Cuando leemos lleno de prejuicios o desde la atalaya de la suficiencia, pocas reflexiones de crédito nos pueden alumbrar. Todo aquél que se atreve a escribir y mucho más sobre el marxismo, está expuesto a la controversia y con ese riesgo envíe mi «El Marxismo Occidental» a Rebelión. Esperaba la refutación, para iniciar un proceso […]
Cuando leemos lleno de prejuicios o desde la atalaya de la suficiencia, pocas reflexiones de crédito nos pueden alumbrar. Todo aquél que se atreve a escribir y mucho más sobre el marxismo, está expuesto a la controversia y con ese riesgo envíe mi «El Marxismo Occidental» a Rebelión. Esperaba la refutación, para iniciar un proceso de discusión que diese pie al debate sobre cuestiones de actualidad que deben ser atajadas con urgencia, pues estamos en ese período de reflexión y de actualización.
Por esta razón al tener noticias de que el compañero Malime me contestaba, aprecié esa sensación agradable que siempre ofrece el haber logrado el fin que uno se propone. Sin embargo, al leer su refutación, la confusión se adueño de mí. ¿Era mi escrito el que quería impugnar Malime? O bien, el compañero leyó deprisa, atolondradamente cuanto expuse, o por el contrario, estamos en presencia del nuevo discurso ornamental que encubre al moderno revisionismo.
Pero antes de nada una pequeña observación. La terminología «Marxismo Occidental» y «marxismo soviético o ruso» ni es nueva, ni por supuesto es mía. El compañero Malime, parece no aceptarla en primera instancia, pero después, no tiene mas remedio que incidir en las diferencias ¿Qué mas da, entonces el término que le queramos poner? Lo que interesa es el fondo y aquí el revocador no se atreve a penetrar.
Nada de cuanto expreso es desmentido, en cambio, aquello que el compañero supone que está negando, es consecuencia de una lectura apretada y conducida por los prejuicios. Pero resumamos mi exposición:
1º Tanto Engels como Lenin admiten la dialéctica de la naturaleza, cosa que ponen en duda en unos casos y niegan, en otros, los autores del Marxismo Occidental.
¿Qué dice al respecto Malime? Nada, absolutamente nada.
2º Mientras en la Unión Soviética se considera que la dialéctica está ya constituida y precede al hombre, el Marxismo Occidental la entiende de forma empírica.
Malime da vueltas sin refutarlo
3º La filosofía Gramsciana difiere radicalmente de la definición que Lenin realiza en Materialismo y empirocriticismo, cuya tesis central trata de las cosas existentes fuera de nosotros e independientemente de nuestra conciencia. Gramsci por su parte y lo podemos ver en su controversia con Bucharin, rechaza sin paliativos la explicación de un marxismo en términos puramente materialistas. Gramsci insiste en que en la definición corriente del marxismo como materialismo histórico, se ha de «poner el acento sobre el segundo término «histórico» y no sobre el primero de origen metafísico»
¿Qué dice al respecto Malime? Nada.
4º Marx y Lenin, incluían la «sociedad civil» en las estructuras o relaciones económicas, Gramsci, en cambio la identifica como parte de las superestructuras.
¿Qué alega Malime? Nada.
5º Decía yo, que «La hegemonía gramsciana es contraria a las propugnas revolucionarias de Lenin. Pues si Lenin destaca la dirección política, ésta se transforma en Gramsci en dirección cultural, lo que implica que para Gramsci el momento de la fuerza es instrumental, quedando supeditada al instante de la hegemonía. En Lenin, no obstante, dictadura y hegemonía van unidas y en todo caso la fuerza es primaria y totalmente decisiva».
¿Cuáles son los argumentos contrarios de Malime? Mi refutador dice: «Tal vez la única diferencia que podemos resaltar entre ambos teóricos es la importancia que Gramsci daba a la formación marxista de las masas trabajadoras antes de la toma del poder, al contrario de Lenin, (condicionado tal vez por la realidad económica, cultural y política del pueblo ruso, tan diferente a la de los países occidentales) donde este consideraba que el partido tomando el poder, construyendo el poder soviético permitiría finalmente que el pueblo se incorporase y controlase el nuevo Estado desde abajo hacia arriba, desde los lugares naturales en donde el pueblo puede ejercer el poder directamente y de forma permanente, como fue tras la experiencia de 1905 con los soviets obreros, es decir, desde los centros de producción y los lugares de residencia que permitían decidir sobre lo más elemental del poder, la administración de la producción y los asuntos sociales, educativos y culturales, lo mismo que la experiencia de la Comuna»
¿Desdice o confirma?
Por último, la defensa que Malime realiza sobre la propugna del compromiso histórico, la realiza mal y fuera de lugar. Pues lo que yo digo en el texto es que: «Una lectura exagerada de su obra ha contribuido en la formación del Eurocomunismo, a la táctica del compromiso histórico con la Democracia Cristiana, que desnaturalizó primero al Partido Comunista Italiano y después lo hizo desaparecer y dio, lugar también, a las teorías revisionistas de Lucien Seve, filósofo miembro del Partido Comunista Francés».
Como se puede comprobar Malime ha visualizado mi texto con una venda en los ojos. Nada refuta, pues su intención es solo hablar mal de la Unión Soviética y despotricar sobre Stalin. Pero, ¿en qué parte del texto halago a Stalin y ensalzo la sociedad soviética? Esta sería otra discusión.
Lo que hoy está sobre la mesa del debate, es si realmente estamos en presencia de un nuevo discurso revisionista en trance de desarrollo: Democracia participativa o directa, sin contenido de clase. Reivindicación del leninismo por medio de filósofos y líderes que mantuvieron severas discrepancias con Lenin (consiguientemente nueva forma de antileninismo) y de ahí Marxista y Leninista, y no Marxista-leninista, que significa añadido e inclusión ecléctica de teorías (Gramsci, Trotsky etc.)
Y yo pregunto ¿por qué no Democracia obrera? ¿Por qué no marxista-leninista? Si decimos propugnarlas. Esa es la cuestión, compañero Malime, y no otra.