Dime, Sobre tu ayer, ¿quién ahora eres? Dime, con tu cansancio, ¿cómo andas? -Antonio Preciado (Poema Dos solos de tambor de Cuame Bamba) Octubre 8 Ahora que conocen el hielo, y sienten el sonido y la furia, al fin ellos saben que las espirales humanas con sus designios, ansias, tranquilidades y satisfacciones parecen retrocesos, […]
Dime,
Sobre tu ayer,
¿quién ahora eres?
Dime,
con tu cansancio,
¿cómo andas?
-Antonio Preciado (Poema Dos solos de tambor de Cuame Bamba)
Octubre 8
Ahora que conocen el hielo, y sienten el sonido y la furia, al fin ellos saben que las espirales humanas con sus designios, ansias, tranquilidades y satisfacciones parecen retrocesos, pero no es así, aquello que es logrado no soporta renuncias o estafas. En estos días, son gobiernos encorbatados y con baja oxigenación cerebral. ¿Quiénes son? ¿Qué representan? Qué les digo, son calandracas, representan a ese mundillo social-financiero-económico corrompido en sus entendederas por la superstición tenaz de que son perpetuas las carestías humanas.
¿Hay más o menos gente leyendo sus diarios? ¿Hay más o menos gente atendiendo sus noticiarios? Se diría que están a la baja, muy a la baja. Ya se perdió esa fe popular que hacía concluir ciertos diálogos con un «fue dicho por la prensa». Frase ahora dudosa, tan dudosa como la clase política en la extensión de su especie. Las cosas se cuentan solas. El vecino, un adulto jubilado, lee el periódico para amargarse porque la calle, aventuras y desventuras, obliga a otras interpretaciones. Es un lector habitual y tiene la costumbre genética de buscarlo muy temprano, un poco después del desayuno, cumple con el ritual de los últimos años: hojear y ojear. Se ha radicalizado en su desconfianza: páginas deportivas, mejor dicho el fútbol, y el crucigrama. Yo lo sé, me ofrece el periódico, pero se anticipa a defender ese pasatiempo enigmático.
Ocurre por acá, en Esmeraldas, Ecuador. ¿Ocurrirá en Brasil, Argentina, Uruguay o en Bolivia? ¿Y en Colombia, Chile y Paraguay? Son estos liderazgos insípidos y repitiendo historias de agaches coloniales. Octubre de mala y poca fe. El pedido, la súplica o la demanda de arrecheras por los retrocesos conservadores tienen oídos atentos y corazones desconfiados. Las epopeyas cimarronas ocurrirán cualquier día, sin saber fecha uno se arriesga a escribir que sucederán. Vivimos los momentos de la palabra suelta. La batalla oral es como una partida de ajedrez sin piezas ni tablero, sino a dichos estratégicos y tácticas de ajustes de cuentas. El grupo de este lado tiene frases buenas para recordar a Rafael Correa (caso ecuatoriano) y ese del otro tira pedradas condenatorias: la corrupción.
Se desconfía de lo leído en el periódico. O lo televisto en el noticiario del medio día o de la noche. Izquierda y derecha tienen el mismo recelo, pero acuden a los mass media. Y también van por las redes sociales y periódicos digitales. Ambas extremidades del coraje político tienen una figura central (Rafael Correa vs Jaime Nebot) y dispersan sus respetivas tirrias en cantidades industriales contra ellas. En estos días, les sucede igual que a Aureliano Buendía, aquel cuando su padre lo llevó a conocer el hielo. Más aún después de las elecciones locales y a consejeros y consejeras del CPCCS. El hielo impresiona porque se siente frío o alguien supone que quema. Ahora la derecha, antes el progresismo, tiene sus disfraces, a veces de izquierda o maldice a las izquierdas; a veces, busca una vía que resulta muerta. El agua tibia ni quema ni sirve para una buena taza de café. Este octubre progresista incógnito, eludiendo el rojo histórico sin atreverse a proponer una bandera perdurable. Derecha e izquierda en bailes de espejos. Los pueblos tienen la palabra.
Diciembre 17
El miedo es reaccionario porque teme al mañana. O según la enseñanza de Franz Kafka un insecto grandioso y asqueroso en la otra punta de la mesa. El progresismo latinoamericano es, por ahora, kafkiano. O como lo interpretaría Isabel viendo llover sobre Macondo: «el llamado a la misa del domingo anterior».
La derecha sacó airear su miedo. Esa derecha, con sus pintas, lenguajes, miserias, grandezas, dioses e ideologías, enfermó de espanto. Cuatro dedos de espanto, en la escala curativa de las mujeres y hombres medicinas de nuestra cultura afropacífica. Si ya no había fantasmas en los rincones más oscuros de casas y memorias, el tropel derechoso empezó a colocarlos ahí y en los lugares más visibles, después los alumbró con sus opiniones para referenciarlos con otros espantos anteriores. Bueno, el pasado es un pretexto para vigorizar miedos. El pasado no es historia, pero la historia tiene en el tiempo pretérito referencias narrativas y reflexivas. El monólogo de la derecha viendo llover sobre los Macondos alebrestados por el progresismo se resume así: «debe haber escampado en alguna parte» [1] . El optimismo inútil que en otro lado gobiernan sus anhelos. Parecidos y sentimentales.
Agosto 26
Valga el fantasma de los poetas y la política. El fantasma del Manifiesto. Aquella ánima que recorre el planeta a contramano de las murallas de desprestigio. Este jazzman (o sea yo) no es ni pretende ser productor de versos útiles. Y es verdad no tengo el honor de serlo, pero admiro a quienes lo son, con sus vestiduras clásicas, urbanas, biocéntricas, surrealistas, decimeras o yo qué sé.
Los comunistas son ciudadanos fantasmales. Ustedes saben que son por sus historias, sus periodiquitos y por sendero de conversación. En mi ciudad, Esmeraldas andan por ahí, por esas calles de Dios. Pedro Caicedo, el último de los cimarrones comunistas, algo abollado en la salud, pero admirable en su voluntad. Hemos discrepado, bastante, pero lo respeto. No se ocultó y se quedó con los pocos que no maldijeron la hoz y el martillo. Y está el hermano Félix Preciado, académico y profesor universitario, atento a los tiempos humanos y sociales, para críticas y teorizaciones.
En serio, ya no hay comunistas como los de antes. O si los hay son de voz baja, fantasmales para no pedir permiso, porque ese sería el colmo doscientos años después de predicar, con labia y rabia, cambios sociales. La actual derecha ideológica despierta los fantasmas de sus sueños leves, para matarlos en la literatura política y en la oralidad de sus telediarios de opiniones. El sóngoro cosongo burlón utilizado hace 171 años, en aquel célebre párrafo del Manifiesto, aún está vigente para componer ironías al miedo derechoso del siglo veintiuno. Ripley’s Believe It or Not! Todavía hay almas trémulas que sienten escalofríos con el fantasma. Por eso asombra el disimulo incómodo del progresismo dulce, la izquierda-caramelo, los revolucionarios-mermelada, el liderazgo progre engolosinador y así hasta dañar la insulina comunista. ¡Ja!
Los poetas hablan y se entienden mejor con las ánimas. «Un ánima recorre los continentes: el ánima del comunismo. Contra esta ánima bendita se han conjurado en una santa jauría, todas las potencias de la vieja Europa y del antiguo mundo (sistema-mundo, diría Immanuell Wallerstein [2] ), el papa (no creo que Francisco ande perdiendo tiempo y trabajo en estas zanganadas) y el deplorable zar de los Estados Unidos, los Metternichs y Guizots latinoamericanos de estos meses, los radicales dudosos y los presidentes mínimos donde los haya». Como ven la magra colección es bicentenaria. Y repitiéndose con regular puntualidad.
Ya dije que no soy poeta, pero consumo poesía y tengo un pantheon, en la versión latina más original del término, por favor. La poesía hace el trabajo pedagógico de la verdad a las teorías políticas. Por eso los poetas, mujeres y hombres, son eternos sospechosos de izquierda y derecha. La santidad no es virtud de la política ni al revés del significado, es como es; el ejercicio de un poder. Los poetas suelen tocar esa puerta y no pasan del umbral. «Los poetas deberían morirse joven para no corromperse jamás», más o menos eso escribió Alberto Borges (1928-1994), por allá por los años ’60 del siglo pasado, en la revista Vistazo. Él fue un periodista ecuatoriano de origen español y no sé de sus simpatías zurdas o diestras.
¿Y qué más queda del ánima sola? ¿Sola o solitaria? Hay un mapa mural que incluye mala literatura, errores terribles, interpretaciones equivocadas; pero también ganancia en derechos humanos y sociales, solidaridad efectiva y las nostalgias de muchísima gente honesta. Versos no para una despedida y si para reencontrar caminos mejores: «Todas las noches salgo/ a hablar con los fantasmas./ Todos llegan a tiempo con el viento/ agitando sus nombres/ en una multitud desesperada» [3] .
Notas:
[1] Isabel viendo llover sobre Macondo, www.LibrosTauro.com.ar, p.3, documento en PDF.
[2] Sin disminuir la importancia de Immanuel Wallerstein, para nada; el marxismo negro (no tiene por qué ser una relación con la piel) representados por diferentes pensadores e investigadores afrodescendientes formularon esa descripción del capitalismo. Uno de ellos Oliver Cox escribió: «…cuando la sociedad capitalista se hace adura, la rapiña organizada tiende a quedar descartada en beneficio de la ingeniosidad contractual; contra los pueblos más débiles y menos adelantados, los dirigentes capitalistas han concluido que las transacciones «legales» eran tan lucrativas como la agresión física y resultaban menos costosas y perturbadoras. Casi todo el mundo sabe que gran parte de la riqueza y del territorio de la tierra ha llegado a manos de las naciones capitalistas por esos medios aparentemente legítimos», en El capitalismo como sistema, Madrid, Fudamentos, 1972, p.114. La cita a su vez fue tomada de: Montañez Pico, D. (2018). La teoría del sistema-mundo es negra y
caribeña: capitalismo y racismo en el pensamiento crítico de Oliver Cox . Tabula Rasa, (28),
139-161. Doi: https://doi.org/10.25058/20112742.n28.7 . Documento en PDF, p. 144.
[3] Con todos los que son (antología poética), Antonio Preciado, Ediciones Matanzas, 2013, p. 39.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.