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11 de septiembre: La ilusión de un golpe histórico en el curso del imperialismo

Fuentes: Monthly Review

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

El congreso de Fairmont

A finales de septiembre de 1995 quinientos dirigentes políticos y económicos del mundo se reunieron en el prestigioso hotel Fairmont de San Francisco invitados por una institución dirigida por Mikhail Gorbachov. El congreso fue financiado por algunos multimillonarios estadounidenses, posiblemente como muestra de gratitud por los «servicios prestados» por Gorbachov en la antigua Unión Soviética. El objetivo del encuentro era «ilustrar el perfil del camino hacia el siglo XXI, el camino que llevará a una nueva civilización».

El tiempo que se concedía a los oradores fue inflexible: cinco minutos para cada orador y dos para cada comentario. Las condensadas conclusiones respecto al futuro a las que llegaron los invitados fueron escuetas, un críptico duo: «20-80» y «Entetanimiento» [*].

«20-80» representa la proporción de trabajadores en relación a los parados en la futura sociedad. El congreso calculó que «el 20% de la población trabajadora mundial será suficiente para mantener la actividad económica global en el próximo siglo». El 80% restante se enfrentará con «grandes problemas». Como lo expresó uno de los ejecutivos de Sun Microsystems, la situación se reducirá a «comer o ser comido».

«Entetanimiento» es una palabra creada por Zbigniew Brzezinski y está compuesta por dos palabras: tits, «tetas» (en referencia a la lactancia materna) y entertainment, entretenimiento, espectáculo. Este Entetanimiento es un mezcla de «espectáculo embriagador y suficiente alimentación» que puede «tranquilizar las frustradas mentes de la población del mundo»[1].

Pero, ¿cuál es la relación entre todo esto y el tema que vamos a tratar? Hay una profunda relación entre ambos.

La primera trampa en la que caen muchos escritores y analistas políticos es considerar que el 11 de septiembre supone una línea divisoria entre dos épocas históricas, que es un hito histórico, un hito que proporcionó el trampolín para un golpe político internacional. Una comparación entre septiembre de 1995 (el congreso de Fairmont) y los ataques de septiembre de 2001 no revelará una diferencia sustancial en la calidad de la política estadounidense en particular y la política capitalista en general; es, simplemente, una cuestión de cantidad. Este es el punto principal que se argumenta en las líneas que siguen.

La trayectoria inexorable del Imperialismo

El actual sistema expansionista de Estados Unidos – el Imperio de la ideología neoliberal de la agresión total – estaba encaminado hacia su realización con o sin el 11 de septiembre. Aunque nunca hubiera ocurrido el 11 de septiembre, habríamos asistido a sus subsiguientes «consecuencias», si bien un poco después en el tiempo.

Lo que se puede considerar un verdadero «punto de inflexión histórico» es la coyuntura en la que el campo capitalista conquistó la Unión Soviética y el bloque socialista. La conquista en sí misma no fue el punto de inflexión, sino que lo fue el proceso concomitante acelerado de acabar con el estado del bienestar y su alto coste en el campo capitalista.

El capital, en busca permanente de maximizar sus beneficios, había hecho una inversión para adelantarse al socialismo y obtener altos rendimientos: el estado de bienestar con su economía keynesiana, gasto público como un «mal necesario» para preservar el equilibrio interno y evitar cualquier contagio del «Este» que pudiera infectar al «Oeste» con objetivos sociales como la justicia e igualdad social, supresión de los privilegios de clase y garantizar de las necesidades básicas para todos (comida, alojamiento, educación salud). Sin embargo, con la desaparición del «otro polo» y la recesión de la actividad política y social de la izquierda radical en todo el planeta, combinado con la falta de una nueva alternativa revolucionaria, el estado del bienestar se convirtió en un enorme gasto injustificado y el mundo se convirtió en un abierto campo del juego de libre competencia. Entonces el imperialismo se deshizo de sus máscaras «democrática» y «civilizada», tiró a la basura los mitos del «mundo libre» y se expandió interna y externamente para cubrir los huecos dejados por el polo desaparecido.

En aquel momento, el imperialismo tenía que pensar en bajar por el «camino que llevará a una nueva civilización». Esta fue la función principal del congreso de Fairmont, concebir «respuestas» para las preguntas de la nueva transición.

Nada nuevo

Esta «nueva» civilización no es nueva en absoluto. Es un restablecimiento de mecanismos pre-capitalistas. Centrada en el beneficio, perfecciona su fuerza supina con una elaborada disuasión de las masas. Esta vuelta a los mecanismos pre-capitalistas no contradice la evolución de capitalismo en su fase neoliberal: los imperialistas no tienen el menor problema en utilizar mecanismos que están por debajo del nivel evolutivo histórico del capitalismo mientras para ellos sea beneficioso hacerlo. El pensador árabe marxista Hadi el-Alawi señala que «los modelos de producción más avanzados siempre fueron capaces de utilizar modelos de producción desintegrados para desarrollarse ellos mismos, pero esto no supone el restablecimiento de un viejo modelo sino que este uso se produce bajo la influencia del mecanismo de explotación total»[2].

La sociedad «20-80» antes mencionada es una sociedad que será controlada por una mezcla de fuerza supina y Entetanimiento. El festival de la nueva guerra, con su hiper-tecnología, sus modernos soldados dotados de artilugios de la era espacial, su imaginería de satélite, sus bombas inteligentes, sus imágenes de vídeo de precisión… establece con exactitud los objetivos enemigos — todo ello no son sólo herramientas para la disuasión material y psicológica del oprimido 80% de la población, sino que también son herramientas para transformar la guerra desde una descomunal tragedia humana en un «espectáculo de entretenimiento», en una película de Hollywood y en un entretenido vídeo-juego.

Esto es la espada de doble filo: asesinato y entretenimiento embriagador. ¡Dos hojas que mutilan a la misma víctima!

Es indudable que este espectáculo de poder y embriaguez no empezó el 11 de septiembre y que los hombres equipados como astronautas en busca del ataque con antrax siguieron la secuencia de «localizaciones» de los objetivos iraquíes durante la segunda guerra del golfo de 1991.

Máquinas de propaganda imperial y la segunda guerra del Golfo

Un hecho poco conocido: una empresa de relaciones públicas, Hill and Knowlton, fue el cerebro empresarial que estaba detrás de la campaña de la guerra del Golfo de 1991 en Estados Unidos. Esta empresa pertenece al conglomerado gigante WPP de relaciones públicas, medios de comunicación y publicidad dirigido por Martin Sorrell. WPP tiene 55.000 empleados en 92 países, con unas 1.300 oficinas por todo el mundo y unos ingresos de 5.200 millones de dólares en 1999 [3].

Esta compañía es «un motor potencial, una descomunal máquina de propaganda, con un alcance y unas habilidades coordinadas para manipular a la gente que podrían permitirle dirigir las mentes y los corazones de toda la población mundial»[4]. Junto con su principal competidor, Omnicom, WPP controla el enorme segmento principal del mercado de las relaciones públicas y de la publicidad en el mundo a beneficio de corporaciones gigantes y, en ocasiones, de gobiernos.

A principios de los ochenta uno de los directivos de J. Walter Thompson (una empresa de publicidad adquirida en 1987 por WPP) afirmó: «Tenemos en nuestras manos los mejores medios globales de educación de masas y de persuasión que el mundo haya conocido jamás, principalmente, los canales de comunicación de publicidad… Tenemos poder. ¿Por qué no lo utilizamos?». Estas ganas de utilizar el poder encontró su expresión en el mecanismo sugerido por Brzezinski en el congreso de Fairmont de 1995 y en la salvaje implementación de un ataque imperialista sin restricciones contra los niveles de vida de las masas tras el fin del estado del bienestar durante los años ochenta.

Freedom House

Este es un lado de la historia. El otro lado es que los belicistas de extrema derecha del gobierno estadounidense no surgieron ex nihilo ni aterrizaron en naves espaciales procedentes de una colonia de neoliberales radicales de Marte preparados en estado de alerta para situaciones de emergencia. Estaban presentes desde hacía mucho tiempo en el corazón de las instituciones estadounidenses, especialmente en aquellas instituciones dedicadas a llevar a cabo cambios externos, como Freedom House. Freedom House es una ONG fundada en 1941 por Eleanor Roosevelt y Wendell L. Willkie, y que se dedica a los «cambios democráticos» en el mundo creando redes relacionadas en las regiones que son su objetivo. Freedom House trabaja por una «política exterior estadounidense comprometida» para introducir «reformas de libre mercado»[5]. Por supuesto, el compromiso es únicamente en beneficio del imperialismo. Así pues, no es sorprendente que el objetivo principal de Freedom House fuera Europa central y del este, donde desempeñó un papel fundamental en el «terremoto» ocasionado ahí al financiar decenas de organizaciones subordinadas.

Esta importante institución con una orientación aparentemente en favor de la democracia fue dirigida por el ex-director de la CIA James Woolsey y en su consejo de administración tenía a individuos como Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz y al principal teórico de la era neoliberal, Samuel Huntington. Estos belicistas, además de aquellos que son aparentemente moderados en comparación, como Brzezinski (que también formó parte del consejo de administración de Freedom House) fueron un aparte activa de la estructura estratégica estadounidense mucho antes de que ascendieran a los puestos más altos de mando cuando la situación objetiva creó una oportunidad excelente para ellos: tras el 11 de septiembre. Así es como el Imperio preparó el terreno a nivel estratégico.

Las corporaciones al mando

Un mundo unipolar es en sí mismo un problema, pero se convierte en una pesadilla espantosa si este único polo es un poder imperialista con una ideología neoliberal encaminada únicamente a la expansión y al beneficio, a los mercados y al petróleo, y cuyos dirigentes son, en realidad, directores ejecutivos de corporaciones convertidos en políticos.

El grado de representación de las principales corporaciones en el actual gobierno estadounidense es un hecho evidente: el presidente George W. Bush es un ex-director ejecutivo de Harken Energy; el vice-presidente Dick Cheney es un ex- director ejecutivo de Halliburton; el ex-ministro de Defensa Donald Rumsfeld es un ex- director ejecutivo de General Instruments y de Searle Pharmaceutical Company; el actual secretario de Defensa Robert Gates era miembro del consejo administrativo de Fidelity Investments y miembro de los consejos de dirección de NACCO Industries, Inc., Brinker International, Inc., Parker Drilling Company, Science Applications International Corporation y de VoteHere, una empresa tecnológica que proporciona software de seguridad para criptografía y ordenadores de la industria del cómputo electoral electrónico. El ex-secretario del Tesoro, Paul O’Neil, es un ex- director ejecutivo de Alcoa; el ex-secretario del Tesoro, John Snow, es ex-presidente y director ejecutivo de CSX Corporation; el ex-secretario de Comercio, Don Evans

es ex- director ejecutivo de Tom Brown Inc.; el actual secretario del tesoro, Henry Paulson, es el ex-director y director ejecutivo de Goldman Sachs. El ex-jefe de personal de la Casa Blanca es un ex-director ejecutivo de la American Automobile Manufacturers Association. El ex-secretario del Ejército, Thomas White, es el ex- vicedirector de Enron; el ex-secretario del Ejército, Francis Harvey, es un ex- director ejecutivo del IT Group, un contratista de defensa; el ex-secretario del Ejército del Aire, James Roche, es un ex-ejecutivo de Northrop Grumman; el ex-secretario de la Armada y actual vice-secretario de Defensa, Gordon England, es el ex-presidente de General Dynamics y ex-presidente de Lockheed; el actual secretario de la Armada, Donald Winter, fue un alto ejecutivo de Northrop Grumman [6]. Y así sucesivamente.

Todos estos políticos son ejecutivos de primera línea de las corporaciones, muchos de ellos están relacionados con empresas petrolíferas y de energía, y la mayoría tiene estrechas relaciones con el complejo militar e industrial. Esta relación es orgánica, hasta el punto de que ¡Chevron Corporation bautizó uno de sus petroleros con el nombre de Condoleeza Rice!

Más allá de la tragedia humana

Resulta relevante la perspicacia de un artículo de James Petras, publicado el 4 de noviembre de 2001 y titulado «11 de septiembre, más allá de la tragedia humana: los otros World Trade Center/Pentágono». El artículo cita The Guardian ( 2 de noviembre de 2001) que señalaba que el World Trade Center «era un centro de la CIA y de los servicios secretos . . . Los sótanos, a setenta pies por debajo de la superficie, contenían cientos de armas, incluyendo rifles de asalto, barras de cocaína y falsos taxi utilizados en operaciones tapadera en Estados Unidos. En otras palabras, la CIA utilizaba civiles como tapadera en el WTC de un centro logístico y de operaciones en los sótanos y de esta manera ponía irresponsablemente en peligro a los civiles que trabajan en las oficinas que estaban por encima de la superficie».

El número de víctimas neoyorquinas declarado por la Cruz Roja de Estados Unidos asciende a 2.563. «Casi el 40% eran extranjeros con permiso de residencia que trabajaban en Estados Unidos. En otras palabras, puede que el número total de víctimas en Nueva York no supere los 1.500 ciudadanos estadounidenses». La exagerada cifra de víctimas dada por los altos cargos de la ciudad de Nueva York (4.964) «se debía probablemente a propósitos políticos, para obtener más fondos del gobierno federal para reconstruir el distrito financiero» y no con propósito de ayudar, como nos recuerda Petras de uno de los bomberos de la ciudad de Nueva York que «causó disturbios en las ruinas del WTC para protestar contra los recortes de presupuesto. . .»

Petras indica además que «los medios de comunicación y Washington manipula[ro]n la tragedia humana para desviar la atención de las dimensiones militar y económica del conflicto» y «una vez que las trágicas víctimas ya no era útiles como propaganda política a favor de la guerra, fueron desechadas y reducidas a hacer cola en las calles en las oficinas del paro. . . En octubre [de 2001] más de 450.000 trabajadores perdieron sus empleos, la cifra mensual más alta de la historia reciente».

Petras también afirma que «han salido a la luz numerosos casos de fraude y de explotación comercial, incluyendo exageras peticiones a los seguros, la venta de objetos de interés por parte de vendedores callejeros, la desaparición de millones de dólares en ayuda financiara a las familias de las víctimas».

Aquí es evidente el móvil del beneficio y no es sorprendente dada la envergadura y la naturaleza del capitalismo estadounidense y de Estados Unidos. Lo extraño es su descarada y obvia presencia en el corazón de la tragedia humana sufrida por los ciudadanos del propio centro del imperialismo. Esto es el «progreso» cualitativo en los mecanismos salvajes que fuera de Estados Unidos serán aún más descarnados y de una manera aún más salvaje.

Al observar la gran cantidad de personas que, como menciona Petras, perdieron sus empleos tras el 11 de septiembre, resulta instructivo recordar las declaraciones de John Gage, uno de los fundadores y altos ejecutivos de Sun Microsystems, en el congreso de Fairmont celebrado en 1995: «Tengo 16.000 trabajadores; si excluimos una muy pequeña cantidad de ellos, la inmensa mayoría son una reserva que puede ser despedida cuando hagamos una reorganización». Esto es el cinismo fundamental para administración de dominio y de manipulación.

Reestructuración interna y externa

Tras el 11 de septiembre, llegó el momento de una reestructuración fundamental tanto interna como externamente:

1.. Internamente: muchas persona perdieron sus empleos, entraron en vigor nuevas leyes restrictivas y opresivas y la economía entró en un nuevo ciclo de descomunales beneficios para la industria petrolífera y las industrias de defensa.

2.. Externamente: Estados Unidos consideró que era el momento adecuado para ultimar su hegemonía sobre el mundo, especialmente ante la potencial competencia de Europa y China, un perfeccionamiento de la hegemonía definido por el control total de las reservas petrolíferas, que empezó en la segunda guerra del Golfo de 1991 y continúo con el momento de aceleración del 11 de septiembre expandiendo el control de las reservas en Asia central y ocupando Iraq que alberga descomunales reservas de petróleo, además de estar próximo a otras reservas en Kuwait, Arabia Saudí (ambos prácticamente ocupados con bases militares estadounidenses ) e Irán. Además, Estados Unidos ha completado su cinturón de super-potencia armamentística en todo el planeta: además de sus flotas de barcos de guerra navegando por los mares, ahora tiene bases militares en Europa, la península arábiga, Asia central, Corea, Japón y Asia del sudeste, y, por lo tanto, tienen capacidad y flexibilidad para contener a cualquier «Estado canalla» u «organización terrorista».

¿»Choque de civilizaciones» o » desesperada reacción violenta»?

A pesar de sus diferencias, los principales teóricos de nuestra administración neoliberal, Samuel Huntington y Francis Fukuyama, coinciden en que el 11 de septiembre no fue un momento de transformación crucial en la historia. Para Huntington (con su «choque de civilizaciones»), el hito histórico fue el inicio de «la era de las guerra musulmanas» que empezó cuando iba languideciendo la Guerra Fría en los ochenta», mientras que Fukuyama argumenta que «hace más de diez años yo argumenté que habíamos alcanzado el ‘final de la historia’. . . Esta hipótesis sigue siendo correcta… Los ataques del 11 de septiembre representan una desesperada reacción violenta contra el mundo moderno».

En otras palabras, ambos teóricos de la era neoliberal están de acuerdo en que el hito histórico fue el final de la guerra fría y el desmoronamiento de la Unión Soviética, y que el 11 de septiembre fue, como dice Fukuyama, una «desesperada reacción violenta». Huntington señala además que no es tan nueva «la ‘nueva guerra’, como califican los altos cargos del gobierno estadounidense a la violencia que empezó en 11 de septiembre. Es una continuación e intensificación de modelos previos de violencia en los que están implicados los musulmanes». Sin embargo, aquí «musulmanes» significa de hecho la violencia de Washington, codificada como la violencia del Otro demonizado.

Continuidad de la hegemonía imperialista global

Para hacer un análisis concluyente y situar el 11 de septiembre en su contexto objetivo, tenemos que reescribir las afirmaciones de Huntington y Fukuyama: los ataques del 11 de septiembre fueron una «desesperada reacción violenta» contra la salvaje hegemonía imperialista representada por Estados Unidos. La «nueva guerra» o la «guerra contra el terrorismo» no es nueva en absoluto; es una intensificación y consumación de modelos anteriores de violencia en los que Estados Unidos estaba involucrado en el contexto de la hegemonía imperialista global. El 11 de septiembre sirvió de excusa para esta intensificación.

La «guerra contra el terrorismo» es una guerra desenfrenada por el control del petróleo, del beneficio y de la hegemonía, no es una guerra de religiones o choque de civilizaciones. En efecto, empezó desde el inicio del desmoronamiento de la Unión Soviética y el ascenso del capitalismo neoliberal desde principios de los ochenta, cuando la economía keynesiana se desarrolló en un espacio en el no tenía rival el libre mercado sin restricciones tal como lo teorizó Friedrich von Hayek e implementaron Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña. El 11 de septiembre de 2001 sirve como la prueba más destacada de la eficiencia del imperialismo para usar y abusar de los acontecimientos, engañar a la gente y divulgar teorías manipulativas acerca de la causa originaria de la lucha, teorías acordes con el gusto de las manipuladas poblaciones. Actúa para transformar cualquier resistencia eficaz contra el imperialismo de una acción positiva acumulativa en una mera reacción que sirve únicamente al objetivo de supervivencia, pero poco más, incapaz de hacernos avanzar por el camino de la derrota de la hegemonía y la explotación.

Notas:

[*] N. de la t.: El término en inglés es tittytainment que no debe entenderse con connotaciones sexuales, al contrario, alude al efecto adormecedor que la lactancia materna produce al bebé.

[1] Para más detalles de esta conferencia, véase Hans-Peter Martin y Harald Schumann, The Global Trap: Globalization and the Assault on Democracy and Prosperity (New York: St. Martin Press, 1997). Las citas están tomadas de la edición árabe del libro y traducidas por el autor al inglés. Véase también: en.wikipedia.org/wiki/The_Global_Trap.

[2] Hadi el-Alawi, Unanxious Characters in Islam, Beirut: Dar el-Konooz el-Adabeyyah, 1997, p. 222. (en árabe, traducción del autor).

[3] Sharon Beder y Richard Gosden, «WPP: World Propaganda Power,» PR Watch 8.2, 2001, pp. 9-10.

[4] Beder y Gosden, ibid.

[5] NGO News, verano de 1998; y otros folletos y panfletos de Freedom House. [N. de la t.: Freedom House, Casa del libertad, en inglés]

[6] Se puede consultar la información sobre el historial del personal del gobierno estadounidense en

www.wikipedia.org

El dr. Hisham Bustani es un escritor y activista de izquierdas jordano. Es miembro fundador de la Alianza de los Pueblos Árabes Resistentes, miembro del Comité Ejecutivo Jordano de la Resistencia contra la Normalización [de las relaciones] con Israel y miembro del comité ejecutivo del Foro de Pensamiento Marxista (Jordania). Su correo electrónico es: [email protected]

Enlace con el original: http://mrzine.monthlyreview.org/bustani110907.html