La España republicana, la España democrática, la España que ama la verdad, el compromiso humanista y la deconstrucción de mitos, falsedades e insultos, está y debe seguir estando agradecida (eternamente) al trabajo incansable, minucioso, riguroso, de este científico social inigualable, de esta ciudadano ejemplar llamado Ángel Viñas. Seguro que conocen su trilogía republicana y sus […]
La España republicana, la España democrática, la España que ama la verdad, el compromiso humanista y la deconstrucción de mitos, falsedades e insultos, está y debe seguir estando agradecida (eternamente) al trabajo incansable, minucioso, riguroso, de este científico social inigualable, de esta ciudadano ejemplar llamado Ángel Viñas. Seguro que conocen su trilogía republicana y sus textos complementarios.
Lo esencial de este comentario: como ocurre con todos los trabajos del autor vale la pena, y vale en ganancia, el esfuerzo realizado en la lectura de este ensayo que enseña, además, cómo debe trabajarse en temas de historia si queremos hacer realmente historia, buena historia, y no otra cosa. Metodológicamente es impecable y muestra caminos por los que cabe transitar si queremos hacer bien las cosas.
Así define el autor el oficio, su oficio: «Lo único que le está vedado al historiador digno de ese nombre es el mentir a sabiendas, el faltar cínicamente a la verdad de los hechos tal como sus elementos de información le permiten apreciarla. Pero esto debe llamarse probidad científica y no imparcialidad; pues, todos, querámoslo o no y sepámoslo o no, somos necesaria y fatalmente parciales». Seguro que el machadiano Juan de Mairena firmaría esa declaración. Muchos historiadores también sabiendo que «a diferencia de lo que ocurre con los novelistas y los creadores y mantenedores de mitos, los historiadores genuinos no imaginan ni desfiguran».Los historiadores, añaden los autores en el capitulo de conclusiones, «estamos obligados a basarnos en las evidencias, escritas, orales o visuales entre otras, del pasado, debidamente examinadas para comprobar su veracidad» (p. 537), asunto este último no siempre elemental.
Ángel Viñas se ha acompañado en esta ocasión de otros dos autores (las razones se entienden bien al leer el libro): Miguel Ull Laita (Zaragoza, 1941) «ha desarrollado las diferentes facetas de su actividad profesional y laboral siempre en relación con la sanidad pública», y Cecilio Yusta Viñas (Guadalajara, 1937): «cumplió el servicio militar en el Ejército del Aire, en las bases de Matacán y Torrejón de Ardoz. Tras ingresar por oposición como controlador de tráfico aéreo, se hizo piloto y colaboró como profesor de vuelo elemental en el Aeroclub de Madrid (Cuatro Vientos). Obtuvo el título de piloto de transporte en la Escuela Superior de Vuelos de Salamanca». Una aproximación completa a los tres en las páginas 607-610. En síntesis: un piloto, un patólogo y un historiador han combinado sus esfuerzos. Ciencias sociales y naturales, y conocimientos prácticos, unidos en una misma investigación. A muchos filósofos de la ciencia clásicos y no tan clásicos les hubiera encantado.
El primer asesinato del título remite al primer asesinato del general(ísimo) en los preliminares de su golpe de Estado, transformado por la resistencia popular y los militares leales a la República, en un guerra antifascista de resistencia de casi tres años. Madrid, su ciudadanía, como grandes protagonistas.
El asunto, la historia explicada:
1. El 16 de julio de 1936: al general Amado Balmes, comandante militar anda menos de Las Palmas de Gran Canaria, se le dispara una pistola cargada que se la había encasquillado. 2. Balmes está haciendo ejercicios de tiro al blanco. 3. En estrecho contacto con el general Franco, comandante general del archipiélago con sede en Santa Cruz de Tenerife (donde había sido apartado por las autoridades de la II República), Balmes se prepara para desencadenar lo que han llamado «Glorioso Movimiento Nacional» (a veces Alzamiento). 4. Se trata de poner fin a los meses de violencia, caos y anarquía generados por el «régimen republicano», situación que había dado pie al «alevoso asesinato del gran patriota don José Calvo Sotelo». 5. Tras el accidente, a pesar de los intentos por salvarlo, el general muere poco después en el Hospital Militar. 6. El sepelio se celebra al día siguiente, 17 de julio. 7. Lo preside el general FF. 8. Había acudido desde su isla previa autorización del gobierno. 9. A pesar de que la muerte de Balmes es, dicen, un accidente, un lamentable accidente, es también, al mismo tiempo, providencial: permitió a Franco tomar un avión inglés, el De Havilland 89, modelo Dragon Rapide, que había llegado a Las Palmas días antes. 10. Con el Dragon Rapide, se traslada a Marruecos (en manos de España en aquellos años) y se pone al frente del Ejército de Africa. 11. La rebelión ilegal, la rebelión del protectorado, tiene ya su jefe. 12. Su historia: «la España nacional que luchaba por evitar que la Patria cayera víctima de las asechanzas moscovitas».
Hasta aquí el resumen, lo contado hasta hace poco.
Tal versión, «declinada en diversas variantes desde 1936 y mantenida contra viento y mareo hasta 2016, cuando se cumplió el 80º aniversario del estallido de la guerra civil, e incluso hoy», es, señala con mucho énfasis Ángel Viñas, «rotunda y absolutamente falsa». ¿Por qué? Porque no responde a los hechos, porque se trata de «una mera construcción ideológica justificativa». Exactamente del mismo tenor, añade nuestro historiador, que la que subyace a la pena de muerte a que fue condenado el general Romerales.
Para conocer una sucinta reconstrucción de lo realmente sucedido puede verse lo señalado en la página 533. Las palabras iniciales: «El 16 de julio de 1936 el general Amadeo Balmes no fue, como se ha dicho, la primera víctima sufrida por el autodenominado «Alzamiento Nacional». Fue, muy por el contrario, la primera víctima que produjo la todavía no declarada insurrección militar…». La inversión de lo explicado hasta ahora.
No se pierdan la deconstrucción, la refutación de la falsa historia, de uno de los grandes mitos del fascismo. Les toca en lo más hondo: desde el primer momento actuaron sin piedad y sin honor, y asesinando a un general con implicación directa del «generalísimo», del amigo de Hitler y Mussolini.
No se salten páginas si pueden, vale la pena seguir el desarrollo de la argumentación. Pero si quieren conocer la resolución del enigma, ¿quién lo hizo?, ¿quién asesinó materialmente a Balmes?, les remito a las páginas 551-556. La clave del asesinato: el Dragon Rapide.Para la más que interesante reflexión final, páginas 562-567.
El índice onomástico y analítico es magnífico. Pueden hacer uso de él, garantía asegurada. Lo mismo que el índice de acrónimos o siglas.
Para las fuentes primeras y bibliografía (apabullante), las páginas 595-606. Desde un punto de vista metodológico e historiográfico son excelentes las páginas 535-539.
Se incluyen, además, tres anexos: «Los comunistas preparan la revolución armados por la URSS», «Franco visto por un carlista de la inmediata postguerra», «Los periodistas Zurita Soler y Arrarás y el origen de la leyenda del vuelo del Dragon Rapide». Tampoco conviene saltárselos.
La dedicatoria del libro: «En recuerdo y memoria del general Amado Balmes y de todos aquellos militares y civiles que fueron asesinados, encerrados en prisión o exiliados por no haberse sumado a la rebelión en Canarias». Varios familiares entre ellos. Suscribo estas palabras y me sumo al recuerdo desde la memoria de tres familiares asesinados por el fascismo.
Fuente: El Viejo Topo, enero de 2019.