/world/guardianwitness-blog/2014/feb/27/venezuela-protests-the-other-side-of-the-story

Libros de referencia sobre Venezuela

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O. Compagnon, J. Rebotier, S. Revet, Le Venezuela au-delà du mythe, Chávez, la démocratie, le changement social, Paris, Les Editions de l’Atelier, 2009.

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F. Diez, J. McCoy, International Mediation in Venezuela, Washington D.C., United States Institute of Peace, 2011.

J. Eastwood, T. Ponniah (dir.), The Revolution in Venezuela. Social and political change under Chávez, Cambridge / London, Harvard University Press, 2011.

O. Folz, N. Fourtané, M. Giraud (dir.), Le Venezuela de Chávez: bilan de 14 ans de pouvoir, Presses Universitaires de Nancy / Éds. Univ. de Lorraine, 2013.

P. Guillaudat, P. Mouterde (dir.), Hugo Chávez et la révolution bolivarienne. Promesses et défis d’un de changement social, Mont-Royal, M éditeur, 2012.

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Fuente: http://mouvements.info/Les-bons-le-brut-et-les-truands%2c682.html

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