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La otra teoría de la relatividad

Fuentes: Rebelión

Nuestro objetivo es completa libertad, justicia e igualdad, por cualquier medio necesario . -Malcolm X ¿Ni la kriptonita nos tumba?  Unos pisos más arriba, en la azotea, desde allá, con el rumor tenue de la calle y del reggaetón (bastante sucio, por cierto), cabe preguntarse: ¿la gente común, de a pie, es de izquierda o […]


Nuestro objetivo es completa libertad, justicia e

igualdad, por cualquier medio necesario .

-Malcolm X

¿Ni la kriptonita nos tumba?

 Unos pisos más arriba, en la azotea, desde allá, con el rumor tenue de la calle y del reggaetón (bastante sucio, por cierto), cabe preguntarse: ¿la gente común, de a pie, es de izquierda o derecha? O alguien encasilla como le da la gana a la gente según su percepción, capricho, malgenio o marxismo eurocéntrico. ¡Quién Dios sabe! Mucha juventud estudiantil pretende no saber la diferencia entre los dos lados convencionales de la política y en la biblioteca, alguien se acerca y pregunta bajito: «¿qué es izquierda y qué es derecha?» La broma de mostrar ambas manos no cuaja y una sombra molesta de dudas se adivina en el rostro. En periódicos y revistas abunda al calificativo se lo distribuye a ambos lados de la vida de la clase política urbana y de más allá. Los pergaminos teóricos de la antigua verdad están distantes de esta realidad siglo veintiuna. ¿Aún se toma el poder con la izquierda y se lo ejerce con la derecha? ¿Hay políticos que parecen de derecha y se comportan imitando a los de izquierda? Al final el laberinto concluye en el comienzo de otro, el aguaje de teorías se soporta con aburrimiento y el diplomático agradecimiento deja insatisfacciones. El mundo de la política está más cerca de la física que de las teorizaciones, después de eso es solo un chorro de baba. René Pérez (Calle 13) define la diferencia entre zurdos y diestros: » Los deformados marginados todos los abyectos/ Caminando firme, recto, directo/ Sin arrodillarnos bien paraos erectos/ Venimos caminando por una cuerda finita/ Pero a nosotros no nos tumba ni la kryptonita» [1] .

Y cuando se gobierna como en las décadas de progresismo latinoamericano con tropiezos culturales, gambetas contrarrevolucionarias, aciertos importantes, líneas discursivas plausibles y negocios de bandidos con la derecha más reaccionaria. Al final: «Nos tiene miedo el presidente/ Porque el héroe de una nación/ Es el terrorista de su oponente» [2] . Ocurrió en Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador por decir casos emblemáticos. Quizás fue moda frívola para ciertos grupos sociales o conocer a la nación «uñas sucias» de allá abajo, pero desde el cristal ahumado de un carro climatizado. ¿Derecha disfrazada de izquierda o al revés izquierda con los ascos de la derecha colonial? La confusión juvenil es comprensible.

 

¿Revoluciones de derecha y de izquierda?

Fue una casualidad espacial aquello que determinó para mucho tiempo eso de izquierda y derecha, en la física de la naturaleza y en lo físico de las sociedades. Empezó en la Revolución Francesa y continúa construyendo paradigmas insólitos. ¿Y la revolución haitiana? La primera con respecto a la segunda estuvo a la derecha. En Ecuador hasta hubo algo llamado «conservadurismo progresista». Tremendo embale que desafía a la lógica newtonian, era (o es) como «caer para arriba». O sea un cambio negativo. Un retro cambio. Un viaje al paleolítico del siglo XXI. Justamente, en estos días las momias tribales de las Américas pregonan eso de ‘cambio positivo’. La vergüenza de ser, no querer ser o haber sido: reaccionarios de lustre. Y está esa izquierda de umbral con tono desafinado y parecido, fumando ganja sin aspirar, tomando café descafeinado o amando a quién no debería por imposición familiar; se marketinizaron como ‘progresistas’. Unas leves incomodidades, huir de las explicaciones a la juventud confundida con discursos de una tendencia y prácticas que contrarían las palabras.

¿Dónde está la izquierda y dónde la derecha? La física política de club social exclusivo o de barrio marginal; de las ideas que relativizan desencuentros humanos o que construyen sagrados principios. ¿Y la físico-química del bolsillo envenenado por carencias sin cuento? Es ubicación espacial respecto a qué. A la naturaleza viva en franca decrepitud inducida, a la economía política que multiplica los comensales y reduce panes y peces, al Arca de Noé Oloddumare (un ciudadano cultural de todas las barriadas). O vainas así, de tal manera que si va por «las vías más andadas» [3] descubriendo que la mano invisible del mercado no es tal ni está abierta o más bien es un puño dentro de un guante de hierro. El golpe no avisa, porque no siempre se lo ve venir, pero su devastación se siente en los huesos y en la mañana de cocina fría. Efecto físico con la física malafesiva aquello que se entiende por ‘derecha’ política.

 

¿Izquierda o derecha? ¿Existencia política relativa?

A ver, estas rimas sueltas son físico-políticas venidas de una esquina de barrio adentro donde no cuentan los grados de melanina ni los apellidos bonitos, más bien es solidaridad necia y cimarrona sin buscar un lado definido (izquierdo o derecho) se concentra en la persona física con sus hambres y necesidades. La izquierda existe porque está la derecha, se oponen en todo menos en el respeto a quienes eligen lado y destino. No son espejos, aunque cuando están en el gobierno de países, confunden sus reflejos. Hay quienes creen en las «leyes del movimiento social» (y de las sociedades, se entiende) y hay quienes creen que conservando la materia política en un estado ideal no hay despilfarro de energía social. Correcto, contrario a la física y a la química, pero también a las sociedades que se cansan de bellos dogmas, modas incómodas y teorías contrarias a sentires libertarios. Y de la olla vacía y de la educación sin sustancia. La preocupación anti conservadora es que no hay conservación de la vida planetaria, que el chance para habitar la Tierra está en cuenta regresiva y el llamado es convertirse, según el tamaño de ciencia y conciencia, en millones de Shaka Zulu defendiendo árboles y hasta al último bichito que podemos ser nosotros mismos. Creo que se entiende, jóvenes.

 

 

 

¿Izquierda de museo o de la viva calle?

Albert Einstein se anticipó el hip hop y alertó que los problemas dependen del valor material del tiempo, de nuestro tiempo esquinero y cotidiano, cuando las justicias sociales tienen el plato de balanza bastante desfavorable al proletariado. Dicho con la filosofía de Tego Calderón: That nigga is crazy, using and dealing [4] , está hasta abajo, ya no promete muy a lo loco demasiao algarete, yo quisiera hablar de amor, de cosas buenas [5] Ahí debería discutirse el valor político-cultural (o en el concentrado imprescindible de estas semanas y meses: civilizatorio) de la izquierda más que ocupando un lugar en el espacio continental americano, ella sea el espacio de todas las aptitudes y el pampón de las diversidades. Algo así como gente material y con sus tiempos de cambios. Con chalecos amarillos sin gritar las habituales consignas, con aquellas jovencísimas estudiantes europeas que cuestionan la decrepitud de sus jóvenes políticos, con las comunidades indígenas y negras de Colombia peleando por su derecho a habitar sus vidas o con el chavismo asediado por el estómago. Nada que no tenga remedio, la izquierda euclidiana deberá permanecer en el museo, porque el espacio de la calle y el tiempo de andares son de una izquierda eisnteniana y hip-hopera.

 

¿Qué hacer?

 ¿Qué hacer? René Pérez sugiere: «No me vendo ni aunque me paguen/ A mi orgullo le puse un candado/ Y me tragué la llave/ Si hay que pelear pues peleo» [6] . No llega a una tabla periódica de la izquierda, pero son muchas: ácidas, alcalinas, neutras, corrosivas, tóxicas, radiactivas. O qué se yo. Unas izquierdas ensancharon el espacio para adaptarse a los implacables tiempos humanos; otras batallan con sus fantasmas de conservadurismo (machismo, racismo, clasicismo); y todas por sobrevivir a la epidemia conservadora ultra reaccionaria. Unas son borradas del mapa físico y sus miembros, náufragos del tiempo, persisten en las nostalgias y de amasar recuerdos épicos de los próceres de la tendencia. También están las izquierdas sobrevivientes de caídas de muros y levantadas discursivas, a veces enredadas en anacronismos y otras recomponiendo sus ideas con banderas distintas a las rojinegras. Así en la física como en la vida política: el tiempo indica la rapidez del desplazamiento espacial a las ‘condiciones objetivas’.

En tiempos paralelos, las derechas matizan o desenfrenan sus angurrias económicas, sin importar partido político, club social o patria potestad su tema predilecto y odioso son los derechos progresivos de las humanidades. Cualesquiera que sean esos derechos y esas humanidades. Unas derechas van directo a la reducción de derechos, por ejemplo, en el Ecuador. Otras por el «no más derechos». Mezclan libros de religión con ciencias físicas, químicas y biológicas para disputar, en el absurdo, razones de justicia social que las humanidades demandan. Derechas retorcidas. A veces la izquierda también se derechiza retorciéndose, pero casi nunca la derecha se izquierdiza enderezándose. No sé, ahí se las dejo.

 

 

Notas:


[1] Del tema musical Los de atrás vienen conmigo, de René Pérez.

[2] Ídem.

[3] ¡Ah! Los ángeles se han perdido/ de las vías más andadas/ Cátala catún balé,/ catún balé caté cátala. Del poema Matábara del hombre bueno, de Antonio Preciado.

[4] Este niche está demente, consumiendo y comercializando… (traducción del autor).

[5] Del tema musical Chilling (escalofriante) del hermano Tego Calderón.

[6] Ídem.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.