Recomiendo:
0

La raza importa

Fuentes: El Telégrafo

Esta familia ha sumado una cifra mayor al total de la lucha antirracista en Ecuador y en las Américas. La familia Arce Méndez, el hijo Michael Andrés y la madre Liliana, son merecedores de nuestro admirable respeto por sus desvelos, crisis emocionales y angustias. Esa familia negra eligió, aun con la desventaja histórica, batallar con […]

Esta familia ha sumado una cifra mayor al total de la lucha antirracista en Ecuador y en las Américas. La familia Arce Méndez, el hijo Michael Andrés y la madre Liliana, son merecedores de nuestro admirable respeto por sus desvelos, crisis emocionales y angustias. Esa familia negra eligió, aun con la desventaja histórica, batallar con la oligarquía institucionalizada de la raza, establecida como origen de privilegios de grupos étnico-sociales ecuatorianos. Repitiendo a Cornel West: La raza importa (Race matter), en Estados Unidos y en nuestro país. El teniente Fernando Encalada debió estar motivado por algún senti-pensamiento institucional, más allá de lo estrictamente personal; en la práctica fue una relación desmesurada de poder con esa persona (Michael Arce) por la sorprendente aspiración de ser miembro de ‘su’ organización.

La Escuela Militar Eloy Alfaro debe sentarse, de manera simbólica, en el banquillo de los acusados o proponer líneas urgentes de diálogo con el pueblo afroecuatoriano. Otros organismos de seguridad pública del país las tienen con buenos resultados. El teniente Encalada es su producto doctrinal y profesional, por lo cual la dirección de la Esmil no debería deslindar su responsabilidad en lo sucedido con el hermano Michael Arce. La responsabilidad es institucional y la culpa es individual, para no santificar dudas. Así es, la Corte Provincial de Justicia de Pichincha exculpa a las Fuerzas Amadas por el delito de odio. Sin embargo, esa nominación patronal (Eloy Alfaro) demanda otra actitud de la institución militar, de acuerdo a la conceptualización filosófica (derecho de humanidad) y jurídica (cumplimiento irrestricto) de la Constitución de la República sobre nuestra diversidad cultural y étnica.

Este jazzman invita a no solo concentrarse en el análisis de los efectos discriminatorios tipificados como ‘delito de odio’, porque equivaldría a evitar el análisis duro y fino del racismo, desconocer las sospechosas dificultades institucionales que se tienen para aplicar del Decreto N° 060 y el porqué de ninguna política pública referente al Decenio Internacional de la Afrodescendencia (2015-2024).

Orillar el racismo a ciertos individuos es reducir el ejercicio político en cuestión (disputa del poder) a «corazones buenos o malos» o, dizque, ¡a un humanismo fisonómico! Dicho a la medida de las definiciones del siglo XXI, un elegante ‘primitivismo intelectual’ que no debería preocupar a la víctima de la racialización deshumanizante, la gente afrodescendiente. La palabra suelta es tomada por Frantz Fanon, en Presence Africaine, de junio-noviembre de 1956, escribió: «… el racismo es verdaderamente un elemento cultural […] este elemento cultural preciso no está enquistado. El racismo no ha podido esclerosarse. Le ha sido preciso renovarse, matizarse, cambiar de fisonomía. Le ha sido preciso experimentar la suerte del conjunto cultural que lo informaba». Todo aquello, para oprimir a los pueblos.

Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/la-raza-importa