Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino
«Para combatir este islamo-fascismo, porque así debemos llamarlo, la unión debe ser nuestra fuerza. No se debe ceder al miedo ni a la división. Pero es necesario plantear todos los problemas al mismo tiempo: combatir el terrorismo, movilizar a la sociedad alrededor de la laicidad, combatir el antisemitismo (…) Es necesaria ya una ruptura. Es necesario que el islam francés la asuma, que se haga absolutamente cargo de sus responsabilidades, lo que por otra parte es lo que pide la inmensa mayoría de nuestros compatriotas musulmanes». Esto es lo que dijo Manuel Valls el pasado lunes 16 de febrero.
(Leer también a Pierre Conesa: Como acabar con las fuentes de reclutamiento del salafismo armado, Le Monde diplomatique, febrero de 2015).
Me contentaré aquí esencialmente con retomar un extracto de textos ya publicados (1). Recordando en primer lugar que fue Oriana Fallaci la primera en introducir este término «islamo-fascismo» y que al final de su vida defendía tesis abiertamente racistas como se menciona en su nota biográfica de Wikipedia:
Se le reprochan muchas de las formulaciones de su ensayo La Rabia y el Orgullo (Plon, 2002) como la siguiente: los hombre árabes tienen algo que disgusta a las mujeres de buen gusto. O más aún, «en lugar de contribuir al progreso de la humanidad (los hijos de Alá) pasan su tiempo rezando cinco veces al día con el trasero al aire». En esa obra se compara a los musulmanes con nuevos cruzados y afirma que los imanes son «de una u otra manera los guías espirituales del terrorismo». Con relación a las mezquitas escribe que «sobre todo en Italia (…) bullen hasta la náusea de terroristas o de aspirantes a terroristas». Afirma, finalmente, que los árabes bajo la forma de migraciones invaden Europa para propagar el islam y concluye afirmando que los musulmanes «se multiplican como las ratas». Charlie Hebdo publicó una elogiosa crítica de ese libro.
La administración estadounidense del presidente Bush y los neoconservadores responsables del desastre iraquí adoptaron este término, como mencioné anteriormente en este blog. De modo que en un discurso pronunciado el 29 de agosto de 2006 el presidente George W. Bush afirmaba que en Irak EE.UU. estaban en guerra contra el fascismo islámico. Luego de mencionar a Al Qaida, Hamás e Hizbulá, el presidente explicaba:
«Pese a sus diferencias estos grupos forman un solo movimiento, una red mundial de radicales que usa el terror para matar a quienes se cruzan en el camino de su totalitaria ideología. Y las características que unifican su movimiento, el vínculo que les permite superar sus divisiones confesionales y sus reivindicaciones locales es la firme convicción de que las sociedades libres son una amenaza para sus deformadas visiones del islam. La guerra que libramos hoy es más que un conflicto militar. Es la decisiva lucha ideológica del siglo XXI».
En el mismo blog de donde he sacado este extracto, recordaba el manifiesto publicado en L’Express por doce intelectuales, entre los que se encontraban Bernard-Henri Levy (2), Philippe Val, Caroline Furest, Salman Rushdie, Antoine Sfeir… Titulado «Reunión contra un nuevo totalitarismo» en el que se afirmaba que, luego de haber vencido al fascismo y al estalinismo, estamos inmersos en una tercera guerra mundial. Que lo haya firmado Caroline Fourest no sorprenderá a nadie, que se haya convertido en referente de Manuel Valls podría sorprender si no se conociera la trayectoria de este hombre que hacer perder todo su significado al calificativo «responsable de izquierda», por no decir que lo deshonra.
Para responder a estos peligrosos absurdos, cedamos la palabra al Counter Terrorisme Communication Center, un centro oficial estadounidense que el 14 de marzo de 2008 publicó un documento que rescataba lecciones del fracaso de la propaganda de EE.UU. (lecciones que sin duda se le escaparon a Valls) y fijaba nuevas reglas discursivas (3). He aquí algunos extractos:
No invocar al Islam: aunque su red Al Qaida aprovecha los sentimientos religiosos y trata de sacar partido de la religión para justificar sus actos, debemos tratarla (a Al Qaeda) como una organización política ilegítima, terrorista e ilegal a la vez.
No hablar siempre de la identidad musulmana: evitar llamar a todo «musulmán». Eso fortalece el esquema «Estados Unidos contra el Islam» que promueve Al Qaida. Seamos, tanto como sea posible, más precisos (egipcios, paquistaníes) y más descriptivos (la juventud del sur de Asia, los líderes de opinión árabes) (…).
Evitar los términos vagos e insultantes: nosotros hablamos al público, no queremos enfrentarlo. No insultemos y no agreguemos confusión usando términos como «islamo-fascismo» que son considerados insultantes por muchos musulmanes.
Pero Manuel Valls, que se considera el jefe bélico de una cruzada occidental, no tiene en cuenta estas advertencias.
Notas:
(1) Especialmente «Terrorisme», 31 de agosto de 2006. Leer también, de Stefan Durand » Fascisme, islam et grossiers amalgames «, Le Monde diplomatique, noviembre 2006.
(2) Ver nuestro informe en Internet L’imposture Bernard-Henri Lévy
Fuente: http://blog.mondediplo.net/2015-02-17-Islamo-fascisme-Manuel-Valls-meilleur-que-George