Recomiendo:
0

Sobre El siglo soviético,de Moshe Lewin

Sobre el estalinismo, primera aproximación (VI)

Fuentes: Rebelión

En la primera de esas fases el pensamiento de Lenin se caracteriza especialmente por hacer de la necesidad virtud. En su opinión, si bien el poder de los soviets no cumplía canónicamente con la idea de la dictadura proletaria como fase de transición al comunismo se acercaba a ella. Incluso en el reconocimiento de aquellas […]

En la primera de esas fases el pensamiento de Lenin se caracteriza especialmente por hacer de la necesidad virtud. En su opinión, si bien el poder de los soviets no cumplía canónicamente con la idea de la dictadura proletaria como fase de transición al comunismo se acercaba a ella. Incluso en el reconocimiento de aquellas medidas, instituciones o situaciones concretas que evidentemente se apartaban del modelo esbozado por la comuna de París en 1871. Este reconocimiento explícito de la desviación temporal respecto de los principios, al hacer de necesidad virtud, es lo que diferencia sustancialmente el talento intelectual y político de Lenin de lo que luego sería norma bajo el poder de Stalin: la glorificación de todas las necesidades como virtudes. Por ejemplo, Lenin no dice -como se hará luego- que tenga que haber varias fases o etapas previas a la construcción del socialismo porque los rusos las estén pasando, sino que argumenta más sencillamente y con más verdad: los rusos se encuentran forzadamente en la primera etapa de la construcción del socialismo y probablemente tendrán que pasar por otra en las que no puede hablarse todavía de socialismo propiamente dicho.

Francisco Fernández Buey (1977)

Me alejo momentáneamente del libro de Moshe Lewin que estamos comentando y doy cuenta de una conferencia impartida a finales de los años setenta del pasado siglo por el traductor de El Capital, del Anti-Dühring y de Historia y consciencia de clase. 

El 23 de febrero de 1978 Manuel Sacristán participó, junto con Manuel Vázquez Montalbán , en una mesa redonda sobre el estalinismo celebrada en el salón de actos del convento de los padres Caputxins de Sarrià (donde se fundó 12 años atrás el SDEUB). Su intervención central fue transcrita por J.R.Capella y publicada con el título «Sobre el stalinismo» en mientras tanto 1990; 49:147-157.

En carta poco citada de 1949, dirigida a Victoria Ocampo (Juan Ramón Jiménez, Cartas. Antología, Espasa Calpe, Madrid, 1992, p. 298. Edición de Francisco Garfias), el autor de Eternidades comentaba:

(…) Yo he hablado mucho con Henry A. Wallace cuando él era vicepresidente y después. Sé bien que no es un estalinista. Wallace abogó siempre y sigue abogando por un entendimiento de los Estados Unidos con Rusia, antes de una guerra que, según cree él y muchos que, como yo creen lo mismo que él, vendrá inevitablemente sin ese entendimiento; porque después de esa guerra inminente quedarían ya pocos hombres en el mundo para entenderse. Wallace no piensa, ni yo tampoco, que el estalinismo sea un ejemplo que deben seguir los Estados Unidos ni el mundo en general; pero sí piensa, y yo también, que el proceso social sucesivo del mundo anda más cerca de muchos de los sentidos del comunismo que de los de cualquiera otra ideolojía actual; y que es necesario que la democracia, tan anticuada, se renueve más deprisa, ya que el jiro del mundo no se cuenta hoy por años sino por siglos…  

Sacristán preparó el siguiente esquema, que le sirvió de guión, para la conferencia:

1. Leninismo y estalinismo, a: rasgos comunes

1.1. A menudo se oye hablar de estalinismo como de algo distinguible sin dificultad y situado en un tiempo bien delimitado.

1.2. Pero quienes se interesan por la cuestión saben que no es así

1.2.1. Por ejemplo, el primer día de este ciclo alguien recordó hechos despóticos bajo Lenin: Majno, Kronstadt, X Congreso, todo en 1920, hasta la primavera de 1921.

1.2.2. Por lo demás, si se quiere buscar más lejos se encuentra la célebre frase de Engels y, sobre todo, los hechos históricos que ella recoge

1.2.2.1. Claro que se puede decir que Lenin no habría seguido así mucho tiempo.

1.3. Pero, de todos modos, todo eso debe impedir contentarse con el cuadro ingenuo de un leninismo bueno y un estalinismo malo. 

2. Leninismo y estalinismo, b: diferencias muy visibles

2.1. Por otro lado, no faltan diferencias muy visibles.

2.2. La cantidad de poder acumulada en el centro del sistema estalinista: economía estatalizada fundida con poder estatal centralizado y con poder de partido único.

2.2.1. Lenin no tuvo nunca tanto poder.

2.3. La orientación fundamental del terror contra la vieja guardia bolchevique y

2.4. El apoyo en el nacionalismo ruso. Todo relacionado con

2.5. El cinismo ideológico. 

3. Leninismo y estalinismo, c: la diferencia principal.

3.1. Hay que decir que también esos rasgos nuevos del período de Stalin tienen raíces, y hasta precedentes, anteriores.

3.2. No sólo ruso-zaristas, »orientales» (Lenin)

3.3. Sino también aparecidos bajo Lenin, p.e.:

3.3.1. Concentración de poder por el militarismo subsiguiente a las guerras.

3.3.2. Incluso la tendencia a la deformación ideológica, porque aquello no era lo que entendían por socialismo ni revolución socialista.

3.3.2.1. Es verdad que en Marx había otra concepción posible, pero los leninistas lo ignoraban.

3.3.2.2. Lo dijeron muchos, y con tres tendencias Kautsky, Gramsci, Pannekoek.

3.4. Pero éste es precisamente el punto de la diferencia

3.4.1. Lenin espera la revolución mundial, ve la novedad como desfase e incluso tal vez fracaso (después de error gordo). Al final:

3.4.1.1. Intenta una nueva concepción (Bujarin?)

3.4.1.2. Y se hunde en una enfermedad (muda)

3.4.2. Stalin canoniza el estado de necesidad forzándolo en las viejas palabras, que quedan violadas

3.4.2.1. «Comunismo en un solo país» (chiste Zinoviev); el socialfascismo x; el pan no-mercancía; reducción de «socialismo»

3.4.2.2. En suma, pragmatismo, falsedad como teoría.

3.4.2.3. Falta de principios que explica también la diferencia de crueldad. 

4. Sobre las raíces del estalinismo.

4.1. El viejo tema del atraso: verdad sustancial que se puede precisar.

4.2. La acumulación originaria «socialista» (Preobrashenski) no es socialista en el sentido de Marx ni tradicional.

4.2.1. En esto llevaba razón la vieja izquierda de los veinte.

4.3. Sin embargo, la acumulación originaria no se producía bajo la vieja clase dominante, sino bajo un nuevo grupo dominante que se va constituyendo.

4.3.1. En esto se equivocaba la vieja izquierda de los Veinte, y aciertan críticos contemporáneos: Bettelheim, Martinet. 

5. Sobre actualidad del estalinismo.

5.1. El análisis de Martinet para países tercermundistas.

5.1.1. Somalia es un ejemplo estupendo.

5.1.2. Tiene algo débil: la estatalización.

5.2. En Occidente, sus restos son ideológicos , de dos tipos:

5.2.1. Alucinados

5.2.2. Pragmatistas. Pues el socialismo sin destrucción del poder del capital y del estado es tan ideológico como el comunismo en un solo país.

5.3. La esperanza es que la revisión crítica del estalinismo haya sido el punto de partida de una revisión crítica de toda la tradición obrera marxista, recordando el dicho de Marx y el último Lenin. 

Escribió también una «Cronología de interés» para la ocasión. La siguiente:

20.12.1917 Decreto de constitución de la Cheka.

11.04.1918 Operación de la Cheka contra los anarquistas de Moscú Claro que todo en plena intervención.

30.08.1918 Atentado de Fanny Kaplan.

04.09.1918 El Comisario del Interior Petrovsky proclama el «terror de masas» contra la burguesía.

20.09.1918 Los blancos fusilan a 26 comisarios prisioneros en Bakú

30.09.1918 Trotski manda arrestar a los familiares de desertores.

04.06.1919 Majno rompe, Denikin triunfa.

25.09.1919 Bombas anarquistas contra la sede del PC en Moscú

11.03.1921 Rebelión de Kronstadt (ya terminada la guerra civil y la intervención)

8-16.03.1921 X Congreso.

16-17.03.1921 Final de la insurrección de Kronstadt.

21.01.1924 Muerte de Lenin

dic/1924 Stalin:»el socialismo en un solo país».

2-9.12.1927 XV Congreso, expulsión de Trotski, Zinoviev, Kamenev y 93 más.

01.10. 1928 Comienzo del I Plan.

15.12.1930 Prohibición a las empresas industriales de dar trabajo a personas que hayan abandonado sin permiso su empleo anterior.

11.02.1931 Libreta de trabajo en transportes etc

27.12.1932 Pasaportes interiores.

01.12.1934 Asesinato de Kirov

16.01.1935 Condenas de Zinoviev y Kamenev.

25.05.1935 Disolución de la asociación de veteranos bolcheviques.

19.08.1936 1er proceso público y condena a muerte por terrorismo y ejecución de 16 viejos bolcheviques, Zinoviev, Kamenev, Eudokimov, Smirnov.

23.08.1936 Suicidio de Tomski.

enero 1937 2º gran proceso («centro trotskista antisoviético») Piatakov etc. ejecutados, Radek y Sokolnikov cárcel.

18.2.1937 Suicidio de Orzonikidze.

11.6.1937 Ejecución secreta de Tujachevski etc.

marzo 1938 3º gran proceso: «bloque antisoviético de…

20.12. 1938 Generalización de la cartilla de trabajo.

21.8. 1940 Asesinato de Trotski

22.5.1943 Disolución de la IC

26.8.1948 Resolución del Presidium de la Academia de Ciencias «Sobre el estatuto y los problemas de la biología».

31.8.1948 Muerte de Zdanov y ejecución de los suyos: Voznesenski, Kuznetov, Rodinov, Popkov.

nov. 1952 Proceso Slansky-Clementis en Praga.

13.1.1953 «Complot de los médicos judíos».

5.3.1953 Muerte de Stalin.

17.6.1953 Insurrección de Berlin.

26.6.1953 Ejecución de Beria

20.7.1953 Huelgas en el campo de trabajo de Vorkuta 

Nota manuscritas de Sacristán tomadas probablemente durante el coloquio: – El estalinismo no es sólo Stalin ni sólo la URSS. Historia universal. – Los que endiosaron a Stalin y luego lo defenestraron.

Algunas de las principales ideas de la conferencia:

1. Complejidad. «En el rato que dedicamos al tema cada uno de nosotros [Manuel Vázquez Montalbán y él] es claro que es imposible intentar una caracterización muy completa de un hecho histórico tan complicado como ha sido el estalinismo, porque aunque a menudo se oye hablar de estalinismo como si fuera un hecho fácil de delimitar, fácil de definir, del que se pudieran dar con exactitud o con aproximación fechas, de todo modos me parece a mí que toda persona interesada de verdad en el tema sabe, a poco que se haya ocupado de él, que las cosas no son así: que ni es fácil una delimitación del concepto de qué fue o qué es estalinismo ni tampoco es fácil dar fechas. Esto en el primer día del ciclo ya salió a colación. Uno de los que estaban intervino para recordar por ejemplo hechos despóticos, hechos digamos «estalinistas», de los que se suelen calificar de estalinistas, bajo el gobierno directo de Lenin. Y se pueden recordar otros. Incluso alguien de la mesa recordó algunos: los problemas con el movimiento de Majno los recordó Solé Barberà, si no me equivoco, y personas que estaban abajo, me parece, recordaron hechos como el de Kronstadt y también, en cierto sentido, el X Congreso del partido bolchevique, es decir, la prohibición de la organización de fracciones y tendencias».

2. Revolución y autoritarismo: «Vale la pena decir que todo esto ocurrió -los tres ejemplos que salieron el otro día y que yo repito ahora- pues ocurrieron en un lapso de meses bastante corto: todo a lo largo del año veinte hasta la primavera del veintiuno habían pasado todas estas cosas. Y, por lo demás, no es nada difícil buscar también más lejos. Cualquiera que quiera buscar incluso más lejos de estos primeros años de gobierno soviético se puede encontrar, en la generación anterior de clásicos del marxismo, con la célebre frase de Engels según la cual no hay nada más autoritario que una revolución. Y lo que es más serio: uno encuentra los hechos que hay debajo de esta frase de Engels. No sólo es su frase, sino que está bien documentada históricamente por todas las revoluciones que conocemos».

3. Matices a la contraposición excluyente estalinismo-leninismo: «Es verdad que se puede argumentar que todo este complejo de hechos que caen bajo el gobierno directo de Lenin, y del viejo equipo bolchevique, y que reproducen esa especie de síntesis histórica que puede ser la frase de Engels acerca de que toda revolución es un hecho sumamente autoritario, se puede decir: pero, de haber seguido Lenin y los viejos bolcheviques en el poder soviético, eso habrían sido sólo fenómenos de la época revolucionaria, no se habrían eternizado como se eternizaron hasta muy cerca de nuestros días bajo el gobierno de Stalin y de su equipo. Y eso es verdad, pero de todos modos el recuerdo, que ya se hizo ayer, de todos estos hechos de tipo despótico, y hasta en algunos casos crueles, antes de lo que con cierto sentido común se puede llamar estalinismo, debería por lo menos enseñarnos a no dibujar un cuadro ingenuo, contraponiendo por un lado una cosa perversa que sería el estalinismo, por otro una muy pura e inocente que sería el leninismo histórico».

4. Diferencias muy visibles: 1. La concentración del poder: «Dicho esto, de todas maneras hay que añadir en seguida que no faltan diferencias muy visibles entre el leninismo histórico y el estalinismo histórico, entre el leninismo real, digamos, que existió y el estalinismo también real. Por limitarme también en este breve repaso a cosas que todos tenemos seguramente más o menos presente, concentraría las diferencias más visibles en torno a éstas: por una parte, la cantidad de poder acumulado en el sistema estalinista. Cuando se puede considerar que el sistema estalinista está ya cuajado, es decir, al final de los años treinta, poco antes de que estalle la Segunda Guerra Mundial, el sistema estaliniano es, visto socialmente, una economía muy estatalizada, que al mismo tiempo está fundida indisolublemente con un aparato de estado muy centralizado a su vez. Y para acabarlo de arreglar, además, ese aparato de estado muy centralizado está prácticamente fundido con las instancias directoras del partido político único. La concentración de poder que sale de eso, cuando ya la economía está funcionando, es algo desde luego muy superior a lo que conoció Lenin en su vida. En la época leninista en sentido estricto nunca se ha concentrado en manos del poder central una cantidad de fuerza semejante. Ése sería el primer rasgo diferenciador de los muy visibles, de los que se aprecian ya a primera vista: la diferente concentración de poder».

5. Segundo rasgo diferenciador: el terror. «El segundo que me interesaría subrayar, sin perjuicio de que se podría hacer con otros, lo que hago es abreviar y de modo que pueda recoger el mayor número posible de detalles. Diría que otro rasgo diferencial es que aunque sin duda la Cheka se haya fundado bajo Lenin, aunque sin duda haya habido ya bajo Lenin, en el leninismo clásico, fenómenos tan dolorosos como el de Kronstadt, por ejemplo, y muchos otros, sin embargo el terror bajo la época de Stalin se diferencia en que tiene como principal orientación el ser un terror contra la vieja guardia bolchevique, contra el mismo partido. No quiero decir con eso que me vaya a olvidar de los millones de simples ciudadanos soviéticos que sufrieron ese terror y que han vivido y muerto en los campos de trabajo de la época estaliniana, pero lo que sí quiero subrayar es que lo radicalmente nuevo del período estaliniano es que se puede apreciar claramente que todo ese terror tiene como punta más definida la liquidación de la vieja guardia bolchevique. Esto los hombres de la época lo vivieron muy bien. La gente que se salía asustada de alguno de los partidos comunistas en la época ha dejado recuerdos e imágenes muy impresionantes acerca de los nuevos funcionarios, de una temible joven guardia «con correajes de cuero nuevo», según la frase de un célebre escritor de la época, cuya principal tarea en el seno del partido comunista ruso ha sido el asesinato de los viejos bolcheviques, de los viejos bolcheviques o de la vieja dirección soviética, incluido Trotski, naturalmente, y muy destacadamente. Este sería el segundo rasgo: la represión, hasta llegar al terror, se ha ejercido además contra el mismo partido y señaladamente contra el equipo de los viejos bolcheviques».

6. Tercer rasgo: el nacionalismo. «El tercer rasgo sería, en mi opinión, el apoyo del estalinismo en el nacionalismo ruso. Al mismo tiempo que, en medio de una campaña de desprestigio, mueren bajo el estalinismo los miembros de la vieja guardia bolchevique, al mismo tiempo, sin embargo, el régimen busca y obtiene un apoyo en un elemento hasta entonces inverosímil en un partido marxista, a saber: en el patriotismo, en el nacionalismo de las masas no comunistas.

7. Cuarto rasgo, el cinismo ideológico: «Todo ello está relacionado con un último rasgo que yo daría muy diferenciador de cualesquiera que hayan podido ser las durezas y violencias de la época del poder soviético en vida de Lenin. Ese cuarto rasgo se desprende un poco de los anteriores: es el cinismo ideológico. La completa despreocupación del equipo director estaliniano respecto de las cosas que dice. Esto lo detallaré un poco más adelante. Para él, la ideología y la teoría es una pura cobertura de cada momento de las necesidades prácticas, con un desprecio por la teoría que el equipo leninista jamás había sentido. Más bien el equipo leninista si en algo había pecado en eso era de todo lo contrario: de una costumbre, muy de intelectuales por lo demás, de estarse siempre fijando en todos los detalles de la teoría». 

Seguimos con las otras tesis de la conferencia de Sacristán de 1978, del 232 de febrero. 

PS: Un texto de Rafael Chirles en el centenario de la Revolución: «Lenin: un retrato». Ha aparecido en la revista electrónica de Viento Sur  http://www.vientosur.info/spip.php?article12456#sthash.zwitxxE3.dpuf  La nota de presentación es de la redacción de la revista. Es esta:

En el número 5 de la colección en fascículos que con el título «Historia del Comunismo» editaba el recién creado diario El Mundo durante los años 1990-1991 el conocido escritor Rafael Chirbes, fallecido el 15 de agosto de 2015, publicó el artículo que reproducimos a continuación. Pese a su brevedad, creemos que tiene interés, ya que ayuda a entender la especial mirada que tenía el autor de la figura de Lenin y de tantos condenados a la hoguera por el triunfalismo neoliberal de entonces; nos ha parecido también oportuno, ya que recuerda el famoso viaje en tren que llevaría al dirigente bolchevique de Finlandia a Petrogrado a comienzos de un mes de abril hace ahora 100 años. Ndr].

Cierta mañana Lenin se puso a dar saltos como un loco en el nevado patio del Kremlin, mientras le gritaba a Trotski: «Hoy cumplimos un día más que la Comuna de París». No parece la actitud de un burócrata que hubiese tomado el poder como un latifundio andaluz. Le interesaba el que la revolución rusa se hubiera convertido en la experiencia de gobierno obrero más larga de la historia. Después, ya se sabe -o más o menos se sabía- lo que pasó.

La anécdota viene al caso en estos tiempos. La caída del dominó burocrático [SLA: recuérdese la fecha de publicación, 1991] conocido como el socialismo real, ha encendido una hoguera en la que casi todo el mundo se apresura a lanzar, con el jaleo de los pensadores neoliberales, cualquier tipo de leña. Juntos y revueltos en el mismo fuego, arden Breznev, Trotski, Stalin, Castro, Lenin y, más abajo, Danton y hasta Espartaco. Cualquier utopía de justicia que en el mundo ha sido se representa como una alambrada con las púas manchadas de sangre.

Por eso quiero rescatar de las brasas esos ojos inteligentes de Lenin, esa sonrisa socarrona y sus orejas afiladas y atentas. Me gusta ese Lenin ávido que traza, con sus idas y venidas, una madeja sobre el mapa de Europa sin fronteras avant la lettre, la de los que no tienen patria.

«Yendo de Viena a Copenhague para asistir al Congreso, en una estación en que había que transbordar me encontré casualmente con Lenin, que venía de París. Teníamos que esperar una hora», cuenta Trotski en su autobiografía. Aprovecharon la hora de transbordo para charlar de una forma muy afectuosa al principio y, al parecer, luego bastante agria.

Encuentro casual, que no lo era, entre dos hombres que se pasaban la vida de un lugar a otro, no sólo perseguidos por la policía, sino escuchando la música de los tiempos.

Hay un tren blindado que cruza espectral Alemania y deja a Lenin en un andén de la estación de Finlandia, en Petrogrado un 3 de abril de 1917. No es ése el tren que me gusta. Me gusta el que deja ver tras los cristales de las ventanillas los campos europeos y huele a carbonilla.

El que lo lleva a Viena. Lenin pasa por Berlín. Hace su periódico en Leipzig y Munich. Recorre toda Italia para tomar el sol en Capri, a donde acude para entrevistarse con Máximo Gorki. Lenin en Niza, en Ginebra, en Zürich.

Mientras tanto -nadie puede ser entendido sin su contrapunto-, los socialdemócratas, a quienes hoy los filósofos parecen salvar, cerraban las fronteras a la voz de su amo y empuñaban los fusiles para defender las patrias de los otros. Yo sé que no ha debido existir un solo político bueno; en cualquier caso, Lenin debe ser de los mejores. Se puede aprender hasta de los errores, pero no conviene echar a la hoguera sus aciertos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.