Desde que el 15 de agosto de 2013 el presidente Rafael Correa anunciara la liquidación de la Iniciativa Yasuní-ITT y se anunciara la explotación del bloque 43 de la amazonía ecuatoriana, una nueva lucha urbana se ha posicionado en el país con una presencia social muy importante. Se trata de Yasunidos. No se trata de […]
Desde que el 15 de agosto de 2013 el presidente Rafael Correa anunciara la liquidación de la Iniciativa Yasuní-ITT y se anunciara la explotación del bloque 43 de la amazonía ecuatoriana, una nueva lucha urbana se ha posicionado en el país con una presencia social muy importante. Se trata de Yasunidos.
No se trata de una lucha nueva: la campaña Amazonía por la Vida en la que se integran distintos colectivos data de 1989, y fue la encargada de realizar «veladas por el Yasuní» en la Plaza Grande de Quito durante los jueves de las semanas anteriores, temiéndose que el ITT fuese declarado lugar de explotación petrolera. Sin embargo, el 15 de agosto cambiaron muchas percepciones. Una generación de jóvenes que había crecido bajo el discurso del Sumak Kawsay (la conceptualización indígena de la vida en plenitud en armonía con la naturaleza), de la Iniciativa Yasuní-ITT y la denuncia a Chevron-Texaco vieron cómo el presidente, con un discurso tremendamente paternalista respecto a los jóvenes justificaba la destrucción de uno de los lugares más biodiversos del planeta, hogar de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario.
La reacción fue rápida, y marchas numerosas compuestas de forma mayoritariamente por jóvenes manifestó su malestar por las calles de Quito y otras ciudades. Fueron protestas coloristas, pacíficas y con nuevos estilos: desde las zapateadas al ritmo del sanjuanito, a asambleas abiertas al finalizar las marchas. El Gobierno y su partido Alianza País envejecieron a un ritmo acelerado en pocas semanas. La estrategia que contrarrestó este nuevo entusiasmo juvenil fue desde la celebración de contra-marchas de funcionarios públicos, la limitación del ejercicio de la protesta físicamente y con amedrantamientos, y la violencia policial. Todo ello con la finalidad de impedir que las marchas protestaran en la Plaza Grande y no crecieran en número en Quito y otras ciudades con fuerte actividad como Cuenca, Ambato o Guayaquil. Sin embargo, la propuesta de los Yasunidos fue realizar zapateadas y otros eventos visuales y artísticos en distintos lugares de las ciudades. Un mapa incompleto de Yasunidos en Quito: http://quito.
La recogida de firmas para la consulta popular del Yasuní permitió que el mensaje del Yasuní se desplegara por todo el territorio ecuatoriano, especialmente en los territorios urbanos. Todas las capitales de provincia del país contaron con la multitud de puntos fijos, con números más altos de recolectores los fines de semana. Además, ocuparon los medios de comunicación casi de forma diaria y las redes sociales.
Una peculiaridad respecto a otros movimientos sociales de las últimas décadas, es por un lado, que sus activistas son en su mayoritariamente jóvenes que participan por primera vez en la vida pública en Yasunidos, que se reivindica como actor social urbano, con autonomía respecto a los partidos o el movimiento indígena, basado en una profunda horizontalidad, que rechaza la existencia de líderes, señalando que solo existen vocerías, con asambleas semanales que son convocadas por las redes sociales. Y por otro lado, Yasunidos es también un conglomerado de colectivos ecologistas, de derechos humanos, feministas, etc, que dan apoyo y sostén, de los que son llamados de forma despectiva «los de toda la vida»: es más, podría decirse, de los que afortunadamente estuvieron ahí toda la vida en América Latina, luchando contra las dictaduras militares, contra los Tratados de Libre Comercio, quienes impulsaron los nuevos modelos de vida y democracia que recoge la Constitución de 2008 en Ecuador.
Lograron su objetivo parcial: entregar más de 750.000 firmas de las 584.000 para celebrar una consulta popular que paralizara la declaración de explotación petrolera en el ITT. Fueron entregadas en una festiva marcha el 12 de abril en el Consejo Nacional Electoral, posterior a un campamento la noche anterior al que llegaron jóvenes de todo el país. Ese día, el Gobierno continuó envejeciendo. Las artimañas del CNE habían comenzado durante la propia campaña de recogida de firmas, metiéndose su presidente a opinar del debate público respecto al Yasuní y adelantando algunas de las cuestiones de forma por las que se invalidarían las firmas. Las firmas salieron del CNE rota la cadena de custodia, con una acción de resistencia no violenta por parte de Yasunidos, en camiones militares camino a una de las sedes de la Fuerza Aérea Ecuatoriana al norte de Quito. La espacialidad del CNE se alejaba de su propia sede para ubicarse en un recinto militar, en el que Yasunidos denunció haber sufrido todo tipo de irregularidades, tratos impropios de una institución como el CNE y lo que en suma, han considerado un fraude, que ha llevado a invalidar cerca de 500.000 firmas el 6 de mayo. En este momento, Yasunidos está realizando nueva zapateadas y acciones de protesta en las principales ciudades de Ecuador. En estas semanas se dirimirá el futuro de la posible consulta popular, y por ello de la democracia ecuatoriana, pero también de los derechos de los pueblos indígenas en aislamiento y los derechos de la naturaleza.
Fuente: http://www.laciudadviva.org/
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