Creo que fue la última pregunta de Jordi Évole a Otegi en su programa de Salvados, y es una pregunta que si conjugada en tiempo futuro (¿Valdrá la pena?) me parece muy oportuna y útil, conjugada en pasado (¿Valió la pena?) no tiene sentido. Juzgar la conveniencia o no de un hecho después de sucedido […]
Creo que fue la última pregunta de Jordi Évole a Otegi en su programa de Salvados, y es una pregunta que si conjugada en tiempo futuro (¿Valdrá la pena?) me parece muy oportuna y útil, conjugada en pasado (¿Valió la pena?) no tiene sentido.
Juzgar la conveniencia o no de un hecho después de sucedido y hacerlo, además, en función de su supuesto resultado, es una estupidez.
¿Valió la pena que en el Estado español la mayoría decidiera en las urnas el triunfo de la República y los derechos y libertades que esta suponía? ¿Valió la pena después de cientos de miles de muertos y de exiliados, selladas las urnas y coronada de nuevo la monarquía? ¿Valió la pena cuando ochenta años después todo está por hacerse, incluyendo la república?
¿Valió la pena plantar un árbol para que días más tarde llegara la empresa maderera y arrasara el bosque? ¿Valió la pena educar a nuestros hijos en los mejores valores humanos para que tengan ahora que desenvolverse en una sociedad acreditada por el lucro, la ambición, el individualismo, la falta de escrúpulos o la violencia?¿Valió la pena que Jesucristo muriera crucificado para redimir al género humano a tenor de lo que estamos viendo?
La respuesta es sí, valió la pena, si uno tomó en conciencia la decisión que consideraba correcta, así fuera tarde, así estuviera solo, valió la pena si uno terminó haciendo lo que creía justo, aquello que se sentía obligado a hacer. Con independencia de su resultado, vale la pena hacer lo que, honestamente, uno creyó debido. Eso es lo único que vale la pena.
(Euskal presoak-Euskal herrira)
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