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Lula, el Kirchnerismo y la Comuna de Paris

El ardiente rojo del valor y el amarillo verduzco del interés cobarde

Fuentes: Rebelión

Por una de esas irónicas volteretas que acostumbra dar la historia al poner lado a lado el drama colectivo y las vicisitudes personales de ignotos personajes, este 18 de marzo me acabo de instalar con mi compañera en Marsella que, hace 145 años, participó junto a Narbonne y Limoges en el «asalto al cielo»socialista autogestionario […]

Por una de esas irónicas volteretas que acostumbra dar la historia al poner lado a lado el drama colectivo y las vicisitudes personales de ignotos personajes, este 18 de marzo me acabo de instalar con mi compañera en Marsella que, hace 145 años, participó junto a Narbonne y Limoges en el «asalto al cielo»socialista autogestionario de la clase trabajadora de París que le costó a ésta cinco años de estado de sitio, más de 30 mil asesinados, decenas de miles de condenas a trabajos forzados en las selvas de Nueva Caledonia o de Guyana y cientos de miles de emigrantes, como los que buscaron en Argentina una nueva vida.

Furiosos por la corrupción y la ineptitud del Imperio de Napoleón III que provocó la victoria prusiana en la guerra de 1870 y hartos de sufrir cotidianamente la brutal miseria y la represión que la guerra había agravado, los trabajadores parisinos se lanzaron prematura e improvisadamente a una insurrección para la que aún no estaban preparados. Sobre todo, creyeron que enfrentaban a un adversario político cuando en realidad combatían contra un feroz e implacable enemigo de clase y, creyendo defender los intereses del país tanto suyo como de la burguesía, no expropiaron los fondos de la Banca de Francia que la reacción usó para asesinarles. Pecaron de ingenuidad y de subestimación del odio burgués, pero al cabo de poco más de dos meses de lucha en las barricadas y ante los pelotones de fusilamientos de miles de hombres y mujeres demostraron que su bandera tenía el color ardiente de su valor y energía combatientes.

¡Qué lejanía moral revela esta actitud frente a la ignominiosa actitud de los dirigentes «progresistas» kirchneristas o lulista que teorizan la inexistencia de las clases y el supuesto común interés nacional para justificar su abyecta capitulación sin lucha, sin movilizar a los trabajadores – a los que temen y trataron durante años de separar de un papel político activo- porque al igual que sus adversarios sirven antes que nada el interés del gran capital!

El espectáculo del golpe reptante en Brasil, con un gobierno que no reacciona y acepta todas las humillaciones -hasta la detención de Lula y la prohibición de que éste sea nombrado ministro- compite con la repugnancia que provocan los fanfarrones kirchneristas que hace poco votaron con bombos y platillos una ley cerrojo para impedir el pago a los fondos buitres y hoy se venden por nada y la derogan para darles a éstos todo lo que piden.

Esos representantes indirectos de una casi inexistente burguesía nacional completamente dependiente de las transnacionales, como el kirchnerismo, no tienen ni proyectos propios ni fuerza propia para llevarlos a cabo. Mientras hacen todo lo posible por elevar las ganancias y garantizarlas, naturalmente a costa de los salarios reales, utilizan apenas una retórica inflamada que contradice su conservadurismo pero en el momento de las decisiones esa situación «se sincera» y los ministros y parlamentarios kirchneristas pasan en masa al macrismo mientras Cristina Fernández, anteriormente tan locuaz, mantiene su mudez adquirida.

Sin embargo, los tiempos son muy duros y lo serán aún más. Los sueños del puñado de ilusos que creían que los BRICS podrían reemplazar lahegemonía estadounidense y el yuan podría sustituir al dólar como moneda de reserva internacional parecen cosa muy lejana pero nos aburrían con su superficialidad hasta hace poco. Los precios de todas las materias primas- de Brasil, de Bolivia, de Ecuador, de Argentina – seguirán cayendo seguirán aumentando las dificultades que deben enfrentar Rusia y China.

No hay margen para el progresismo asistencialista ni para el desarrollo de capitalismos de Estado con relativa independencia. En América Latina no hay espacio para gobiernos irrealistas, limitados y verborrágicos como los «progresismos» latinoamericanos. Lo único realista es preparar una salida anticapitalista, apoyándose en la movilización y la creatividad de los explotados. Los comuneros fueron sólo prematuros pero esas mujeres y hombres trabajadores no tenían sólo valentía, dignidad y decisión sino que también tenían razón.

Sería muy lindo, en efecto que los cerdos volasen trinasen como las aves, pero es muy difícil que así sea. En este aniversario del 18 de marzo de 1871 aún hay que gente dispuesta a gritar ¡Viva la comuna! ¿Quién gritará en cambio ¡Viva Lula! si los movimientos sociales-y la Pastoral de la Tierra, Cáritas y otras organizaciones católicas activas entre los trabajadore-s acusaban ya a Lula en 2012 de aplicar las mismas políticas neoliberales de Fernando Henrique Cardoso y pedían cambios que jamás se realizaron? Meter preso a Lula es un atropello y una infamia, pero eso es posible porque nadie está dispuesto a defender a un gobierno supuestamente de izquierda que hace lo mismo que uno de derecha.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.