Un poder basado en el control, el castigo y la humillación del disidente es analizado por este catedrático de Humanidades. Su tesis es que este Gobierno reedita las formas de la inquisición medieval.
¿Qué implica para usted este cuestionamiento a secciones como Lunes Sexy o a comedias de televisión que un grupo de personas considera discriminatorias y por ello las denuncia en la Supercom?
Una de las características más notorias, perfectamente visibles incluso físicamente, es la ambición del Gobierno actual de controlar absolutamente todo. Para cada grupo humano, para cada institución, para cada grupo social, acción laboral… existen uno, dos, cuatro organismos de control, que han proliferado en los últimos tiempos. Un caso, la universidad está supeditada a la Senescyt, al Ces y al Ceaaces; además de los órganos internos de control. Es como una omnipresencia del poder, que controla absolutamente todo. Para controlar a la comunicación, a los gremios y a los medios tenemos a la Secom, bajo cuyo control han pasado todas las entidades no gubernamentales que tienen que ver con la comunicación; está la Cordicom, la Supercom, la Ley de Comunicación. En todos los ámbitos de la sociedad hay varios organismos de control, cada uno con una enorme autonomía y poder de sanción, además de leyes, reglamentos… Estamos viviendo, a mi modo de ver, una suerte de Estado policial, se reedita el Estado de vigilancia absoluta, el panóptico total y yo lo calificaría como algo más retrógrado aún: vivimos una sociedad en donde la inquisición ha sido reinaugurada.
¿Por qué la inquisición?
Estamos viviendo una inquisición laica, porque si se mira a todos los juzgados, perseguidos, condenados o sentenciados por el poder, se les castiga sistemáticamente en tres aspectos: uno, cárcel, el castigo al cuerpo; dos, necesariamente piden algo que es propio de la inquisición y es una exigencia de perdón, disimulado con disculpas públicas, que en el fondo pretende llevar a la humillación de que el acusado se inculpe, reconozca haber cometido una falta gravísima; literalmente solo faltaría que les pidan que se arrodillen exactamente como hicieron con Galileo Galilei, pero esas eran otras épocas. Lo de Galileo es de 1633, cuando arrodillado, con las manos en la Biblia, tuvo que decir que estaba equivocado. Que juraba que estaba equivocado y que se comprometía a no repetir nunca más, una disculpa que el fondo es una inculpación. Porque que te castiguen desde la exterioridad es entendible, pero que tú mismo termines humillándote… Y la otra es lo que, además de inquisición laica, calificaría de capitalista. El capitalismo del siglo XXI: a todos cobran una sanción económica. Cuarenta millones acá, diez millones acá, a Jiménez 140 mil dólares, a El Universo, a Extra… Me imagino que si continuamos con esta locura de exorcizar el mal, según ellos, terminarán sancionando absolutamente a todos. Me parece que es una especie de escalada: primero a los gremios, luego los medios, las instituciones y ahora pasamos a los programas de televisión. Ya han mostrado lo ejemplar que puede ser la sanción a los periodistas, ahora vamos a los programas. Me parece que es una especie de cruzada moralista, de una moralina, que es una falsa moral, que curiosamente quiere moralizar al país. Ante esto, es altamente probable que haya una comunicación de malgusto, que incluso sea banal, trivial, y francamente vulgar, pero…
Pero estas personas no hablan de vulgaridad sino de derechos violentados, de discriminación…
Bueno, pero entonces que se lo haga de modo coherente. Quién es el que más infringe derechos en el Ecuador: la máxima autoridad. La señora Soledad Buendía, que denunció el tema del Lunes Sexy, fue discriminada, insultada y vejada en sus derechos por el Presidente. No la escuchamos decir entonces que había una infracción a sus derechos, que la estaban castigando al silencio, que es otro castigo de la inquisición: la inquisición castigaba al silencio, era un castigo religioso: no hablar, no intervenir, no dar conferencias… La castigaron al silencio, es una teología política. Si vamos a defender los derechos defendamos todos.
¿Pero cómo o quién determina la aplicación de esos derechos?
Los derechos deben ser en última instancia observados por el Estado, es lo correcto. Pero ¿quién resuelve cuándo realmente se cruza la frontera de infracción al derecho? Porque la sociedad nuestra es discriminatoria, culturalmente hablando; entonces, cómo controlamos que no hayan chistes sexistas, o racistas o discriminatorios. Porque entonces no vamos a poder contar chistes ni de los pastusos.
Eso es lo que reclamaba Alfredo Pinoargote y el reclamo se convirtió en sanción para el conductor de Contacto Directo.
Claro. Me parece que hay un afán moralizador, pero me gustaría señalar algo clave. En filosofía jurídica las leyes tienen varios fines. Uno, evidentemente, es mejorar las relaciones sociales, para que la gente se lleve mejor; otra función es proteger los derechos; pero otra función, y esto desde el siglo 18, es proteger a los ciudadanos del abuso del poder, y en el Ecuador sucede exactamente al revés: que las leyes están diseñadas para proteger al poder de la acción ciudadana. De ahí es donde surgen estas figuras de linchamiento mediático y otras que curiosamente buscan proteger al poder. Ahí me parece que es altamente discutible el objetivo de las leyes que han aprobado.
Pero se dice que el linchamiento mediático protege a los ciudadanos de los abusos de la prensa.
Pongamos un ejemplo un poco grotesco. ¿A quién se puede hacer un linchamiento mediático? ¿Al conserje de una institución? No, porque no tiene el perfil para ello. Pero el periodismo sobre quién va a poner la mirada: sobre el funcionario, sobre el personaje público. Por eso la ley está diseñada para proteger al poder, no al ciudadano. Dicen: estamos protegiendo a la mujer, pero esa es una protección abstracta; resulta que ellos mismo infringen los derechos de la mujer, los chistes sexistas que el Presidente hace en las sabatinas no han sido observados. O realmente defendemos los derechos de modo integral o es una parodia. Para defender los derechos hay que hacer promoción, educación y no sanciones. Las sanciones no son la mejor forma de mejorar la comunicación. Las sanciones provocan autocensura. Hasta aquí, miren a quién han sancionado. Si Martha Roldós presenta su denuncia por linchamiento, se desecha; si hay una acción en contra de un funcionario, entonces se sanciona. Estamos ante un sistema único en el cual las leyes están diseñadas para proteger al poder.
Volvamos a los afanes inquisidores. ¿Por qué esa asociación con la inquisición medieval y, sobre todo, por qué hay un contexto para que esta inquisición se instale en una sociedad moderna?
Todas las sanciones de la nueva inquisición tienen tres fines: castigo al cuerpo, humillación pública y multa económica.
Obviamente se trata de la consolidación de un nuevo poder. En ciernes hay nuevos ricos, hay nuevos depositarios de la administración del poder. Imagino que quieren consolidarse, que quieren asegurar eso. Y es bueno siempre tener un afán controlador. El paraguas, la coartada teórica es que como antes el Estado hacía poca presencia, ahora llenan ese vacío como una omnipresencia, a mi modo de ver humillante y oprobiosa, que controla absolutamente todo. Y no solo a los periodistas, a los profesores, policías, taxistas, vendedores, esa es la inquisición, y por qué se parece tanto: porque curiosamente el mismo órgano que sanciona es el que denuncia. Una cosa es que entre dos personas haya un desacuerdo y el uno denuncia al otro y eso resuelve un tercero. Acá, el mismo órgano que te acusa es el que te va a sancionar. Así funcionaba la inquisición: la Iglesia Católica es la que te denuncia, quién te va a juzgar, quién te llama a la audiencia de estrados, la misma. Y quien sanciona, y además es inapelable. En la Súpercom, quién denuncia, una asambleísta, gente vinculada al mismo partido, entonces nunca se ha visto semejante equipo corporativo, los del mismo grupo, entonces la autoridad se hace cargo y acepta la denuncia, convoca, presenta las pruebas, sanciona y es inapelable. Y las sanciones, todas, tienen estos tres fines: castigo al cuerpo, el silencio, el pedido del perdón, y una cosa novedosísima que es una inquisición económica. Cobran una multa que nunca nos han dicho para qué es ni quién la maneja. Es la inquisición, solo que no es santa. ¿Cómo es posible que el poder quiera sacar dinero de periodistas, de caricaturistas?
¿Dónde ve usted el problema en que sea inapelable?
Esto es inaceptable. Una cosa es que yo me sienta afectado en mis derechos y haga una denuncia, pero lo hago en una institución que aparentemente es independiente. Entonces comparecen el acusador, el acusado, y un tercero, para eso es el debido proceso, a través de las normas, de las leyes, estudia el caso y sanciona. Pero no el mismo que te acusa.
Este afán inquisidor no ha sido bien recibido en el Ecuador, pero se lo ha justificado.
Tampoco ha sido justificado. Me parece que hay datos incontrastables. Los resultados electorales del 23 de febrero pasado muestran con absoluta claridad que esto no es bien visto. Y si continúan con este afán se va a notar en los siguientes procesos. Yo pensaría que hay unos nichos poblacionales ecuatorianos que aún ven con buenos ojos esta actitud del poder que se pone los pantalones, para manejar frases de Febres Cordero, (a quien se parece tanto este Gobierno en el estilo de gobierno y su capacidad represiva, pero tiene además el histrionismo, podríamos calificarlo como el señor del micrófono: hace chistes, canta, insulta, nos educa, nos cuestiona, da órdenes, se burla del otro, me da la impresión de que alguna vez tuvo vocación de presentador, porque en eso es igual a Bucaram, hace chistes de mal gusto, pero él es el poder así que nadie dice nada). Me parece, decía, que salvo un sector social, muy pequeño, que ve todo esto con agrado, el resto no. No hay que olvidar, fuimos colonia y uno mira la historia y vemos que los ecuatorianos han tenido una evidente vocación libertaria y rebelde. A nosotros nos separaron del Virreinato de Nueva Granada porque el territorio de Quito era levantisco y rebelde. Entonces nos pasaban al Virreinato de Lima, y desde allá nos decían que tampoco. Finalmente nos hicieron una Audiencia independiente por la enorme cantidad de levantamientos, reclamos, rechazos que se produjeron.
Pero entonces cómo se explica la supuesta sumisión…
Otra cosa es que haya una actitud escénica, actoral, de no mostrar el rechazo. Es más probable que un ecuatoriano no lo haga, no por deshonesto sino porque está frente al poder: estoy en contra del poder y no lo puedo decir porque el poder es dominante, es probable que yo lo rechace pero no lo verbalice de manera explícita. Bolívar Echeverría dice una cosa muy linda: el sometido no está en condiciones de decir no al poder, sino que busca una estrategia para que una cadena de sí devenga en no. Algo así diría yo con el tema de la protesta, del rechazo, no hay tal que los ecuatorianos sean serviles. Más bien yo diría que es la amabilidad lo propio de la cultura ancestral. Una cosa es ser amable y otra servil. Lo que sí es verdad es que hay un grupo poblacional muy conservador que seguramente ve bien el tema del disciplinamiento, y es curioso: aquí hay una especie de inversión histórica. En el pasado, los rebeldes y libertarios estaban en la Costa, hoy sucede al revés. Es interesante mirar un dato: el partido Social Cristiano surge en Quito, es un partido muy conservador en sus principios, en su concepción del gobierno, en su administración, en la protección del capital, finalmente termina anclándose en Guayaquil. A escala nacional el PSC tiene ahora muy poca presencia. Imagino que Alianza País va a tener un proceso similar. Este carácter inquisidor, persecutor finalmente va a ser mal visto por la mayoría de la sociedad ecuatoriana y va a terminar anclándose en un sector poblacional más localizado, en donde se presume aún del orden, de la autoridad.
¿Cuál es el objetivo de un inquisidor?
Es llegar a la homogeneidad. Que es la condición fundamental para ejercer el poder. Si gobierno a 20 gentes y cada uno piensa distinto es muy difícil hacerlo. En cambio, si todos piensan lo mismo y además piensan lo que yo deseo que piensen, la gobernabilidad se vuelve perfectamente posible.
El Presidente fue a vender en Estados Unidos una sociedad disciplinada y estable.
En Ecuador se va construyendo una energía negativa, callada, disciplinada aparentemente, que puede convertirse en una energía explosiva.
Precisamente, porque eso le gusta al gran capital. Somos un país estable y por qué, porque yo estoy para garantizar la estabilidad. Entonces, si cualquier persona protesta porque no le gusta el nombre del colegio es enjuiciada y expulsada, entonces por algo más grave ya sabe lo que le viene. Y a veces ni siquiera hay que ejecutar una sentencia, sino mantenerla ahí como una amenaza didáctica, pedagógica. Hay dirigentes sociales e indígenas que tienen sentencia o están a punto pero no se ejecuta. Es una especie de pedagogía del miedo y parece que funciona: parece que se logra estabilidad, que la gente está sometida pero en el fondo va construyéndose un enojo superior que es peligroso.
Que es lo que ha pasado a todos quienes tuvieron padres autoritarios…
Si te obligan, tienes que callarte. Porque no hay condiciones para rebelarte, pero eso genera resentimiento. Los pedagogos dicen que el miedo es un gran mecanismo para lograr objetivos, porque si te tengo atemorizado haces lo yo te pida, pero no estructura la mente, porque cuando desaparezca el miedo o en cuanto no esté aquel elemento que te genere el temor operas exactamente en el sentido opuesto. Entonces, el miedo no es el mejor método para gobernar una sociedad.
Pero hay sociedades que permanecen y permanecieron sometidas al miedo mucho tiempo…
Sí, pero la prueba de lo que digo es que en cuanto pueden se liberan. Lo que pasa es que va a depender del nivel del poder. Nosotros fuimos colonia mucho tiempo y el miedo era permanente. Cuando uno mira los levantamientos indígenas, llegan a 600 en menos de 300 años. Si vemos todas las protestas de la sociedad civil, de los grupos poblacionales, de los sindicatos no somos una sociedad sometida. Ahora, una cosa es el poder, el poder tiene la capacidad de subordinarte, a la fuerza o como sea, pero que te subordine el carácter es más difícil. Entonces me parece que en el Ecuador se va construyendo una energía negativa, callada, disciplinada en apariencia, pero que podría irse constituyendo en una energía explosiva. Ojalá no suceda, porque eso significa violencia.
¿Cuál es el antídoto frente a los inquisidores?
La mayoría de inquisidores terminan históricamente echados y generalmente castigados. Nunca falta alguien que por cualquier motivo guarda un enojo, que desafortunadamente pueda aparecer en cualquier instante. Me parece que estamos sembrando tempestades. Lo correcto sería que las víctimas de la inquisición actual tengan la capacidad de procesar y superar la injusticia, pero nunca se sabe. Siempre va haber un padre de familia muy molesto porque su hijo no entró a la universidad, por ejemplo, o que le sacaron o no consiguió un cupo. Hay un drama que no está en los medios, y es que miles de estudiantes quedan fuera del sistema educativo e intentan una y otra vez ingresar a la universidad, sin suerte. Hay muchachos con una frustración increíble, porque además esta meritocracia, que como principio es correcto, en sociedades inequitativas ahonda la inequidad. Un chico de familia de clase media o afro o indígena que no puede entrar a la universidad… Eso acumula resentimientos.
¿Qué es lo recomendable, entonces, para el poder?
No hay duda de que el Presidente es un ser humano; pero no es un ser humano cualquiera, tiene un híper poder. Es decir, no estamos entre iguales.
El respeto, el pasar por alto agresiones, sobre todo si eres poder. Me parece que en el Ecuador el poder ha perdido la perspectiva. Si eres personaje público estás expuesto a la crítica, incluso si esta es injusta, si es injuriosa e indebida. Pero no puedes reaccionar con toda la fuerza del poder en contra de una opinión aún si fuese, insisto, injusta o falsa. Si no, veamos entonces lo que pasa con los futbolistas si ante el reclamo o insultos de los aficionados pierden la cabeza y reaccionan con toda su fuerza física. Parte del riesgo de ser deportista y estar en un escenario público es la hinchada rival que no te quiere o la tuya misma. Es parte del juego. Si tú no tienes la capacidad, si no tienes la calidad humana para procesar eso, no te metes a futbolista profesional. Lo mismo, si no tengo la capacidad para procesar críticas, reclamos y malos comentarios, incluso injustos, no me meto a profesor. Parte del riesgo de aceptar ser profesor es que uno reciba críticas. Seguramente son bien intencionadas y es bueno escucharlas, pero supongamos que hay críticas que yo considere injustas, indebidas o francamente inadmisibles, pero no por eso tú puedes tomar represalias. Así que me parece que al Gobierno le falta una dosis de calidad humana. De aprender a procesar críticas e injurias incluso así fueran calumniosas.
Pero el argumento del Presidente y de quienes le aúpan es que reacciona así porque precisamente es humano…
No hay duda, cómo no vamos a pensar que no es humano. Pero no es un humano cualquiera, es un humano con un híper poder. No estamos entre iguales. Por ejemplo, yo me enojo con alguien que me hizo una seña y pasó por ahí y de pronto nos decimos cualquier cosa, y ya. Pero si yo tengo el monopolio de la violencia, si controlo al Ejército, a la Policía, con diez carros adelante, diez atrás, si además controlo la Justicia, los medios de comunicación, la educación, al SRI, si controlo hasta el fútbol, no es un humano cualquiera, no estamos entre iguales. Es como si el campeón mundial de peso pesado, de 105 kilos, con una pegada de 90 kilos se topara con un niño que le grita de todo: ladrón, asesino, criminal; sin duda es injusto, no va a salir a golpearlo con su puño diciendo: es que yo también soy humano. Claro que lo es, pero es un humano con un híper poder. No voy a tirar un camión contra un triciclo porque soy chofer, que me sentí ofendido por algo, también soy humano. Ahí me parece que no solo está faltando una claridad intelectual sino, sobre todo, una profunda dosis de humanidad. Tiene que aprender que siendo humano, no es en este momento un humano igual al resto. Este humano controla absolutamente todo. La prueba es que un día me insultó un chofer de bus y yo grité a todo pulmón: ¡guardias, apresadle! Y nadie me hizo caso.
Esa referencia a la condición humana del Presidente es una constante.
Me parece que eso de que también es humano es un pretexto pobre. Y muestra una escasa calidad humana, y algo más grave: a mi modo de ver, una falta de buen gusto, de estética. Porque parte del buen gusto es padecer con altura, con nobleza, ofensas indebidas, como lo han hecho muchos ecuatorianos al recibir ofensas indebidas desde el poder. Y esos ecuatorianos, ciudadanos comunes, han sido más nobles que el poder. Es una lección que debieran aprender. Siempre recomiendo ver a los futbolistas: qué nobleza cuando salen de la cancha y la gente les insulta de modo inaceptable, pero qué dignidad, la mirada levantada, sin responder y eso que no salen de un retiro espiritual, salen con la adrenalina a tope, sin embargo qué calidad humana.
El Presidente dice que lucha contra los híper poderes fácticos. Tras la sanción a Extra dijo que estaba rompiendo el espinazo del poder…
Ese es el tema, nos quieren hacer creer que él es un ciudadano común. Y no hay duda que lo es, pero ahora no está como tal, está como híper poder, y eso le debiera dar una dimensión estética distinta. Debiera tener el buen gusto de no responder con su híper poder. Dice que los medios son el híper poder, habría que discutirlo. Se han inventado esos conceptos de los poderes fácticos, el corporativismo, pero qué más poder fáctico que el Ejecutivo, si tiene la Legislatura, la Contraloría, tiene algo que es inaudito, la Defensoría del Pueblo: el defensor del Pueblo estaba despotricando contra el Extra, ¿defendiendo a quién? ¿Por qué no defiende así a las asambleístas maltratadas por el Presidente? No defiende al pueblo, defiende al poder. Bueno, este Presidente tiene las cortes, la Procuraduría, todo lo demás que he nombrado. Al lado de eso ¿qué es el poder? Alvaro Noboa es poder económico, era un poder fáctico. Le quitaron las haciendas, lo han humillado, no es que lo esté defendiendo, pero si contra ese poder pueden… Era el más adinerado del Ecuador. ¿Frente a ese poder, qué puede un periódico como el Extra? Nos han creado un cuco. Claro que si esos medios se vinculan al poder, la cosa cambia, pero entonces su poder no deriva de la comunicación, deriva de su vinculación al poder. El poder no es del que tiene una radio, sino hasta cuando se vincula al poder económico y político; pero al margen del poder, imposible. Decir que quien botó a Bucaram fueron los medios de comunicación es no entender. Hay una ciudadanía molesta por la corrupción, por la picardía, por el desgobierno. Lo que hacen los medios es mostrar eso. Eso en el fondo es pensar que la gente es tonta y que no se da cuenta.
¿Pensar que la gente es tonta o que necesita una tutoría moral?
Tenemos un Gobierno neocolonial, que sigue pensando que los ciudadanos necesitamos un tutelaje fuerte, castigador e inquisidor.
Eso en el fondo es un sentimiento de inferioridad. Eso que Boaventura de Souza llama la colonialidad. Nosotros tenemos un gobierno neocolonial, que sigue pensando que necesitamos un tutelaje poderoso, fuerte, legal, castigador, represor, inquisidor… Y el mundo no va por ahí. En ese sentido pienso que estamos contravía de un mundo «más liberal», con una mayor preocupación por los derechos de las personas. Y gracias a ello se van creando grupos de poder que determinan, mandan y se vuelven intocables. A un funcionario del Gobierno, quién le puede decir algo, ¿de qué? Un señor Alvarado puede salir a refutar pero porque tiene el poder y todo el mundo va a tener cuidado con el tratamiento, porque simplemente tiene el poder, no porque tiene el argumento. Habría que verles sin el poder que tienen. Este poder concentrado, abusivo, autoritario, inquisidor, educador, con una pedagogía del miedo es inviable en el país. Hemos tenido más que suficiente con lo que hemos tenido.
Nunca falta alguien que diga: pero ha hecho cosas buenas…
Claro, nunca falta un inteligente que diga eso. Pero obvio, ni más faltaría. Me parece que el método de análisis no es ver lo bueno y lo malo. Siempre tengo esta burla, que es de Carlos Marx: si vamos a ver lo bueno de la esclavitud es que abarataba los costos, mejoraba la producción. Con eso vamos a terminar viendo lo bueno de la esclavitud, con lo cual se la dulcifica. Ni más faltaría que no haya habido cambios, que no haya hecho obra, pero no por eso dulcifica o desaparece los horrores. Así no se analiza, esa es una costumbre mediocre: analizamos lo bueno y lo malo, entonces todo queda en la medianía. Si nos quedamos en la medianía terminamos aplaudiendo cualquier modelo, a cualquier sistema y a cualquier gobernante; entonces Pinochet habrá hecho un montón de cosas buenas. Pero no, la estructura dictatorial no es buena, punto. El fascismo no es bueno, punto, porque atenta contra los derechos humanos, es criminal ¿Qué hizo buenas carreteras? Por favor, así no se analiza.
Usted dice todo eso, pero también se dice que en Ecuador no hay debate.
En Ecuador no hay debate, porque no nos dejan. En la universidad hay recelo, no discutimos, la gente está indignada, pero no se manifiesta. Nos han tratado como cualquier cosa. Ahora los chicos, cuando se gradúen, deben rendir un examen para probar que están aptos laboralmente, en el fondo lo que hacemos en la universidad es desconfiable. Hay indignación en el sector salud, en el magisterio, incluso en el taxismo. No se puede gobernar con una pedagogía inquisitorial y que además quiere sacar réditos económicos. Me parece de mal gusto.
Fuente: http://www.planv.com.ec/