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Venezuela gana estabilidad y gobernabilidad gracias a una base social sólida

Fuentes: Rebelión

¿Por qué si la supuesta crisis era el del modelo productivo venezolano, la crisis estalló en Brasil? Algo ha quedado demostrado y es que el modelo bolivariano adoptado en la última década ha ido más allá en lo económico y lo político, logrando una base social sólida, una organización popular -más allá de resultados electorales- […]


¿Por qué si la supuesta crisis era el del modelo productivo venezolano, la crisis estalló en Brasil? Algo ha quedado demostrado y es que el modelo bolivariano adoptado en la última década ha ido más allá en lo económico y lo político, logrando una base social sólida, una organización popular -más allá de resultados electorales- y quizá es por ello mismo que ha logrado salir airoso (por ahora) de la difícil coyuntura .

Más allá de los graves problemas reales, la crisis mediatizada, publicitada cartelizadamente por los medios privados venezolanos y -sobre todo- extranjeros, hoy existen múltiples señales que indican que el gobierno de Nicolás Maduro tiende a estabilizarse y consolidarse, luego del momento inicial de turbulencia que ha llevado a muchos, y no solo oposicionistas, a proponer las viejas y tantas veces fracasadas recetas neoliberales y también a reclamar que es hora de administrar y corregir, olvidando para siempre el camino socialista.

Sin embargo, economistas bolivarianos insisten en que este primer gobierno chavista, presidido por Maduro, debe tener una política económica que se diferencie radicalmente de las prácticas de sesgo monetarista, neoliberal y procapitalista que apuntan a «recobrar los equilibrios, las buenas prácticas y la competitividad del tipo de cambio» a costa de la reducción del costo laboral, contracción de las actividades productivas, pérdida de soberanía económica, desempleo y deterioro de los indicadores sociales.

Algunos (¿los más dogmáticos?) hablan de una «derechización» y se extrañan de presencia en Caracas de «asesores» vinculados a la socialdemocracia europea, desconocedores de la idiosincrasia y cultura vernácula, empeñados en sugerir modelos ya transitados con recorridos frustrantes, empeñados en detener una «radicalización» del modelo.

Nadie duda que en el país los puntos de tensión son múltiples y diversos, y van desde las demandas salariales (sobre todo de los sectores de clase media) y las reivindicaciones sociales, hasta los desencuentros geopolíticos con Colombia y Estados Unidos. Obviamente, los conflictos no desaparecerán con el gobierno de Maduro y mucho menos con una administración de la derecha, que eche por la borda todos los avances logrados en la última década.

El economista Simón Zúñiga señala que la difícil coyuntura económica y los continuos titubeos en el más alto (y nuevo) gobierno han impedido que hasta el momento se pongan en vigor una serie de medidas graduales, pero urgentes, para enfrentar los principales problemas económicos y financieros de corto plazo, entre ellos el repunte inflacionario y la alarmante desaceleración del Producto Interno Bruto.

Añade que ambos síntomas negativos tienen un punto en común: el ataque cambiario. Sectores económicos fácticos, nacionales e internacionales, han sido exitosos en la ejecución de una agenda que persigue ampliar la brecha entre el tipo de cambio oficial (6,3 bolívares por dólar) y el tipo de cambio paralelo (más de 30), ejerciendo una presión mediática para obligar al gobierno a devaluar, como efectivamente lo hizo en febrero pasado. «Es imprescindible desarmar de inmediato esta estrategia desestabilizadora que amenaza con consolidar un cuadro de estanflación (estancamiento con inflación)», indica..

Lo preocupante es que sectores importantes de la oposición no parecen dispuestos a aceptar por mucho tiempo una calma que consideran exasperante. Esos factores en lucha por la reconquista del poder, continúan, lamentablemente, buscando apoyos para un golpe y, mientras tanto, siguen jugando a la desestabilización. Hay, además, grupos paramilitares más allá de las zonas fronterizas (se produjeron detenciones en el estado Portuguesa y se denunció su presencia incluso en los alrededores de Caracas).

«La oposición venezolana es compleja y no la conforma sólo este o aquel partido, sino que existen importantes factores radicalizados de mucha influencia y poder de decisión. Todo indica que esos grupos han tomado a la vecina Colombia como plataforma logística para actuar sobre Venezuela, dada la beligerancia del expresidente Álvaro Uribe y las diferencias geopolíticas entre los dos países, que facilitarían estas actuaciones», expresó el politólogo opositor Leopoldo Puchi.

Se produjeron varias reuniones para planear la desestabilización venezolana, entre Uribe y la oposición, encabezada por Henrique Capriles Radonski, quien sigue acumulando frases célebres como ésta: «Tener Patria es tener dinero para ir al supermercado».

Es más, una conversación (hecha pública por el gobierno) entre la ultraderechista diputada María Corina Machado y el representante del Movimiento 2 D, Germán Carrera Damas, deja en claro que la derecha busca ayuda del gobierno estadounidense y sus agencias para realizar un golpe de estado. Según la conversación, Ramón Guillermo Aveledo, portavoz de la opositora Mesa de Unidas Democrática, pidió a funcionarios del Departamento de Estado agilizar por todos los medios posibles, incluida la opción putchista, la caída de la Revolución Bolivariana y terminar, de una vez por todas, con la conducción del chavismo.

Maduro y la gobernabilidad

Maduro ha logrado sortear una serie de dificultades lo que significa un incremento importante en los niveles de gobernabilidad. El presidente, que ha intentado liderar una campaña contra la inseguridad y la corrupción, ha logrado responder a las embestidas oposicionistas, ha tratado de responder a las presiones de sectores sociales y gremiales y ha evitado, sobre todo, que la calle se recaliente, asumiendo una presencia constante en todo el país, con su «gobierno de calle». Y, también, ha logrado dialogar con sectores opositores (entre ellos los empresariales)

Sin embargo, desde la propias filas chavistas, se le recrimina el rechazo a las críticas desde sectores de la izquierda y, sobre todo, la ausencia de la discusión sobre las últimas instrucciones del presidente Hugo Chávez el último gabinete de ministros del 20 de octubre de 2012 («Golpe de Timón»), y los llamados de atención sobre la ineficacia, la ineficiencia, la ausencia de seguimiento de las medidas y la corrupción.

Asimismo, se le critica la falta de investigación sobre la corrupción de cuello blanco (20 mil millones de dólares fugados, 15 mil millones más a través del Sitme, por ejemplo), la forma en que se negocia el restablecimiento de las relaciones con EEUU, el acercamiento a gobiernos europeos (obviamente de derecha), el «excesivo» elogio al papa.

En diciembre, Venezuela vivirá otro proceso electoral. Esta vez se escogerán alcaldes y concejales y la preocupación de las bases es la falta de participación popular en la selección de los candidatos del Gran Polo Patriótico chavista y, también, la ruta que se seguirá para seguir consolidando el Estado comunal.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.