Venezuela sigue en cuarentena por el COVID-19. Entra ya en la quinta semana de una medida temprana, respecto a otros países del continente. Una reacción rápida que parece, hasta ahora, haber dado resultado. Las cifras oficiales al domingo muestran 181 casos, con 93 pacientes recuperados y nueve fallecidos.
Además, se verifica una progresión muy lenta del contagio, muy lejos del crecimiento disparado del virus en Estados Unidos e incluso de dos vecinos de Venezuela, como Colombia y Brasil, que ya es el país centro de la pandemia en América Latina, con más de 20 mil casos y más de 1.100 fallecidos.
Incluso el avance del nuevo Coronavirus en Sudamérica trajo otro fenómeno: la vuelta apresurada de miles de ciudadanos venezolanos por la frontera con Colombia, procedentes de ese país y del Ecuador, escapando del avance del virus, que multiplicó los casos de xenofobia y discriminación. Claro está que los medios que tanto hablaron de la salida masiva de venezolanos, ahora, no muestran el fenómeno inverso.
Además de una situación hasta ahora controlada en esta crisis del COVID-19, Venezuela puede mostrar también sus acuerdos internacionales, lo que le garantizaron medio millón de pruebas rápidas compradas a China, mientras está en camino toneladas de ayuda de Rusia, e incluso de Naciones Unidas. Y también donó a los países del Caribe pruebas para que puedan detectar el virus en sus territorios e impedir que se propague.
Pero las noticias alentadoras en Venezuela están siendo opacadas por un horizonte sombrío, el que viene del norte, en el Mar Caribe, donde según anunció el presidente estadounidense Donald Trump se desplegará un dispositivo naval para enfrentar el tráfico de drogas, que -inventan ellos- proviene de Venezuela.
Ya sabemos que la acusación contra el Estado venezolano por promover el narcotráfico es un invento que no está sustentado en estudios de losen materia de tráfico de drogas. Pero EEUU apenas comienzan a vivir el drama del COVID-19, y de la peor manera: ya tienen casi 560 mil contagios, y más de 21 mil muertos, la progresión es exponencial y ya es el país con más muertos, superando a Italia y a España.
Ciertamente, una crisis en pleno año electoral, que puede acelerar los planes de EEUU contra Venezuela. Sobran los ejemplos históricos de cómo Washington desvía la atención sobre sus propios problemas buscando enemigos fronteras afuera.
¿Tendrá que ver con esto la decisión de Washington de apartar al autoproclamado presidente interino (quien toca el piso de su credibilidad) Juan Guaidó del centro de la escena, proponiendo una transición que -se sabía- sería rechazada por el gobierno de Nicolás Maduro?
Las amenazas de Trump vinieron también a sabotear una negociación entre el gobierno y la oposición, incluso con algunos sectores intransigentes, que buscaba generar las condiciones para unas elecciones parlamentarias con participación de todos los sectores en el segundo semestre de este año.
A esto hay que sumarle los planes fracasados de ingresar armas a territorio venezolano desde Colombia, por parte de un ex general venezolano que ahora ya está en EEUU y un situación cada vez más tensa en la frontera colombo-venezolana.
Todo ello viene sazonado con una retahíla de rumores lanzados por medios hegemónicos y a través de redes sociales, que van desde falsos positivos en el Mar Caribe hasta acciones gringas en territorio venezolano.
Pero por ahora, sólo la Agencia Federal de Noticias de Rusia, Riafan, publicó el sábado que dos aviones de los Estados Unidos fueron espantados de espacio aéreo venezolano en el Mar Caribe cuando el piloto de un Sukhoi 30MK2 se aprestó a dispararles. Esta información, que incluso fue tuiteada por el nuevo embajador de Rusia en Caracas, no fue confirmada por las autoridades venezolanas.
Mientras tanto, los halcones del gabinete chico de Trump no aflojan en sus diatribas, Elliott Abrams en una conferencia en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales dijo que pronto se tomarían nuevas sanciones. “Solo digo que, si piensan que la situación en Venezuela mejorará en los próximos seis meses, se equivocan: empeorará”, sentenció.
Paralelamente, funcionarios estadounidenses han llamado a la mayoría de los proveedores de combustible de Venezuela para que eviten enviar gasolina a la nación afectada por la crisis. El gobierno de Nicolás Maduro denunció que no puede refinar combustible porque Estados Unidos le bloquea el ingreso de aditivos. Hoy por hoy, casi no se vende gasolina en Venezuela, sólo a vehículos exceptuados de la cuarentena, y aún así, las colas son kilométricas.
Pero también continúa en EE.UU. el cuestionamiento a las políticas hacia Venezuela. Un reportaje del New York Times advierte que “una pandemia despiadada no es el momento para despliegues navales” y el Fondo Carnegie señala que “el Coronavirus está forzando a una reconsideración urgente de las herramientas y prioridades en cuestiones de seguridad diplomática y nacional. Y esto incluye las sanciones”.
Asimismo, más de 40 líderes progresistas del Grupo de Puebla expresaron su fuerte condena al bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba y Venezuela, al tiempo que pidieron respetar los procesos legítimos y soberanos de los países.
Ya hablan de la pospandemia
En momentos en que avanza la pandemia universal del COVID-19, los valores de la actuación colectiva han cobrado mayor relevancia frente la noción de la supervivencia individual, al igual que los principios de solidaridad y cooperación, que se han colocado por encima de la competencia y los intereses parciales. Y ante este panorama es que ya se habla de una etapa pospandemia. ¿Ciencia ficción?
En el caso latinoamericano, esto debería empujar los procesos de integración, lo que obligaría a superar la ideologización actual del Mercosur. Del mismo modo, se puede prever una mayor consolidación de la multipolaridad, con una cierta disminución del peso geopolítico estadounidense.
En el caso de Venezuela, se trataría de reconstruir una economía sobre la que gravitan las consecuencias de políticas macroeconómicas erradas y una mala gestión pública, los muy duros efectos del bloqueo financiero y petrolero y ahora el impacto del Coronavirus.
Con bastante seguridad, esa reconstrucción se hará desde la perspectiva de los valores que se han fortalecido en el mundo con la pandemia, es decir, los principios de solidaridad, cooperación, atención social y preeminencia del interés de lo público. A diferencia de las dos últimas décadas del siglo pasado, estos valores son hoy dominantes en la población y la mayoría de los distintos sectores dirigentes, señala el politólogo venezolano Leopoldo Puchi.
Pese a las amenazas constantes desde Washington, el punto central de una reconstrucción residiría en el incremento de la capacidad de gestión de lo público, las políticas que estimulen la activación del sector privado y la estabilización política por medio del diálogo y los acuerdos, arriesga Puchi.
Por ahora, Venezuela puede blandir buenos resultados en la etapa inicial de la lucha contra la pandemia, en la segunda etapa el gobierno ya anunció que seguirá con la misma estrategia: otro mes (al menos) de aislamiento social y búsqueda de casos con las pruebas rápidas chinas. Hasta aquí, los agoreros de la peor debacle sanitaria por el Coronavirus en Venezuela se han tenido que llamar a silencio.
* Marcos Salgado es Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTv en Venezuela. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
Fuente: http://estrategia.la/2020/04/12/venezuela-hace-frente-al-covid-19-y-a-trump/