Escuchemos a Wilczek en el capítulo 20 de su libro La ligereza del ser: «Michael Faraday y Josep Henry habían descubierto que cuando los campos magnéticos se modifican en el tiempo crean campos eléctricos. El nuevo término de Maxwell encarnaba el efecto contrario: los cambios en los campos eléctricos producen campos magnéticos. Combinando ambos efectos […]
Escuchemos a Wilczek en el capítulo 20 de su libro La ligereza del ser: «Michael Faraday y Josep Henry habían descubierto que cuando los campos magnéticos se modifican en el tiempo crean campos eléctricos. El nuevo término de Maxwell encarnaba el efecto contrario: los cambios en los campos eléctricos producen campos magnéticos. Combinando ambos efectos obtenemos una nueva y espectacular posibilidad: campo eléctricos que cambian producen campo magnéticos que cambian, que producen campos eléctricos que cambian, que producen campos magnéticos que cambian… Obtenemos así una perturbación autorrenovable que adquiere vida propia».
Esto es una prueba de cómo la naturaleza se conduce por los carriles de la lógica dialéctica y no por los carriles de la lógica formal. Advierto que la lógica dialéctica no es patrimonio del marxismo y no siempre los marxistas son los pensadores más dialécticos. Fijémonos en las categorías empleadas por Wilczek: cambio, autorrenovable y vida propia. La espectacular posibilidad de la que habla Wilczek, un continuo y sucesivo cambio del campo eléctrico en campo magnético y del campo magnético en campo eléctrico, nos da la idea de que lo que prima en la naturaleza es el movimiento. Pero afina más aún en su apreciación: con las expresiones «perturbación autorrenovable» y «vida propia» confirma la primacía en la naturaleza de una de las esencias de la lógica dialéctica: el automovimiento. Y si esto es cierto para las ciencias de la naturaleza, debe serlo aún más para las ciencias sociales, en especial para la economía. El incesante desarrollo de las fuerzas productivas que en cuestión de años vuelve obsoletos los bienes de equipo, y las nuevas formas del valor generadas en el mundo financiero que hace indescifrable el enriquecimiento de los propietarios del capital monetario, atestiguan que en el campo de la economía el movimiento y el cambio es continuo y predominante.
Lo que sucede es que si bien se admite la necesidad de los cambios en los bienes de equipos y en las formas económicas, los teóricos burgueses niegan esa necesidad para las relaciones sociales de producción. Y es en este terreno, en el cambio sustancial de las relaciones de producción, donde está la solución del mal más grave y antihumano del mundo actual: la pobreza. De todos modos, la concepción del valor como sustancia en automovimiento, que es un pilar en la economía marxista y que es negado por la economía convencional, encuentra en esas palabras de Wilczek un importante aliado. Ojalá en el campo de la economía se admitiera la interacción fuerte que se da en el núcleo del átomo y la necesidad de investigar el mundo infinitamente pequeño. Si se diera paso a esa admisión, si se aceptara la conveniencia de satisfacer esa necesidad, el pensamiento de Marx recuperaría el papel estelar y central que tiene en la concepción del homus economicus.
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