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Veinte tesis heréticas

Fuentes: Rebelión

Han concluido las importantes e impactantes jornadas de Herri Unibersitatea. En base a lo aprendido en tres días de debates y conversaciones con la juventud revolucionaria, desarrollo aquí veinte tesis heréticas que giran alrededor de una idea central: Las actuales direcciones político-sindicales, culturales, etc., del complejo entramado de medios de prensa, colectivos y organizaciones que […]

Han concluido las importantes e impactantes jornadas de Herri Unibersitatea. En base a lo aprendido en tres días de debates y conversaciones con la juventud revolucionaria, desarrollo aquí veinte tesis heréticas que giran alrededor de una idea central:

Las actuales direcciones político-sindicales, culturales, etc., del complejo entramado de medios de prensa, colectivos y organizaciones que forman lo que a grandes rasgos se denomina izquierda abertzale, están llegando al límite de su capacidad. A partir de este límite, se estancan primero y retroceden después porque las contradicciones siguen avanzando y les superan cualitativamente. La lucha de clases y dentro de ella la lucha de liberación nacional, responde a contradicciones básicas, objetivas y esenciales, que bullen al margen de la subjetividad si no está organizada revolucionariamente. La agudización de estas contradicciones va dando saltos: es lenta e imperceptible en períodos largos, pero brusca, intensa y desconcertante en momentos cortos y brutales.

Las formas superficiales de la lucha de clases varían en todo momento, siempre cambian de apariencia, se ablandan o endurecen y viceversa debido a una rica complejidad de circunstancias, que responden al final a la unidad y lucha permanente en las contradicciones del sistema. Mientras estas no sufren acelerones súbitos, en los periodos de «normalidad», las direcciones sociopolíticas pueden mal que bien estar a la altura de las circunstancias, pero se rezagan cuando la historia se acelera.

El distanciamiento creciente entre la velocidad de lo real y la lentitud o quietud de las direcciones cuando no su retroceso al pasado, es efecto del inevitable agotamiento teórico, intelectual y generacional de una concepción sociopolítica nacida en una fase de la lucha de clases en extinción irreversible. En estas fases de tránsito, la juventud, mejor preparada de lo que despectivamente cree el poder adulto, se organiza para tomar las riendas de la lucha: Flora Tristán, Blanqui…; Bakunin Jenny von Westphalen, Engels, Marx…; Rosa Luxemburgo, Lenin, Liebknecht…; Mao, Gramsci, Ho, Mariátegui, Durruti, Larrañaga, Dolores Ibarruri…; Amílcar Cabral, Ché, Fidel Castro, Sendic, Lumumba…; Txabi Etxebarrieta, Argala, Ángela Davis… Las direcciones adultas se resistieron a reconocer la valía de la juventud: los insultos de Kautsky a Rosa Luxemburgo. Muy pocos revolucionarios impulsaron la libertad de autoorganización y crítica de la militancia joven, Lenin fue uno de ellos.

Como generación adulta que se enfrenta a lo nuevo con una estructura mental y teórica en envejecimiento, ya no puede recuperarse en su totalidad excepto individualidades meritorias; y como generación formada en un contexto largo, la edad es secundaria porque la dirección adulta sólo apoya a jóvenes dirigentes ya envejecidos políticamente, sin radicalidad creativa, que no suponen riesgo. El problema, por tanto, no es únicamente el del reformismo de más o menos sectores de esa generación, que también, sino fundamentalmente el lastre plomizo de la generación adulta en sí misma, aunque en ella existan individualidades revolucionarias mentalmente jóvenes. ¿Solución?: impulsar direcciones política y teóricamente jóvenes.

1. Las trabas y dificultades puestas a Herri Unibersitatea muestran que el poder adulto es tan consciente del potencial emancipador de la juventud crítica que está dispuesto a todo con tal de derrotarlo. Las 203 identificadas e identificados por las fuerzas represivas en la madrugada del pasado 23 de febrero en la Escuela de Ingenieros de Bilbo, con el posterior aplauso de la UPV y el llamamiento de LAB para encontrar una «solución de modo dialogado y consensuado», son sólo unas víctimas más del incremento represivo que está padeciendo la juventud trabajadora vasca. Otro ejemplo más crudo aún lo tenemos en la muy racional y coherente desde los intereses del capital: la represión en Altsasu como pedagogía del miedo contra la juventud y el pueblo vasco.

2. Precarización, empobrecimiento, desempleo y subempleo, miseria e ignorancia sexo-afectiva y rampante sexismo machista, sobreabundancia de drogas legales e ilegales -una batalla perdida por la izquierda abertzale porque ha renunciado a iniciarla-, encarecimiento de la educación, intimidación cotidiana con la Ley Mordaza, etc., son realidades ya impuestas. El presente y las perspectivas de futuro son estructuralmente más duros que hace cuatro décadas. El capitalismo vasco tiene contradicciones nuevas, y no sólo formas nuevas de sus contradicciones permanentes. Sus efectos son más duros, pero, ante ello, la lucha de liberación nacional de clase sigue mayormente anclada al pasado.

3. Si estos debates hubieran sido hace10 o15 años, por ejemplo, la mayor parte de la asistencia hubiera pensado que se trataba de divagaciones abstrusas sobre teorías abstractas. Más aún, muy probablemente no se hubieran elegido esos contenidos. Pese a que la situación social, política y represiva era dura e iba a peor, existía una niebla ideológica, una ficción y autoengaño en amplios sectores: creían que la clase trabajadora había desaparecido, que todo era como esa paciente y democrática «clase media» que había dado 600.000 votos al PNV en 2001, que el «problema vasco» se revolvería parlamentariamente a pesar del rechazo español de febrero de 2005, que la «economía inteligente y de lo inmaterial» había acabado con el sucio capitalismo grasiento, que el «gran relato» marxista estaba muerto, que se podía «tomar el poder sin hacer la revolución» o que incluso no hacía falta ni tomar el poder porque la «gobernanza mundial» respetaría los derechos democráticos, que la juventud estaba integrada excepto un grupito enano infectado por el fugaz virus juvenil de la rebelión, que…

4. Pero a pesar de los cambios impactantes originados por la Gran Crisis desde 2007, todavía muchos sectores siguen atrapados por el agujero negro del interclasismo a la espera de que, por un milagro, el bloque sociopolítico que dirige el PNV gire hacia la democracia directa asumiendo el choque con la represión. A lo largo de su historia, este bloque ha huido del choque rompiéndose internamente varias veces; la última vez que pudo hacerlo fue en 2009-12 cuando se desplomó hasta los 306.000 en 2009 y se instauró un gobierno español directo y explícito, PSOE-PP, pero no lo hizo. Ahora tampoco.

5. La teoría marxista, ridiculizada como «divagación abstrusa», sobre la dialéctica de la historia fue confirmada de nuevo en 2007. La Gran Crisis era y es el resultado de los cambios «internos» y «externos» acaecidos desde los ’70, con especial importancia en 1984, 1989-91, 1997, 2001, 2008-11, etc. Cambios que debemos comprender con la dialéctica ente lo «endógeno», la explotación para obtener el mayor beneficio, y lo «exógeno», la dirección sociopolítica impuesta por la fracción dominante del capital mundial para quedarse ella con la mayor parte del beneficio, todo ello dentro de la lucha entre el imperialismo y la humanidad explotada.

6. A comienzos de 2016 la deuda global era el 286% del PIB mundial; para 2017 se espera la que deuda soberana de los Estados llegará a 41.852 billones de euros. Hay que saber el presupuesto general de EEUU para 2017 es de 1,5 billones de dólares, y que el español de 2016 no llegó a los 315.000 millones de euros: el capitalismo navega a la deriva en un océano huracanado de deudas impagables. ¿Quién las pagará, el capital o la humanidad explotada? La FAO advierte en su último informe que debido a la sinergia, a la dialéctica de las crisis múltiples, está en peligro el futuro de la alimentación humana. ¿Quién comerá, el capital o la humanidad explotada? La Gran Crisis es efecto y a la vez causa de esta dinámica objetiva en cuyo interior resulta decisiva la conciencia subjetiva organizada como fuerza revolucionaria. El alto beneficio de muy pocas empresas tecnologizadas, no compensa el retroceso o estancamiento de la gran mayoría de empresas obsoletas y endeudadas, las «empresas zombis» que desaparecerán, pero ¿a costa de quién? ¿del desempleo masivo? Lo decidirá la lucha de clases mundial.

7. A diferencia de la Crisis de 1929 y de las precedentes, y a diferencia del contexto mundial de 1970-91, la tendencia de la Gran Crisis es la de la agudización dramática de la opción entre socialismo o barbarie, tal como dijo Rosa Luxemburgo en 1915; entre comunismo o caos como dijeron los bolcheviques en 1919; entre la defensa de la vida y el avance de la «fase exterminista del capitalismo» como se teorizó en los ’80; entre, en suma, la «actualidad de la revolución» como demostró Lukács en los ’20 frente al capitalismo senil, en derrumbe, en declive histórico, en decadencia, etc., o en el menos malo de los casos, en «estancamiento secular», por citar algunos de los enriquecedores debates marxistas sobre la agudización de la lucha de clases.

8. Un informe reciente dice que para 2050 el capitalismo español habrá bajado al puesto 26, quedando en «economía mediocre». En 2007 ocupaba el puesto 9. Otro informe dice que la industria de la cultura en lengua española supone ya el 16% del PIB estatal, cuando hace cinco años era el 11%. Estos y otros estudios deben ser tomados como tendencias deducidas a partir de posicionamientos teóricos y estratégicos previos dentro de la dialéctica entre la objetividad y la subjetividad. Las pomposas «leyes sociales» son leyes tendenciales, es decir, dependen de la lucha de clases y de las disputas interburguesas, lo que significa que la burguesía española multiplicará exponencialmente todas las explotaciones, opresiones y dominaciones, para evitar caer hasta ese puesto 26, y la industria cultural ya tan importante, el 16% del PIB, será impulsada no sólo para ganancia económica sino también en la guerra cultural.

9. La simbiosis de la burguesía vasca con el Estado español se reforzará bajo estas presiones ya que si se hunde el Estado a la vez se hunde Hegoalde. Para evitarlo en lo posible, el PNV busca una autonomía de geometría variable, flexible, adaptable a la creciente dureza de la mundialización de la ley del valor protegido por el Estado español mientras que, en otras cuestiones, obedece sus órdenes: precarizar y amaestrar a la juventud como parte del pueblo trabajador, es una de ellas. De aquí lo peligroso que les resulta la estrategia de gazte boterea, de Herri Unibersitatea, etc.

10. Como lo ha demostrado el apoyo del PNV a la Capitalidad Cultural de Europa, a la mediana burguesía vascongada apenas le importan los efectos de la guerra cultural porque lo que busca es el incremento del turismo y el mantenimiento de su poder regionalista. Su monopolio de EITB, parcialmente repartido con el PSOE, le permite suavizar y desviar algunos de los efectos destructores de la guerra cultural. Para la juventud, sin embargo, la guerra cultural es una amenaza terrible porque también supone el 16% de los puestos de trabajo en el Estado. Más aún, el arma más destructora de la guerra cultural, el llamado «factor ñ», la producción directa de cultura patriarco-burguesa en español, supone ya casi el 3% del PIB estatal. El Estado debe impulsar esta industria para evitar hundirse hasta el puesto 26 en solo dos décadas. La LOMCE, el Plan Bolonia, la LOU en su tiempo, etc., son partes de la estrategia de privatización de la enseñanza del euroimperialismo, y consiguientemente de los Estados español y francés con sus matices.

11. Pero a los efectos de la guerra cultural debemos unirles los de la industria del turismo, muy fuerte en el Estado francés y arrasadora contra la juventud de Iparralde. En el Estado español el turismo al alza suponía el 10.9% del PIB y el 12,7% de empleo en 2014. Ahora es el 16% del PIB, lo mismo que la industria cultural. No hace mucho, Feijoo, presidente autonómico de Galiza, ensalzó el aprendizaje de la cultura inglesa porque crearía «buenos camareros» para el turismo, industria muy explotadora del ser humano y de la naturaleza que exige orden y ley, sumisión sonriente, narcocapitalismo y prostitución subterránea, y mercantilización de la cultura popular. Herri Unibersitatea se opone frontalmente a este futuro.

12. ¿Cómo nos hemos atrevido a ofrecer una visión sobre la juventud que integre tantas «ciencias sociales» oficialmente separadas entre sí? La sociología se define como la disciplina más sólida de las «ciencias sociales» y exceptuando algunos sociólogos críticos y hasta marxistas, la gran mayoría asumen en sus hechos que la sociología es una profesión asalariada como otra cualquiera, profesionales a sueldo directo o indirecto del Estado y de las instituciones del poder, o a sueldo de empresas privadas. No perdemos ahora el tiempo en la ya fácil crítica de las modas post. Nos interesa el papel conservador de la sociología. Por no retroceder hasta Comte en 1830, desde que Touraine, escribió a todo correr sobre la «sociedad postindustrial» para ayudar a la reinstauración del orden desde finales del mayo’68, el grueso de la sociología se empeña en demostrar que el capitalismo ya no es capitalismo; desde que en 1986 Beck hablara de la «sociedad del riesgo» diluyendo su contenido capitalista; desde que Manuel Castells escribiera sobre la «era de la información» en 1997; desde que Habermas reactivara el «patriotismo constitucional» llegando a su culmen en 2001 en el nacionalismo español; desde que tras el 15-M de 2011 la burocracia de Podemos hablase del «patriotismo de la gente», etc., desde entonces, la sociología en particular y las «ciencias sociales» en general, se presentan como el saber por excelencia, y ahora, contra toda evidencia, insisten en ser la luz que nos guía a la democracia.

13. En Euskal Herria, la fuerza de trabajo intelectual asalariada con dinero público, académicos, profesores, funcionarios, o directamente por el capital privado, sin olvidarnos de la Iglesia, ha sido en su gran parte un instrumento del poder cada vez más activo desde la llegada del PSOE al Gobierno de Madrid en 1982. La domesticación de las universidades fue un objetivo prioritario desde que nos impusieron la monarquía, al que se lanzaron UPN y PNV. La eficacia de alienación y de cooptación inherente al capital, el principio reaccionario de la superioridad del trabajo intelectual sobre el manual y la sumisión fetichista a la casta académica, la represión en sus infinitas formas y contenidos, los propios errores y debilidades de la izquierda, etc., todo esto explica la transformación de la universidad en fábrica de fuerza de trabajo complejo y de producción de ideología interclasista.

14. Conocer, controlar, integrar y reprimir a la juventud es un objetivo permanente de la sociología. La sistemática criminalización de Jarrai, en especial a partir del principio de los ’90 se basaba también en los estudios sociológicos sobre la vida e ideas de la juventud trabajadora: el estudio de 1995 sobre La subcultura de la violencia en la juventud vasca, fue sólo una parte del hacer político de la sociología. Comte fue un autoritario anti socialista. Durkheim, Weber y Pareto eran abiertamente anti marxistas y pro imperialistas de sus respectivos Estados. El eurocentrismo, la indiferencia ante la opresión patriarcal, la ignorancia consciente de las contradicciones del capitalismo, el marginalismo neoclásico, el positivismo, el neokantismo, y hasta el idealismo a favor de «religiones laicas», fueron elementos característicos de estos «padres fundadores», elementos casi todos profundizados en las múltiples escuelas sociológicas posteriores, excepto en muy contados casos.

15. Parsons tradujo en EEUU a los «padres fundadores» haciendo de la sociología un instrumento del capital y del imperialismo yanqui, y Merton, ayudado por el menchevique Sorokin refugiado en EEUU, elaboró la corriente estructural-funcionalista que justificaba la continuidad del capitalismo. La sociología, con el aporte de la antropología oficial y otras «ciencias sociales» es un pilar del orden. Las doctrinas de contrainsurgencia son elaboradas por grupos interdisciplinares de sociólogos, antropólogos, psicólogos, médicos que, bajo las órdenes de políticos y militares, aconsejan cómo mejorarlas, desde la obtención de colaboradores hasta las formas de tortura, desde la creación de grupos de la «sociedad civil» que hacen muecas y gestos por la paz abstracta, hasta la organización de eventos internacionales sobre libertades, derechos humanos, cultura, democracia…, siempre dentro de los parámetros ideológicos del capital.

16. En Euskal Herria el arma sociológica fue especialmente activada por el PSOE entre 1982 y 1986 para ayudar a elaborar la contrainsurgencia desarrollada en el Plan ZEN y la ofensiva para imponer la versión burguesa de los derechos humanos, de su paz. Había que aplastar los derechos sociales concretos, colectivos y populares. Frente y contra el derecho consuetudinario que, en síntesis, defiende el uso popular de los bienes comunes precapitalistas, la burguesía impuso por el terror y la coacción su derecho privado. No existe un único derecho para toda la humanidad, sino dos derechos que se enfrentan irreconciliablemente incluso dentro de aparato universitario: el del capital y el de la humanidad explotada. Y cuando esos dos derechos iguales y contrarios chocan: decide la fuerza.

17. Los derechos humanos burgueses son abstractos, secundarios y posponibles. Abstractos porque niegan la lucha y unidad de contrarios en toda situación: derecho burgués a hacer de la universidad su industria privada, contra derecho socialista de la universidad pública, estatal, comunal. Secundarios porque están supeditados al sacrosanto derecho de propiedad privada y de su seguridad, que es el derecho burgués en sí mismo. Y posponibles porque si alguna vez se concretase en algo su realización quedaría pospuesta, supeditada al superior derecho del propietario: el derecho de catalanes, gallego, vascos… al referéndum sobre su futuro, siempre quedaría pospuesto, si lo aceptase el propietario del Estado español, a su decisión, al derecho de rango superior de la «nación española» sobre el supuesto derecho de sus «regiones» siquiera a un simple referéndum.

18. Los derechos humanos socialistas son concretos, primarios e inmediatos y por eso mismo exigen, para su materialización, de la praxis revolucionaria de la clase obrera y del pueblo trabajador. Ahora bien, esto es incomprensible e irracional desde y para la ideología burguesa, sea contrarrevolucionaria, reaccionaria, conservadora o reformista. ¿Qué fuerza social, qué clase obrera, qué pueblo trabajador puede ejercer los derechos humanos socialistas si previamente se niega la teoría marxista de las clases sociales y de su lucha, del imperialismo y de la lucha de liberación nacional de clase, del feminismo trabajador y marxista? Los derechos humanos socialistas bucean a la raíz del problema: ¿de quién es Euskal Herria, del capital transnacional o del pueblo trabajador?

19. Abandonar de una vez el reaccionario bizantinismo de los derechos abstractos y luchar por los derechos concretos, no es tarea fácil. Lo primero que debe superarse es el idealismo, la fe en la remota posibilidad de que, en el momento crítico del choque de derechos antagónicos, puede llegarse a una «solución de modo dialogado y consensuado» como cree y pide LAB sobre la represión de Herri Unibersitatea. Hemos llegado al debate clásico entre reforma o revolución, es decir, a la posposición indefinida de la segunda, la revolución, a la primera, la reforma de modo que con el tiempo sólo se piense en la reforma, abandonándose la revolución. Lo contrario es la dialéctica entre reforma y revolución, en la que la reforma es parte táctica, pedagógica y acumuladora de fuerzas revolucionarias que luchan por objetivos históricos mediante estrategias antagónicas al poder: las conquistas y avances en reformas reales, concretas y positivas, victorias siempre necesarias, refuerzan la autoconfianza del pueblo y enseñan la interacción entre el programa mínimo y el máximo.

20. Ahora bien, para que la dialéctica entre reforma y revolución no sea engullida por el consenso y el diálogo, es necesario disponer de un programa máximo, de objetivos históricos claros en su sencillez radical y comprensible, de estrategias no asimilables que muestren cómo esos objetivos están presentes en las victorias tácticas obtenidas. Y es necesaria una organización revolucionaria que los haga presente con orgullo, que los argumente y explique, y que sepa descubrir el germen de lo nuevo entre las apariencias artificiales. Volvemos así a la tesis arriba expuesta: la militancia joven debe ir tomando la dirección.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.