Venezuela se ha convertido, por obra y gracia de los enemigos del proceso revolucionario, en uno de los países-laboratorio sobre el que se utilizan todos los métodos de desestabilización imaginables. Muchas veces se llegan a combinar hasta tres vías conjuntas de ataque a la acción del gobierno, impulsando, por un lado, una intensificación en la […]
Venezuela se ha convertido, por obra y gracia de los enemigos del proceso revolucionario, en uno de los países-laboratorio sobre el que se utilizan todos los métodos de desestabilización imaginables. Muchas veces se llegan a combinar hasta tres vías conjuntas de ataque a la acción del gobierno, impulsando, por un lado, una intensificación en la guerra económica prolongada que afecta al pueblo en todos sus estamentos, junto a campañas mediáticas que en un tono abiertamente difamatorio ocultan los avances producidos en los últimos años en materia de educación, salud, vivienda y otros rubros fundamentales. A todo esto, por si no fuera suficiente, se agrega el continuo trajinar de elementos paramilitares que, llegados desde Colombia, se instalan en barrios periféricos de Caracas o de otras grandes ciudades del país. Desde allí, operando directamente en el mercadeo de drogas, generando actividades delictivas o enmascarándose entre la población, permanecen como «células muertas» esperando el momento indicado para pasar a la acción. Todos estos elementos son parte de una propuesta destructiva que buscan minar el cuerpo social revolucionario, en aras de arropar a una oposición que no encuentra salidas por vías legales y se enfrasca cada tanto en promover acciones violentas.
Últimamente se ha ido también instalando en este escenario desestabilizador un nuevo componente de mayor calado y significancia. Se trata de la «conspiración de los presidentes», todos ellos pertenecientes a la derecha europea y latinoamericana. La totalidad de estos personajes han sido repudiados por sus respectivos pueblos, y sin embargo, ahora tratan de meter sus narices en el proceso venezolano, dando consejos, arropando a la oposición derechista, o abrazando a las esposas de los detenidos Leopoldo López y Antonio Ledezma, responsables políticos de las violentas «guarimbas» que han costado la vida a numerosas personas. A las visitas injerencistas del ex presidente español Felipe González, máximo responsable de los GAL («escuadrones de la muerte» que asesinaron a militantes vascos), hay que agregar también el concurso de otros ex gobernantes, como el ultra derechista español José María Aznar, el colombiano Andrés Pastrana, el mexicano Felipe Calderón y el golpista boliviano Jorge «Tuto» Quiroga. El pasado 24 de junio, todos ellos habrían generado un encuentro a puertas cerradas en el marco del Parlamento Europeo, con la intención de preparar una misión de la eurocámara para visitar Venezuela entre el 18 y 19 de julio próximo. El fracaso de la reciente visita de González, quien en su huída de Caracas, repudiado no sólo por el presidente Nicolás Maduro sino también por la unanimidad de los sectores revolucionarios chavistas y recibido con bombos y platillos por el presidente colombiano Juan Manuel Santos, quien le envió un avión para recogerlo, ha provocado dudas sobre si esta misión acabará de concretarse. Pero de todas maneras, tanto González como Aznar han estado muy activos recibiendo en Madrid recientemente a las «viudas» (como irónicamente las denomina la jerga popular venezolana) de López y Ledezma, y prometiéndoles defender a sus esposos de la «dictadura» chavista.
Este engranaje conspirativo está alentado y financiado económicamente por diversas organizaciones ligadas a Estados Unidos y su Central de Inteligencia. Es el caso de la Nacional Endowment for Democracy (NED), el International Republican Institute (IRI), el National Democraty Institute (NDI), la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD), la Freedom House, y la europea Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), timoneada por Aznar y el presidente español Mariano Rajoy. A través de todas estas siglas se canalizan financiamientos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) para distintos programas, que incluyen eventos, conferencias, talleres, proyectos de capacitación, formación de nuevos líderes y otros emprendimientos supuestamente legales, pero que en esencia tienen como propósito incentivar la subversión en países como Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y otros de posiciones progresistas. Es de esta manera y no otra que la cubana Johanny Sánchez o las venezolanas Mitzi Capriles y Lilian Tintori viajan por todo el mundo, siendo recibidas por alcaldes derechistas como el argentino Mauricio Macri, por el ex presidente chileno Ricardo Lagos o por el Instituto Lula brasileño, ligado a sectores involucionistas del Partido de los Trabajadores.
En el 2013, informaciones reveladas señalan que la NED destinó sumas superiores a 1.700.000 dólares en función de desarrollar más de 25 programas subversivos contra Venezuela, todos encaminados al trabajo con los jóvenes. Otros datos similares, confirman que el Departamento de Estado norteamericano ha destinado en varias ocasiones varios millones de dólares para financiar medios y periodistas venezolanos y de esta manera incentivar la campaña de terrorismo mediático contra la Revolución Bolivariana.
Gran parte de estos fondos se conjugan también con el accionar desestabilizador que irradian medios europeos como «ABC», «El País» y «El Mundo», o financiando eventos de fundaciones derechistas en España y Francia.
Como ejemplo de este accionar, sólo basta mencionar el reciente Campus FAES, realizado en la localidad española de Guadarrama, entre el 29 de junio y el 5 de julio, donde además de Aznar y Rajoy, se contó con la presencia del ex presidente francés Nicolás Sarkozy y la plana mayor de gobiernos de derecha europeos. Allí, junto al director del diario El Nacional de Caracas, Miguel Henrique Otero, participó otra vez como «invitada de honor», Mitzy Capriles de Ledezma, quien se explayó a sus anchas contra el «totalitarismo chavista» en la Mesa dedicada a Venezuela y titulada: «Democracia, populismo y dictadura».
Por su parte, Lilian Tintori de López se dirigió a los presentes desde Caracas, por teleconferencia, expresando: «Mi país es víctima de los atropellos del odio y de escandalosos índices de corrupción, violencia y muerte».
Parecidas campañas a las que se desarrollan contra Venezuela, se reproducen en Ecuador, donde el derechista alcalde de Guayaquil, Jaime Nebod, quien actualmente alienta manifestaciones violentas para desestabilizar al gobierno de Rafael Correa, también figura en el listado de favorecidos por la NED y la USAID norteamericana. De allí, que no sorprenda su continua retahíla de discursos agresivos contra Venezuela y Cuba, llamando a sus seguidores a levantar consignas de repudio a la «venezolanización del Ecuador».
Por último, es importante atizar la memoria sobre el pasado reciente de muchos de estos personajes que confrontan totalitariamente contra las democracias participativas del continente. Todos ellos, como Presidentes, llevaron a sus pueblos a situaciones extremas de crisis económica, altos niveles de desocupación y respuesta represiva frente a la resistencia popular a sus recetas neoliberales.
Andrés Pastrana es junto a Alvaro Uribe Velez, uno de los peones de la política norteamericana en Colombia y en la región. Sus vínculos con la derecha de Miami y la organización terrorista Fundación Nacional Cubano-Americana son evidentes, tanto que esta última organización le financiara la campaña presidencial de 1994.
Otro que bien baila es Felipe Calderón. Durante su gobierno se intensificó el crimen organizado y la narco política en México, con el consecuente deterioro de los Derechos Humanos en ese país, generando condiciones de ingobernabilidad y corrupción política. Sólo en 2009, el apoyo financiero de EE.UU a México fue de más de 780 millones de dólares, destinados fundamentalmente a favorecer la injerencia en el país.
Durante el gobierno del derechista boliviano Jorge «Tuto» Quiroga se produjo un aumento significativo de la corrupción político-administrativa en el país, acompañado por un incremento de la pobreza, la discriminación el deterioro social. A sabiendas de que es un «cadáver político» en Bolivia, donde la imagen positiva de Evo Morales sigue en ascenso, Quiroga busca proyectarse internacionalmente subiéndose al tren de la conspiración contra el gobierno y el pueblo de Venezuela. Detrás suyo está el dinero y el respaldo de la Democracia Cristiana europea, la Fundación Internacional Libertad y ese conjunto de personajes fascistas y neoliberales que conforman Unoamérica.
Aznar y Felipe González son dos caras de la misma moneda. Ambos han sido protagonistas de la destrucción de la economía española, haciendo ascender las tasas de desempleo y pobreza a términos que no se veían desde los años de la post-guerra civil. Artífices de todos los instrumentos represivos de uso corriente en el Estado español (ley antiterrorista, parapoliciales, torturas sistemáticas a disidentes políticos, ley mordaza,etc), el PP y el PSOE no pueden dar lecciones de democracia a nadie y mucho menos al pueblo venezolano. De allí que todas estas campañas desestabilizadoras, más allá del daño que provocan, se estrellen una y otra vez con la realidad. Como bien dicen los presidentes Nicolás Maduro y Rafael Correa, refiriéndose a sus opositores internos y externos: «Si quieren apoderarse del Gobierno, los esperamos en las urnas».
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