Hace más de un siglo que los hermanos Lumière juntaron a un pequeño público en un café de París para mostrarles La llegada de un tren a la estación de la Ciotat. Obviamente el tren no se encontraba allí, sólo se trataba de una representación con imágenes en movimiento, pero aquella técnica hasta entonces desconocida […]
Hace más de un siglo que los hermanos Lumière juntaron a un pequeño público en un café de París para mostrarles La llegada de un tren a la estación de la Ciotat. Obviamente el tren no se encontraba allí, sólo se trataba de una representación con imágenes en movimiento, pero aquella técnica hasta entonces desconocida era tan realista que no fueron pocos los que se levantaron y huyeron despavoridos antes de ser embestidos por aquel ferrocarril.
Mucho han cambiado desde entonces las técnicas cinematográficas, pero no su capacidad de generar emociones y transportar al público a otras realidades presentes o futuribles, pero también del pasado. Los medios audiovisuales se han transformado así en los principales vehículos de mensajes históricos, siendo los creadores de nuestros imaginarios en torno a hechos como la II Guerra Mundial, el nazismo o la guerra de Vietnam, por poner algunos ejemplos. La actual rapidez, casi inmediatez, de acceso a los vídeos convierte además al soporte audiovisual en un medio de comunicación de masas prácticamente en tiempo real.
Pero para poder configurar la memoria histórica, el cine tiene que nutrirse de fuentes de información y disponer de recursos para producir obras, y en este sentido hay recovecos de la historia que quedan fuera de plano: el cine comercial (que en definitiva es el que llega a la mayoría social) es al fin y al cabo una gran industria y hay procesos históricos ajenos al interés de quienes la controlan. Este es el caso de las cárceles del franquismo y, en general, de la represión política bajo la dictadura.
Si bien tras la aprobación de la Ley de Memoria Histórica en España, han proliferado los documentales y las ficciones cinematográficas (al igual que, por ejemplo, las literarias) tanto sobre la Guerra Civil como la posguerra y el franquismo, las producciones pasan en su mayor parte de puntillas sobre la represión y la resistencia popular, como si estas fueran temas incómodos o escasamente comerciales. Sólo en Filmaffinity encontramos más de 220 obras cinematográficas con la etiqueta «Guerra Civil española» y 62 con la de «Posguerra española». Pero si aumentamos el foco y buceamos en busca de películas que se adentren, por mencionar nuestro tema en concreto, en las cárceles del franquismo, encontraremos un número muy reducido de obras que retraten de alguna manera, con cierto verismo, las condiciones de vida y de lucha de las y los presos y represaliados políticos que hubo durante los cuarenta años de dictadura.
Desde La Comuna nos hemos propuesto por ello realizar un estudio sobre cómo el cine ha mostrado la vida en las cárceles, y otras formas de represión (detenciones arbitrarias, torturas, robo de bebés, trabajos forzados, abusos sexuales o la pena de muerte) y resistencia, durante el franquismo. En ese marco, durante los martes del mes de mayo está teniendo lugar en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Univ. Complutense de Madrid el «I Ciclo de Cine sobre las cárceles del franquismo», en el marco del convenio de prácticas de alumnos existente entre ese centro y La Comuna.
Ciclo de cine Cárceles del franquismo (1)
El pasado día 3 se proyectó en el Aula de Cine del centro Debekatuta dago oroitzea (Prohibido recordar; 2010), un documental de Josu Martínez y Txaber Larreategi que recoge los testimonios de víctimas directas del infierno vivido en el idílico balneario de Saturrarán convertido en prisión tras la Guerra Civil, así como los de sus familiares directos, que en muchos casos han mantenido vivo el recuerdo de ese traumático pasado. Una de las protagonistas del film acudió como invitada al debate posterior a la proyección: Sinfo Fernández, hija de la presa Aurelia Navarro, conversó con Sol Luque, presidenta de la asociación «Todos los niños robados son mis niños».
El ciclo continuó el martes 11 de mayo, cuando se proyectó la película de Azucena Rodríguez Entre rojas (1995), en la que Penélope Cruz da vida a una joven detenida y encarcelada por ocultar propaganda clandestina en los albores del franquismo, retratando la vida en prisión de las presas políticas de la época. La propia directora, que vivió en sus carnes la represión franquista, asistió a la proyección y posterior debate, en el que también estuvo presente Isabel Pérez Alegre, ex presa que pasó por la cárcel de mujeres de Yeserías (Madrid) en los años en los que está ambientado el film.
Mañana martes 17, Salvador (2005) es la película escogida. Basada en el libro Cuenta atrás. La historia de Salvador Puig Antich de Francesc Escribano, Manuel Huerga narran ella algunos aspectos de la vida de Puig Antich en la militancia clandestina, así como su detención y posterior estancia entre rejas hasta su cruel final. A la proyección y el debate asistirán Jaume Roures, productor de la película, y Txepe Lara, ex preso político y miembro de La Comuna.
Por último el martes 24 tendrá lugar la proyección de la película La fuga de Segovia (1981), con la que Imanol Uribe mostraba a finales de los 70 los reiterados intentos de fuga que los presos políticos recluidos en Segovia habían llevado a cabo en los meses que precedieron y siguieron a la muerte de Franco, así como muchos detalles de su vida entre rejas. Tendremos el privilegio honor en el coloquio posterior de contar con el propio director, así como con Horacio Sáinz, miembro también de La Comuna, que estuvo encarcelado en Segovia durante aquellos años.
El objetivo de este ciclo es mostrar cómo, cuánto y cuándo se ha mostrado desde el cine la vida en prisión de lxs miles de presxs políticxs que pasaron por las cárceles españolas durante el franquismo y durante la etapa inmediatamente posterior; así como, al mismo tiempo, la represión sufrida en sus múltiples maneras: detenciones arbitrarias, torturas, robo de bebés, trabajos forzados, abusos sexuales o la pena de muerte son ejemplos de ello que no deben quedar en el olvido.
El cine es una importante fuente documental como configurador de la memoria histórica de cada pueblo, es por ello que tiene una especial relevancia estudiar su papel en la nuestra propia. Aún con el limitado número de películas de este ciclo, hemos querido ofrecer una panorámica diversa, incluyendo tanto documental como ficción, y dentro de esta, películas fieles a hechos reales como otras de creación más libre.
Pretendemos así suscitar preguntas como: ¿Ha contribuido o está contribuyendo el cine al conocimiento y el debate social en torno a la dictadura? En el caso de cine basado en obras literarias, ¿ha conseguido aquel un impacto social superior al de estas? ¿Atendiendo tanto a su cantidad como a su calidad, el cine realizado en democracia relativo a la represión del franquismo vendría reflejando un interés social creciente o decreciente respecto a esta temática? ¿Es dicho cine un elemento divulgativo habitualmente manejado y aprovechado en el marco de las iniciativas memorialistas en nuestro país, y, en su caso, en qué forma?
En el futuro inmediato pretendemos re-editar este tipo de ciclo tanto en Madrid como en otras ciudades, como otra contribución más al rescate de nuestra memoria democrática frente a la sistemática labor de olvido, cuando no tergiversación, de la historia reciente llevada a cabo desde el poder, tanto político como mediático, en nuestro país desde el fin de la dictadura, así como de fomento de la documentación, difusión y reflexión sobre la represión, sus víctimas y la impunidad de los crímenes del franquismo.
Fuente: http://blogs.publico.es/verdad-justicia-reparacion/2016/05/16/cine-carceles-y-franquismo/