Si el riesgo para la economía europea es el peligro alemán (y el miedo al brexit), para la economía mundial es Donald Trump. En estas cosas del vaso medio lleno o medio vacío siempre hay dos historias verosímiles: por un lado, nunca la economía de Estados Unidos había crecido tanto tiempo seguido, por otro, la […]
Si el riesgo para la economía europea es el peligro alemán (y el miedo al brexit), para la economía mundial es Donald Trump.
En estas cosas del vaso medio lleno o medio vacío siempre hay dos historias verosímiles: por un lado, nunca la economía de Estados Unidos había crecido tanto tiempo seguido, por otro, la caída de los pedidos industriales empuja a la economía alemana a la recesión y China tiene el peor resultado de dos décadas. Pero parece que hay una exuberante confianza, que los inversores están dispuestos a pagar por tener deuda alemana a 30 años, deuda suiza a 50 años e incluso deuda pública portuguesa incluso a medio plazo. Las dos historias no parecen conciliables, y sin embargo, todo ello es fáctico. Resolver la paradoja diciendo que se viene encima una crisis, aunque no sabemos cuando, es jugar con las palabras, pero muchos economistas prefieren arriesgarse a engañarse de nuevo. Veamos, por tanto, las condiciones de la crisis y dejemos los horóscopo a los adivinos.
La crisis siempre es en general
Hay por lo menos ocho de las principales economías en recesión o al borde de ella, Alemania, Reino Unido, Italia, Brasil, Argentina, México, Rusia y Corea del Sur. Es suficiente para arrastrar a Europa y la mayor parte de los países emergentes. Siempre es así: la crisis es general o no es crisis. Y en este caso, está alimentada por la falta de demanda efectiva, o lo que es lo mismo, por la sobreproducción en algunos sectores clave. Por otra parte, la escasa demanda está sostenida artificialmente por bajas tasas de interés (que pueden continuar) y petróleo barato (que es dudoso que se mantenga). Es decir, la solución de los últimos años fue la creación de una burbuja económica en el mercado de valores en los años 90, en el inmobiliario entre 2002 y 2007 y ahora de nuevo activos financieros inundados de liquidez generada por los bancos centrales. El capitalismo financiero genera la burbuja, vive de la burbuja, y tiene miedo que reviente.