Se está proyectando en los cines de Barcelona y Madrid el largometraje Santa Liberdade, realizado por Margarita Ledo. Tuve el placer de ver este espléndido documental hace unas semanas en París, presentado por su directora, en una sala repleta del Instituto Cervantes, cerca de los Campos Elíseos. Allí se juntaron numerosos intelectuales, artistas, escritores y […]
Se está proyectando en los cines de Barcelona y Madrid el largometraje Santa Liberdade, realizado por Margarita Ledo. Tuve el placer de ver este espléndido documental hace unas semanas en París, presentado por su directora, en una sala repleta del Instituto Cervantes, cerca de los Campos Elíseos. Allí se juntaron numerosos intelectuales, artistas, escritores y cineastas que acogieron la película con vivo entusiasmo.
Y es que esta película es un milagro. Por la excepcional calidad de la realización y por el portentoso trabajo de rescate histórico que ha realizado la directora. Partiendo de un hecho lejano, ocurrido en 1961 (Margarita tenía entonces apenas 10 años) y casi por completo olvidado, la directora remonta el tiempo, encuentra sobrevivientes de aquel acontecimiento, recorre con la cámara los lugares de los hechos, halla inéditos documentos gráficos de la época y expone con una claridad pasmosa la problemática de una acción política espectacular.
¿De qué se trata? El 22 de enero de 1961, un grupo de antifascistas portugueses y gallegos, pertenecientes al Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL), bajo las ordenes de Xosé Velo, Xurxo Fernández de Soutomaior, Humberto Delgado y Henrique Galvão, toma por asalto el trasatlántico de pabellón portugués Santa María -rebautizado Santa Liberdade – que con más de mil pasajeros, en su mayoría gallegos, se dirige del muelle de La Guaira, Venezuela, al puerto de Vigo.
Por razones de edad -yo iba para los 18 años- me acuerdo con claridad de aquel asalto que retumbó en todo el planeta por ser la primera vez que un navío de esa envergadura -21.000 toneladas- era asaltado con intenciones políticas por un comando armado (habría que esperar casi un cuarto de siglo, octubre de 1985, para que otro buque semejante, el Achille Lauro , fuese tomado por un grupo de palestinos). Pero en mi memoria, aquello era un asunto sólo portugués. La radio y prensa de lengua francesa -yo vivía a la sazón en Rabat y la televisión aún no era un medio de masas- lo presentó como una acción de piratería comandada por el capitán Henrique Galvão y dirigida contra el dictador luso Antonio de Oliveira Salazar. De Franco no se hablaba, de los españoles tampoco, y de los gallegos menos.
Por eso, uno de los inmensos méritos de la película de Margarita Ledo es restablecer la verdad histórica, documentando de manera incuestionable el papel capital de los gallegos Xosé Velo y Xurxo de Soutomaior en esta embestida contra las dos feroces dictaduras ibéricas. Otra de las grandes cualidades de este documental es el de saber plantear, con mucha inteligencia, la cuestión de la violencia armada. Y de hacerlo hoy, después de los criminales atentados del 11 de septiembre en Nueva York y del 11 de marzo en Madrid.
¿Eran terroristas aquellos militantes antifascistas? Si los juzgamos con los criterios que hoy se han impuesto -y teniendo en cuenta que resultó muerto en el asalto un oficial de la tripulación- es muy posible que la respuesta sea afirmativa. Pero Margarita Ledo completa la película con una conversación sobre este tema entre tres miembros del comando que participo en la acción. Y vemos que la preocupación central, permanente, obsesiva, de aquellos hombres era evitar el derramamiento de sangre. Y en ningún caso -como las imágenes lo demuestran- recurrir al terror.
En aquel tiempo, eso lo entendieron hasta las fuerzas norteamericanas cuya Armada, por orden del presidente Kennedy, localizó y capturó al Santa Liberdade , dejando libres en Brasil a los asaltantes. Pero hay que decir que en aquellos días, la Armada de los Estados Unidos estaba preparando otro asalto: el de miles de mercenarios contra Cuba, el 17 de abril de 1961, en bahía de Cochinos y playa Girón. Un auténtico atentado contra la santa libertad.