«El onegismo, enfermedad infantil del derechismo«. Álvaro García Linera Está empecinada la derecha en su «complejo de Peter Pan» que consiste fundamentalmente en no querer (o no poder) salir de su infantilismo. Empecinada en arrebatarle a los pueblos lo que es su legitimo derecho a las riquezas naturales y a la riqueza que es producto […]
«El onegismo, enfermedad infantil del derechismo«.
Álvaro García Linera
Está empecinada la derecha en su «complejo de Peter Pan» que consiste fundamentalmente en no querer (o no poder) salir de su infantilismo. Empecinada en arrebatarle a los pueblos lo que es su legitimo derecho a las riquezas naturales y a la riqueza que es producto de su trabajo (al depauperar al trabajo mismo reduciéndolo a mercancía) la derecha inventa todo género de disfraces para legitimar sus más ilegales pachangas saqueadoras. Y con esa barbarie ponen en riesgo el futuro mismo de la humanidad y del planeta. No nos cansemos de denunciarlo.
Entre sus inventos más delirantes están los disfraces corporativos más jocosos verbigracia las «Organizaciones no Gubernamentales» y todo tipo de Fundaciones, Asociaciones y clubes que, envueltos con palabrería filantrópica, van por el mundo buscando dineros habidos, no pocas veces de la peor manera evasora, mutante, corrupta o «blanqueada» con todo tipo de subterfugios leguleyos o politiqueros. Casos hay por miles.
A tal punto, la proliferación de estas organizaciones se ha convertido en un carnaval de disfraces instituciones que ya los mapas de sus trapisondas se han vuelto enredos de trafico financiero, de tráfico de influencias y de todo género de lavados cuando no, directamente, unidades de combate desestabilizador y fuentes de provisión financiera para grupos paramilitares, para gubernamentales, para empresariales… en operaciones de todo pelaje intervencionista. A los yanquis les encanta vender sus espejitos de vidrio travestidos en «organizaciones sin lucro» para andar por el mundo amargándonos la existencia. Son miles de miles en todo el planeta.
Es ejemplo de tal taxonomía la ONG llamada PROVEA. (Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos) que opera sedes hace varias décadas con sus bravuconadas «elegantes» dirigidas especialmente contra la Revolución Bolivariana que impulsa democráticamente el pueblo de Venezuela. Esta ONG, como todas, debería operar con sus libros contables abiertos a la vista de los pueblos. Exactamente como ocurre con los salarios de los trabajadores abiertos como «las venas abiertas de América Latina». Esas organizaciones deberían en honor ala «transparencia de la que hablan a borbotones, exhibir sus planes de trabajo, someterlos a consenso de los pueblos y subordinarse a una evaluación permanente con apego los códigos éticos más rigurosos y a las leyes nacionales e internacionales. ¿Sería posible?
Pero no. Por más que se ha denunciado una y otra vez, por ejemplo, a la National Endowment for Democracy (NED), organización fondeada por el Congreso de los Estados Unidos y que se inciensa con ideología democrática modelo estadounidense. Por más que se ha señalado a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) que depende del Departamento de Estado para multiplicar dádivas a organizaciones clones -y clonadoras- de política exterior de la Casa Blanca (proveedora de PROVEA) al lado de la canadiense Rights & Democracy, con montos que rondan millones de dólares. Y así podríamos seguir con el agravante de la impunidad las operaciones injerencistas que es su moneda de uso. En Miami abundan. Algunas se llaman «Think Tanks».
PROVEA se vende a sí misma como receptora de voluntades «cooperantes» con matrices en la Fundación Ford y la Fundación Open Society, de George Soros, la Unión Europea y la Fundación Merck. De Soros vale recordar su «generosidad» con «Human Rights Watch» (100 millones de dólares) agencia de propaganda del Departamento de Estado desde donde se catapultan algunas de las mascaradas «democratizantes» de PROVEA. Circo de varias pistas.
En el fondo, es decir, en sus fondos financieros PROVEA sirve para maquillar y amplificar las operaciones de la MUD (mesa de la unidad) especialmente empecinada en decir que el gobierno de Venezuela es una dictadura y que una caterva de loros funcionales repitan sin cesar y sin pensar. Invierten para eso sumas infernales con fachada filantrópica al estilo de la CIA dedicada a comprar «periodistas», «comentaristas», operadores culturales, políticos en desgracia y más de una pandilla reformista urgida de «fondos» para seguir traicionando a los pueblos.
El problema no es describir las mil artimañas del «onegismo», enfermo de mediocridad incurable, sino en desarrollar las herramientas que nos permitan neutralizar su poder de daño. Desactivar al «onegismo» es, también, un frente crucial en la Batalla de las Ideas donde es imperativo combatir toda la ideología filantrópica burguesa que sirve como «Caballo de Troya» a la lógica imperial de dominarnos por el engaño… y por las palizas.
Aunque PROVEA, y todos sus similares y conexos, se bañen con prestigios fabricados a modo (mediático) y se hagan pasar por «cándidas» instituciones humanitarias y democráticas, la experiencia de los pueblos debe asumir, en sus agendas emancipadoras, la tarea central de sacudirse toda forma del parasitismo «bonachón» que sirve para maquillar ese carnaval inhumano y macabro que, en el fondo, no es más que caldo de cultivo oligarca para delirios macabros. Y no hay tiempo que perder. Venezuela tiene una Asamblea Nacional Constituyente con un proyecto Revolucionario que debe armarse con Leyes y controles populares para frenar a toda costa la maldad golpista… se a premie como se la premie; se disfrace como se disfrace. Es urgente.
Fernando Buen Abad Domínguez, Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad.
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