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Poder popular, organización y lucha

La Guerra de la luz en la experiencia de una feria libre y combativa en el Territorio de Padre Hurtado

Fuentes: Rebelión

“Íbamos con un compa en auto observando en las redes sociales como la gente reclamaba por los abusivos costos que cobraría este año el municipio a aquellos que colocasen un puesto en la feria navideña institucional. Nos miramos, nos reímos y comentamos al unísono: hagamos una feria en la Plaza Octubre (ex de Armas de Padre Hurtado), una libre y sin permiso, igual que nuestra panadería popular, nuestra olla común, nuestra futura escuela popular y nuestra constante protesta callejera. Lo propusimos en el Colectivo Octubre Combativo y desde el 27 de noviembre hemos tenido una feria libre con más de 100 puestos funcionando en las narices de la desacreditada autoridad municipal”

Poder popular ante la incompetencia del desgobierno  

La Feria libre y sin permiso es una iniciativa popular organizada desde el Colectivo Octubre Combativo como respuesta a la indolencia de una administración municipal que intentó lucrar a costa de la necesidad de un pueblo precarizado, a niveles descomunales, en tiempos de crisis sociosanitaria e institucional. La feria hoy se proyecta hacia el futuro con la formación de una organización sindical de trabajadores independientes. Sin embargo, para ahondar un poco en cómo se gestó este proyecto autogestionado de asociatividad poblacional es necesario dilucidar en la historia del Colectivo Octubre Combativo, en un territorio que ha luchado incansablemente en contra de la represión institucional instaurada por Piñera con la venia del Parlamento y los partidos políticos que lo componen.

El Colectivo Octubre Combativo (en adelante COC) se formó, a comienzos de este año, mediante la convergencia de un grupo de pobladores y pobladoras que persistieron en mantener viva la protesta callejera en la actual Plaza Octubre (ex de armas de Padre Hurtado), pese a la baja de los niveles de protesta y movilización social y política, en la mayoría de los territorios, una vez fraguado el Acuerdo por la Paz por parte del gobierno de Piñera y la casta política institucional con presencia en el parlamento. Fue precisamente en ese mes de enero que los futuros integrantes del COC organizaron la refundación popular de la Plaza Octubre en una conmemoración popular que incluyó un juicio simbólico a Piñera, Rosas y al alcalde José Miguel Arellano, cuyos muñecos fueron quemados en la barricada apostada al frente de la Comisaría por los manifestantes. Fue también, desde ese mismo recinto policial, que, a fines de ese mes, salió percutado el proyectil que apagaría la vida de Ariel Moreno Molina en la fatídica noche del 29 de enero, constituyéndose las ansias de justicia por el asesinato impune de este joven de 24 años, como uno de los resortes de la lucha que el Colectivo ha mantenido constantemente hasta la actualidad.

Durante el mes de febrero, tanto la Asamblea Territorial de Padre Hurtado, como el COC sufrieron fracturas importantes dentro de sus orgánicas debido fundamentalmente a diferencias políticas irreconciliables. Por un lado, estaban aquellos y aquellas que querían sumarse a la lógica institucional apostando al plebiscito que en ese momento se proyectaba para el 26 de abril. En la otra vereda, estábamos todos los compañeros y compañeras que pensábamos que el Acuerdo de Paz era otra treta más de la casta política y económica de este país, para desmovilizar, revitalizar y relegitimar su poder mediante las urnas. De alguna manera, los pobladores y pobladoras de Padre Hurtado, en su mayoría, sucumbieron ante el bombardeo mediático de los medios de comunicación de los poderosos o fueron permeados eficazmente por las interlocuciones de los operadores políticos que a esas alturas se habían infiltrado en una acción colectiva que, a nuestro modo de ver, no les pertenece. Así, en un primer momento, debido a la imposibilidad de desmovilizar al Colectivo Octubre Combativo, nos ofrecieron en reiteradas ocasiones vacantes para candidaturas políticas tendientes a ocupar cargos de alcalde o concejal en el municipio, las cuales fueron rechazadas terminantemente por los y las compas abordados por los partidos políticos.

Cuando terminaba la temporada estival y todos apostaban a que en marzo se revitalizaría el levantamiento popular con ribetes tan o más masivos que los de octubre, la recabada del Covid 19 en estas latitudes tuvo un poder desmovilizador que dio un respiro tanto al gobierno como al parlamento. Padre Hurtado no estuvo ajeno al miedo instalado desde los aparatos comunicacionales ligados al poder. En aquellos momentos, fuimos tachados de irresponsables, por manifestantes institucionalizados, porque no abandonamos la protesta callejera en la Plaza Octubre y desobedecimos la prohibición de éstas, impuesta por Piñera con la venia de toda casta política, la misma que meses antes aprobó una a una las leyes antiprotesta. Así y todo, desde el COC fuimos capaces de levantar y adherir, a convocatorias masivas de protestas los días 29 de marzo, a propósito del Día del Joven Combatiente y los dos meses del día en que Ariel Moreno recibió el disparo desde la Comisaría de Padre Hurtado. También el 27 de abril y siguiendo la tónica de las protestas populares en nuestros territorios, se protestó multitudinariamente a propósito del aniversario de la fundación de la institución policial chilena, colgando y quemando un muñeco de Piñera y levantando una gran barricada en las inmediaciones de la Plaza Octubre. La misma situación se replicó el 1 y el viernes 16 de mayo. En esta última fecha, el colectivo hizo un llamado a manifestarse, llamando al desacato ante la situación de abandono y miseria, a la que habíamos sido arrastrados, debido a medidas que respondían a criterios represivos que nada tenían que ver con el bienestar social del pueblo.

Ese 16 de mayo inauguramos un ciclo de ollas comunes itinerantes por las poblaciones más emblemáticas de Padre Hurtado, que perdura hasta hoy. Ese día teníamos programada una protesta en la declararíamos nuestro abierto desacato a la cuarentena, al toque de queda y a las medidas deplorables patrocinadas por Piñera. Ese día nos replegaríamos hasta que el contagio del Covid 19 bajase y se levantase el confinamiento. Si bien, habíamos discutido arduamente al interior del Colectivo, entre los que pensábamos seguir en la calle y los que consideraban necesario abandonar las calles y la protesta, ese día lanzaríamos también una promesa y consigna: “Cuando volvamos venceremos”. Lo paradójico del asunto fue que nunca dejamos las calles. Las ollas comunes se hicieron una constante en los duros meses de invierno, con entrega diaria de más de 150 almuerzos. Prontamente, inauguramos la panadería popular y comenzamos a repartir entre 300 y 400 panes en esos mismos meses. Todos estos proyectos fueron producto de la autogestión, la ayuda del pueblo hacia el pueblo y el trabajo comprometido y constante de los integrantes del COC. Siempre rechazamos la ayuda municipal, la intervención de candidatos y de los partidos políticos.

El Colectivo Octubre se fue diferenciando de las otras organizaciones que se despliegan en la comuna. Nuestro compromiso con el Anticapitalismo, el antifascismo, apartidismo y el carácter antipatriarcal de la colectividad, son principios intransables que no se deslizan bajo lógicas contingentes o como algo dado. Sabemos que estos postulados no pueden ser llevados a la práctica íntegramente por los pobladores, ni por nuestros integrantes, sin autoeducación popular, por lo mismo optamos por dejar a libertad de conciencia el participar en las votaciones de octubre (sabemos que votar dentro del modelo actual es someterse al capitalismo, al patriarcado y las lógicas partidistas). Por otro lado, nuestros proyectos populares no se mueven bajo lógicas ligadas a la agenda institucional, ni tienen un carácter meramente contingencial. Todos los proyectos populares del COC; La olla común, las Once popular de los viernes (previa a la protesta) o la panadería popular, jamás han funcionado bajo una lógica asistencialista. Todas, en su conjunto, han sido desarrolladas con la intención de forjar un territorio, cuya comunidad en constante aprendizaje comprenda que cuando el pueblo actúa unido, no necesita de autoridades que administren sus vidas. Por lo mismo, jamás sacamos permiso alguno para desplazarnos en las cuarentenas ni en los toques de queda, menos cuando realizábamos actividades ligadas al trabajo político popular del Colectivo. De este modo, todas nuestras actividades se desplegaron en espacios públicos y unidos enfrentamos en innumerables ocasiones el hostigamiento policial.

Como hemos comentado la arremetida del Covid 19, así como, las medidas represivas y autoritarias emprendidas desde el mal gobierno, lejos de tener un efecto desmovilizador en el COC, han desatado una etapa de aprendizaje inquebrantable en un andar decidido que se proyecta con una agenda propia del movimiento social autónomo desplegado en numerosos territorios a lo largo del país. Durante los últimos 4 meses hemos recuperado la plaza como lugar de encuentro de los pobladores y pobladoras de nuestro territorio, mediante actividades proscritas como el día del niño y la niña popular a comienzos de agosto, instancia en la cual los más de 300 vecinos y vecinas que participaron de la actividad desalojaron a los carabineros que llegaron a reprimir la actividad. A fines del mes de septiembre nos unimos a la red de cabildos constituyentes desde abajo, cuyo objetivo es efectuar un proceso constituyente que se deslice libre del calendario electoral de captura institucional. Por otra parte, desde comienzos del mes de octubre hemos formado un el comité de allegados “El Despertar de Octubre” conformado por más de 200 familias. En la futura comunidad proyectamos instalar la panadería, una Escuela Popular y un centro de pensamiento y artes populares.

La Feria Navideña Popular y Combativa: La Guerra de la Luz con el Municipio

Como todos los años el Municipio de Padre Hurtado organizó una feria navideña en una de las avenidas centrales de la localidad. Con un criterio lucrativo propio de las administraciones neoliberales presentes en la totalidad de los territorios. También, como en la mayoría de los territorios, el neoliberalismo y sus capturas hizo presa de la mayoría de los vecinos y vecinos que reclamaron por redes sociales el excesivo cobro, apelando con diferentes tonos, a la clemencia de la autoridad comunal. Fue en esos momentos días, de fines de noviembre, que dos compañeros del COC tuvieron la ocurrencia de presentar en la Asamblea del Colectivo la propuesta de organizar una feria libre y sin permiso en la Plaza Octubre. Así, el día 27 de noviembre comenzó a operar la feria en la plaza central de la Comuna. En los primeros tres días de feria, llegaron a funcionar 100 puestos, sin costo alguno para los vecinos, en momentos en que el país tiene más de tres millones de cesantes.

La respuesta de la administración municipal frente a la materialización territorial del ejercicio del poder popular, expresado en la organización por parte de los propios pobladores, de una feria navideña con mucha más eficiencia, sin ninguna intención de lucrar con el arriendo de los espacios públicos y sin la indolencia propia de las autoridades instaladas en el poder durante los últimos 47 años, no se dejó esperar. El día 28 de noviembre se apareció en la plaza el jefe de los inspectores municipales de la comuna, Miguel Martínez, con la arrogancia propia de un sujeto que por años ha perseguido a los coleros de las ferias e insultado a ancianos que venden aliños para subsanar en algo las miserables pensiones existentes en este país, amenazando con las penas del infierno a los feriantes si durante la jornada del lunes no se aparecían en la municipalidad. Era la segunda ocasión en la que nos enfrentábamos a este personaje, ya en una olla común había aparecido diciendo que nos echaría encima a los pacos, declarándose públicamente como un amante de la dictadura de Pinochet, vociferando que él era una autoridad y que estaba prohibido hacer política en cuarentena. En esta segunda ocasión el resultado del encuentro fue el mismo; la expulsión de Martínez en medio de la rechifla popular.

La feria prosiguió operando con normalidad durante los primeros cinco días, siendo expulsados de la Plaza en dos ocasiones Miguel Martínez y en una ocasión los carabineros. En el sexto día de feria nos encontramos con la sorpresa de que el alumbrado público de la plaza no prendió al anochecer, situación que fue solucionada por unos compas del COC con prontitud, pues funcionarios municipales, bajo supervisión de Miguel Martínez, autodenominado brazo derecho del alcalde, solamente habían bajado un automático que se encontraba arriba de un poste. Al otro día, para asegurar que la feria no pudiese funcionar en las horas nocturnas de mayor afluencia, no solo había sido cortada la luz desde el automático, sino que toda la luminaria de la plaza y el alumbrado público de las avenidas circundantes habían sido desconectada. Toda la Plaza Octubre, y las calles circundantes quedaron en las penumbras. La indolencia del alcalde Arellano, paladín de Piñera en tiempos en que nadie quiere ni fotografiarse con él, se materializó en una especie de venganza perpetrada, ya no sólo en contra del Colectivo Octubre Combativo y los puesteros de la feria, sino que también, en contra de todo un pueblo, que ya no camina con seguridad por los espacios públicos de su centro. Los juegos de la plaza, que habitualmente se encontraban llenos de niños y niñas jugando, también se vieron afectados por una medida criminal y vengativa, propia de los mafiosos, por parte de un alcalde que se siente con el derecho a dar y cortar una electricidad que no le pertenece, pues es un bien público costeado por todos y todas.  Así y todo, en medio de una espontánea celebración, al día siguiente el Colectivo Octubre Combativo, apelando a la capacidad de sus integrantes repuso la energía eléctrica de toda la luminaria de la plaza, en una acción propia de la inventiva popular, que fue ampliamente comentada en las redes sociales independientes de la comuna.

ollas comunes

La feria Popular

En la mañana del 17 de diciembre, funcionarios municipales guiados por el matachín Miguel Martínez, nuevamente cortaron la electricidad de la Plaza Octubre y sus alrededores. Esta vez el daño parecía irreparable. Sin embargo, nuestra organización, nuestros compañeros y compañeras, los pobladores y pobladoras, así como los amigos del Colectivo, tenemos un espíritu inquebrantable y ya nos organizamos para protestar en contra de las medidas criminales de una alcaldía que arremete en contra de un derecho fundamental, como es el trabajo. Por otra parte, hemos gestionado un generador de 7000 watts, con el que alimentaremos de manera autónoma, el circuito eléctrico de nuestra plaza pública, otorgando luz a la feria, juegos de los niños, a las máquinas para hacer ejercicio y posibilitando que más de 70 familias puedan ejercer su derecho a trabajar en tiempos de crisis social y sanitaria, agudizadas por el carácter represivo y criminal de un desgobierno, que tanto a nivel comunal como nacional opera desde hace 47 años operando en contra de los intereses de todo un pueblo.

La persistencia con la que nos enfrentamos al atentado perpetrado por la administración comunal en contra de derechos fundamentales de un pueblo precarizado por políticas públicas que solo benefician a un sector muy reducido de la sociedad, así como la capacidad creativa en el ejercicio del poder popular por parte de numerosos trabajadores y trabajadoras de Padre Hurtado, son la prueba fehaciente de que como pueblo somos capaces de gestionar nuestras vidas, nuestro trabajo y de que organizados como colectivo social podemos gobernar nuestros territorios de manera más justa y necesaria. Son esas mismas ansias por cambiarlo todo, la persistencia en la lucha contra todo un modelo, así como la prohibición autoimpuesta a olvidar que son 47 años de saqueos ininterrumpidos por parte de las elites económicas con la colaboración de las castas políticas, las que confirman que el pueblo es capaz de levantar un proceso constituyente verdadero, uno forjado desde cada territorio, con la participación de los pobladores y pobladoras. Son esas mismas ganas, las que nos mantienen en las calles protestando ininterrumpidamente, pese a las cuarentenas y toque de queda. Sabemos que no tenemos nada que perder y todo por ganar.

Por Gabriela Collao, María Soledad Núñez, Manuel Ignacio Núñez y José Luis Riquelme (Colectivo Octubre Combativo)