Se cumplen 150 años del nacimiento de uno de los revolucionarios más importantes de la historia de la humanidad, determinante en la historia del siglo XX. Eric Hobsbawm hablaba de siglo XX corto, un siglo que se abre con la revolución rusa, cuyo principal dirigente fue Lenin, y se cierra con la caída de la Unión Soviética de la cual Lenin fue creador.
Hoy Lenin se encuentra en gran medida ausente de la práctica y la discusión teórica de la mayor parte de la izquierda. Tras la caída del socialismo real, muchos quisieron iniciar caminos diferentes a los señalados por Lenin, muchas veces confundido en forma incorrecta con Stalin, que fue en aspectos sustantivos su negación.
Esa ausencia es hoy uno de los principales dramas de la izquierda a nivel mundial. En una situación de crisis profunda del capitalismo nada parece augurar en el corto plazo transformaciones revolucionarias, no porque no estén dadas las condiciones objetivas, sino porque falta la “palanca que nos permita mover el mundo”, la necesaria organización política revolucionaria capaz de permitirnos “asaltar los cielos”, que Lenin fue capaz de construir y sobre la cual teorizó.
Muchas veces hay una visión dogmatizada sobre la teoría política leninista de la organización revolucionaria, se entiende “centralismo democrático” como una forma más que nada centralista, que impone su línea a militantes que la llevan en forma acrítica a los diferentes espacios de inserción. Pero para Lenin centralismo democrático era una unidad dialéctica de democracia y centralismo, donde el polo democrático debe estar siempre presente y debe ser determinante. El partido de Lenin nunca fue una organización rígida, inflexible, cerrada al debate -la mayor parte de las veces el debate se dio en forma pública y abierta además-, ni cayó tampoco en el secretismo conspirativo. Fue, por el contrario, una organización capaz de interpretar las profundas aspiraciones del pueblo ruso y de ofrecerle una alternativa revolucionaria, porque fue una organización que no “impuso una línea” sino que construyó su hegemonía a través de la lucha ideológica y la construcción organizativa en base a los principios de la democracia obrera, una democracia participativa y sustantiva. Esta visión -que estaba muy lejos de los instrumentalismos que a veces se abren paso en la izquierda y que son adjudicados erróneamente a Lenin- se manifiesta en su defensa de la autonomía sindical en la construcción de la sociedad soviética. Se necesitaban no solo sindicatos autónomos para Lenin, sino sindicatos que fueran capaces de defender a los trabajadores del estado obrero llegado el caso.
También en la adopción por parte de los bolcheviques del programa de reforma agraria de los Socialistas Revolucionarios se puede ver esa visión leninista. Los bolcheviques no actuaron en forma dogmática, imponiendo a los campesinos un programa agrario que podía estar muy de acuerdo con los dogmas marxistas pero alejado de las aspiraciones del campesinado, no podían utilizarse prácticas verticalistas en la construcción de la fuerza revolucionaria, es necesario construir en base al consenso, en base a formas organizativas democráticas.Tampoco fue Lenin partidario de la colectivización forzosa de la tierra, impulsada pocos años después de su muerte por Stalin, con todas sus negativas y trágicas consecuencias en el desarrollo soviético posterior. La utilización de métodos impositivos de “ordeno y mando” fue uno de los principales problemas del socialismo real, que dieron lugar a procesos burocratizadores y finalmente a la restauración capitalista. Esos métodos y formas de organización fueron siempre rechazados por Lenin, quien nos ofreció una poderosa alternativa político-organizativa.
Pero el aporte de Lenin no fue solo práctico, ni su aporte teórico se redujo a la teoría organizativa. Su contribución no solo fue la gigantesca obra de la revolución rusa, sino también un vastísimo aporte teórico con el cual la revolución de los soviets está intrínsecamente ligado, los que se retroalimentaron permanentemente formando una unidad de teoría y práctica.
Fue fundamental su aporte al desarrollo de la teoría económica marxista. Su teorización sobre el imperialismo y su caracterización del mismo parecen más vigentes hoy que cuando fueron escritas, y son claves para comprender el mundo capitalista actual:
“…conviene dar una definición del imperialismo que incluya los siguientes cinco rasgos básicos: 1) la concentración de la producción y del capital ha alcanzado un punto tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, decisivos en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la formación, sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capital, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia excepcional; 4) la formación de asociaciones capitalistas monopolistas internacionales, que se reparten el mundo; y 5) la culminación del reparto territorial del mundo entre las grandes potencias capitalistas. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que se ha implantado el dominio de los monopolios y del capital financiero, en que la exportación de capital ha adquirido gran relevancia, en que los trusts internacionales han empezado a repartirse el mundo y en que ha terminado el reparto del planeta entre las grandes potencias capitalistas.” (Lenin, El imperialismo fase superior del capitalismo)
Contra las deformaciones de la teoría marxista del estado, escribió una obra como el ¨Estado y la revolución”, en la cual señala el carácter de clase del estado y la necesidad inevitable para un proceso revolucionario socialista de desmontar el aparato represivo del estado, uno de los dramas a los cuales se enfrentó Allende en la década del 70 y también el proceso revolucionario-democrático de Bolivia actualmente.
Destacan, entre tantos otros aspectos de su obra, los aportes al desarollo de la filosofía marxista, en particular de la teoría del conocimiento materialista. En momentos de relativismos y subjetivismos extremos, que conducen a la inacción y al irracionalismo, su defensa de la racionalidad y de la posibilidad de conocer en forma aproximada la verdad, con la práctica como criterio -como ya enseñaba Marx en sus Tesis sobre Feuerbach- es esencial. No todo es válido, la ciencia tiene un valor fundamental aunque se encuentre condicionada y limitada de múltiples formas en las sociedades capitalistas, podemos aproximarnos a un conocimiento objetivo de la realidad. La explotación, las diversas formas de dominación existentes, el imperialismo no son simples ¨constructos teóricos¨ tan válidos como otros, sino que esos conceptos son la expresión o reflejo teórico de realidades objetivas, que debemos conocer para poder transformar, en un proceso de conocimiento que es largo, colectivo, aproximativo, con sus aciertos y errores, y que no reconoce como criterio de verdad ni la autoridad ni el consenso mayoritario, sino que es en la práctica donde podemos determinar, como dijo Marx, la ¨realidad y el poderío” de “nuestro pensamiento.”
Se podrían señalar otros muchos aspectos, la obra de Lenin es infinita, agregaremos uno que ha tomado particular relevancia en los últimos tiempos: fue un firme defensor e impulsor de la emancipación femenina, y a la vez consciente de que no bastaba con cambios legales, sino que eran necesarias transformaciones estructurales y culturales -mucho más profundas que el reconocimiento legal de derechos- para que se pudiera concretar históricamente este proceso revolucionario. Nunca contrapuso luchas, como pueden hacer algunos hoy antidialécticamente. La emancipación de la clase trabajadora no solo no entra en contradicción con la emancipación femenina o con la autodeterminación de los pueblos, sino que todas esos procesos liberadores son solidarios entre sí y se necesitan mutuamente.
Retornar a Lenin en toda su profundidad es hoy esencial, para poder abrir nuevos caminos revolucionarios que nos permitan avanzar hacia la superación del capitalismo y la construcción de una sociedad sin explotados ni explotadores.
Publicado originalemente en: https://m10sinfo.data.blog/2020/04/23/el-chasque-no18/