La atención de los medios en la figura de Hugo Chávez significa que las voces de los partidarios del gobierno provenientes de los movimientos populares son raramente escuchadas.
Han transcurrido un poco más de once años desde que Hugo Chávez asumió la presidencia en Venezuela, luego de una aplastante victoria electoral que desplazó del poder a los desacreditados partidos tradicionales. Desde entonces, Chávez ha presidido un radical y controvertido proceso de reformas que ha sido cada vez más vilipendiado por los grandes medios – y los medios de habla inglesa no han sido la excepción.
Los medios de derecha, como el canal Fox News de Rupert Murdoch, regularmente se refieren a Chávez como un dictador, a pesar de que se han realizado doce elecciones nacionales durante su presidencia -la mayoría de las cuales han sido objeto de niveles sin precedentes de escrutinio por parte de los observadores internacionales-, siendo sistemáticamente declaradas como libres y justas.
Más sorprendente para muchos ha sido la posición adoptada hacia el gobierno de Chávez por los medios generalmente vistos como «liberales». Por ejemplo, la cobertura que sobre Venezuela hace la BBC ha sido cuestionada recientemente. En diciembre de 2009, investigadores de la University of the West of England publicaron los resultados preliminares de un estudio que cubre diez años. De 304 reportajes de la BBC relacionados con Venezuela, publicados entre 1998 y 2008, los investigadores encontraron que sólo tres de ellos mencionaban cualquiera de las reformas positivas del gobierno de Chávez, tales como los programas de reducción de la pobreza, que han disminuido en más de la mitad los índices de pobreza, de 46,5% en 1998 a 23% en 2009. En lugar de esto, los reportajes de la BBC se han caracterizado por insinuaciones sobre el poco respaldo electoral de Chávez, e incluso comparó a Chávez con Hitler en una oportunidad. La investigación también sugirió que la BBC no ha estado a la altura de su compromiso con la imparcialidad, la verdad y la exactitud.
En este contexto de distorsionada cobertura mediática sobre Venezuela, decidí realizar un documental sobre la situación política actual de este país. Filmado en la capital, Caracas, en noviembre de 2008, justo antes del décimo aniversario de la primera victoria de Chávez en las elecciones presidenciales, mi intención fue ofrecer a la audiencia fuera de Venezuela una narrativa alternativa a la visión de los grandes medios. Entonces pensé que para una mejor comprensión del proceso en curso en Venezuela, eran esenciales dos cosas.
La primera de ellas era alejarse de las interpretaciones simplistas que centran virtualmente todo el desarrollo de los acontecimientos en Venezuela alrededor de la figura de Chávez, y en su lugar proporcionar una tribuna a las voces de los partidarios del gobierno provenientes de los movimientos populares. Los grandes medios normalmente ignoran a estas personas, pero ellas son esenciales en la conducción del proceso y deberían estar en el centro de la historia.
La segunda era proveer alguna información básica de contexto sobre el tipo de democracia existente en Venezuela antes de la presidencia de Chávez. Sólo de esta manera puede entenderse la simpatía que alguien como Chávez despierta en amplios sectores de la sociedad venezolana.
Quería ofrecer una interpretación de los acontecimientos en Venezuela que superara la perspectiva histórica de los grandes medios, que promueven la idea de Chávez como figura bufonesca, incapaz de suscitar apoyo racional.
Estaba motivado por la experiencia que tuve mientras viví y trabajé en Venezuela, entre 2005 y 2007. Durante ese tiempo, inicialmente trabajé como investigador para el documental de John Pilger The war on democracy (La guerra contra la democracia), que explora las brutales intervenciones de los sucesivos gobiernos estadounidenses contra la democracia en América Latina.
Para mi investigación dialogué con venezolanos de todos los sectores de la sociedad, pero especialmente con partidarios del gobierno provenientes de los movimientos populares y activistas comunitarios de los barrios que rodean Caracas. Estos activistas me comentaron de manera reiterada que estaban al tanto de la obsesión de los medios internacionales con Chávez el individuo y estaban frustrados porque sus voces eran ignoradas por los medios extranjeros, a diferencia de las de sus opositores internos y externos. Admiraban las cualidades de Chávez como líder y reconocían su carisma, pero la mayoría insistía en que ellos eran la verdadera fuerza detrás del proceso de cambio radical en Venezuela.
Este punto de vista lo ilustran las palabras de Joel Linares, un activista cristiano de base del barrio El Winche, en el extremo este de Caracas: «Aquí sólo hay un líder y se llama el pueblo». Las opiniones de Linares y de otros como él ponen de relieve el papel de la gente común que encabeza la lucha por redefinir la democracia venezolana que los grandes medios no son capaces de o no están dispuestos a reflejar.
No es correcto que los periodistas, que son vehículos para la interpretación de la realidad, tengan permitido cubrir superficialmente o ignorar los puntos de vista de más de las tres quintas partes de la sociedad venezolana. Chávez ganó las elecciones presidenciales de 2006 con el 62,8% de los votos. Todo hace pensar que los niveles de cobertura distorsionada de la realidad venezolana se incrementarán en el período previo a las elecciones parlamentarias de septiembre.
Existen otras amenazas a la democracia venezolana que son claras y actuales: como la amenazadora retórica anti-Chávez proveniente de importantes sectores de la administración Obama, la creciente militarización de Colombia con ayuda estadounidense, y el apoyo renovado de Estado Unidos a las dictaduras en la región (luego del derrocamiento de gobierno democráticamente elegido de Manuel Zelaya, en Honduras, el año pasado).
A pesar de sus defectos (que son muchos), la democracia venezolana se ha profundizado con Chávez y ahora está al servicio de las mayorías y no de unos pocos. Aquellos de nosotros que creemos en el derecho soberano de los venezolanos a escoger su propia forma de democracia, tenemos la obligación de defender el proceso en ese país de los ataques y las intervenciones extranjeras, sean militares o propagandísticos. También debemos garantizar que la «otra» Venezuela, que los grandes medios se niegan a cubrir, sea escuchada.
Traducción: Reinaldo Iturriza López / http://saberypoder.blogspot.com/
Fuente: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/cifamerica/2010/apr/09/venezuela-hugo-chavez