El ideal de una sociedad en la que todos fueran felices acompaña el pensamiento social desde sus orígenes, durante largo tiempo el proyecto de esa sociedad estuvo vinculado a descripciones de como estaría organizada esa sociedad, con Marx hay una ruptura pues este vincula el alcance de esa sociedad al análisis científico de la dinámica […]
El ideal de una sociedad en la que todos fueran felices acompaña el pensamiento social desde sus orígenes, durante largo tiempo el proyecto de esa sociedad estuvo vinculado a descripciones de como estaría organizada esa sociedad, con Marx hay una ruptura pues este vincula el alcance de esa sociedad al análisis científico de la dinámica del sistema capitalista y de sus tendencias, concluyendo que:
«El monopolio del capital se convierte en grillete del régimen de producción que ha crecido con él y bajo él, la centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta salta hecha añicos. Ha sonado la hora final la propiedad privada capitalista.»1
Aunque la cita puede dar la impresión de un carácter teleológico acerca del fin del capitalismo, esto no será posible sin la acción concertada de los hombres y mujeres que se propongan un futuro diferente al del capitalismo, en esa dirección juega un papel importante el imaginario que se tenga de la sociedad futura y de que esa imagen prenda en las masas , como elemento movilizador de los que luchan por ella, porque «Si la gente cree que no hay alternativa, va a luchar por vivir lo mejor posible dentro del capitalismo y no perderá su tiempo y su energía en intentar lograra lo imposible. Por esta precisa razón es esencial visualizar una alternativa»2
En esa dirección se inscribe el libro de Michael Lebowitz, titulado La alternativa socialista: el verdadero desarrollo humano, lo acertado del título e que sitúa la perspectiva socialista como la realización del ser humano. De hecho se contrapone a la visión eurosoviética que lo situaba en la satisfacción de las crecientes necesidades de la población.
El objetivo del libro es mostrar que el socialismo e un proceso, no un modo de producción acabado como lo pretendía la versión difundida en tiempos de hegemonía soviética en el pensamiento socialista, que presentaba un socialismo por etapas , una de las cuales era el socialismo desarrollado que se materializaba en la URSS3. La idea de un socialismo como proceso entronca con el término más apropiado de transición socialista para designar la etapa que transcurre entre el capitalismo y el comunismo.
El libro está atravesado por una línea pedagógica que va desmontando los mitos del capitalismo para , apoyándose en un conocimiento profundo de Marx, mostrar la verdadera cara de este y de cómo su dinámica de funcionamiento oculta la explotación del obrero mostrando que la «lógica del capital genera una sociedad en la que todos los valores humanos se supeditan a la búsqueda de ganancia»4; como contraparte la lógica del socialismo es el desarrollo humano.
El autor no asume el concepto desarrollo humano acríticamente, al contrario analiza el conocido Índice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD. En la concepción del IDH no se cuestiona que es la dinámica del sistema el que genera la desigualdad y no se plantea camino para la transformación de este, por lo cual concluye: » En esencia esta perspectiva es reformista liberal del mercado y todos sus efectos inhumanos y acepta la importancia del papel del Estado en el apoyo al bienestar humano. Sin embargo argumenta implícitamente que la ampliación y el establecimiento de igualdad de oportunidades – que deberían ser tarea de los Estados- son la respuesta al neoliberalismo»5.
Al abordar el proyecto socialista, el autor, siguiendo a Chávez, establece lo que denomina Triangulo Elemental del Socialismo: La propiedad de los medios de producción, la producción social organizada por los trabajadores y la satisfacción de las necesidades y objetivos comunitarios, estos elementos son la base de un sistema orgánico socialista, que no cae del cielo, sino se forma en un proceso de lucha en el cual las personas al cambiar sus circunstancias se cambian a sí misma.
La segunda parte del libro está dedicada, en la visión del autor, a como se puede construir el triángulo socialista, en lo cual ocupa más de la mitad del libro. No vamos a glosar las argumentaciones del autor, pero si señalar algunos puntos clave e interesantes, expuestos por él.
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El proceso de producción de seres sociales va más allá de la producción.
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A la pregunta clave, ¿Cómo llegar al socialismo? La respuesta: cada país debe inventar su propio camino.
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El socialismo no es inevitable, es necesario saber el camino porque el camino que se tome siempre tiene consecuencias.
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Todos los caminos al socialismo necesariamente deben crear las condiciones para que los seres humanos puedan transformarse a sí mismo.
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La conquista del poder es necesario al camino socialista, aunque la forma de llegar a él es variada y de acuerdo a las circunstancias.
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Es necesario un Estado que funcione como partera de la nueva sociedad, aunque previene contra las deformaciones burocráticas.
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El camino al socialismo necesita un liderazgo y este se encarna en un Partido que tiene que ser diferente, un liderazgo que cree las condiciones a través de las cuales el pueblo pueda desarrollar sus capacidades. Siguiendo a Marta Hanecker, el «papel del instrumento político es el de orientar, facilitar, no suplantar. Tenemos que luchar por eliminar el verticalismo que anule la iniciativa de la gente, porque la participación popular no es algo que se pueda decretar desde arriba». Y sin participación popular -le añado- no hay socialismo.
En resumen, este es un libro que vale la pena leer por todos los que estemos interesados en que el futuro pueda ser diferente al reino del capital. Podemos discrepar de una u otra afirmación del autor o quizás percibir el texto muy en el ámbito de la teoría y él debe ser, pero sin duda es una reflexión profunda que contribuye al debate socialista en tiempos en que la barbarie capitalista no es un fantasma , sino una cruda realidad, cuyas expresiones más palpables, en el momento que se escriben estas líneas, puede reflejarse en Irak, Afganistán, Libia, por solo mencionar los países que han sido democratizados, en realidad reneocolonizados con bombas.
Notas:
1 Carlos Marx (1959) El Capital crítica de la economías política , Fondo de Cultura Económica, México. Tomo I, Pp. 648-649.
2 Michael Lebowitz (2015) La alternativa socialista. El verdadero desarrollo humano . Editorial de ciencias sociales, La Habana. Pág. 8.
3 En propiedad, a mi juicio, estas concepciones eran en parte una copia de las teorías de la modernización, generadas en los centros hegemónicos del capitalismo en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Ver por ejemplo Las etapas del crecimiento económico de W.W. Rostow.
4 Michael Lebowitz, Óp. Cit. Pág. 4.
5 Óp. Cit. Pág.33.
José Bell Lara. Programa FLACSO-Cuba, Universidad de La Habana
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