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‘La interpretación sacristaniana de Marx es la más acertada’

Perrotini
Fuentes: Rebelión [Imagen: Ignacio Perrotini Hernández. Créditos: Espai Marx]

En esta nueva entrega del Centenario Manuel Sacristán Salvador López Arnal entrevista a Ignacio Perrotini Hernández, profesor en la Facultad de Economía de la UNAM y autor entre otras publicaciones de Market Liberalism, Growth, and Economic Development in Latin America (Routledge, 2011).


Salvador López Arnal.- ¿Cuándo y cómo conociste a Manuel Sacristán?

Ignacio Perrotini Hernández.- Conocí a Manuel Sacristán a principios de los años ochenta del siglo pasado, cuando vino a la UNAM a dictar unas conferencias sobre metodología de las ciencias. Yo conocía sus traducciones de Gramsci, Schumpeter, Lukács, Quine, entre otros autores importantes. También había leído algunos de sus escritos, como el de Engels y el Anti-Dühring, su manual de Lógica y su libro sobre Heidegger.

Salvador López Arnal.- ¿De quién partió la iniciativa para que diera clases en la UNAM?

Ignacio Perrotini Hernández.- Ángeles Lizón fue quien lo invitó. Entonces ella era la directora del Centro de Estudios Básicos en Teoría Social (CEBTS) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y yo era el Secretario Académico. En el CEBTS estábamos reunidos un grupo de estudiosos de diversas ciencias sociales y filosofía, había ahí un gran interés por la epistemología, la metodología, la filosofía de la ciencia y por los problemas de varias ciencias positivas. Ángeles consideró, atinadamente, que Manuel Sacristán era la persona idónea para orientarnos en nuestras líneas de investigación.

Salvador López Arnal.- Como recuerdas, Sacristán participó a finales de 1981 en un Congreso Mexicano de Filosofía celebrado en Guanajuato. ¿Cómo se recibió su comunicación? ¿Impartió también un seminario sobre filosofía de la ciencia?

Ignacio Perrotini Hernández.- Su comunicación en el Congreso Mexicano de Filosofía en Guanajuato fue bien recibida. También asistió Mario Bunge al Congreso. Sacristán criticó la tesis de invalidación de la inducción sostenida por Popper. Su crítica fue que la inducción es válida como fuente y base del conocimiento, aunque no está justificada a priori. Es decir, no es correcto extrapolar hacia el futuro la experiencia histórica para extraer conclusiones suponiendo que las observaciones estadísticas del futuro serán idénticas a las del pasado.

El seminario sobre la filosofía de la ciencia lo impartió en otra ocasión, cuando fue profesor visitante en la UNAM.

Salvador López Arnal.- Si no ando errado, fuiste algo así como un secretario, una persona muy cercana a él a lo largo del curso académico de 1982-1983. ¿Fue así?

Ignacio Perrotini Hernández.- No lo había pensado de esa manera, pero no andas errado. En la práctica sí, fungí como su asistente personal, lo acompañaba a todas partes. Es verdad que en parte mi función de secretario académico del CEBTS incluía apoyar a Manolo en las cosas prácticas, cotidianas de su estancia en la UNAM. Sin embargo, eso no significaba que tuviera que estar con él todo el tiempo.

Lo cierto es que entre Manolo y yo la conexión humana e intelectual fue inmediata, nos identificamos mutuamente en un instante tan pronto nos conocimos y a partir de ahí disfrutábamos mucho conversando y pasando mucho tiempo juntos. Fui muy afortunado porque pude abrevar de su generosidad y de su insondable sabiduría, del escalpelo de su sentido racionalmente crítico y de su fina ironía lógica.

Salvador López Arnal.- ¿Cuáles fueron sus principales actividades durante ese año académico?

Ignacio Perrotini Hernández.- Impartió dos seminarios, uno sobre Inducción y Dialéctica dirigido a los profesores del CEBTS, aunque asistíamos no muchos; tengo para mí que esa escasa asistencia se debió a que pocos sabíamos quién era Manuel Sacristán y a la ausencia de curiosidad y humildad intelectual de no pocos de mis colegas.

El segundo seminario fue sobre Karl Marx como sociólogo de la ciencia, un seminario para doctorandos.

Salvador López Arnal.- ¿Tú estuviste matriculado en ese curso sobre «Karl Marx como sociólogo de la ciencia»? ¿Qué recuerdas de sus clases?

Ignacio Perrotini Hernández.- No estuve matriculado, pero asistí al seminario por interés personal en el tema y por escuchar lo que Manuel tenía que decir, pues yo había hecho mis lecturas de Marx y de otros autores como Gramsci, Schumpeter, Korsch, Lukács, Lenin, Althusser, Labriola, Bujarin, Rosa Luxemburg, etc. Así que me venía bien conocer la visión de Sacristán.

Salvador López Arnal.- El segundo seminario, como decías, fue sobre Inducción y dialéctica. ¿Cuáles son tus recuerdos de este curso?

Ignacio Perrotini Hernández.- Como dije antes, fue un seminario dirigido a profesores, asistí de forma asidua. Recuerdo que a lo largo del seminario Manuel hizo una exposición erudita de la lógica y la dialéctica desde los presocráticos, Platón y Aristóteles hasta las contemporáneas lógicas paraconsistentes. Fue para mí una experiencia excelsa, porque, además aprendí que la epistemología, la hermenéutica y la lógica matemática, la lingüística, los debates del Círculo de Viena tienen mucho que ver con un ethos de emancipación humanista. Ahí supe que economistas notables –a quienes había leído simplemente como economistas– eran clásicos de la lógica, por ejemplo, John Stuart Mill, John M. Keynes, Roy F. Harrod. Y que Otto Neurath y otros miembros del Círculo de Viena no eran ajenos a los debates sobre los problemas sociales y políticos. Este seminario me preparó para comprender, luego, los textos de Sacristán sobre su filosofía política de la ciencia, ecologismo y en general su perspectiva de realizar un aggiornamento del programa humanista emancipador de Marx, para incluir lo que llamaba «los nuevos problemas del capitalismo contemporáneo». Su perspectiva me vacunó contra la esterilidad del marxismo emocional y del marxismo cientificista, dos jinetes del apocalipsis de la derrota y la decadencia del Diamat, el marxismo vulgar.

Salvador López Arnal.- ¿Impartió alguna conferencia durante su estancia?

Ignacio Perrotini Hernández.- Sí, varias conferencias, en la UNAM y fuera de ella. En la UNAM expuso sus texto «Marx como filósofo de la ciencia» y alguna más sobre cuestiones de metodología de las ciencias sociales. Luego, si recuerdo bien, impartió una conferencia a personas vinculadas a la industria y el sindicato de la energía nuclear, algunos con vínculos con el Partido Comunista Mexicano. Recuerdo que Manuel me dijo que algunos de estos científicos de izquierda repetían los argumentos de las corporaciones productoras de reactores nucleares para justificar la (pseudo)pertinencia de la nuclearización subordinada de México, cuyo ciclo ingreso a la energía nuclear se inició en esos años con la instalación de la planta de energía nuclear Laguna Verde, motejado por el pueblo como el monstruo de la Laguna Verde. Es decir, la grotesca paradoja de comunistas haciéndose eco de los intereses del capital nuclear.

Asimismo, Sacristán aceptó mi invitación a impartir una conferencia a un grupo de militantes de la izquierda no reformista sobre la situación de los partidos de izquierda en Europa. Yo grabé esta conferencia y posteriormente fue transcrita y publicada en un libro que reunió varias conferencias de Manolo.

Salvador López Arnal.- ¿Nos recuerdas algunas de las posiciones que mantuvo en esa conferencia?

Ignacio Perrotini Hernández.- Esa conferencia fue motivada porque en diversas ocasiones conversamos con Sacristán sobre las contradicciones de los partidos de izquierda en Europa y en América Latina. Yo le pregunté acerca de la violencia y las elecciones como instrumentos de la revolución comunista; este tema era una inquietud muy fuerte en la izquierda latinoamericana de aquellos años porque se concebía que las elecciones eran un método reformista que significaba una renuncia a un cambio sistémico verdadero y que la revolución sólo podía hacerse mediante la lucha armada. Esta concepción en cierto modo procedía del añejo debate entre Lenin y Rosa Luxemburg, por un lado, y la socialdemocracia de Bernstein y Kautsky, por otro. Y también tenía como antecedente menos remoto la experiencia del eurocomunismo en Francia e Italia.

En fin, en esa conferencia Sacristán explicó las especificidades de los partidos comunistas y socialistas de Europa, en particular los de España (la guerra civil y el franquismo), Portugal (la revolución de los Claveles), Suecia (el estado de bienestar y el socialismo), Italia (Gramsci, il Compromesso Storico), Francia. Etc.

Salvador López Arnal.- ¿Sabes si pudo verse con su familia republicana, la que tuvo que exiliarse de España tras la guerra civil del 36?

Ignacio Perrotini Hernández.- Sí, se reunió algunas veces con su familia republicana. No sé si Don Antonio Sacristán Colas, economista, aún vivía y si Manuel pudo reunirse con él. Me temo que no. Antonio Sacristán fue profesor de economía en la UNAM durante los años previos a la visita de Manuel.

Salvador López Arnal.- ¿Llegó a verse con Adolfo Sánchez Vázquez?

Ignacio Perrotini Hernández.- Sí, alguna vez se encontraron. Sacristán tenía una concepción de Marx distinta a la Sánchez Vázquez, particularmente en lo concerniente a la dialéctica y a la noción de ciencia en Marx. Sacristán tenía una concepción más rica y elaborada gracias a su formación en la lógica y la epistemología.

Salvador López Arnal.- Hemos hablado antes de que fuiste algo así como un secretario suyo, pero creo que de esa relación profesional surgió una fuerte amistad entre vosotros. ¿Fue así?

Ignacio Perrotini Hernández.- Cierto, tuve la inmensa fortuna de que la vida me regalara la amistad de Manuel, fue para mí como Virgilio guiando a Dante (claro, mutatis mutandis en mi caso porque ni remotamente me aproximo al ilustre florentino) a través del Infierno (del dogmatismo del marxismo emocional) y el Purgatorio (el oportunismo del «intelectual que se niega a morir», dixit Manuel).

Gracias a la amistad que me brindó, tuve ocasión de conversar con Manuel Sacristán sobre diversos temas de forma más profunda y libre que lo que permitía un seminario. Daré una idea somera, a título de ilustración, de la variopinta riqueza analítica que las conversas con Manuel me prodigaron: crítica a la interpretación escatológica de la obra de Marx; su tesis de que la maldad ética de la ciencia moderna es la otra cara de su bondad técnica; sus comentarios sobre el principio de Podolinski y la ley de entropía y la economía de Georgescu-Roegen; atisbos ecológicos en El capital de Marx; la nuclearización del mundo y la crisis civilizatoria y el progreso tecnológico; atisbos feministas y pacifistas (anticolonialistas) en Marx y Engels; El Capital es una obra inconclusa, «quedó en muñón»; su enseñanza de que la dialéctica no es una lógica; su explicación de la nutrida relación de Antonio Gramsci con el economista Piero Sraffa, y, por terminar en algún punto (podría seguir ad nauseam), la crítica de Sacristán a la austeridad burguesa y la pertinencia de morigerar y controlar la producción y el consumo en una sociedad compuesta por la especie de la hybris.

Salvador López Arnal.- Fue durante ese curso cuando Sacristán se casó en segundas nupcias con M.ª Ángeles Lizón. ¿Estuviste en su boda?

Ignacio Perrotini Hernández.- Sí, se casó con María Ángeles en esos días. No estuve en su boda, me encontraba lejos de la ciudad de México. Pero los había acompañado en algunos viajes a lugares cercanos a la capital del país.

Salvador López Arnal.- En el número 268 de Nuestra Bandera, la revista teórica del PCE, has escrito un artículo con el título «Manuel Sacristán, El capital de Marx y los problemas actuales del capitalismo» en el que comentas la exégesis epistemológica y política que hizo Sacristán del Capital. ¿Qué destacarías de su aproximación?

Ignacio Perrotini Hernández.- Destaco y enfatizo tres aspectos (lectores interesados pueden remitirse a la lectura de mi artículo en Nuestra Bandera). Sacristán: i) hizo y propuso una lectura no dogmática de El Capital, obra que «quedó en muñón» que no debe leerse talmúdicamente sino como un texto que sintetiza ciencia dura y ethos revolucionario sin confundir una cosa con la otra, como lamentablemente hiciera cierto marxismo occidental; ii) a partir de los «atisbos ecológicos» de Marx, elaboró una teoría propia de ecología política y de política de la ciencia que critica la visión hegeliana del progreso tecnológico (el desarrollo de las fuerzas productivas) que está en Marx y que Marx mismo rechazó al final de su vida, como lo revela su comunicación epistolar con Vera Zasúlich, y iii) aportó un esclarecimiento de la epistemología y la metodología de Marx y del vínculo entre ciencia y emancipación revolucionaria en la concepción del mundo de Marx, equidistante tanto del estéril marxismo emocional (tan socorrido en la izquierda latinoamericana y de otras latitudes y en obras de tan mala manufactura como Las venas abiertas de América Latina) cuanto del marxismo cientificista occidental (Althusser, Colletti, etc.).

Salvador López Arnal.- Creo que estás siguiendo los encuentros y publicaciones que se están realizando con ocasión del primer centenario de su nacimiento. ¿Qué opinión te merecen los actos realizados?

Ignacio Perrotini Hernández.- Los he seguido con alguna atención, menos de lo que desearía si mis otras ocupaciones (entre ellas, las correspondientes a pane lucrandum) no me distrajesen. Me parece que es muy justo que se reconozca la dimensión de la obra teórica y práctica de Manuel Sacristán; tengo para mí que su lectura e interpretación de Marx es la más acertada y profunda que existe no sólo en el mundo hispanoparlante, sino más allá. Por ejemplo, es difícil encontrar otro pensador marxista con la solidez epistemológica y científica de Manuel.

Salvador López Arnal.- Participarás, si no ando errado, en el simposio que se celebrará en Barcelona a finales de noviembre, en el Ateneo barcelonés. ¿Qué estás preparando para el encuentro?

Ignacio Perrotini Hernández.- Los organizadores del congreso me han invitado, pero aún no me han informado si ya está arreglada la logística respectiva. Si al final cristaliza mi intervención ahí, deseo hablar, entre otras cosas, de un aspecto de Manuel poco discutido, un tema del que él me habló bastante: su estrategia como traductor y editor, vinculada íntimamente a su ethos científico y revolucionario. También hablaría de su interpretación de Marx y el impacto de su presencia física en México.

Veremos si se concreta mi visita.

Salvador López Arnal.- ¿Quieres añadir algo más, querido Ignacio?

Ignacio Perrotini Hernández.- Añadiría que la revaloración actual de la inmarcesible persona y obra de Sacristán debe mucho –si no todo– al trabajo de un grupo no muy numeroso de estudiosos, José Sarrión y tú entre ellos, como editores y difusores de la obra de Sacristán. Y que hoy día, tiempos de guerra con riesgo de explosión nuclear y de insolidaridad social y de destrucción ecológica acelerada, Sacristán es el marxista que toda persona concernida con la humanidad y la naturaleza debe conocer con pericia.

Salvador López Arnal.- Muchísimas gracias por tu tiempo, por tus respuestas y por tus generosas palabras.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.