Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en rebelión en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx, uno de los grandes conocedores del pensamiento de Hegel, Marx, Lukács, Gramsci y Sacristán en nuestro país, y autor, entre otras obras, de Repensar la política y Praxis política y […]
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en rebelión en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx, uno de los grandes conocedores del pensamiento de Hegel, Marx, Lukács, Gramsci y Sacristán en nuestro país, y autor, entre otras obras, de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.
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Nos habíamos quedado en este punto. Jon E. Illescas ha publicado en la revista El Viejo Topo (que también hemos reproducido en rebelión) un artículo polémico que está siendo muy comentando en ámbitos de la izquierda: «Frente a Vox: ¿habrá izquierda para la clase obrera?» https://www.elviejotopo.com/articulo/frente-a-vox-habra-izquierda-para-la-clase-obrera/. ¿Lo has leído? ¿Qué opinión te merece? Te recuerdo el subtítulo del escrito: «Por el socialismo y la disolución del resto de -ismos». ¿Estás también por eso?
He leído ese artículo, que me parece valiente y bien meditado. Estoy de acuerdo con el análisis que hace de la situación de la izquierda, de su hundimiento y desarme de su progresismo liberal, de su electoralismo vacuo. Y de su inanidad.
Creo, sin embargo, que la derrota de la izquierda, su vaciamiento, su desarme obedece a causas muy profundas. Hace ya 53 años, nada menos, en 1966, Georg Lukács, publicaba el libro una larga entrevista, titulada Conversaciones con Lukács.
Lo recuerdo, lo recuerdo bien.
Quiero destacar la fecha, porque la radicalidad contundente de lo que expresaba no era resultado de la impresión que le hubiese causado tal o cual acontecimiento, por terrible que éste fuese, por ejemplo la invasión de Checoslovaquia, en 1968, por los tanques soviéticos. Por el contrario, su pensamiento es algo meditado serenamente y expresado en un momento en que, aparentemente, para la izquierda todo era «viento en popa a toda vela» y «Bajel pirata que llaman». Un gran PCI, un gran PCF, un 1966 que fue durísimo para el ejercito USA en Vietnam, un movimiento descolonizador, de países no alineados muy combativo. En el Reino Unido gobernaba el laborista Harold Wilson, en Alemania se formaba un gobierno de gran coalición con la Socialdemocracia en el que Willy Brandt era vicecanciller. Escandinavia era un cosmos socialdemócrata. En los mismos EEUU, un potente movimiento interior de defensa de Derechos Civiles, el movimiento Hippy, etc… eran los tiempos de las canciones de Bob Dylan, my friend, los tiempos están cambiado -blowin in the wind-… En ese ambiente, para la experiencia nuestra, el mensaje de Lukács, no es que resultara escandaloso: era ininteligible, incomprensible.
En aquel libro entrevista, Georg Lukács nos decía tres cosas. La primera, que la política debía pasar a basarse en la creación de un movimiento de masas democrático que luchase contra la manipulación de la vida cotidiana por parte del capitalismo. Movimiento microfundamentado, capilar, cotidiano, no electoral, de entrada. Autoorganizado. Democracia, democratización de la vida cotidiana. Nueva cultura material de vida autónoma. Algo semejante a lo que Gramsci elabora en sus Quadernidel carcere, en los que, tras las cuatro crisis que se documentan en ellos, abandona el voluntarismo, el jacobinismo de partido, y ahonda en la «eticità», en la creación de un nuevo bloque que organice el vivir de la sociedad civil, la cultura material de vida, de forma alternativa. Bueno. Todo esto, el trabajo microorganizado, capilar, para la democratización de la vida cotidiana, que le es encomendado a un movimiento, ya hace inservible, deja atrás por entero la concepción de partido que el comunismo, que el movimiento obrero había sostenido. La alternativa no es el espontaneísmo, pero tampoco la teoría de elites, la representación, la guía. Ni la política como estrategia. La segunda cosa que dice es que el movimiento revolucionario, a la altura de 1966, no está como en 1848, cuando ha sufrido una escalofriante derrota, pero, de resultas de la experiencia de la misma, sabe, cree saber, cómo actuar, cuál es la política a seguir. Sino como tras 1815 y el fin de la Revolución Francesa -los ejemplos son los de Lukács-. Así de drástico: pero esto quiere decir, esto implica que no solo no es válido el legado político institucional, el político, en sentido restringido del término; sino que el mismo corpus intelectual, el bagaje intelectual, es corto, no es válido.
¿Y la tercera?
La tercera, es su apasionada defensa de una cosa que parece extravagante, un estudio sobre la Ontología humana. Que a todos nos dejaba perplejos. Tras escribir su Estética -entre 1956 y 1964-, una teoría de la civilización, en realidad, Lukács, se había puesto a escribir una Ética. Existe el manuscrito, aunque no ha sido traducido al castellano. Sabemos, nos lo han explicado, que era una ética aristotélica. O sea, que ética no quiere decir tratado sobre si es moral o inmoral meterse el dedo en la nariz, deontología etc. Sino un estudio sobre el Ethos, sobre la cultura material de vida que constituye la sociedad, la polis, y que es la verdadera constitución de la polis. Algo bien sabido por la tradición filosófica grecolatina..Algo proseguido por el aristotelismo, por el Iusnaturalismo, y por Montesquieu y por Rousseau, y por Hegel y el neohegelianismo incluido el hegelo marxismo, claro. Pero Lukács que ha emprendido esa teorización sobre el ethos, ex novo, para poder comprender en su plenitud lo que es la cultura material de vida, todo lo que constituye y abarca la vida cotidiana, el vivir, todo lo que lo genera y es generado por él, etc, la suspende. Porque considera que la nueva investigación aún debe ir más al inicio, más a la raíz, más al comienzo. El marxismo debe preguntarse qué es ontológicamente el ser humano, cuál es su onto antropología. Las condiciones de posibilidad de toda eticidad, de toda cultura material de vida en común. Lukács va a la raíz de la raíz. Considera insatisfactorio, flojo o inexistente lo elaborado por el marxismo. Lukács ya había ido a «antes de Marx» en 1948, o mejor dicho, en 1938, aunque publicara su libro sólo diez años después, cuando, puesto a estudiar un pensamiento que tratase sobre un proceso revolucionario, estudia y publica El Joven Hegel y los problemas de la revolución. Va a la gran filosofía que recoge la experiencia de quien sí vio extinguirse un mundo y surgir otro. Hegel.
Quienes sentían, sentíamos, en 1966, que el marxismo en su estado actual de aquel tiempo, cubría nuestras dudas todas, respondía todas nuestras preguntas, no podíamos entender el porqué de la obra del viejo Lukács, porqué a los 81 años se mete en ese proyecto. Solo podía ser que Lukács quisiera que el marxismo, como toda filosofía de corte clásico, tuviese un perfil académico, digno de las facultades de filosofía universitaria.
Pero su explicación es otra…
Su explicación es otra: es la insatisfacción ante la flojera del fundamento onto antropológico del marxismo. Es cierto que Marx tiene una onto antropología y una percepción consciente de lo que es el ethos humano. El Marx maduro. Cuando Marx escribe, por ejemplo, que el trabajo como abstracción real u ontológica, surge como tal realidad histórica como consecuencia de la específica forma de organizarse las relaciones sociales del mundo del capital, mediadas por la mercancía, y que, antes del capitalismo, el trabajo como abstracción real no existía. Cuando añade que sólo una vez surge esta realidad entitativa histórica, puede una figura de consciencia dada ser capaz de percibirlo, y generar entonces la palabra «trabajo», término abstracto que tiene como referencia una realidad material abstracta, y no las diversas actividades concretas de los artesanos, Marx está mostrando su consciencia de lo que es un ethos, su consciencia de la existencia de mundos culturales históricos diversos. Su talente hegeliano, claro. Pero Marx tiene demasiada confianza, demasiado optimismo, confía demasiado en la bondad del mundo civilizatorio emergente como consecuencia del capital, confía mucho en la bondad del ethos capitalista, que bastaría con hacerlo accesible a todos, confía en el desarrollismo industrial, y no va más allá. Por el contrario, si consideramos que el capitalismo es un cáncer, y si queremos llegar a saber todo lo cancerígeno, la vastedad de la metástasis que un cáncer puede llegar a generar, necesitamos, previamente, conocer bien todo lo que constituye la totalidad del cuerpo vivo, su complejidad. Lukács cree que el capitalismo es un cáncer terrible en metástasis, que amenaza con ahormar la vida cotidiana de las gentes, destruir toda autonomía de vida cotidiana y moldear la antropología de los seres humanos. Y esto es lo que explica ese esfuerzo suyo por dotarnos de un instrumental intelectual que nos permita entender la onto antropología social humana, y sus posibilidades de ethos.. lo potencialmente cancerable y lo que potencialmente puede ser trinchera de lucha y fuente de poder revolucionario. Reflexiona sobre la libertad y sobre su base y arraigo en la onto antropología humana. Es el tema de las flojeras del marxismo, de las flojeras de la obra de Marx. Sin cuya valoración, no se emprende esa radical marcha intelectual, desde antes de Marx, Hegel, pasando y sumiendo a Marx, y hacia más allá de Hegel y Marx. Punto. Algo que se puede leer, también, en ese discurso de los Quaderni, gramscianos, que entran en Terra Ignota para el marxismo, el bloque histórico, la sociedad civil, la Reforma de las mores o eticidad…
Bueno. Luego, podemos valorar si la Ontología, esa obra última -el Opus ultimum- de ese gran, ese sereno anciano marxista, escrita entre sus 81 y sus 86 años es mejor, peor, regular…Es un ejemplo. Y un pronóstico. De lo que no tenemos, de lo que necesitamos, de la gravedad de lo que nos acosa, el capitalismo, que es no otra cosa que nosotros mismos. Los marxistas debemos trabajar intelectualmente pensándolo todo de nuevo y con una radicalidad que va más allá de la de Marx; eso es lo que nos dice Lukács. A la par del esfuerzo práxico que Lukács plantea, por coparticipar en la generación de un movimiento democrático que genere un poder capilar sobre la vida cotidiana, claro. Lukács, ese anciano de moral y talante nestorianos, como decía Sacristán, el Néstor, anciano guerrero aqueo de la Iliada…
Siento ser una chispilla desolador. Siento que mi respuesta a tu pregunta sobre el valiente texto de Illescas y sobre alternativas políticas posibles sea así, un poquillo, un poquitillo desoladora. Pero «peor es no saberlo».
Sí, sí, claro, siempre es peor no saberlo.
Sí que puedo decir que es la teoría de elites y su concepción de la política como estrategia elaborada por ella como estado mayor, lo que debe ser destruida, delenda, -pero delenda…de veras, delenda; delenda, delendísima- est Cartago. Si es que se quiere una respuesta corta.
Me veo casi obligado a hacerte otra pregunta, discúlpame, sobre el momento en que vivimos tras tu última reflexión. ¿Qué opinas de lo sucedido en Madrid estos días con el «Más Madrid» de Carmena y Errejón?
Sí, es muy interesante. Y sobre todo, ver la divergencia de opiniones que se ha producido en la prensa. No entre los que están en favor de Eteocles y los que están a favor de Polinice, los dos reyes; eso es lo de menos. Sino entre aquellos que consideran que un partido está constituido por el conjunto de sus élites, por sus barones -y baronesas- estos, denominan a lo que había neoleninismo -¡un poquito de por favor!,¿no?- y a esto de Errejón y Carmena, lo denominan democracia. Evidentemente, ni lo que había era leninismo, sino un caudillismo ciego, teoría de elites. Ni lo que hay ahora es democracia, sino más de lo mismo, teoría de elites. Desvergonzada, a cara de perro. Original tan solo por su capacidad y grado de suicidio. Porque ni unos ni otros respetan las reglas de la politesse entre aristócratas. Frente a la salida suicida de Errejón, la puñalada trapera del responsable de organización -Errejón es un muerto de hambre y por eso no deja el escaño-. Finura. No defiendo, como alternativa para ahora el leninismo; que conste.
El mejor análisis se lo he leído a Martínez Llaneza: «Podemos tiene o tenía una base, que nadie quiso organizar, porque podía ser un incordio». Y ahora, el líder de masas, el que concita las simpatías de las bases de Madrid, es defenestrado. Es el elitismo, la teoría de elites, el electoralismo. Y la concepción de la política como estrategia. Surge una masa -«masa», «paganitos», bondadosos ignorantes- que protesta, y en lugar de que la izquierda nos convirtamos en el instrumento al servicio de los mismos y servirles de percha organizativa, que les permita protagonizar la actividad política, los consideramos como fuerza al servicio de nuestros bien meditados objetivos; es la Estrategia. Una vez estamos donde queríamos, el mensaje es: ya podéis dormir y descansar, nosotros velamos vuestro sueño. O sea, bueno, el cuento de la lechera. Con estos huevos, yo compraré y luego… cuando lo único sensato es permitir que esa gente movilizada asuma su propio protagonismo organizándose, convirtiéndose así en un agente real en este proceso histórico; a partir de los fines y objetivos que ellos mismos han alcanzado, en el grado de su propia experiencia de poder. Y que ellos mismos, a base de autoorganizarse, de deliberar, de protagonizarse, de desarrollar más capacidad de hacer -poder- vayan generando nuevos objetivos. Así es, ha sido siempre en la historia, cuando los de abajo han tenido peso. Porque el fin está en la democracia sustantiva, en que la gente domine su destino, no en este o aquel fantasioso fin impuesto exteriormente, y que está vacío. Me permito un recuerdo histórico.
Adelante con él, cuando quieras.
El pacto de San Sebastián. Aquel pacto entre fuerzas republicanas, al que se suman republicanos que dos años antes eran monárquicos, y en el que ni siquiera estaba el PSOE, que se suma a posteriori. Por un azar, por una casualidad, las fuerzas políticas, aciertan a crear lo que la gente esperaba, algo, un instrumento que posibilitaba la organización de gentes, la creación de juntas. Y se genera una esperanza y una actividad organizativa insospechada. Que la derecha trunca enseguida con la ayuda inestimable de la izquierda, claro. Hoy, que tanto se habla de república, lo único que no se hace es concitar a los republicanos, ayudar a crear republicanos, ciudadanos activos.
Lo de Podemos es la caricatura de la caricatura de la caricatura. Luises napoleones bonapartes a mansalva. Cosa de miseria y miserables. Si la historia se da solo una vez como tragedia y luego se repite, en la segunda, como comedia, pues en este nivel repetido de ahora, este caso, es de teatro de marionetas, con Gorgorito y Garrafito dándose de puñaladas, como buenos hermanos, y la bruja Ciriaca de fondo en el papel de Antígona-y-Creonte, a la vez, según se ponga el muñeco boca arriba o boca abajo.
El caso se da en Cataluña. Leí el otro día -no sigo la Grandpolitique nuestra y no me había enterado- un texto de Xavier Sardà en El Periódico. Cómo la corriente política de Pisarello se va a cepillar al hasta ahora eurodiputado Urtasun, utilizando para ello ¡el sistema de primarias!, pero de tal manera, que a Pisarello, que ha sido investido in péctore como eurodiputado por el grupo Colau le basta con ganar sólo unas, bien apañás, mientras que el otro tiene que hacer un cursus honorum de múltiples primarias. Y luego, se llenan la boca con eso del «le llaman democracia pero no lo es».
En el siglo XlX, a comienzos del XX, la Corte de los Milagros, las sor patrocinios, monjas estigmatizadas, los padres Claret, los Pollos de Cartagena, los catalanes taurófilos y primeras escopetas en las cacerías de su majestad, el capitán chuletas de sargento, todo esos, estaban en el Palacio de Oriente, junto con las Reinas Castizas y sus incendiarias cartas de amor. Hoy, la corte, las cortes de los milagros, están en los estados mayores de las izquierdas. Nos falta un Valle Inclán que nos lo retrate, que nos muestre lo grotesco, pero en clave de sainete, de todo esto
¿Algún libro que nos quieras recomendar?
Pues sí. Sí, desde luego. Durante las Jornadas sobre el Bicentenario del nacimiento de Marx, invitamos como ponente a un viejo amigo. Un sabio. Joaquín Arriola. Tuve la suerte de poder estar entre quienes lo acompañamos durante el corto tiempo que estuvo entre nosotros, un día. Y pudimos hablar. Durante la noche, poco antes de la cena, Joaquin nos recomendó un libro de un marxista. Un libro «antiguo», de 1980. Un libro formidable, que estoy leyendo ahora mismo, de Henri Denis, y se titula L´»Economie» de Marx. Histoire d´un echec, – La «Economía» de Marx, historia de un fracaso; un título provocador- publicado en PUF. De 200 páginas escasas. Joaquín me hizo el regalo de enviarme fotocopia del texto. Me puse a leerlo en navidades, con subrayados y notas en las guardas, pero, al llegar a la página 70, y encontrarme con el deslumbrante comentario de texto que Denis hace sobre ese prólogo denominado «Introducción a la Crítica de la economía política», y que va puesto como cabecera de los Grundrisse, pues entonces, decidí que volvía a la primera página del mismo. Abrí cuaderno de apuntes, y me he puesto a estudiarlo, copiando.
El libro, si no ando errado, no está traducido.
No, no lo está.
El libro muestra cómo Marx trabaja desde Hegel, y cómo la creatividad, la potencia de su pensamiento le viene al Marx maduro de Hegel -algo en lo que estaba de acuerdo Sacristán-. También da una respuesta al interrogante que puede concluirse de lo que hemos hablado en la primera pregunta: qué es lo que empantana a Marx. Denis sostiene la hipótesis de que es tratar de encajar la economía de Ricardo y los escoceses dentro de su potentísimo modelo hegeliano.
Llevo leída poco más de la mitad de la obra: 10 páginas en más de dos horas, ese es el ritmo: citas de Marx, citas de Hegel, interpretación de las mismas, comparación…Si la obra se mantiene en este nivel, creo que habrá que hacer algo para que se publique en castellano. Lo que llevo leído es algo fascinante y deslumbrante.
Sirva todo esto para que, si Joaquin Arriola llega a tener conocimiento de esta entrevista, sepa que su generoso regalo no ha caído en saco roto, y que me pondré en comunicación con él próximamente, en cuanto haya hecho por entero los deberes. Y que le estoy sumamente agradecido.
Seguro que la lee. Le llegará tu mensaje. ¿Alguna película, obra de teatro o exposición que haya sido de tu interés últimamente?
Pues he visto la última película de José Luis Cuerda, titulada Tiempo después , que me parece fallida. Una lástima.
¿Quieres añadir algo más?
Salvador, no me hagas este tipo de pregunta, que me pierdes.
No te pierdo.
Primera parte de esta entrevista: Entrevista a Joaquín Miras sobre asuntos políticos y culturales (I). «Como lector me gustaría tener traducciones asequibles de los textos escritos por Marx; como marxista, creo que debemos leer a Marx en directo» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251639
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