Pido excusa a los lectores por lo siguiente. Michael Heinrich no se expresa con la claridad debida. No habla de forma directa. No es lo suficientemente preciso. Es un poco tortuoso cuando construye los razonamientos. Y su falta de preparación filosófica es notable. Para evitar el aburrimiento en los lectores, procuraré expresar de forma directa […]
Pido excusa a los lectores por lo siguiente. Michael Heinrich no se expresa con la claridad debida. No habla de forma directa. No es lo suficientemente preciso. Es un poco tortuoso cuando construye los razonamientos. Y su falta de preparación filosófica es notable. Para evitar el aburrimiento en los lectores, procuraré expresar de forma directa las ideas de Heinrich indicando la página de donde las extraje. Y a continuación expondré mi crítica. Como colofón expondré de forma resumida la esencia de la sección primera de El Capital titulada Mercancía y dinero, que es en un 90 por cien sobre la que versa el libro de Michael Heinrich.
Marx afirma que la riqueza en el capitalismo se presenta como inmensa acumulación de mercancías, pero a juicio de Heinrich este hecho no es evidente. (Pág. 53)
Creo que a Heinrich le falla la representación. Entiende la acumulación como cosas amontonadas. Diría que le falta ese sentido práctico que domina la mente de Lenin. Es evidente que el desarrollo de las fuerzas productivas en el capitalismo es notablemente más acelerado que en el esclavismo y feudalismo. De ahí que la producción de riquezas sea inmensa. Situémonos en el centro de cualquier ciudad europea: Madrid, París, Londres,… Todo lo que percibimos, las carreteras, las aceras, el alumbrado, los automóviles, los comercios con sus almacenes y sus expositores, las mercancías, las ropas de los viandantes y sus móviles son mercancías. Por lo tanto, es un hecho asequible a la percepción que la riqueza en las sociedades capitalistas se presenta como una inmensa acumulación de mercancías. No hay nada de lo que dependa nuestra vida material y espiritual que no sea mercancía. Luego no entiendo cómo Heinrich afirma que no es en absoluto evidente un hecho tan perceptible. O si lo entiendo: su capacidad para representarse lo que lee es deficiente. Y esa deficiencia representacional se lo atribuyo a lo que dije antes: escaso sentido práctico.
Marx afirma que la riqueza se presenta (o aparece) como mercancía y Heinrich afirma que Marx emplea la expresión «aparece» en vez de «es» porque la riqueza muy bien puede presentarse de otro modo. (Pág. 54)
El verbo ser, y esto puede comprobarse en todos los diccionarios, se emplea en las definiciones o conceptos. Por ejemplo: ¿Qué es una mesa? Y se responde: la mesa es un mueblo compuesto por un tablero horizontal… Mientras que el verbo «aparecer» se emplea en todos los juicios que expresan una percepción. En la percepción el objeto aparece, mientras que en el concepto el objeto lo pone el sujeto que formula el juicio. Así que no es acertado el juicio de Heinrich sobre por qué Marx en el mencionado juicio empleó el sintagma verbal «aparecer» en vez de «es».
El valor como sustancia social (pág. 75)
Según Marx lo que caracteriza la relación de cambio entre mercancías es la abstracción del valor de uso. Y después de llevar a cabo ese proceso de abstracción, esto es, después de restarle el valor de uso al cuerpo de las mercancías, Marx concluye: «Estas cosas no representan ahora más que el hecho de que en su producción se gastó fuerza de trabajo humana, que se ha acumulado trabajo humano. Como cristalizaciones de esta sustancia social común a ellas son valores,…». A tenor de lo afirmado por Marx, Heinrich se pregunta en qué sentido habla Marx de sustancia. Y esta es su respuesta: «El concepto de sustancia está muy cargado filosóficamente. Ya Aristóteles entiende por ello lo esencial, lo permanente de una cosa, a diferencia de sus propiedades contingentes y cambiantes. Sustancia es en cierto modo lo «interno» de la cosa, el portador de sus determinaciones». Esta respuesta pone de manifiesto, en parte, la falta de preparación filosófica de Heinrich, y en parte, el deficiente conocimiento que tiene de la filosofía de Marx.
Afirmo en primer lugar que el concepto de sustancia en Aristóteles no es el expuesto por Heinrich. No puedo entrar en detalles para defender la validez de mi afirmación porque me extendería más de lo debido y me desviaría de lo central. Así que vayamos a por lo central. ¿Qué entiende Marx por sustancia? En la sección titulada Sobre la producción de la conciencia de La Ideología alemana, Marx formula la siguiente idea: «Esta suma de fuerzas de producción capitales y formas de intercambio social con que cada individuo y generación se encuentra como algo dado es el fundamento real de lo que los filósofos se representan como la sustancia y la esencia del hombre». ¿Por qué entonces llama Marx sustancia social al valor? Porque cuando el valor esta dado en su forma acabada, esto es, en forma de dinero, es fruto de la suma de unas determinadas fuerzas productivas sociales y de unas determinadas relaciones sociales de cambio. Este concepto de Marx sobre la sustancia es una herencia hegeliana.
Según Marx, y esto puede hallarse en su obra La Sagrada Familia, la esencia del método hegeliano consiste en concebir la sustancia como sujeto. Y en El Capital el valor se presenta como sujeto. ¿Cuándo ocurre esto y dónde lo expone Marx? En la sección titulada La fórmula general del Capital (D-M-D), donde el dinero se transforma en mercancía y luego vuelve a transformarse en dinero con un incremento, y de nuevo vuelve a recorrer el ciclo D-M-D, Marx formula la siguiente idea: «El valor deviene aquí el sujeto de un proceso en el que, bajo el continuo cambio de las formas de dinero y mercancía, varía su propia magnitud…».
He tratado de mostrar de la forma más resumida posible cómo Heinrich tiene una concepción muy poco fundamentada del concepto de sustancia en Marx. No me extiendo más para no cansar al lector.
Según Heinrich el trabajo abstractamente humano expresa una determinación puramente social del trabajo y solo existe en una sociedad que se basa en el cambio. (Pág. 75)
Quien lea detenidamente el libro de Heinrich apreciará que este autor confunde las determinaciones del valor con la forma del valor. Trabajo abstractamente humano significa gasto de fuerza de trabajo sin tener en cuenta la forma de su gasto. En el capítulo dedicado al carácter fetichista de la mercancía Marx formula la siguiente idea: «por diferentes que sean los trabajos útiles o las actividades productivas, es una verdad fisiológica que son funciones del organismo humano, y que cada una de esas funciones, sea cual fuere su contenido y forma, es esencialmente gasto de cerebro, nervios, músculos, órganos sensoriales, etc., humanos». Y esto es así en cualquier tipo de trabajo y en cualquier época. Esta determinación del valor está presente en el trabajo del esclavo, del siervo, del asalariado moderno y del trabajador socialista. Luego esta determinación del valor, la del trabajo humano abstracto, no es una peculiaridad del capitalismo como tampoco lo es de las sociedades de mercado.
Heinrich insiste una y otra vez en el carácter social del trabajo humano abstracto, como si con ello señalara una peculiaridad de las sociedades de mercado, pero esto no es cierto. En el mismo capítulo referido anteriormente, Marx formula la siguiente idea: «En cuanto los seres humanos trabajan de alguna manera unos para otros, su trabajo recibe también una forma social». Por lo tanto, en el comunismo primitivo el trabajo también tenía una forma social, pero igualmente lo tenía en el esclavismo y en el feudalismo, como lo tendrá en la futura sociedad socialista no mercantil. El individuo es un ser social. Luego todas sus determinaciones individuales son sociales. Lo social es un predicado de lo individual. Y el trabajo es una de esas determinaciones sociales.
Pero hay más: las tres determinaciones fundamentales del valor, el gasto de fuerza de trabajo sin tener en cuenta la forma de gastarla, el tiempo de trabajo y la forma social del trabajo, están presentes en todas las sociedades donde la riqueza no se produce como mercancía. Así que Heinrich patina en todo esto de mala manera.
¿Se gasta el trabajo útil concreto? (Pág. 79)
Heinrich en la página 79 de su texto extrae la siguiente conclusión: «Por lo tanto, no podemos decir nada sobre sobre la cantidad de trabajo concreto útil gastado individualmente». Esto es un ejemplo, dentro de muchos, donde se pone de manifiesto que Heinrich no mantiene clara las diferencias entre trabajo concreto y trabajo abstracto. Heinrich habla de «la cantidad de trabajo concreto gastado», pero del trabajo útil no puede afirmarse que se gaste, eso solo puede afirmarse del trabajo humano abstracto. Pero es que unas líneas más abajo vuelve a incurrir en otro error de precisión: «el trabajo humano igual había sido determinado hasta ahora solo como lo que queda del trabajo concreto útil cuando se abstrae en el cambio de este carácter concreto útil». Heinrich entiende de manera bastante errónea el proceso de abstracción que lleva a cabo Marx cuando analiza la relación de cambio de las mercancías. Abstraer es lo mismo que restar. Así que hablaremos de restar para que se vean más claras las cosas. Según Heinrich: trabajo concreto útil – carácter concreto útil = Trabajo humano abstracto. En verdad si al trabajo concreto útil le resto el carácter concreto útil me queda cero. El procedimiento de Marx es el siguiente: cuerpo de las mercancías – valor de uso = producto del trabajo. Pero como en el carácter útil del valor de uso está representado el trabajo útil, la fórmula queda como sigue: cuerpo de las mercancías – (propiedades + utilidades + trabajo útil) = gasto de fuerza de trabajo humana. Al gasto de la fuerza de trabajo humana sin tener en cuenta la forma de su gasto se le llama trabajo humano abstracto.
Gasto de fuerza de trabajo en sentido fisiológico (Pág. 104)
Heinrich añade error tras error y cada vez resulta más difícil entenderlo. Parte de unas premisas erróneas que se reflejan con cada paso que da. Ahora nos dice Heinrich que el «gasto de fuerza de trabajo en sentido fisiológico» -expresión acuñada por Marx- no está vinculada en modo alguno a la producción de mercancías, ya que a su juicio el trabajo de un esclavo es gasto de fuerza de trabajo en sentido fisiológico. Vuelve a repetir aquí el error que cometió antes: cree que las determinaciones del valor solo existen en la producción mercantil y no igualmente en la producción esclavista, feudal y socialista. Pero sigamos con su tortuoso razonamiento: «El trabajo abstractamente humano había sido introducido en el primer apartado como resultado de la reducción de los distintos trabajos útiles a trabajo igual que caracteriza la relación de intercambio. Esta reducción no es un acto de propietarios de mercancías individuales, sino un proceso social que se realiza en el intercambio. El trabajo abstractamente humano como resultado de este proceso de reducción social no expresa ninguna propiedad fisiológica sino una propiedad puramente social».
El valor no se crea en el mercado, se pone de manifiesto en el mercado. Heinrich confunde ser y manifestación. Por otro lado, el proceso de abstracción que realiza Marx es un acto teórico individual mediante el cual descubre que las mercancías además de valores de uso son valores. Heinrich atribuye este proceso de abstracción teórica a los propietarios de mercancías en el mercado. Los propietarios no realizan en el mercado ningún proceso de reducción social del trabajo. Además el carácter social de la producción mercantil no solo se pone de manifiesto en el mercado, también se pone de manifiesto en la producción y en el consumo. Y justamente el hecho de que el valor sea creado por el gasto de la fuerza de trabajo humana en sentido fisiológico sin tener en cuenta la forma de su gasto es una determinación social que se hace manifiesto en el mercado. Es posible que hoy día la fuerza de trabajo humano no hubiera que entenderla solo en sentido fisiológico sino también en sentido psicológico. Pero esta aportación que yo ofrezco añade lo psicológico a lo fisiológico, no niega lo fisiológico.
La objetividad del valor (Pág. 109)
Después de afirmar que en la objetividad de valor no penetra ni un átomo de materia natural, Marx concluye que «se le pueden dar las vueltas que se quiera a una mercancía, más como cosa de valor permanece inasequible». Ahora viene Heinrich y se pregunta: «¿por qué no se puede aprehender la objetividad de valor en la mercancía individual?» Y responde: «Ello se debe al carácter común de la sustancia del valor: la sustancia de valor, el trabajo abstracto, no le corresponde una mercancía individual, sino que es la sustancia común de dos mercancías que se intercambian». No es solo que Heinrich se exprese mal, sino que lee y entiende mal a Marx. Me explicaré.
Heinrich confunde la sustancia del valor con la objetividad del valor. Toda mercancía considerada individualmente tiene un valor, que puede estar por encima o por debajo del valor de mercado. Otra cosa es su objetividad, que solo se constituye en la relación de cambio de una mercancía con otra. Lo que es producto de la relación de intercambio es la objetividad del valor y no la sustancia del valor. El mercado no crea la sustancia del valor sino que fija la medida del valor de las mercancías. Así que Heinrich vuelve aquí a equivocarse de mala manera.
Lo individual y lo social (Pág. 110)
Heinrich afirma lo siguiente: «En tanto que Marx pone de manifiesto que la objetividad del valor es «puramente social», ha destacado precisamente que no puede tratarse de una propiedad de una cosa individual». Insisto en que Heinrich se expresa de una forma enredada y continuamente confunde las cosas. Por un lado, una cosa son las determinaciones del valor, que son muchas, y otra una de sus determinaciones: su forma objetiva. Y por otro lado, entiende las relaciones entre lo individual y lo social como si lo social fuera la negación de lo individual. No ve que lo social es una de las determinaciones del individuo. Además, Heinrich no hace uso de las categorías pertinentes, como en este caso sería lo que una cosa es y lo que esa cosa representa. Y me explico. En las primeras páginas de El Capital, cuando Marx habla de la magnitud del valor y cómo le afecta el cambio en la maquinaria usada, dice lo siguiente: «Tras la introducción del telar a vapor en Inglaterra, por ejemplo, tal vez se requería la mitad de trabajo que antes para transformar una determinada cantidad de hilo en tejido. El trabajador manual inglés necesitaba realmente para esa transformación el mismo tiempo de trabajo que antes; pero el producto de su hora de trabajo individual no representaba ahora más que media hora de trabajo social».
El trabajo humano abstracto, esto es, el gasto de la fuerza de trabajo humano sin tener en cuenta la forma de su gasto, es algo que ocurre a nivel individual. Lo que sucede es que el valor de las mercancías depende, entre otras cosas, del desarrollo de las fuerzas productivas. Es evidente que para transforma un kilo de hilo en un kilo de tejido no se tarda el mismo tiempo si se hace de forma manual que si se hace mediante una máquina. El caso es que si usamos una máquina tardamos la mitad de tiempo que si lo hacemos de manera manual. La hora de trabajo individual del obrero que emplea la máquina coincide con la hora de trabajo social, mientras que en el caso del trabajador manual se produce una diferencia entre la hora de trabajo individual y la hora de trabajo social. En este caso hay que distinguir entre lo que una cosa es y lo que esa cosa representa: la hora del trabajo individual representa media hora de trabajo social. Así que la determinación social del trabajo humano abstracto no niega su determinación individual, sino que la hora de trabajo individual representa una hora de trabajo social o media hora de trabajo social. Repito: lo social es una determinación de lo individual y no la negación de lo individual y la relación en este caso entre lo individual y lo social es la de representar.
Resumen positivo del primer capítulo de El Capital
Marx empieza demostrando que la mercancía es una cosa doble: valor de uso y valor. La economía burguesa también la reconoce como cosa doble: valor de uso y valor de cambio. Lo que sucede es que para los economistas burgueses el valor de cambio es una pura determinación externa y para Marx el valor es una propiedad inmanente de la mercancía. Pero Marx es además integrador, no niega el valor de cambio, lo único que hace es presentar el valor de cambio como modo de expresión del valor.
Mediante el análisis progresivo de la relación de cambio entre las mercancías, desde su forma individual, pasando por su forma relativa desarrollada, hasta la forma de equivalente general del valor, Marx trata de mostrar como el valor se objetiva y se sustantiva frente al valor de uso. Estos son los conceptos dinámicos claves: objetivación y sustantivación. Esta objetivación llega a su máximo extremo cuando el dinero oro es sustituido por signos o símbolos del dinero, esto es, cuando la existencia metálica del oro se separa de su existencia funcional. En este sentido Marx afirmaba en su obra Contribución a la Crítica de la Economía Política que el dinero papel tenía valor porque circulaba, mientras que el dinero oro circulaba porque tenía valor.
(Recomiendo al lector que lea las diez primeras páginas de mi trabajo Transformación de la mercancía en dinero http://www.rebelion.org/docs/5958.pdf y lo compare con las 50 primeras página de ¿Cómo leer El Capital? de Michael Heinrich. Creo, modestia aparte, que mi trabajo es más riguroso, preciso y claro que el de Heinrich. Y por descontado: la estructura filosófica de mi trabajo es muy superior a la de Heinrich)
Blog del autor: https://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/
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