El novelista y columnista de El Espectador se convierte en el cuarto colombiano en recibir este gala
William Ospina, premio Rómulo Gallegos 2009 (Foto elespectador.com)
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Inesperado resultó para el creador colombiano que el jurado, presidido por la mexicana Elena Poniatowska, hubiera fallado a favor de su obra. «Se trata de una lectura interpretativa de los primeros viajes de los europeos por el continente con una fuerte proyección hacia el presente… Su excelencia literaria reside en una sólida estructuración de los capítulos y un sólido lenguaje», explicó la escritora argentina y también miembro del jurado Graciela Maturo, quien además agregó: «Su mensaje supera dicotomías tales como hispanismo e indigenismo y abarca las contradicciones con espíritu humanista, y asienta una ética de respeto a la cultura del otro».
El Espectador habló con William Ospina en Madrid tras la buena noticia.
¿Cuál es su percepción de este premio?
Siempre ha sido un premio muy importante y espero que lo siga siendo. Creo que la mejor manera de que no se politice y de superar toda la polémica por los supuestos sesgos ideológicos que se creó a su alrededor es hablar exclusivamente de literatura. Estoy seguro de que el jurado está pensando en la literatura y agradezco mucho recibirlo.
¿Qué es lo que más celebra este premio de su obra?
A mí me alegra sentir que hay una afinidad del espíritu de lo que escribo con el pensamiento y el espíritu de la obra de Rómulo Gallegos, quien consideraba al mestizaje como la mirada que podía resolver muchos conflictos en América Latina, que siempre ha tenido tanto menosprecio por el mundo indígena y africano, y que siempre ha mostrado un esfuerzo a veces tan impostado por ser meramente europea. Para mí siempre ha sido muy importante reivindicar ese costado mestizo, no negar nada de lo que somos como europeos -es imposible hacerlo-, pero creo que nos entenderemos mejor los unos a los otros y aprenderemos a engrandecer a nuestros pueblos si sabemos valorar esa herencia indígena y africana. Me alegra recibir este premio dedicado a la memoria de un personaje tan importante para mi obra.
¿Sospechó el alcance de estas novelas, primero ‘Ursúa’ y luego ‘El país de la canela’?
La verdad es que había tanto de qué preocuparse cuando empecé a escribir estas novelas que lo último que habría pensado era en premios, casi que ni siquiera pensé en su publicación. A partir de cierto momento, cuando estaba escribiendo Ursúa, empecé a pensar en una manera de financiarme para poder seguir escribiendo los otros y ahí fue cuando pensé en buscar una editorial, porque no es fácil escribir esos libros que te toman tanto tiempo. Ursúa me tomó seis años y El país de la canela me tomó tres; son en total nueve años de trabajo, y eso requiere un poco de planificación. Pero, más allá de eso, ha sido una sorpresa muy grata que los lectores las hayan recibido con el entusiasmo con el que lo han hecho.
¿Parece un buen momento para las letras colombianas?
Para mí es un honor enorme ganar un premio que obtuvieron García Márquez, Mejía Vallejo y Fernando Vallejo; es un honor enorme ganar un premio en el que estaban participando algo más de 40 novelas colombianas, eso es una muestra de la vitalidad de la literatura colombiana, es la muestra de que nuestra literatura está más viva que nunca, algo reconocido en el ámbito de nuestra lengua y de todo el mundo.
También alegra la cantidad de novelas que participaron en este premio, fueron más de 240 en dos años. Todo esto para mí es una motivación y algo que comparto con todos los escritores, porque creo que es casi un accidente que uno sea el ganador. Pienso que estamos viviendo la felicidad de escribir.
¿Cuáles serían las grandes influencias literarias que reconocería en la escritura de esta trilogía?
Me influenciaron algunos autores que han trabajado sobre temas históricos, como Margarita Yourcenar en Memorias de Adriano, o como Mary Renault en su trilogía sobre Alejandro Magno, que fueron muy importantes para ver cómo se arroja una mirada sobre el pasado que logre ser contemporánea, que nos resulte interesante a los lectores del presente.