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Sobre la procreación en el futuro y Alepo

Fuentes: Rebelión

Leí en el periódico, me comentaba Harald Martenstein, que dentro de poco no va a hacer falta sexo para procrear, algo que ya sucede en algunas especies inferiores, que procrean dividiéndose. El periódico traía la noticia en una de las últimas páginas, por lo que me ha hecho, comentaba Martenstein, de nuevo dudar del periodismo. […]

Leí en el periódico, me comentaba Harald Martenstein, que dentro de poco no va a hacer falta sexo para procrear, algo que ya sucede en algunas especies inferiores, que procrean dividiéndose. El periódico traía la noticia en una de las últimas páginas, por lo que me ha hecho, comentaba Martenstein, de nuevo dudar del periodismo. «Seguro que si se rompe la coalición entre los dos grandes partidos en Alemania», y la noticia es portada en todos los periódicos. Sin embargo «el acabose de la sexualidad» es tan sólo noticia de relleno, noticia perdida en hojas postreras, siendo que afecta a mucha más gente que la otra, o la misma alunización del hombre, que se dio con gran boato informativo.

En letra pequeña se comenta que el sexo va a sobrar en cuanto a sus aspectos biológicos, aunque la gente siga practicando por mera costumbre adquirida, pasará a ser una «actividad más de ocio», como el sudoku o el tenis de mesa o pin pon. No se sabe cuándo, pero quienes hoy viven lo conocerán. Todo ello está relacionado con un equipo de investigación japonés que puede producir de una célula madre de cualquier ratón tanto una célula espermática como un óvulo. Y los ratones así creados son ratones normalísimos.

En el relato se resalta que también las parejas homosexuales van a poder procrear hijos, de la célula de uno de ellos se extraerá el óvulo y de la otra el esperma. Deberán acordar quién va a ser el padre y quién la madre. Jurídicamente pudiera tener su importancia. Pero las parejas homosexuales tan sólo son un aspecto del problema. Mujeres con 60 y 70 podran ser madres sin tratamiento hormonal, sólo mediante la ayuda de sus células corporales. Incluso muertos podran ser padres póstumos, caso de existir material celular. Pero lo más fascinante es la idea de que incluso personas solas puedan producir hijos extrayendo de una de sus células el óvulo y de la otra el esperma. Y no serían clones porque el material hereditario se selecciona cada vez. Más aún, entre 3, 4 o 5 podrían procrear un hijo conjuntamente mezclando el material hereditario, pienso por ejemplo en los vinos Cuvée, que surgen de manera parecida. Conocéis de vacaciones a una pareja con la que confraternizáis fantásticamente y decidís hacer entre todos un hijo.

Es verdad, surgen muchas preguntas. ¿Se puede cultivar genios y deportistas exitosos? No se olvide ni se obvie que los chinos van a copiar. Un dictador o una multimillonaria podría producir hijos a manta en vientres alquilados, que porten su herencia. ¿Ah, y que ocurre con el complejo de Edipo si es el mismo el padre y la madre?

Escribe Luis Manuel Arce:

La toma de Alepo rememora a la de Berlín, que puso fin a la Segunda Guerra Mundial y sirvió para el replanteo de la correlación de fuerzas en el mundo.

La batalla de Alepo ganada por las fuerzas leales al presidente Bashar al Assad y sus aliados rusos rememora de forma inversa en su proyección la de Berlín que puso fin a la Segunda Guerra Mundial y sirvió para el replanteo de la correlación de fuerzas en el mundo.

No es que Alepo signifique el fin del conflicto armado -que va a continuar mientras la Desh siga siendo alimentada por la derecha internacional y ese mal llamado Estado Islámico tenga capacidad de reclutamiento de carne de cañón-, pero al contrario de Berlín puede impedir el nuevo reparto territorial que pretendía balcanizar a Siria.

Si aquellos que provocaron el conflicto sirio desearan sacar alguna lección de Alepo lo primero que deberían admitir es que la inteligencia ruso-siria logró en un tiempo relativamente corto neutralizar a la Daesh y detener su avance militar y político, e incluso religioso, gracias a la confrontación ideológica planeada para separar a los grupos de oposición en armas.

Los estrategas rusos y sirios lograron identificar en la enmarañada selva de las fuerzas contrarias al gobierno de Damasco los troncos principales del bosque, y a partir de ese conocimiento determinar que la oposición no era un grupo homogéneo, ni siquiera afín entre sus componentes, e incluso con contradicciones antagónicas e irreconciliables que indefectiblemente debilitaban al adversario y convertían en inútiles el apoyo de Israel y el Occidente.

Escribe Santiago Alba Rico en «Alepo, la tumba de la izquierda»:

Para matar a gran escala, lo sabemos, hay que mentir y además insultar y despreciar a las víctimas. Eso es lo que hizo EEUU en Iraq o lo que ha hecho siempre Israel en Palestina. Toda la izquierda compartió en 2003 esta denuncia al lado de la gente normal y decente; y se indignó y se condolió al lado de la gente normal y decente tras los bombardeos de Bagdad o de Gaza.

Pues bien, ocurre que eso que tanto nos duele y enrabieta cuando son EEUU o Israel los verdugos se ha convertido en la rutina mental de la izquierda en su relación con Siria. Hemos aceptado mentir a gran escala para que el régimen de Asad y sus aliados ocupantes -Rusia, Irán y Hezbollah- maten a gran escala; y al hacerlo no sólo hemos abandonado y despreciado a las víctimas, sino que nos hemos separado de la gente normal y decente. Una buena parte de la izquierda mundial se ha situado, en efecto, al margen de la ética y al lado de los dictadores y de los muchos imperialismos que doblegan la zona. En una Europa en la que crece el neofascismo -y el terrorismo islamista- a velocidad acelerada, este nuevo error, sumado a tantos otros, nos puede costar muy caro.

Para permitir a Asad matar a gran escala ha hecho falta mentir mucho: ha hecho falta negar que el régimen sirio fuera dictatorial y afirmar, aún más, que es antiimperialista, socialista y humanista; ha hecho falta negar que hubo una revolución democrática muy transversal, no sectaria, en la que participaban millones de sirios, muchos de ellos de izquierdas, que no se reconocían en una dirección o un partido (una especie de 15M gigantesco cristalizado en Consejos y Coordinadoras Locales); ha hecho falta negar la represión brutal de las manifestaciones, las detenciones, las torturas, las desapariciones; ha hecho falta negar la legitimidad del Ejército Libre Sirio; ha hecho falta negar los bombardeos con barriles de dinamita y el uso de armas químicas por parte del régimen; ha hecho falta negar o justificar los bombardeos masivos de la Rusia de Putin; ha hecho falta negar la tolerancia de todos (Asad, Rusia, Irán, EEUU, Arabia Saudí, Turquía) hacia el crecimiento del ISIS; ha hecho falta negar la ocupación iraní de Siria; ha hecho falta negar el imperialismo ruso y su excelente relación con Israel; ha hecho falta negar la indiferencia errática de EEUU, que sólo ha intervenido para dejar el paso libre al mismo tiempo al régimen sirio y a Arabia Saudí; ha hecho falta negar el embargo de armas, que ha dejado la rebelión en manos de los sectores más radicales, tan contrarrevolucionarios como el propio régimen; ha hecho falta negar la existencia de manifestaciones simultáneas contra Asad y contra el ISIS (u otras milicias yihadistas) en pueblos y ciudades destruidos y asediados; ha hecho falta negar la ausencia del ISIS en Alepo, expulsado por el ELS en 2014; ha hecho falta negar el sufrimiento y terror de la población alepina bajo asedio; pero ha hecho falta -lo peor- negar el heroísmo, el sacrificio, la voluntad de lucha de miles de jóvenes sirios que se parecen a nosotros y quieren lo mismo que nosotros; ha hecho falta -aún peor y peor- despreciarlos, calumniarlos, insultarlos, convertirlos en terroristas, mercenarios o enemigos de la «libertad».

*

Y vuelvo al principio, a la luz de la nota del periódico sobre los éxitos del equipo japonés y la procreación futura me acordé del autor francés Michel Houellebecq, que predice este futuro en una novela: Las partículas elementales (Les Particules élémentaires, 1998).

La gente se libera de sus cadenas sociales y biológicas hasta llegar a ser inmortales, asexuados y totalmente idénticos. Desaparecen las desigualdades, los problemas amorosos, las disputas, pleno humanismo. Pero también deja de haber personas como hoy.

Y me di cuenta del gran sentido de la imperfección. Sin desgracia no hay felicidad. Vivir en un mundo perfecto sería peor que vivir en el actual, que ya es decir. Posiblemente no existiría Alepo, ni tampoco dos artículos tan distintos de visiones tan opuestos como el de Luis Manuel Arce y el de Santiago Alba Rico.

De todas formas a mi me preocupa menos quién apoya a quien en las bestiales guerras, quien está con quien en luchas tan inhumanas, tan atroces por todos los lados, tan aniquiladoras, de tanta muerte, tanto herido, tanta destrucción…, de si son galgos o podencos…

En mucha más consideración tengo a quienes luchan en contra de las guerras, quienes impiden las guerras, quienes están en contra de venta de armas y de ejércitos, en contra de la participación de sus estados en estas bestialidades, quienes les castigan con su voto y su rebeldía…, ellos son para mí más humanos, personas más de izquierda y también mucho más decentes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.